En una noche que podría haber sido diseñada por un caprichoso director de cine, la sala Razzmatazz 2 estaba a reventar. El 25 de mayo, Leo Jiménez y su séquito musical nos ofrecieron una experiencia que desbordó los límites de la realidad ordinaria, llena de sorpresas y apariciones inesperadas. No contento con seguir las normas mundanas, el concierto comenzó diez minutos antes de lo programado, causando que los relojes y los corazones de los asistentes se desajustaran simultáneamente.
La velada inició con una intro orquestal que habría hecho palidecer de envidia a cualquier banda sonora de Disney. Apenas los primeros acordes envolvieron a la audiencia, Leo Jiménez hizo su entrada triunfal, una aparición digna de un emperador galáctico, deslumbrando con una destreza vocal que es ya tan esperada como el amanecer. Acompañado desde el primer momento por Patricia Tapia y Zeta, quienes alternaban su presencia en el escenario con una coreografía casi cósmica, el ambiente estaba cargado de una energía eléctrica y palpable.
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No solo era cuestión de talento individual; entre los músicos se encontraban miembros de 037 y Stravaganzza, formando un colectivo musical de proporciones épicas. Los arreglos vocales, tan vastos y profundos como el mismo espacio exterior, contaban no solo con los tres titanes vocales, sino que también sumaban al bajista y al baterista en los coros, creando acordes de una magnitud que desafiaría incluso a los mejores sistemas de sonido de la galaxia.
El repertorio de la noche fue una travesía por el cosmos del metal, con Leo Jiménez y su banda surcando desde los temas más personales hasta los más universales. “Desde Niño” abrió el portal, seguido por “Con Razón o Sin” y “Soy Libertad”, canciones que resonaron con una potencia casi gravitacional. Patricia Tapia tomó la batuta para presentar “Volar”, un momento que llevó a la audiencia a alturas estratosféricas. “Del amor al odio” y “Cielo e Infierno” fueron dualidades que se enfrentaron en un duelo estelar, mientras que “Mesías” y “Mi otra mitad” añadieron capas de profundidad emocional a la velada.
En la sección de covers, la audiencia fue transportada a través del tiempo y el espacio, con rendiciones electrizantes de “The Trooper/The Number of the Beast” de Iron Maiden e “If I Could Fly” de Helloween, que demostraron la versatilidad y el respeto de Jiménez por los clásicos del metal. La energía siguió fluyendo con “Free from Desire” y “Neon Knights” de Black Sabbath, que cerraron la noche con un estallido de energía cósmica.
Una experiencia que, como la propia voz de Leo Jiménez, trasciende lo meramente terrenal para convertirse en leyenda.
En una noche que podría haber sido diseñada por un caprichoso director de cine, la sala Razzmatazz 2 estaba a reventar. El 25 de mayo, Leo Jiménez y su séquito musical nos ofrecieron una experiencia que desbordó los límites de la realidad ordinaria, llena de sorpresas y apariciones inesperadas. No contento con seguir las normas mundanas, el concierto comenzó diez minutos antes de lo programado, causando que los relojes y los corazones de los asistentes se desajustaran simultáneamente.
La velada inició con una intro orquestal que habría hecho palidecer de envidia a cualquier banda sonora de Disney. Apenas los primeros acordes envolvieron a la audiencia, Leo Jiménez hizo su entrada triunfal, una aparición digna de un emperador galáctico, deslumbrando con una destreza vocal que es ya tan esperada como el amanecer. Acompañado desde el primer momento por Patricia Tapia y Zeta, quienes alternaban su presencia en el escenario con una coreografía casi cósmica, el ambiente estaba cargado de una energía eléctrica y palpable.
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En la sección de covers, la audiencia fue transportada a través del tiempo y el espacio, con rendiciones electrizantes de “The Trooper/The Number of the Beast” de Iron Maiden e “If I Could Fly” de Helloween, que demostraron la versatilidad y el respeto de Jiménez por los clásicos del metal. La energía siguió fluyendo con “Free from Desire” y “Neon Knights” de Black Sabbath, que cerraron la noche con un estallido de energía cósmica.
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