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Jueves 27 de febrero, 18:30. La expectativa se siente en el aire mientras la fila para entrar al SWG3 en Glasgow se extiende, repleta de fanáticos ansiosos por vivir una […]


Hellfest Open Air 2024 Día 4: “Del metal al blues, del punk al gótico”
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Para el último día del Hellfest, tendríamos una lista bastante particular de artistas. Claro que el jueves, viernes y sábado anteriores habíamos podido experimentar varias bandas por fuera del espectro metalero, pero el domingo tendríamos un par que directamente estaban en las antípodas de nuestro amado género.

Decidimos arrancar con algo bien fuerte, como para despertarnos de un golpe, y los primeros que vimos en el Mainstage 1 del Hellfest ese domingo fue a la gente de High On Fire. Un set de apenas media hora para unas leyendas tan grandes del metal me parece algo criminal, pero el trío aprovechó el espacio para lo que mejor saben hacer: escupir riffs. 

La banda del cantante y guitarrista Matt Pike y su torso tatuado constantemente desnudo estuvo presentando Cometh The Storm, uno de los mejores álbumes del 2024 y al que dedicaron todo el recital con excepción de la anteúltima “Snakes For The Divine”. Fue así que tuvimos “Karanlık Yol”, “Burning Down”, “Cometh The Storm” y “Darker Fleece”, con la guitarra de Pike exudando distorsión a diestra y siniestra y al bajista Jeff Matz y el baterista Coady Willis siendo una base instrumental perfecta para apoyarlo. Sin mucho más para decir excepto que los tres son una aplanadora en vivo.

Siguiendo en el Mainstage 1 tuvimos al dúo inglés Nova Twins, dos chicas con una propuesta que me atrae aunque no la termine de entender en ciertos puntos. Una mezcla de rock, punk, electrónica y rap, por momentos no sonando muy alejadas de la avalancha de bandas de nu metal de hace 25 años, un sonido que está teniendo un regreso bastante pronunciado. “Cleopatra” y “Choose Your Fighter” tuvieron a una cantidad llamativa de público haciendo headbanging o agitando sus vasos de cerveza, incluso muchos “metaleros clásicos” que no hubiera pensado que les atraería esta música. Con respecto a sus discos todavía tengo mis dudas y no creo que hayan terminado de pulir su sonido, pero ciertamente tienen un enorme potencial.

Cuando vi que Simple Plan estaba en la lista de bandas que se presentarían en el Hellfest, creí que había leído mal. Pero no, mi comprensión lectora estaba en lo correcto: los rockeros canadienses iban a hacer acto de presencia por primera vez en el festival francés. A principios de los 2000 Simple Plan hacían que Blink-182 parecieran Discharge en el mundo del pop punk, y al día de hoy canciones como “I’m Just a Kid”, “Welcome To My Life” y el meme eterno “How Could This Happen To Me?” son más chiste que canciones. Sin embargo, el quinteto ha sabido pilotar su reputación y tienen su enorme cantidad de fans estos lo acepten o no, recordando épocas de jugar Tony Hawk’s Pro Skater, ver Rugrats y demás estereotipos de la niñez/adolescencia a principios del nuevo milenio. 

Así tuvimos a la gente frente al Mainstage 2 coreando “Welcome To My Life” con toda la alegría del mundo, a la banda tocando “I’d Do Anything”, su medley tradicional de “All Star” de Smash Mouth, “Sk8er Boi” y “Mr. Brightside” de The Killers que tuvo a muchos también cantando, y obviamente la intro de What’s New Scooby Doo?. El cantante Pierre Bouvier dedicó algunas palabras en francés al público, una maniobra siempre efectiva. Sí, está bien, el set estuvo mejor de lo que esperaba.

Yendo de vuelta al Mainstage 1, era hora de ponernos retro con los suecos Blues Pills. Hay algo en la fórmula del cuarteto que los hace sonar viejos pero refrescantes al mismo tiempo: mezclar blues y rock pesado está muy lejos de ser algo nuevo, pero la dosis de soul que la voz de Elin Larsson le inyecta al sonido de la banda le da esa identidad que a tantos grupos de esta movida de rock retro del falta. Blues Pills nos deleitaron con tracks como “Proud Woman”, “High Class Woman”, “Little Sun” y los adelantos “Birthday” y “Don’t You Love It” de Birthday, el álbum que lanzarán en agosto. Con mucha energía garagera y esos riffs valvulares clásicos, los suecos dejaron una sonrisa en todos los presentes.

Frank Carter & The Rattesnakes tendrán un nombre que me dará más para un grupo de rockabilly que para uno de hardcore punk, pero viéndolos en el Mainstage 2 queda claro que los ingleses tienen bastantes matices en su sonido, sobre todo con la salida de su último Dark Rainbow y su estilo mucho más pop rock, que ha tenido un recibimiento bastante dividido entre los fans. Más allá de eso, las presentaciones en vivo del grupo siguen siendo espectaculares, con la presencia y la voz de Frank Carter aportándole suciedad a las canciones sin importar el estilo. Es así que la lenta y melódica “Can I Take You Home” no suena tan fuera de lugar al lado de algo como “Kitty Sucker”, aunque ya para el final con “I Hate You” las diferencias se hacen más obvias. Pero bueno, la gente disfrutó la variedad.

Enfilando al Valley estuvimos en el set de Therapy?, los rockeros alternativos norirlandeses que hacían su regreso al Hellfest tras diez años de ausencia. Los comandados por el cantante y guitarrista Andy Cairns y el bajista Michael McKeegan tomaron control del escenario con sus riffs erráticos y ruidosos. Con una mayoría de canciones salidas del clásico Troublegum pero también un par del reciente Hard Cold Fire, el trío dio una actuación de rock energético: seas punk, metalero o alternativo, Therapy? es la clase de banda que le puede llegar a todo el mundo, como se evidenció con la gente cabeceando clásicos como “Knives”, “Screamager” y “Die Laughing”.

Y ya que hablamos de llegarle a un público amplio, a las 16:50 en el Warzone se presentaban los estadounidenses Show Me The Body. Los neoyorquinos no son de la clase de grupos que son más de lugares cerrados y chicos, así que verlos en un escenario como el del Hellfest es algo muy extraño. Pero en este contexto las particularidades de la banda todavía se pueden ver sin problemas, con su mezcla de hardcore, industrial, hip hop y el uso de un banjo por parte Julian Cashwan Pratt, quien también como cantante aporta sus particulares voces casi balbuceadas, uno de los aspectos que más divide a los críticos sobre el grupo. “Badge Grabber”, “Not For Love” y “Body War”, con Pratt cerrando la presentación con un ataque al estado israelí: durante 40, el Warzone se volvió un sótano punk claustrofóbico que simplemente estaba al aire libre.

La historia de los polacos Batushka es una de las grandes telenovelas del metal de la última década, con dos versiones de la banda disputándose el derecho a ser llamado el “verdadero Batushka”, una comandada el cantante Bartłomiej Krysiuk y la otra por el cantante y guitarrista Krzysztof Drabikowski. Así que para aclarar las cosas, el Batushka que se presentó en el Hellfest es la de Drabikowski, la que es considerada por la enorme mayoría del público como la versión legítima y la que ganó en el juicio entre ambas partes. 

Con eso aclarado, es raro ver a este grupo tan particular en un escenario tan grande y abierto como el del Temple: ese black metal con temática de Iglesia Ortodoxa Rusa no se termina de adaptar a semejante ambiente, más dado a la intimidad y hermetismo de un lugar cerrado. Pero la potencia de los riffs sigue estando, más allá de que no fuera el mejor contexto. Esperemos que los problemas legales terminen por solucionarse para así tener nuevo material de esta banda tan interesante.

Por otro lado, unos que no tuvieron suerte en el Valley fueron los Crosses (o †††, como es la manera oficial de escribir el nombre), el grupo encabezado por Chino Moreno de Deftones. No porque la fórmula de la banda, con sus sonidos electrónicos oscuros mezclados con una base rockera, no funcionara, o porque la actuación misma de la banda no estuviera a la altura, porque estamos hablando de uno de los frontmen más enérgicos del rock y el metal, sino porque tras iniciar con “Invisible Hand” y “†his Is a †rick”, a la mitad de la espectacular “Ghost Ride” el micrófono de Moreno falló y la banda tuvo que parar el recital durante nada menos que 40 minutos. 

Tras solucionar el problema volvieron al escenario y pudieron tocar un par más cómo “Bi†ches Brew” y “†elepa†hy” que animaron mucho al público, pero está claro que un recital acortado no es algo que haya estado entre sus planes.

Cerrando las actuaciones en el Valley tuvimos a Rival Sons, el cuarteto estadounidense que ha cautivado a muchos fans del rock retro con su hard blues con algún que otro tinte psicodélico, sobre todo en el Lightbringer editado el año pasado, y que me la paso confundiendo con Royal Blood por alguna razón, que encima también se presentaban el mismo día. La banda desplegó un setlist variado, mezclando clásicos como “Secret”, “Electric Man” y “Pressure and Time” con las más nuevas “Mirrors” y “Nobody Wants To Die”, aunque estas dos últimas serían las únicas de sus dos discos del 2023. Más allá de esos detalles, el de Rival Sons fue un gran set de blues rock enérgico y, ciertamente, bien vestido, con la oscuridad del domingo ya haciéndose evidente.

Ya llegada la noche, decidimos refugiarnos en el Temple para pasar las últimas horas del Hellfest. Fue ahí que a las 20:50 pudimos ver a los suecos Tiamat, una de esas bandas que desearía que hubieran sido mucho más grandes de lo que terminaron siendo: no me disgustaría vivir en la dimensión donde la banda del cantante y guitarrista Johan Edlund estuvieran al nivel de Paradise Lost o al menos unos Moonspell o Rotting Christ y demás grupos de la movida gótica de la época. Pero eso no afecta a las presentaciones en vivo de la banda, que arriba del escenario desplegaron su oscuridad gótica, enfocándose en sus clásicos noventeros Wildhoney y Clouds y con la voz de Edlund en buena forma y muchos en el público acompañando en los coros.

Y ya para cerrar todo de una vez por todas, a las 23:00 Dimmu Borgir tomaron control del Temple. Aunque al principio el micrófono de Silenoz estaba directamente apagado al comenzar “Raabjørn speiler draugheimens skodde”, el problema técnico se solucionó rápidamente, dándonos la oportunidad de disfrutar la potencia de la banda en vivo. Está bien, admito que Dimmu Borgir no es la banda más respetada por el fan “kvlt” del black metal, pero queda claro que el espectáculo del sexteto es extremadamente profesional, y los teclados cursis son mi debilidad, perdonen. 

Así pasaron “Progenies of the Great Apocalypse”, “Spellbound (by the Devil)” y “The Insight and the Catharsis” por nombrar algunas, con los clásicos como el fuego saliendo de las plataformas en el frente durante “Council of Wolves and Snakes” y Silenoz siendo mucho más comunicativo y hasta diría carismático que el frontman promedio del black metal. Y el público respondió con mucho entusiasmo, con mucho headbanging casi sincronizado y hasta haciendo crowdsurfing. A los noruegos no se les perdonará el que le llegaran a un público por fuera del black metal, pero han aprovechado los medios para dar un buen espectáculo.

Fue así que llegamos al final del Hellfest, retirándonos del lugar para ir al hotel y tener el equipaje ya preparado para irnos temprano en la mañana del lunes. Más allá de quedar con el cuerpo adolorido y la mente un tanto aturdida después de tanta música a todo volumen, fue bueno poder experimentar uno de los mejores eventos de la música pesada mundial. Y, obviamente, esperamos poder repetir en el 2025.


 

 

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Hellfest Open Air 2024 Día 4: “Del metal al blues, del punk al gótico”
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Para el último día del Hellfest, tendríamos una lista bastante particular de artistas. Claro que el jueves, viernes y sábado anteriores habíamos podido experimentar varias bandas por fuera del espectro metalero, pero el domingo tendríamos un par que directamente estaban en las antípodas de nuestro amado género.

Decidimos arrancar con algo bien fuerte, como para despertarnos de un golpe, y los primeros que vimos en el Mainstage 1 del Hellfest ese domingo fue a la gente de High On Fire. Un set de apenas media hora para unas leyendas tan grandes del metal me parece algo criminal, pero el trío aprovechó el espacio para lo que mejor saben hacer: escupir riffs. 

La banda del cantante y guitarrista Matt Pike y su torso tatuado constantemente desnudo estuvo presentando Cometh The Storm, uno de los mejores álbumes del 2024 y al que dedicaron todo el recital con excepción de la anteúltima “Snakes For The Divine”. Fue así que tuvimos “Karanlık Yol”, “Burning Down”, “Cometh The Storm” y “Darker Fleece”, con la guitarra de Pike exudando distorsión a diestra y siniestra y al bajista Jeff Matz y el baterista Coady Willis siendo una base instrumental perfecta para apoyarlo. Sin mucho más para decir excepto que los tres son una aplanadora en vivo.

Siguiendo en el Mainstage 1 tuvimos al dúo inglés Nova Twins, dos chicas con una propuesta que me atrae aunque no la termine de entender en ciertos puntos. Una mezcla de rock, punk, electrónica y rap, por momentos no sonando muy alejadas de la avalancha de bandas de nu metal de hace 25 años, un sonido que está teniendo un regreso bastante pronunciado. “Cleopatra” y “Choose Your Fighter” tuvieron a una cantidad llamativa de público haciendo headbanging o agitando sus vasos de cerveza, incluso muchos “metaleros clásicos” que no hubiera pensado que les atraería esta música. Con respecto a sus discos todavía tengo mis dudas y no creo que hayan terminado de pulir su sonido, pero ciertamente tienen un enorme potencial.

Cuando vi que Simple Plan estaba en la lista de bandas que se presentarían en el Hellfest, creí que había leído mal. Pero no, mi comprensión lectora estaba en lo correcto: los rockeros canadienses iban a hacer acto de presencia por primera vez en el festival francés. A principios de los 2000 Simple Plan hacían que Blink-182 parecieran Discharge en el mundo del pop punk, y al día de hoy canciones como “I’m Just a Kid”, “Welcome To My Life” y el meme eterno “How Could This Happen To Me?” son más chiste que canciones. Sin embargo, el quinteto ha sabido pilotar su reputación y tienen su enorme cantidad de fans estos lo acepten o no, recordando épocas de jugar Tony Hawk’s Pro Skater, ver Rugrats y demás estereotipos de la niñez/adolescencia a principios del nuevo milenio. 

Así tuvimos a la gente frente al Mainstage 2 coreando “Welcome To My Life” con toda la alegría del mundo, a la banda tocando “I’d Do Anything”, su medley tradicional de “All Star” de Smash Mouth, “Sk8er Boi” y “Mr. Brightside” de The Killers que tuvo a muchos también cantando, y obviamente la intro de What’s New Scooby Doo?. El cantante Pierre Bouvier dedicó algunas palabras en francés al público, una maniobra siempre efectiva. Sí, está bien, el set estuvo mejor de lo que esperaba.

Yendo de vuelta al Mainstage 1, era hora de ponernos retro con los suecos Blues Pills. Hay algo en la fórmula del cuarteto que los hace sonar viejos pero refrescantes al mismo tiempo: mezclar blues y rock pesado está muy lejos de ser algo nuevo, pero la dosis de soul que la voz de Elin Larsson le inyecta al sonido de la banda le da esa identidad que a tantos grupos de esta movida de rock retro del falta. Blues Pills nos deleitaron con tracks como “Proud Woman”, “High Class Woman”, “Little Sun” y los adelantos “Birthday” y “Don’t You Love It” de Birthday, el álbum que lanzarán en agosto. Con mucha energía garagera y esos riffs valvulares clásicos, los suecos dejaron una sonrisa en todos los presentes.

Frank Carter & The Rattesnakes tendrán un nombre que me dará más para un grupo de rockabilly que para uno de hardcore punk, pero viéndolos en el Mainstage 2 queda claro que los ingleses tienen bastantes matices en su sonido, sobre todo con la salida de su último Dark Rainbow y su estilo mucho más pop rock, que ha tenido un recibimiento bastante dividido entre los fans. Más allá de eso, las presentaciones en vivo del grupo siguen siendo espectaculares, con la presencia y la voz de Frank Carter aportándole suciedad a las canciones sin importar el estilo. Es así que la lenta y melódica “Can I Take You Home” no suena tan fuera de lugar al lado de algo como “Kitty Sucker”, aunque ya para el final con “I Hate You” las diferencias se hacen más obvias. Pero bueno, la gente disfrutó la variedad.

Enfilando al Valley estuvimos en el set de Therapy?, los rockeros alternativos norirlandeses que hacían su regreso al Hellfest tras diez años de ausencia. Los comandados por el cantante y guitarrista Andy Cairns y el bajista Michael McKeegan tomaron control del escenario con sus riffs erráticos y ruidosos. Con una mayoría de canciones salidas del clásico Troublegum pero también un par del reciente Hard Cold Fire, el trío dio una actuación de rock energético: seas punk, metalero o alternativo, Therapy? es la clase de banda que le puede llegar a todo el mundo, como se evidenció con la gente cabeceando clásicos como “Knives”, “Screamager” y “Die Laughing”.

Y ya que hablamos de llegarle a un público amplio, a las 16:50 en el Warzone se presentaban los estadounidenses Show Me The Body. Los neoyorquinos no son de la clase de grupos que son más de lugares cerrados y chicos, así que verlos en un escenario como el del Hellfest es algo muy extraño. Pero en este contexto las particularidades de la banda todavía se pueden ver sin problemas, con su mezcla de hardcore, industrial, hip hop y el uso de un banjo por parte Julian Cashwan Pratt, quien también como cantante aporta sus particulares voces casi balbuceadas, uno de los aspectos que más divide a los críticos sobre el grupo. “Badge Grabber”, “Not For Love” y “Body War”, con Pratt cerrando la presentación con un ataque al estado israelí: durante 40, el Warzone se volvió un sótano punk claustrofóbico que simplemente estaba al aire libre.

La historia de los polacos Batushka es una de las grandes telenovelas del metal de la última década, con dos versiones de la banda disputándose el derecho a ser llamado el “verdadero Batushka”, una comandada el cantante Bartłomiej Krysiuk y la otra por el cantante y guitarrista Krzysztof Drabikowski. Así que para aclarar las cosas, el Batushka que se presentó en el Hellfest es la de Drabikowski, la que es considerada por la enorme mayoría del público como la versión legítima y la que ganó en el juicio entre ambas partes. 

Con eso aclarado, es raro ver a este grupo tan particular en un escenario tan grande y abierto como el del Temple: ese black metal con temática de Iglesia Ortodoxa Rusa no se termina de adaptar a semejante ambiente, más dado a la intimidad y hermetismo de un lugar cerrado. Pero la potencia de los riffs sigue estando, más allá de que no fuera el mejor contexto. Esperemos que los problemas legales terminen por solucionarse para así tener nuevo material de esta banda tan interesante.

Por otro lado, unos que no tuvieron suerte en el Valley fueron los Crosses (o †††, como es la manera oficial de escribir el nombre), el grupo encabezado por Chino Moreno de Deftones. No porque la fórmula de la banda, con sus sonidos electrónicos oscuros mezclados con una base rockera, no funcionara, o porque la actuación misma de la banda no estuviera a la altura, porque estamos hablando de uno de los frontmen más enérgicos del rock y el metal, sino porque tras iniciar con “Invisible Hand” y “†his Is a †rick”, a la mitad de la espectacular “Ghost Ride” el micrófono de Moreno falló y la banda tuvo que parar el recital durante nada menos que 40 minutos. 

Tras solucionar el problema volvieron al escenario y pudieron tocar un par más cómo “Bi†ches Brew” y “†elepa†hy” que animaron mucho al público, pero está claro que un recital acortado no es algo que haya estado entre sus planes.

Cerrando las actuaciones en el Valley tuvimos a Rival Sons, el cuarteto estadounidense que ha cautivado a muchos fans del rock retro con su hard blues con algún que otro tinte psicodélico, sobre todo en el Lightbringer editado el año pasado, y que me la paso confundiendo con Royal Blood por alguna razón, que encima también se presentaban el mismo día. La banda desplegó un setlist variado, mezclando clásicos como “Secret”, “Electric Man” y “Pressure and Time” con las más nuevas “Mirrors” y “Nobody Wants To Die”, aunque estas dos últimas serían las únicas de sus dos discos del 2023. Más allá de esos detalles, el de Rival Sons fue un gran set de blues rock enérgico y, ciertamente, bien vestido, con la oscuridad del domingo ya haciéndose evidente.

Ya llegada la noche, decidimos refugiarnos en el Temple para pasar las últimas horas del Hellfest. Fue ahí que a las 20:50 pudimos ver a los suecos Tiamat, una de esas bandas que desearía que hubieran sido mucho más grandes de lo que terminaron siendo: no me disgustaría vivir en la dimensión donde la banda del cantante y guitarrista Johan Edlund estuvieran al nivel de Paradise Lost o al menos unos Moonspell o Rotting Christ y demás grupos de la movida gótica de la época. Pero eso no afecta a las presentaciones en vivo de la banda, que arriba del escenario desplegaron su oscuridad gótica, enfocándose en sus clásicos noventeros Wildhoney y Clouds y con la voz de Edlund en buena forma y muchos en el público acompañando en los coros.

Y ya para cerrar todo de una vez por todas, a las 23:00 Dimmu Borgir tomaron control del Temple. Aunque al principio el micrófono de Silenoz estaba directamente apagado al comenzar “Raabjørn speiler draugheimens skodde”, el problema técnico se solucionó rápidamente, dándonos la oportunidad de disfrutar la potencia de la banda en vivo. Está bien, admito que Dimmu Borgir no es la banda más respetada por el fan “kvlt” del black metal, pero queda claro que el espectáculo del sexteto es extremadamente profesional, y los teclados cursis son mi debilidad, perdonen. 

Así pasaron “Progenies of the Great Apocalypse”, “Spellbound (by the Devil)” y “The Insight and the Catharsis” por nombrar algunas, con los clásicos como el fuego saliendo de las plataformas en el frente durante “Council of Wolves and Snakes” y Silenoz siendo mucho más comunicativo y hasta diría carismático que el frontman promedio del black metal. Y el público respondió con mucho entusiasmo, con mucho headbanging casi sincronizado y hasta haciendo crowdsurfing. A los noruegos no se les perdonará el que le llegaran a un público por fuera del black metal, pero han aprovechado los medios para dar un buen espectáculo.

Fue así que llegamos al final del Hellfest, retirándonos del lugar para ir al hotel y tener el equipaje ya preparado para irnos temprano en la mañana del lunes. Más allá de quedar con el cuerpo adolorido y la mente un tanto aturdida después de tanta música a todo volumen, fue bueno poder experimentar uno de los mejores eventos de la música pesada mundial. Y, obviamente, esperamos poder repetir en el 2025.


 

 

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