Erdve es una banda lituana formada en 2016, que con este segundo disco “Savigaila” (“Autocompasión”), editado por Season Of Mist, se consolida como una propuesta digna de mucha atención. Según el sello, se trata de un grupo de “Sludge/Hardcore Experimental”, una etiqueta debatible: tal vez, lo más acertado sea decir que se trata de una banda de Post Metal y -como tal- se nutre del Sludge, el Post-Hardcore y el Black Metal. Así, podríamos mencionar como referencias a Cult Of Luna, Converge, All Pigs Must Die, Cult Leader, This Gift Is A Curse, Downfall Of Gaia, Wiegedood, entre otras.

El grupo, que usa la lengua vernácula para las letras, está conformado por Vaidotas Darulis (cantante y guitarrista), Karolis Urbanavičius (bajo y piano) y Valdas Voveraitis (batería). En vivo, convocan a un segundo guitarrista. A su vez, Darulis se ocupa de la grabación, y junto con Voveraitis manejan toda la estética visual del proyecto. Aquí cabe mencionar los conceptos que integran sonido, letras e imagen en videos y shows en vivo. Lituania quizás sea uno de los países más católicos del mundo, con una gran cantidad de iglesias de ese credo en un territorio pequeño y con una población de menos de tres millones de habitantes que, en los últimos años, estuvo mostrando rechazo a la inmigración. El primer álbum de Erdve, ‘Vaitojimas’ (2018), también editado por Season Of Mist, abordaba cuestiones como la violencia, el fundamentalismo, el extremismo y los crímenes de lesa humanidad. En esta segunda obra, como si se tratara de buscar las raíces de todos esos males en el interior de cada persona, los tópicos son la soberbia, la envidia, la culpa, el amor, los vínculos humanos y la relación con lo que se considera sagrado.

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“Lavondėmės”, primer corte de difusión con videoclip propio, empieza con la más poderosa agresión sonora y remite a las raíces en el Hardcore más pesado, dejando vislumbrar la intención de siempre mantener una gran claridad en la elaboración de los riffs que trazan la musicalidad del proyecto. Resulta interesante que ningún instrumento pretende un gran despliegue, ni exhibir tecnicismos, sino que cada componente está concentrado en emitir el aporte preciso, ni más, ni menos. Así, “Smala” nos deleita con un riff extraordinario, de un groove tan melancólico como pegadizo, dando la pauta de que estos lituanos, más allá de toda exploración, no están dispuestos a relegar el ritmo como factor clave. La voz, casi siempre desgarrada, encaja perfectamente con el espíritu general.

“Votis” es un instrumental que nos hace entrar en un clima totalmente distinto, introspectivo, sombrío y minimalista, desde el punto de vista compositivo. Le sigue “Betonas”, que retoma la potencia, desatando una ira aplastante, en la senda Sludge, y da paso a “Pleura”, otro track instrumental, más atmosférico y con un bajo protagónico, pero menos elaborado que el anterior, lo cual le otorga cierta condición de interludio, reforzada por el hecho de ser el que promedia el disco. “Bendrystė” es otra avalancha, donde el poderío que ya conocemos, sigue enfatizando su apego a estructuras recordables, y aparecen detalles en la voz, las guitarras y la batería que van sumando complejidad al conjunto.

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“Sugretinimas” (segundo corte de difusión con videoclip) introduce samples de misas y evoca la reflexión religiosa que hay en la música de Erdve, que puede verse en el video del siguiente tema “Pragulos”, quizás el más triste de todo el álbum, con una voz limpia y que fue el último corte. “Savigaila”, es otro derrumbe sobre el alma oyente, que se deja arrastrar incluso a pesar de toparse con descansos donde puede saborear un destilado de angustia. “Skilimas” nos envuelve con el sonido del piano, en otro tema instrumental tan sencillo como emotivo, que nos transporta hasta “Takoskyra” donde tendremos la última demostración de todas las virtudes de esta música.

Un disco que se eleva en el panorama musical de este año y que muestra cómo, más allá de los avatares de la industria, de los números que interesan o preocupan al mercado y de la cultura de los contactos y atajos para llegar a algún punto matemáticamente relevante, lo que más importa para destacarse es la calidad musical que hace que, desde la escena underground de un minúsculo país europeo, y con menos de cinco años de existencia como grupo, se puedan editar dos discos por un sello de lo más prestigiosos del mundo y merecer el elogio del público, pero también, de otras personas dedicadas a hacer música.