In God’s Infinite Silence (2023)
Independiente
Tracklist:
1. Wolves in a Cage
2. Berks
3. The Tipping Point
4. Children of Men
5. Beautiful Boy
6. In God’s Infinite Silence
Cathari es una banda de Filadelfia que salió a la luz en 2019 con un excelente disco debut “Corporeality”, logrando llamar mi atención en medio de la marea incesante de música que llega a mis oídos cada año. En ese entonces, su particular doom metal con algunos rasgos de black (solo por usar categorías a modo referencial) me atrajo por los profundos sentimientos que evocaba en mí su angustiante existencialismo y el equilibrio tan sutil que conseguía entre un rock casi reminiscente de The Doors o Nick Cave & The Bad Seeds y momentos pesados magistralmente elaborados. Ese primer trabajo había sido editado por Seeing Red Records; ahora el lanzamiento es independiente.
Tras una pandemia sin precedentes, algunos cambios de line-up y en las vidas personales de sus integrantes, el grupo retorna lanzando otro álbum, sin pretensión alguna más que entregarle al mundo una nueva versión de sí mismo; y la transformación es sublime: una verdadera reencarnación. Esto no debe ser casual. Los cátaros fueron una secta cristiana que profesaba un dualismo en el que todo lo material representaba el mal: el cuerpo era el infierno. Creían en la reencarnación como proceso de autoconocimiento hasta la liberación del alma. Practicaban el vegetarianismo y se oponían a la procreación, pues, claramente, renegaban del reino de la carne. Al ser considerado un grupo herético fue perseguido por la Inquisición hasta desaparecer lentamente. En la actualidad, la banda está formada por Magdalena Stephens (voz, composición y noise), Kevin Nolan (guitarra principal), Ty Miller (guitarra rítmica y noise), Zack Van Sant (bajo) y Michael Quigley (batería y composición).
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Las letras escritas y cantadas por Mag Stephens siempre tuvieron un rol protagónico en el arte de Cathari y el sufrimiento fue y sigue siendo su inspiración constante. En este disco son menos abstractas y retratan de manera más visceral los padecimientos de la experiencia humana. Esto ya es evidente en “Wolves in a Cage”, una melancólica canción que resulta muy similar a lo hecho por el grupo en el disco anterior. La voz y su mensaje son centrales, con un acompañamiento instrumental bastante minimalista, en la medida justa para que todo sea intensamente emotivo. Luego “Berks” sigue recorriendo el mismo camino, dando la impresión de que todavía nos encontramos ante la misma banda que nos brindó su primer disco hace unos años, algo que pronto demostrará ser ilusorio. Cada elemento de la música empieza a desplegarse con más ímpetu, como si la potencia fuera in crescendo, y cuando la batería se acelera y aparecen los gritos desesperados, ya empezamos a ver los nuevos colores y formas de la mariposa nocturna que atrás dejó el capullo.
La brutalidad de “The Tipping Point” sorprende gratamente. La voz gutural es salvaje y el riff de guitarra es de una contundencia despiadada. No quedan dudas de que Cathari es una nueva criatura, mucho más tenebrosa en su expresión. La ejecución de la batería es implacable y resalta como uno de los cambios más relevantes en comparación con todo lo hecho previamente por el grupo. “Children of Men” disipa un poco la furia, pero nos guía hacia una introspección que nos llena de tristeza. Ese ánimo reflexivo no tarda en desatar la ira, algo que se siente como una consecuencia natural. La crudeza del canto, la sutileza perfecta de las guitarras y el bajo, y la expresividad de los recursos percusivos son destacables, pues logran hacer vibrar las fibras más íntimas.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Predatory Void – Seven Keys to the Discomfort of Being (2023)
“Beautiful Boy” fue el single elegido para anticipar la salida del álbum, y es mi track favorito, el que expone con más fuerza el desarrollo de la banda. Stephens demuestra una versatilidad e histrionismo abrumadores, para materializar una narrativa que también es forjada por los golpes impiadosos y repetitivos que asesta el conjunto instrumental, sin dar respiro. Así llegamos al final con “In God’s Infinite Silence”, que tiene una larga introducción casi industrial hasta que emerge una sonoridad propia del doom, lenta y oscura, con rasgos de lamento y clamor exhausto. El trabajo vocal sigue siendo extraordinario, alternando momentos cavernosos con otros de canto melódico de fugaces matices ceremoniales.
Este segundo trabajo de Cathari prueba que la banda ha madurado en todo sentido, lo que implica mantener su esencia perfeccionando cada aspecto de su arte: la amplitud creativa, la apasionada diversidad vocal, la interpretación de cada instrumento y la concepción filosófica que manifiesta. “IGIS” ya forma parte de mi lista de los lanzamientos musicales de este año y lo recomiendo absolutamente.
In God’s Infinite Silence (2023)
Independiente
Tracklist:
1. Wolves in a Cage
2. Berks
3. The Tipping Point
4. Children of Men
5. Beautiful Boy
6. In God’s Infinite Silence
Cathari es una banda de Filadelfia que salió a la luz en 2019 con un excelente disco debut “Corporeality”, logrando llamar mi atención en medio de la marea incesante de música que llega a mis oídos cada año. En ese entonces, su particular doom metal con algunos rasgos de black (solo por usar categorías a modo referencial) me atrajo por los profundos sentimientos que evocaba en mí su angustiante existencialismo y el equilibrio tan sutil que conseguía entre un rock casi reminiscente de The Doors o Nick Cave & The Bad Seeds y momentos pesados magistralmente elaborados. Ese primer trabajo había sido editado por Seeing Red Records; ahora el lanzamiento es independiente.
Tras una pandemia sin precedentes, algunos cambios de line-up y en las vidas personales de sus integrantes, el grupo retorna lanzando otro álbum, sin pretensión alguna más que entregarle al mundo una nueva versión de sí mismo; y la transformación es sublime: una verdadera reencarnación. Esto no debe ser casual. Los cátaros fueron una secta cristiana que profesaba un dualismo en el que todo lo material representaba el mal: el cuerpo era el infierno. Creían en la reencarnación como proceso de autoconocimiento hasta la liberación del alma. Practicaban el vegetarianismo y se oponían a la procreación, pues, claramente, renegaban del reino de la carne. Al ser considerado un grupo herético fue perseguido por la Inquisición hasta desaparecer lentamente. En la actualidad, la banda está formada por Magdalena Stephens (voz, composición y noise), Kevin Nolan (guitarra principal), Ty Miller (guitarra rítmica y noise), Zack Van Sant (bajo) y Michael Quigley (batería y composición).
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Las letras escritas y cantadas por Mag Stephens siempre tuvieron un rol protagónico en el arte de Cathari y el sufrimiento fue y sigue siendo su inspiración constante. En este disco son menos abstractas y retratan de manera más visceral los padecimientos de la experiencia humana. Esto ya es evidente en “Wolves in a Cage”, una melancólica canción que resulta muy similar a lo hecho por el grupo en el disco anterior. La voz y su mensaje son centrales, con un acompañamiento instrumental bastante minimalista, en la medida justa para que todo sea intensamente emotivo. Luego “Berks” sigue recorriendo el mismo camino, dando la impresión de que todavía nos encontramos ante la misma banda que nos brindó su primer disco hace unos años, algo que pronto demostrará ser ilusorio. Cada elemento de la música empieza a desplegarse con más ímpetu, como si la potencia fuera in crescendo, y cuando la batería se acelera y aparecen los gritos desesperados, ya empezamos a ver los nuevos colores y formas de la mariposa nocturna que atrás dejó el capullo.
La brutalidad de “The Tipping Point” sorprende gratamente. La voz gutural es salvaje y el riff de guitarra es de una contundencia despiadada. No quedan dudas de que Cathari es una nueva criatura, mucho más tenebrosa en su expresión. La ejecución de la batería es implacable y resalta como uno de los cambios más relevantes en comparación con todo lo hecho previamente por el grupo. “Children of Men” disipa un poco la furia, pero nos guía hacia una introspección que nos llena de tristeza. Ese ánimo reflexivo no tarda en desatar la ira, algo que se siente como una consecuencia natural. La crudeza del canto, la sutileza perfecta de las guitarras y el bajo, y la expresividad de los recursos percusivos son destacables, pues logran hacer vibrar las fibras más íntimas.
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“Beautiful Boy” fue el single elegido para anticipar la salida del álbum, y es mi track favorito, el que expone con más fuerza el desarrollo de la banda. Stephens demuestra una versatilidad e histrionismo abrumadores, para materializar una narrativa que también es forjada por los golpes impiadosos y repetitivos que asesta el conjunto instrumental, sin dar respiro. Así llegamos al final con “In God’s Infinite Silence”, que tiene una larga introducción casi industrial hasta que emerge una sonoridad propia del doom, lenta y oscura, con rasgos de lamento y clamor exhausto. El trabajo vocal sigue siendo extraordinario, alternando momentos cavernosos con otros de canto melódico de fugaces matices ceremoniales.
Este segundo trabajo de Cathari prueba que la banda ha madurado en todo sentido, lo que implica mantener su esencia perfeccionando cada aspecto de su arte: la amplitud creativa, la apasionada diversidad vocal, la interpretación de cada instrumento y la concepción filosófica que manifiesta. “IGIS” ya forma parte de mi lista de los lanzamientos musicales de este año y lo recomiendo absolutamente.