El equipo de Track to Hell, siempre ávido de experiencias sónicas memorables, se zambulló nuevamente en la sala Wolf de Barcelona, una catedral del sonido con un sistema de iluminación que despierta envidia en otros recintos. El miércoles 6 de marzo, el lugar se llenó hasta casi el tope, congregando a un público cuya edad promedio coqueteaba con la jubilación, con intención de ver a nada menos que Masterplan y Firewind. A pesar de ello, la energía no era algo que faltara. La implicación de la audiencia se manifestó en movimientos de cabeza acompasados, demostrando que el metal no envejece, simplemente evoluciona pacíficamente.
Masterplan, encargados de abrir la velada, desplegaron un sonido espectacular que resonó en cada rincón de la sala. Aunque algunos solos de Roland Grapow presentaron desprolijidades, estas se entrelazaron de manera intrínseca con su estilo único. El último tema, que incluyó la presentación individual de los miembros, se convirtió en un épico solo que, gracias a la política de la sala de no permitir salir a fumar hasta que concluya la actuación de la primera banda, se tornó en una despedida casi eterna. La tentación de los fumadores, ansiosos por liberarse del humo virtual, prolongó el cierre de Masterplan hasta límites cómicos.
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El setlist variado destacó con “Rise Again” y “Spirit Never Die”, donde la banda mostró su maestría musical. La interpretación de “Crawling From Hell” con solos de bajo, teclado, guitarra y batería dejó al público esperando más, a pesar de las ansias de fumar que amenazaban con alargar el show.
Cuando el ex guitarrista de Ozzy Osbourne, Gus G., subió al escenario con Firewind, la anticipación alcanzó su punto álgido. La entrega excepcional del cantante, afinando cada nota con precisión quirúrgica, elevó la actuación a nuevas alturas. El sonido, en general, fue una amalgama perfecta de destreza técnica y pura pasión.
El repertorio de Firewind, con “Salvation Day” y “World on Fire”, fusionó la intensidad del metal con la melodía cautivadora. Canciones como “The Fire and the Fury” y “Chains” llevaron a los oyentes a un viaje a través de los distintos discos de la banda, revelando su habilidad para crear paisajes sonoros eclécticos. La sorpresa llegó con la interpretación magistral de “Maniac” de Michael Sembello y el himno “Ode to Leonidas”, que resonó como un tributo épico. El concierto culminó con “Falling to Pieces”, dejando a la audiencia con el eco vibrante de la pasión del metal en sus oídos y el deseo de que la noche no llegara a su fin.
El equipo de Track to Hell, siempre ávido de experiencias sónicas memorables, se zambulló nuevamente en la sala Wolf de Barcelona, una catedral del sonido con un sistema de iluminación que despierta envidia en otros recintos. El miércoles 6 de marzo, el lugar se llenó hasta casi el tope, congregando a un público cuya edad promedio coqueteaba con la jubilación, con intención de ver a nada menos que Masterplan y Firewind. A pesar de ello, la energía no era algo que faltara. La implicación de la audiencia se manifestó en movimientos de cabeza acompasados, demostrando que el metal no envejece, simplemente evoluciona pacíficamente.
Masterplan, encargados de abrir la velada, desplegaron un sonido espectacular que resonó en cada rincón de la sala. Aunque algunos solos de Roland Grapow presentaron desprolijidades, estas se entrelazaron de manera intrínseca con su estilo único. El último tema, que incluyó la presentación individual de los miembros, se convirtió en un épico solo que, gracias a la política de la sala de no permitir salir a fumar hasta que concluya la actuación de la primera banda, se tornó en una despedida casi eterna. La tentación de los fumadores, ansiosos por liberarse del humo virtual, prolongó el cierre de Masterplan hasta límites cómicos.
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