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Foto de Portada: Cecilia Principe
Hacía un calor considerable en Buenos Aires, pero eso no fue impedimento para que el 24 de octubre unas 150 personas nos acercáramos al CC Bula y disfrutemos de una tarde-noche de metal extremo marcada en nuestros calendarios desde hacía ya unos cuantos meses. La gente de Noiseground armó un cartel con cuatro bandas, entre las que destacaban los griegos Dead Congregation como mayor atractivo.
Lamentablemente, por cuestiones de logística y laborales, no pude ver el set de los locales Corpus Christi, pero según la información que obtuve por parte de los presentes, dieron un muy buen set de su podrido death metal. Para cuando arribé al lugar, Burden Rage promediaba la lista de temas con su locura y devastación para poco más de 80 personas. Da gusto ver a Gonzalo volverse loco en voces, ir de un lado para otro como si estuviera poseído y a Ismael Pérez no dando respiro a la batería, todos los demás músicos cumplieron con creces su tarea.
Con dos discos como los que tienen editados, merecen mucho más crédito del que gozan actualmente. Si lo que uno busca es buen “grindcore” con un poco de death y una actitud marcadamente “crust”, esta es una banda a tener en cuenta.
Desplegando lo mejor de su repertorio, que incluyó cortes de su primer demo y, al mismo tiempo, de sus dos discos The Spiral Black Hole (2012) y Cénit de la desgracia (2019), el quinteto logró desahogarse con una propuesta directa y sin filtros. Algunas de las canciones que interpretaron fueron: “En nombre de nadie“, “Faros“, “Walk over the Crushed Skulls” y cerraron con “Ante ruinas”.
Fue una gran elección para calentar motores y preparar el terreno para el festival de metal que se iba a celebrar a continuación.
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El primer show completo que pude disfrutar fue el de Dislepsia. La banda practica un death metal más de la vieja escuela, con reminiscencias a lo hecho por grupos como Carcass, donde el terror y el gore se hacen presentes en las letras de sus canciones. El número de gente aumentaba, y así también el calor en el Bula tanto que las rondas de cerveza iban sucediéndose, como también el agite por parte de los presentes.
Con un pequeño inconveniente en el bajo de Ramón, la banda siguió tocando, demostrando todo su profesionalismo, y al finalizar la canción, todo volvió a la normalidad. No hubo pausas ni concesiones para melodías ni atmósferas. Lo de ellos fue destrucción total. Una actuación muy ajustada, un sonido claro y un repertorio variado hicieron de los comandados por Ramón Macabro uno de los platos fuertes del día.
Quedaba una banda por actuar, la última del festival. Los griegos Dead Congregation son una de las muchas bandas que rinden culto a la vieja escuela del death metal, junto a bandas como Immolation, Incantation y Autopsy, pero los de Atenas destacan por la naturaleza exagerada de su música. Tocan más duro, más rápido y con mucha más intensidad que muchas de las bandas del género, y es seguro decir que el show estuvo a la altura de lo esperado.
La sala contaba con una gran cantidad de gente, increíblemente a oscuras aparte de las luces del escenario, y el calor era intenso, pero era el ambiente perfecto para ver una actuación como esta. Entre los asistentes se podían ver metaleros y metaleras de todas las edades con camisetas de sus grupos favoritos, listos para sentir en carne propia otra jornada de violencia y pasión.
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Siendo las 22 en punto, los griegos Dead Congregation se ponían de espaldas al público mientras interpretaban “Martyrdoom” como intro a la barbarie que se aproximaba; luego empalmaron con “Morbid Paroxysm” y la locura se hizo presente en el Bula.
Con el público prendido fuego, se notaba en sus rostros la emoción y gratitud por estar tan cerca de los músicos, mientras cada uno de los integrantes de la banda se mostraba muy concentrado en lo suyo y cero comunicativo.
La maldad, velocidad y frialdad fueron el denominador común de la noche. La suya fue una descarga de poder, con especial mención al baterista, que, cual ametralladora, disparaba una cantidad inmensurable de “blastbeats”.
A nivel escénico, los griegos tampoco son nada del otro mundo: no hay telones, apenas algunas luces y algo de humo; lo importante es que musicalmente tienen la magia de los grandes exponentes de la movida. De momento, con solo dos discos, ya han conseguido atraer la atención de prácticamente todo el mundillo “under”, y aquel jueves en la Ciudad de Buenos Aires, lo dejaron demostrado.
Un show intenso, directo y lleno de adrenalina, donde no hubo respiro ni momentos para descansar. Las canciones iban sonando, entre las cuales interpretaron “Dismal Realms“, “Only Ashes Remain“, “Serpentskin“; los pogos se hacían cada vez más violentos, hasta que sonó “Teeth Into Red“. Ahí sí, un estallido de violencia y rabia hizo reventar el lugar.
Con una sala con buena cantidad de asistentes, los cuatro integrantes ejecutaron un show perfecto, oscuro y lleno de ese veneno que se percibía en la atmósfera. Anastasis (voz) no dio discursos baratos ni de relleno; tras culminar la lista de temas, luego de casi una hora de show, se retiraron del pequeño escenario saludando a la audiencia, que no olvidará la experiencia vivida. Los griegos no perdonaron a nadie. Death metal del bueno, técnico, extremo, con atmósferas intensas. No es para todo el mundo, pero a los que les gusta el género quedaron definitivamente satisfechos.
Etiquetas: Burden Rage, Corpus Christi, Dead Congregation, Death Metal, Dislepsia, Noiseground
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Foto de Portada: Cecilia Principe
Hacía un calor considerable en Buenos Aires, pero eso no fue impedimento para que el 24 de octubre unas 150 personas nos acercáramos al CC Bula y disfrutemos de una tarde-noche de metal extremo marcada en nuestros calendarios desde hacía ya unos cuantos meses. La gente de Noiseground armó un cartel con cuatro bandas, entre las que destacaban los griegos Dead Congregation como mayor atractivo.
Lamentablemente, por cuestiones de logística y laborales, no pude ver el set de los locales Corpus Christi, pero según la información que obtuve por parte de los presentes, dieron un muy buen set de su podrido death metal. Para cuando arribé al lugar, Burden Rage promediaba la lista de temas con su locura y devastación para poco más de 80 personas. Da gusto ver a Gonzalo volverse loco en voces, ir de un lado para otro como si estuviera poseído y a Ismael Pérez no dando respiro a la batería, todos los demás músicos cumplieron con creces su tarea.
Con dos discos como los que tienen editados, merecen mucho más crédito del que gozan actualmente. Si lo que uno busca es buen “grindcore” con un poco de death y una actitud marcadamente “crust”, esta es una banda a tener en cuenta.
Desplegando lo mejor de su repertorio, que incluyó cortes de su primer demo y, al mismo tiempo, de sus dos discos The Spiral Black Hole (2012) y Cénit de la desgracia (2019), el quinteto logró desahogarse con una propuesta directa y sin filtros. Algunas de las canciones que interpretaron fueron: “En nombre de nadie“, “Faros“, “Walk over the Crushed Skulls” y cerraron con “Ante ruinas”.
Fue una gran elección para calentar motores y preparar el terreno para el festival de metal que se iba a celebrar a continuación.
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Con un pequeño inconveniente en el bajo de Ramón, la banda siguió tocando, demostrando todo su profesionalismo, y al finalizar la canción, todo volvió a la normalidad. No hubo pausas ni concesiones para melodías ni atmósferas. Lo de ellos fue destrucción total. Una actuación muy ajustada, un sonido claro y un repertorio variado hicieron de los comandados por Ramón Macabro uno de los platos fuertes del día.
Quedaba una banda por actuar, la última del festival. Los griegos Dead Congregation son una de las muchas bandas que rinden culto a la vieja escuela del death metal, junto a bandas como Immolation, Incantation y Autopsy, pero los de Atenas destacan por la naturaleza exagerada de su música. Tocan más duro, más rápido y con mucha más intensidad que muchas de las bandas del género, y es seguro decir que el show estuvo a la altura de lo esperado.
La sala contaba con una gran cantidad de gente, increíblemente a oscuras aparte de las luces del escenario, y el calor era intenso, pero era el ambiente perfecto para ver una actuación como esta. Entre los asistentes se podían ver metaleros y metaleras de todas las edades con camisetas de sus grupos favoritos, listos para sentir en carne propia otra jornada de violencia y pasión.
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Siendo las 22 en punto, los griegos Dead Congregation se ponían de espaldas al público mientras interpretaban “Martyrdoom” como intro a la barbarie que se aproximaba; luego empalmaron con “Morbid Paroxysm” y la locura se hizo presente en el Bula.
Con el público prendido fuego, se notaba en sus rostros la emoción y gratitud por estar tan cerca de los músicos, mientras cada uno de los integrantes de la banda se mostraba muy concentrado en lo suyo y cero comunicativo.
La maldad, velocidad y frialdad fueron el denominador común de la noche. La suya fue una descarga de poder, con especial mención al baterista, que, cual ametralladora, disparaba una cantidad inmensurable de “blastbeats”.
A nivel escénico, los griegos tampoco son nada del otro mundo: no hay telones, apenas algunas luces y algo de humo; lo importante es que musicalmente tienen la magia de los grandes exponentes de la movida. De momento, con solo dos discos, ya han conseguido atraer la atención de prácticamente todo el mundillo “under”, y aquel jueves en la Ciudad de Buenos Aires, lo dejaron demostrado.
Un show intenso, directo y lleno de adrenalina, donde no hubo respiro ni momentos para descansar. Las canciones iban sonando, entre las cuales interpretaron “Dismal Realms“, “Only Ashes Remain“, “Serpentskin“; los pogos se hacían cada vez más violentos, hasta que sonó “Teeth Into Red“. Ahí sí, un estallido de violencia y rabia hizo reventar el lugar.
Con una sala con buena cantidad de asistentes, los cuatro integrantes ejecutaron un show perfecto, oscuro y lleno de ese veneno que se percibía en la atmósfera. Anastasis (voz) no dio discursos baratos ni de relleno; tras culminar la lista de temas, luego de casi una hora de show, se retiraron del pequeño escenario saludando a la audiencia, que no olvidará la experiencia vivida. Los griegos no perdonaron a nadie. Death metal del bueno, técnico, extremo, con atmósferas intensas. No es para todo el mundo, pero a los que les gusta el género quedaron definitivamente satisfechos.
Etiquetas: Burden Rage, Corpus Christi, Dead Congregation, Death Metal, Dislepsia, Noiseground