Fotografía portada: CuervoDeth (Gentileza Metal-Argento)
Complicado arrancar una crónica acerca de lo vivido el pasado 12/10/2024 en el mítico estadio Obras Sanitarias o como muchos lo llaman “el templo del rock” (aunque en ciertos momentos han tocado bandas que distan bastante del género).
¿Por qué es difícil? Porque para este cronista escuchar estas canciones, fue inevitable transportarse de regreso a aquellos años 90, donde las bandas marcan a fuego tu infancia y las letras quedan grabadas para siempre.
Me hicieron recordar momentos frente al televisor en la casa materna, viendo en un canal de cable local la transmisión completa del famoso VHS del show que Hermética realizó en 1993. Por eso, resulta realmente una tarea difícil explicar con palabras lo que se vivió esa noche; más bien diría que es imposible, ya que uno no puede dejar de emocionarse al cantar esas canciones, lo que pone en duda la objetividad.
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Con motivo del cierre de la gira por el 35º aniversario del lanzamiento del álbum Víctimas del Vaciamiento, la banda formada por dos ex integrantes de Hermética, actualmente conocida como tributo bajo el nombre La H no Murió, se presentó en el estadio ubicado sobre la Avenida del Libertador. Desde temprano, se podían ver camisetas negras, algunas un tanto descoloridas por tantas batallas en el pogo, junto con distintos diseños que combinaban las tres bandas creadas por el más grande, Ricardo Iorio, “el padre del metal”. La mayoría compartía un elemento en común: una enorme “H” en el centro del pecho.
Mientras se aguardaba la salida de los músicos el clima en el lugar era de alegría, muchas selfies, abrazos, cantos con el puño cerrado o haciendo los cuernitos a lo que se le sumaba el clásico “Olele olala, Iorio es lo más grande del heavy nacional”.
Siendo ya las 21:20, las luces se apagaron, de repente comenzó a sonar “Tano Solo” y una vez finalizada, “Soy de la esquina” abriría la noche y la locura comenzaba a desatarse, con un sonido realmente profesional, sin fisuras, uno a uno de los integrantes daban rienda suelta al show que todos queríamos ver.
Claudio O’Connor, con sus rastas; el Tano Romano machacando riffs devastadores desde su guitarra; Carlos Cuadrado, en el bajo; Javier Rubio, en los parches; y otro integrante que se unía a la banda. La gente, esa que no dejó de cantar ni un minuto, tanto que se hacía imposible escuchar a Claudio, ya que había tanta pasión que sus voces superaban todos los amplificadores del escenario. Se vivía una fusión única en la que todos estábamos en la misma sintonía.
Llegó el turno para “Cráneo candente”, “Víctimas del vaciamiento”, “Sepulcro civil”, hasta que bajaron un poco los decibeles para interpretar con sentimiento esa pieza titulada “Yo no lo haré”.
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Luego de unos breves instantes, Claudio se dirigió al público y dijo: “En honor a nuestro compañero Ricardo Iorio, hoy lo recordamos como siempre, y que su legado no muera nunca”, antes de interpretar “Para que no caigas”. Siguieron con “Memoria de siglos”, “Robo un auto” y “Del colimba”, inundando de nostalgia a todos los presentes, que no paraban de fundirse entre pogos, abrazos, transpiración, cánticos, y, como suele suceder en estos eventos masivos, algún que otro “manolarga” que se apoderó de celulares y demás pertenencias ajenas.
Los momentos de nostalgia continuaban con el correr de los minutos. No solo conectó con los metaleros de antaño, sino también con las nuevas generaciones que se hicieron presentes en gran número. Al sonar “Desde el oeste”, “Vencedores vencidos” (aquel clásico de Los Redondos), “Vida impersonal” y “Del camionero”, ya todo era anecdótico. No importaba qué canción estuviesen tocando sobre el escenario; tanto en el campo como en las plateas, la fiesta era infinita.
Luego del ultra clásico “Evitando el ablande”, llegaría una de las canciones más vigentes por su contenido, la cual refleja la situación política del país (sea el año que sea): “Olvidalo y volverá por más”, con una dedicatoria al actual presidente argentino.
El tramo final del show arrancó con el habitual solo de batería de Javier, para luego empalmar con “Gil trabajador”, “Cuando duerme la ciudad”, “Ayer deseo, hoy realidad” (con un revoltoso pogo), y “Masa anestesiada”, donde, una vez finalizada, los músicos abandonaron las tablas por unos breves minutos.
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Tras ese breve respiro, la banda volvió a escena para interpretar las últimas canciones, que fueron: “Atravesando todo límite”, con esa sentida letra en homenaje al hermano de la exmujer de Ricardo, “Vientos de poder” y, para cerrar, “Tú eres su seguridad” la cúal todos los presentes la interpretamos con las últimas fuerzas, y se da por descontado que más de uno terminó sin voz y, posiblemente, con algún moretón de tanto pogo.
Demás está decir que la banda suena realmente ajustada. Cada engranaje que compone este tributo cumple su función. Quizás el punto flojo haya sido lo realizado por Claudio, ya que tuvo que apoyarse en el teleprompter para leer las letras, además de dejar que la gente cante ciertas estrofas de las canciones.
En definitiva, fue una noche especial para muchos de los presentes, llena de pura emoción en las más de 2 horas de concierto y 24 canciones interpretadas. Los más veteranos quedamos satisfechos, y quienes no tuvieron la oportunidad de vivir aquellos años quizás hayan podido sentir en carne propia lo que significaba el fenómeno Hermética: la banda más grande del metal argentino, la que nunca murió y nunca morirá.
Agradecimientos a Nadya Cabrera por la correspondiente acreditación.
Etiquetas: argentina, Buenos Aires, Claudio O'Connor, Heavy Metal Argentino, Hermetica, La "H" No Murió, Malon, Obras, Ricardo IorioFotografía portada: CuervoDeth (Gentileza Metal-Argento)
Complicado arrancar una crónica acerca de lo vivido el pasado 12/10/2024 en el mítico estadio Obras Sanitarias o como muchos lo llaman “el templo del rock” (aunque en ciertos momentos han tocado bandas que distan bastante del género).
¿Por qué es difícil? Porque para este cronista escuchar estas canciones, fue inevitable transportarse de regreso a aquellos años 90, donde las bandas marcan a fuego tu infancia y las letras quedan grabadas para siempre.
Me hicieron recordar momentos frente al televisor en la casa materna, viendo en un canal de cable local la transmisión completa del famoso VHS del show que Hermética realizó en 1993. Por eso, resulta realmente una tarea difícil explicar con palabras lo que se vivió esa noche; más bien diría que es imposible, ya que uno no puede dejar de emocionarse al cantar esas canciones, lo que pone en duda la objetividad.
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Con motivo del cierre de la gira por el 35º aniversario del lanzamiento del álbum Víctimas del Vaciamiento, la banda formada por dos ex integrantes de Hermética, actualmente conocida como tributo bajo el nombre La H no Murió, se presentó en el estadio ubicado sobre la Avenida del Libertador. Desde temprano, se podían ver camisetas negras, algunas un tanto descoloridas por tantas batallas en el pogo, junto con distintos diseños que combinaban las tres bandas creadas por el más grande, Ricardo Iorio, “el padre del metal”. La mayoría compartía un elemento en común: una enorme “H” en el centro del pecho.
Mientras se aguardaba la salida de los músicos el clima en el lugar era de alegría, muchas selfies, abrazos, cantos con el puño cerrado o haciendo los cuernitos a lo que se le sumaba el clásico “Olele olala, Iorio es lo más grande del heavy nacional”.
Siendo ya las 21:20, las luces se apagaron, de repente comenzó a sonar “Tano Solo” y una vez finalizada, “Soy de la esquina” abriría la noche y la locura comenzaba a desatarse, con un sonido realmente profesional, sin fisuras, uno a uno de los integrantes daban rienda suelta al show que todos queríamos ver.
Claudio O’Connor, con sus rastas; el Tano Romano machacando riffs devastadores desde su guitarra; Carlos Cuadrado, en el bajo; Javier Rubio, en los parches; y otro integrante que se unía a la banda. La gente, esa que no dejó de cantar ni un minuto, tanto que se hacía imposible escuchar a Claudio, ya que había tanta pasión que sus voces superaban todos los amplificadores del escenario. Se vivía una fusión única en la que todos estábamos en la misma sintonía.
Llegó el turno para “Cráneo candente”, “Víctimas del vaciamiento”, “Sepulcro civil”, hasta que bajaron un poco los decibeles para interpretar con sentimiento esa pieza titulada “Yo no lo haré”.
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Luego de unos breves instantes, Claudio se dirigió al público y dijo: “En honor a nuestro compañero Ricardo Iorio, hoy lo recordamos como siempre, y que su legado no muera nunca”, antes de interpretar “Para que no caigas”. Siguieron con “Memoria de siglos”, “Robo un auto” y “Del colimba”, inundando de nostalgia a todos los presentes, que no paraban de fundirse entre pogos, abrazos, transpiración, cánticos, y, como suele suceder en estos eventos masivos, algún que otro “manolarga” que se apoderó de celulares y demás pertenencias ajenas.
Los momentos de nostalgia continuaban con el correr de los minutos. No solo conectó con los metaleros de antaño, sino también con las nuevas generaciones que se hicieron presentes en gran número. Al sonar “Desde el oeste”, “Vencedores vencidos” (aquel clásico de Los Redondos), “Vida impersonal” y “Del camionero”, ya todo era anecdótico. No importaba qué canción estuviesen tocando sobre el escenario; tanto en el campo como en las plateas, la fiesta era infinita.
Luego del ultra clásico “Evitando el ablande”, llegaría una de las canciones más vigentes por su contenido, la cual refleja la situación política del país (sea el año que sea): “Olvidalo y volverá por más”, con una dedicatoria al actual presidente argentino.
El tramo final del show arrancó con el habitual solo de batería de Javier, para luego empalmar con “Gil trabajador”, “Cuando duerme la ciudad”, “Ayer deseo, hoy realidad” (con un revoltoso pogo), y “Masa anestesiada”, donde, una vez finalizada, los músicos abandonaron las tablas por unos breves minutos.
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Tras ese breve respiro, la banda volvió a escena para interpretar las últimas canciones, que fueron: “Atravesando todo límite”, con esa sentida letra en homenaje al hermano de la exmujer de Ricardo, “Vientos de poder” y, para cerrar, “Tú eres su seguridad” la cúal todos los presentes la interpretamos con las últimas fuerzas, y se da por descontado que más de uno terminó sin voz y, posiblemente, con algún moretón de tanto pogo.
Demás está decir que la banda suena realmente ajustada. Cada engranaje que compone este tributo cumple su función. Quizás el punto flojo haya sido lo realizado por Claudio, ya que tuvo que apoyarse en el teleprompter para leer las letras, además de dejar que la gente cante ciertas estrofas de las canciones.
En definitiva, fue una noche especial para muchos de los presentes, llena de pura emoción en las más de 2 horas de concierto y 24 canciones interpretadas. Los más veteranos quedamos satisfechos, y quienes no tuvieron la oportunidad de vivir aquellos años quizás hayan podido sentir en carne propia lo que significaba el fenómeno Hermética: la banda más grande del metal argentino, la que nunca murió y nunca morirá.
Agradecimientos a Nadya Cabrera por la correspondiente acreditación.
Etiquetas: argentina, Buenos Aires, Claudio O'Connor, Heavy Metal Argentino, Hermetica, La "H" No Murió, Malon, Obras, Ricardo Iorio