Feuerschwanz es un grupo alemán del que seguramente usted, lector, no haya escuchado hablar, a pesar de que sea gente con más de una década y media de experiencia y una discografía prolífica. Esto no tiene que ver con su calidad como banda o con las habilidades al momento de encontrar nueva música, sino más con que la banda del cantante Hauptmann Feuerschwanz habita un nicho dentro un nicho y eso metido dentro de otro nicho: comenzaron como un grupo de folk medieval con letras cómicas en alemán, y de a poco fueron incorporando elementos mucho más rockeros y luego metaleros. 

Como no hablo alemán no me veo en posición de juzgar el humor de estos bávaros, pero sé que la comedia en la música es un tema complicado: hay que ser muy bueno en dos terrenos diferentes, y encima tener las letras en un idioma que no es súper popular dificulta transmitir ese humor. Pero no creo que estos sean impedimentos al momento de hablar sobre Memento Mori, décimo álbum de estos alemanes y que el sello austríaco Napalm Records lanzará el 31 de diciembre.

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Según menciona Feuerschwanz en su parte de prensa, Memento Mori “se aleja del humor más simple de los inicios de la banda”. Creo que este no es un proceso que haya comenzado ahora, porque a juzgar por las portadas esto ya viene desde Methämmer (2018), pero bien puede que Memento Mori sea la oficialización de este proceso. Aunque no siempre un payaso que quiera ser tomado en serio tendrá los mejores resultados, escuchando el arranque de “Memento Mori”, canción que da título a la placa, al menos se puede apreciar que la banda sigue firmemente en el sonido de sus últimos álbumes, combinando violines, hurdy gurdy, flautas y demás instrumentos folclóricos con heavy/power metal.

Este es un sonido que se mantiene a lo largo de casi todo el álbum: algunas composiciones como “Untot im Drachenboot” y “Rausch der Barbarei” ponen más énfasis en la velocidad, mientras que otras como “Rohirrim” y “Am Galgen” son más melódicas tanto en riffs como vocalizaciones. Pero con excepción de “Das Herz einen Drachen”, que comienza como una tranquila balada de cuerdas que poco a poco va aumentando en intensidad, las variaciones en la fórmula son mínimas en las canciones de Memento Mori. No vamos a tener algún experimento raro como, por ejemplo, el reggae-folk “Leväluhta” que Korpiklaani metió en su último disco Jylhä, así que se podría tachar a lo hecho por los alemanes de repetitivo. Pero no creo poder describir este décimo álbum de esa manera.

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Aunque en papel escuchar lo mismo repetido diez u once veces podría llegar a ser cansador, Feuerschwanz parecen entender cómo se mantiene el interés del oyente. Logran esto manteniendo el álbum relativamente corto, con 38 minutos siendo una duración perfecta para dar un material homogéneo pero que se termina antes de que uno se ponga a revisar la hora para ver cuándo se termina todo. Es interesante que este sea un punto que Feuerschwanz haya entendido mejor que grupos de folk metal más “serios” y famosos en lanzamientos recientes, aunque puede que la experiencia con el humor los haya ayudado: no hay nada peor que un chiste que se alarga demasiado. Y que las canciones duren justo entre tres y cuatro minutos fue una buena decisión.

Obviamente, también ayuda que las canciones tengan los ganchos correctos. Aunque la guitarra de Hans der Aufrechte no sea una ametralladora de riffs ultra originales, hace su trabajo acompañando las melodías folclóricas de Johanna von der Vögelweide y Prinz R. Hodenherz III, que relucen en tracks como “Ultima Nocte” y “Skaldenmet”. Y el estilo aguerrido pero melódico de Hauptmann se acopla de manera perfecta a las canciones, apoyado por los coros guerreros dispersos a lo largo del disco, como en la antes mencionada “Untot im Drachenboot”. Nada de verdad nuevo, pero muy bien ejecutado en todo sentido.

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Está claro que si uno está convencido de no ser fan del folk metal, que ya de por sí es un estilo bastante divisivo en el mundo del metal, entonces lo más seguro es que Memento Mori no le parezca más que un rejunte de clichés del estilo puestos en canción. Pero creo que hay mucha sustancia en lo hecho por Feuerschwanz, aparte de los litros de cerveza que se pueden sentir en las canciones: buenas melodías, buenos riffs, buena producción y una banda sonora perfecta para montar un dragón. ¿Qué más se puede pedir?