Hace tiempo que Polonia se ha convertido en uno de los centros creativos más interesantes en lo que respecta a explorar las posibilidades del Black Metal, sus derivados e hibridaciones (Post-Black Metal, Blackgaze, Avant-garde Black Metal, etc.). Ennoven es un “one-man project” iniciado por Mateusz Sworakowski hace siete años en Varsovia, y que acaba de lanzar un gran segundo disco, tras un debut editado por Northern Silence Productions en 2014.

“No Warmth” transmite un frío coherente con el título, pero también nos lleva a creer que nos encontramos ante una propuesta en la senda del Post-Rock, sobre todo por el sonido de la voz. Al mismo tiempo, la lentitud y densidad de la música nos transporta a regiones Doom. Pero entonces, abruptamente, a través de un desgarro en una escena imaginaria, emerge un Black Metal melancólico al punto de la desesperación y nos lleva a perdernos en una tormenta de nieve como la que aparece en la fotografía de la tapa.

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“Dwellers of Mist” empieza con más potencia, encarnada en un bajo de gran corporeidad, punteos de guitarra que se desvanecen en ecos y un violín que aporta a la cualidad “atmosférica” de la música, y se incorpora con la moderación justa para no saturar con un romanticismo empalagoso. El clima se agita y los elementos se mueven con fuerzas prominentes. Luego de otro momento calmo, llega un entramado de angustia y contundencia, una textura sonora muy evocativa.

En “A Reign of Night”, la percusión mínima y las voces tienen un rol preponderante, en especial estas últimas, que desde una misma garganta (efectos mediante) logran oscilar entre el timbre abrasivo de Wrest (Leviathan) y uno sumamente dulce.  El track final homónimo al álbum es el más extenso, y nos lleva a recorrer todo un trayecto tan pacífico como inquietante, porque sabemos que toda tranquilidad es efímera. La ejecución instrumental –violín incluido- siempre precisa, técnica y emotivamente, logra generar esa sensación hipnótica que seguramente puede hallarse en las blancas geografías desde donde nos llega la obra. La propuesta nuevamente remite a territorios transgenéricos, con un contrapunto muy bien hecho a partir de varias capas superpuestas de una voz a distintas alturas. Un riff de guitarra irrumpe y anuncia una escalada ardua que lleva a la cumbre de un disco que termina con una catarsis plagada de ambigüedad, tras un viaje simbolizado en el mapa que viene como parte de la edición física en Digipack.