

Crónica y fotos: Juli G. López
40 años de historia no se cumplen todos los días, y esta celebración no podía ser menos que enorme. Madrid respondió con dos sold out consecutivos, demostrando que la unión entre una banda legendaria y su público sigue siendo indestructible. La Cubierta de Leganés fue el lugar elegido por la producción de Z Live Tour para recibir durante dos noches seguidas a una de las bandas de power metal más icónicas de todos los tiempos: Helloween, que se reencontraron con su legión de seguidores los días 15 y 16 de noviembre, dentro de su gira cuarenta aniversario y la presentación de su último disco, Gigants and Monsters.
Desde el primer momento se notó que la organización había cuidado cada detalle. La producción fue destacable, con un ingreso fluido, acreditaciones gestionadas sin problemas y unos horarios totalmente puntuales. Todo funcionó como un reloj, preparando el ambiente perfecto para dos noches históricas para los fans del metal.
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Los encargados de abrir la fiesta fueron los finlandeses Beast in Black, que demostraron una vez más por qué su nombre aparece ya entre los grandes del heavy/power moderno. El quinteto salió decidido a dejar el escenario ardiendo para las calabazas, y lo consiguieron. Su repertorio reunió algunas de las canciones más reconocidas de su carrera, interpretadas con la potencia que siempre los ha caracterizado. La reacción del público fue enorme, hasta el punto de que una parte notable parecía haber acudido tanto por BIB como por los propios Helloween.
Durante una hora de show puro y dinámico, Beast in Black calentaron el ambiente con una puesta en escena firme y vibrante. La banda también aprovechó para anunciar su próximo disco previsto para 2026, adelantando algunos temas inéditos que encendieron aún más al público. Yannis Papadopoulos volvió a demostrar lo que todos saben: es un frontman con una potencia vocal impresionante y un carisma capaz de llenar cualquier recinto sin esfuerzo.
Y entonces llegó el momento más esperado. Tras la caída del telón, un despliegue de lásers, humo y efectos visuales anunciaba que Helloween estaban a punto de tomar la noche. Dos enormes ojos de calabaza iluminaban el recinto mientras una intro repasaba cuatro décadas de éxitos en pantallas gigantes. La emoción en las gradas y en pista era palpable incluso antes de que sonara la primera nota.
“March of Time” fue la encargada de presentar, uno a uno, a los integrantes de la banda, desatando el entusiasmo de todos los presentes. El sonido fue impecable desde el inicio, acompañado por una puesta de luces icónica que mantiene ese estilo divertido y halloweenesco tan típico de los alemanes. Ese branding característico, tan suyo, volvió a brillar como parte esencial de su directo.
El segundo gran estallido llegaría con “We Burn”, que prendió la locura en el recinto. Columnas de fuego de casi diez metros elevaron la intensidad, mientras Andi Deris apareció empuñando un lanzallamas, dando un golpe de efecto que arrancó gritos y aplausos por igual. Con esa energía desbordante, el concierto dio paso a un pequeño set acústico, más relajado, que sirvió como respiro entre tanta adrenalina, aunque dejó una sensación algo bajonera que el público recibió con calma.
Pero el ambiente volvería a escalar con fuerza cuando llegó “Eagle Fly Free”, acompañada de un nuevo espectáculo de lásers dibujando la icónica calabaza y el número cuarenta. La banda aprovechó este tramo para desplegar una gigantesca calabaza en el techo, un elemento visual que cerró el bloque con un fragmento recordando la era Keeper, uno de los pilares de su historia.
Entre emoción, nostalgia, fuego y un sonido cuidado al detalle, Helloween demostraron por qué siguen siendo una referencia total del power metal mundial. Dos noches para el recuerdo que confirman que, 40 años después, las calabazas siguen volando alto.


Crónica y fotos: Juli G. López
40 años de historia no se cumplen todos los días, y esta celebración no podía ser menos que enorme. Madrid respondió con dos sold out consecutivos, demostrando que la unión entre una banda legendaria y su público sigue siendo indestructible. La Cubierta de Leganés fue el lugar elegido por la producción de Z Live Tour para recibir durante dos noches seguidas a una de las bandas de power metal más icónicas de todos los tiempos: Helloween, que se reencontraron con su legión de seguidores los días 15 y 16 de noviembre, dentro de su gira cuarenta aniversario y la presentación de su último disco, Gigants and Monsters.
Desde el primer momento se notó que la organización había cuidado cada detalle. La producción fue destacable, con un ingreso fluido, acreditaciones gestionadas sin problemas y unos horarios totalmente puntuales. Todo funcionó como un reloj, preparando el ambiente perfecto para dos noches históricas para los fans del metal.
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Los encargados de abrir la fiesta fueron los finlandeses Beast in Black, que demostraron una vez más por qué su nombre aparece ya entre los grandes del heavy/power moderno. El quinteto salió decidido a dejar el escenario ardiendo para las calabazas, y lo consiguieron. Su repertorio reunió algunas de las canciones más reconocidas de su carrera, interpretadas con la potencia que siempre los ha caracterizado. La reacción del público fue enorme, hasta el punto de que una parte notable parecía haber acudido tanto por BIB como por los propios Helloween.
Durante una hora de show puro y dinámico, Beast in Black calentaron el ambiente con una puesta en escena firme y vibrante. La banda también aprovechó para anunciar su próximo disco previsto para 2026, adelantando algunos temas inéditos que encendieron aún más al público. Yannis Papadopoulos volvió a demostrar lo que todos saben: es un frontman con una potencia vocal impresionante y un carisma capaz de llenar cualquier recinto sin esfuerzo.
Y entonces llegó el momento más esperado. Tras la caída del telón, un despliegue de lásers, humo y efectos visuales anunciaba que Helloween estaban a punto de tomar la noche. Dos enormes ojos de calabaza iluminaban el recinto mientras una intro repasaba cuatro décadas de éxitos en pantallas gigantes. La emoción en las gradas y en pista era palpable incluso antes de que sonara la primera nota.
“March of Time” fue la encargada de presentar, uno a uno, a los integrantes de la banda, desatando el entusiasmo de todos los presentes. El sonido fue impecable desde el inicio, acompañado por una puesta de luces icónica que mantiene ese estilo divertido y halloweenesco tan típico de los alemanes. Ese branding característico, tan suyo, volvió a brillar como parte esencial de su directo.
El segundo gran estallido llegaría con “We Burn”, que prendió la locura en el recinto. Columnas de fuego de casi diez metros elevaron la intensidad, mientras Andi Deris apareció empuñando un lanzallamas, dando un golpe de efecto que arrancó gritos y aplausos por igual. Con esa energía desbordante, el concierto dio paso a un pequeño set acústico, más relajado, que sirvió como respiro entre tanta adrenalina, aunque dejó una sensación algo bajonera que el público recibió con calma.
Pero el ambiente volvería a escalar con fuerza cuando llegó “Eagle Fly Free”, acompañada de un nuevo espectáculo de lásers dibujando la icónica calabaza y el número cuarenta. La banda aprovechó este tramo para desplegar una gigantesca calabaza en el techo, un elemento visual que cerró el bloque con un fragmento recordando la era Keeper, uno de los pilares de su historia.
Entre emoción, nostalgia, fuego y un sonido cuidado al detalle, Helloween demostraron por qué siguen siendo una referencia total del power metal mundial. Dos noches para el recuerdo que confirman que, 40 años después, las calabazas siguen volando alto.












