El primer día de festival al ya se había terminado, pero aún quedaba el segundo, repleto de bandas, carne asada y weissbier. Con las energías recargadas, nos propusimos ver más bandas de las que vimos el día 8, por lo que desde el principio se intentó ejercitar la dosificación de energías. Como veremos a continuación, las bandas nos lo pusieron muy fácil: si las expectativas ya se habían dejado altas, con este segundo y último día de Dark Easter Metal Meeting se nos rompería el expectativómetro.
Empezó la velada a las 14:30h, como el día anterior, en el escenario Werk con la banda bávara de post-black metal Heretoir. Al igual que el día anterior, las primeras bandas pudieron disfrutar de un sonido mucho más equilibrado que todas las demás, probablemente por tener toda la mañana para gestionarlo. Su puesta en escena iba acorde con su estilo, contemplativa, luces azules estáticas, y otras de un amarillo más natural, dándole un toque más espectral. Fue de los bolos más emotivos del evento, y era común ver asistentes con los ojos cerrados, sintiendo la música. A medida que avanzaba el concierto, se iban volviendo más dinámicas, a modo de aumentar la intensidad del concierto. Su setlist estaba equitativamente repartido entre sus dos LP’s, con temas como “The Circle”, “Graue Bauten”, o “Fatigue”, además de sorprender al público con un tema nuevo, aún no disponible hasta el mes que viene, “Wastelands”.
La segunda banda, otra vez en la sala Club (solapándose con Enisum en la Halle), fue Funeral Pile, procedente de la misma zona de Baviera, una vez más, esta vez ofreciendo blackened death/doom. Consiguieron llenar la sala casi al máximo, y, por si fuera poco, de un público muy comprometido. Además, fueron prácticamente los únicos que utilizaron las proyecciones a disposición: un vídeo acompañó la actuación entera, mostrando fuegos y otros componentes temáticos de la banda. Dedicaron su actuación a su primer y más reciente álbum, ‘Evoked In Flames’, de 2021.
Pero, seguramente, los que se llevan el premio a la mejor puesta en escena, y seguramente al mejor bolo del festival, fueron Kanonenfieber. La tercera formación bávara de la jornada se había anunciado como sustituta de los ucranianos 1914 –ambos de temática de la Primera Guerra Mundial– apenas dos semanas antes, pero hicieron un trabajo excelente. Iban vestidos de soldados y oficiales con la cara cubierta de negro, el soldado anónimo, y en el escenario había máquinas de humo, abetos, trincheras e incluso máquinas de nieve, para la representación de una canción en concreto. Todo ello bajo luces de color verde y amarillo tóxico. El vocalista representó cada uno de los samplers que sonaban: disparos, marchas militares, discursos, bombas. A todo esto, el público, que llenaba casi toda la sala, completamente entregado a la actuación. En cuanto al setlist, cubrieron a conciencia todos sus lanzamientos, un LP y dos EP, con temas como “Die Feuertaufe”, “Die Schlacht bei Tannenberg”, “Der Füsilier” I y II, y “The Yankee Division March”.
Continuamos con los húngaros Sear Bliss, míticos del black metal atmosférico con un trombón en su formación. De nuevo, venían como sustitutos de otra banda ucraniana, White Ward, y se solapaban con Eridu. Fueron una buena elección para la sala Halle, puesto que prácticamente la mitad del público venía equipado con su merch. A pesar de la sala, consiguieron equilibrar el sonido lo suficiente para que se oyera el contenido melódico de la guitarra y el contracanto del trombón. Combinaron temas más míticos, como “Soulless” o “Birth Of Eternity”, con otros más nuevos, llegando incluso a ofrecer un adelanto de su próximo álbum, un tema aún sin nombre.
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Los siguientes en la sala Werk fueron Sacramentum, otra banda mítica en sustitución de Nifelheim, esta vez por motivos de salud. La formación entró al escenario con incienso en manos del vocalista Nisse Karlén, miembro original desde la formación de la banda. Aunque el sonido se hizo un poco bola en este concierto en particular, la condición de las voces había mejorado considerablemente respecto al día anterior, y se podían discernir mucho más claramente. El protagonismo se lo llevó Nisse en ese sentido, en algún otro: a parte de ser el miembro con más energía, no se cortaba un pelo a la hora de hacer cosas extravagantes, como coger un cáliz lleno de sangre –presumiblemente falsa– y tirárselo en la boca. Tocaron el primer LP “Far Away From The Sun”, de 1996, de principio a fin.
De vuelta a la sala Club, era el momento de otro de los imperdibles del festival, Dread Sovereign, trío irlandés de Alan Averill (Primordial), que se solapaban con Lucifer’s Child en la Halle. De nuevo, la sala estaba llena, y los músicos estaban en movimiento constante, pero el sonido no acompañaba. A pesar de que los instrumentos estaban bastante equilibrados entre sí, la voz se perdía entre los graves, además de que no cantó en más de un momento clave, como el estribillo de ”Nature Is The Devil’s Church”. Aunque parece ser que es algo común en los conciertos de Alan Averill, el público estaba bastante entregado.
Era el momento de otra de las grandes actuaciones de la noche: el clásico sueco Naglfar se encontró con una sala Werk a rebosar y completamente comprometida con los músicos, a la que respondieron con energía y un sonido excelente. No solo se oía el gutural perfectamente articulado, sino también todos los efectos que le ponían y los samplers, tanto introductorios como simultáneos. Tocaron temas más recientes, como “Cerecloth”, pero sobre todo centraron el setlist en sus temas más escuchados, generalmente de lanzamientos de entre 1998 y 2007, como “Blades”, “A Swarm Of Plagues” o “Harvest”.
Se iba acercando el final de esta última velada con Mephorash en la sala Halle, que se solapaban con Merrimack en la Club. El estilo de la formación sueca es el de un ritual ocultista encima del escenario, contando con túnicas con grandes capuchas, altos candelabro, calaveras, y demás parafernalia y simbología ritual distribuidas por el terreno. Los músicos, descalzos y enmascarados, aprovechaban cualquier momento de manos libres para mover las manos como si fuera el componente somático de un conjuro, especialmente el vocalista, claro. Afortunadamente, las escasas luces de la Halle acompañaban bien el espectáculo, y podían presumir de buen sonido.
Salimos un poco antes para ver a los veteranos del segundo día. O, mejor dicho, el veterano, Tom G. Warrior, fundador de una de las bandas pioneras de metal extremo, Hellhammer, honorando esos tiempos con Triumph Of Death. La expectación se palpaba en el ambiente; muchos eran los que pensaban que no verían nunca en directo los grandes temas que trajeron al mundo, y allí estaban. A pesar de que la puesta en escena no fue la gran cosa, los asistentes lo disfrutaron como niños pequeños: fue el primer concierto de festival donde se montó un mosh pit (¡y qué mosh pit!). Nuestra preocupación principal de la actuación era que la sonoridad de los temas originales se hubiera perdido, en favor de otra más moderna y extendida hoy en día, pero fue una preocupación en vano. La distorsión era muy adaptada a la que recordamos de la década de los 80’, y los solos igual de sucios. Empezaron el concierto con “Maniac”, pasando por temas como “Blood Insanity”, “Decapitator”, “Revelations Of Dooms”, “Messiah”, y terminaron, por supuesto, con “Triumph Of Death”.
Era la hora de dirigirse a la Halle a ver a Misþyrming, o a la Club a ver a Imperial Triumphant, dos must see, al menos para aquellos que no los han visto nunca. Pero había sido un día lleno de conciertazos, y el cuerpo pedía un bocadillo de carne asada y una ensalada de patata para reponerse, y ver el último bolo del día. Tal bolo fue Rotting Christ, en la Werk, dando un bolo tan espectacular como suelen hacer. Sakis Tolis, vocalista y guitarra, es un excelente frontman, con absoluta potencia e indudable presencia encima del escenario, y se notaba en el público, que otorgaron una de las respuestas más fuertes del evento. Como cabezas de cartel (o casi cabezas de cartel) son una apuesta segura, ya que son capaces de mantener la atención de los asistentes de manera continuada durante toda la actuación. Empezaron con “Χ Ξ Σ”, y tocaron temas bastante variados de su discografía, incluyendo “Demonon Vrosis”, “Kata Ton Daimona Eaytoy”, “In Yumen-Xibalba”, “Non Serviam” o “Grandis Spiritus Diavolos”. A cierto punto, subió al escenario –por solicitud del guitarra– una mujer del público con vestimentas de diablo, que se dedicó a bailar lo que parecía danza del vientre al ritmo de la banda, durante una canción. Terminaron el concierto con “The Raven”, de su último LP, dejando un buen sabor de boca.
A pesar de no ser un gran festival europeo, esta décima edición del Dark Easter Metal Meeting ha destacado por su selección de bandas y excelente organización, además de la maravillosa (y barata) comida alemana. Esperemos que en la próxima edición continúen con un line-up tan llamativo para los amantes del metal extremo, y que puedan traer a las bandas ucranianas que no pudieron asistir.
El primer día de festival al ya se había terminado, pero aún quedaba el segundo, repleto de bandas, carne asada y weissbier. Con las energías recargadas, nos propusimos ver más bandas de las que vimos el día 8, por lo que desde el principio se intentó ejercitar la dosificación de energías. Como veremos a continuación, las bandas nos lo pusieron muy fácil: si las expectativas ya se habían dejado altas, con este segundo y último día de Dark Easter Metal Meeting se nos rompería el expectativómetro.
Empezó la velada a las 14:30h, como el día anterior, en el escenario Werk con la banda bávara de post-black metal Heretoir. Al igual que el día anterior, las primeras bandas pudieron disfrutar de un sonido mucho más equilibrado que todas las demás, probablemente por tener toda la mañana para gestionarlo. Su puesta en escena iba acorde con su estilo, contemplativa, luces azules estáticas, y otras de un amarillo más natural, dándole un toque más espectral. Fue de los bolos más emotivos del evento, y era común ver asistentes con los ojos cerrados, sintiendo la música. A medida que avanzaba el concierto, se iban volviendo más dinámicas, a modo de aumentar la intensidad del concierto. Su setlist estaba equitativamente repartido entre sus dos LP’s, con temas como “The Circle”, “Graue Bauten”, o “Fatigue”, además de sorprender al público con un tema nuevo, aún no disponible hasta el mes que viene, “Wastelands”.
La segunda banda, otra vez en la sala Club (solapándose con Enisum en la Halle), fue Funeral Pile, procedente de la misma zona de Baviera, una vez más, esta vez ofreciendo blackened death/doom. Consiguieron llenar la sala casi al máximo, y, por si fuera poco, de un público muy comprometido. Además, fueron prácticamente los únicos que utilizaron las proyecciones a disposición: un vídeo acompañó la actuación entera, mostrando fuegos y otros componentes temáticos de la banda. Dedicaron su actuación a su primer y más reciente álbum, ‘Evoked In Flames’, de 2021.
Pero, seguramente, los que se llevan el premio a la mejor puesta en escena, y seguramente al mejor bolo del festival, fueron Kanonenfieber. La tercera formación bávara de la jornada se había anunciado como sustituta de los ucranianos 1914 –ambos de temática de la Primera Guerra Mundial– apenas dos semanas antes, pero hicieron un trabajo excelente. Iban vestidos de soldados y oficiales con la cara cubierta de negro, el soldado anónimo, y en el escenario había máquinas de humo, abetos, trincheras e incluso máquinas de nieve, para la representación de una canción en concreto. Todo ello bajo luces de color verde y amarillo tóxico. El vocalista representó cada uno de los samplers que sonaban: disparos, marchas militares, discursos, bombas. A todo esto, el público, que llenaba casi toda la sala, completamente entregado a la actuación. En cuanto al setlist, cubrieron a conciencia todos sus lanzamientos, un LP y dos EP, con temas como “Die Feuertaufe”, “Die Schlacht bei Tannenberg”, “Der Füsilier” I y II, y “The Yankee Division March”.
Continuamos con los húngaros Sear Bliss, míticos del black metal atmosférico con un trombón en su formación. De nuevo, venían como sustitutos de otra banda ucraniana, White Ward, y se solapaban con Eridu. Fueron una buena elección para la sala Halle, puesto que prácticamente la mitad del público venía equipado con su merch. A pesar de la sala, consiguieron equilibrar el sonido lo suficiente para que se oyera el contenido melódico de la guitarra y el contracanto del trombón. Combinaron temas más míticos, como “Soulless” o “Birth Of Eternity”, con otros más nuevos, llegando incluso a ofrecer un adelanto de su próximo álbum, un tema aún sin nombre.
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Los siguientes en la sala Werk fueron Sacramentum, otra banda mítica en sustitución de Nifelheim, esta vez por motivos de salud. La formación entró al escenario con incienso en manos del vocalista Nisse Karlén, miembro original desde la formación de la banda. Aunque el sonido se hizo un poco bola en este concierto en particular, la condición de las voces había mejorado considerablemente respecto al día anterior, y se podían discernir mucho más claramente. El protagonismo se lo llevó Nisse en ese sentido, en algún otro: a parte de ser el miembro con más energía, no se cortaba un pelo a la hora de hacer cosas extravagantes, como coger un cáliz lleno de sangre –presumiblemente falsa– y tirárselo en la boca. Tocaron el primer LP “Far Away From The Sun”, de 1996, de principio a fin.
De vuelta a la sala Club, era el momento de otro de los imperdibles del festival, Dread Sovereign, trío irlandés de Alan Averill (Primordial), que se solapaban con Lucifer’s Child en la Halle. De nuevo, la sala estaba llena, y los músicos estaban en movimiento constante, pero el sonido no acompañaba. A pesar de que los instrumentos estaban bastante equilibrados entre sí, la voz se perdía entre los graves, además de que no cantó en más de un momento clave, como el estribillo de ”Nature Is The Devil’s Church”. Aunque parece ser que es algo común en los conciertos de Alan Averill, el público estaba bastante entregado.
Era el momento de otra de las grandes actuaciones de la noche: el clásico sueco Naglfar se encontró con una sala Werk a rebosar y completamente comprometida con los músicos, a la que respondieron con energía y un sonido excelente. No solo se oía el gutural perfectamente articulado, sino también todos los efectos que le ponían y los samplers, tanto introductorios como simultáneos. Tocaron temas más recientes, como “Cerecloth”, pero sobre todo centraron el setlist en sus temas más escuchados, generalmente de lanzamientos de entre 1998 y 2007, como “Blades”, “A Swarm Of Plagues” o “Harvest”.
Se iba acercando el final de esta última velada con Mephorash en la sala Halle, que se solapaban con Merrimack en la Club. El estilo de la formación sueca es el de un ritual ocultista encima del escenario, contando con túnicas con grandes capuchas, altos candelabro, calaveras, y demás parafernalia y simbología ritual distribuidas por el terreno. Los músicos, descalzos y enmascarados, aprovechaban cualquier momento de manos libres para mover las manos como si fuera el componente somático de un conjuro, especialmente el vocalista, claro. Afortunadamente, las escasas luces de la Halle acompañaban bien el espectáculo, y podían presumir de buen sonido.
Salimos un poco antes para ver a los veteranos del segundo día. O, mejor dicho, el veterano, Tom G. Warrior, fundador de una de las bandas pioneras de metal extremo, Hellhammer, honorando esos tiempos con Triumph Of Death. La expectación se palpaba en el ambiente; muchos eran los que pensaban que no verían nunca en directo los grandes temas que trajeron al mundo, y allí estaban. A pesar de que la puesta en escena no fue la gran cosa, los asistentes lo disfrutaron como niños pequeños: fue el primer concierto de festival donde se montó un mosh pit (¡y qué mosh pit!). Nuestra preocupación principal de la actuación era que la sonoridad de los temas originales se hubiera perdido, en favor de otra más moderna y extendida hoy en día, pero fue una preocupación en vano. La distorsión era muy adaptada a la que recordamos de la década de los 80’, y los solos igual de sucios. Empezaron el concierto con “Maniac”, pasando por temas como “Blood Insanity”, “Decapitator”, “Revelations Of Dooms”, “Messiah”, y terminaron, por supuesto, con “Triumph Of Death”.
Era la hora de dirigirse a la Halle a ver a Misþyrming, o a la Club a ver a Imperial Triumphant, dos must see, al menos para aquellos que no los han visto nunca. Pero había sido un día lleno de conciertazos, y el cuerpo pedía un bocadillo de carne asada y una ensalada de patata para reponerse, y ver el último bolo del día. Tal bolo fue Rotting Christ, en la Werk, dando un bolo tan espectacular como suelen hacer. Sakis Tolis, vocalista y guitarra, es un excelente frontman, con absoluta potencia e indudable presencia encima del escenario, y se notaba en el público, que otorgaron una de las respuestas más fuertes del evento. Como cabezas de cartel (o casi cabezas de cartel) son una apuesta segura, ya que son capaces de mantener la atención de los asistentes de manera continuada durante toda la actuación. Empezaron con “Χ Ξ Σ”, y tocaron temas bastante variados de su discografía, incluyendo “Demonon Vrosis”, “Kata Ton Daimona Eaytoy”, “In Yumen-Xibalba”, “Non Serviam” o “Grandis Spiritus Diavolos”. A cierto punto, subió al escenario –por solicitud del guitarra– una mujer del público con vestimentas de diablo, que se dedicó a bailar lo que parecía danza del vientre al ritmo de la banda, durante una canción. Terminaron el concierto con “The Raven”, de su último LP, dejando un buen sabor de boca.
A pesar de no ser un gran festival europeo, esta décima edición del Dark Easter Metal Meeting ha destacado por su selección de bandas y excelente organización, además de la maravillosa (y barata) comida alemana. Esperemos que en la próxima edición continúen con un line-up tan llamativo para los amantes del metal extremo, y que puedan traer a las bandas ucranianas que no pudieron asistir.