


El 7 de noviembre nos acercamos a Arena Sur, en el barrio de Pompeya de la Ciudad de Buenos Aires, con la expectativa de ser testigos de una velada con dos bandas internacionales de power metal que prometía quedarse grabada en nuestra memoria. Vaya si lo quedaría.
Casi con una hora de retraso, subió al escenario la banda brasilera Armored Dawn para dar inicio a la jornada. Enfrente nuestro se paró un sexteto compuesto por un dúo de guitarras, teclados, batería y bajo, más el cantante, para presentarnos un heavy metal clásico.
Armored Dawn ofreció distintos temas de su repertorio, incluidas dos canciones en castellano, una de las cuales fue un adelanto de lo que será su próximo lanzamiento. Sonaron relativamente bien, para lo que sería el resto de la noche, y en algunos pasajes el tecladista pasó a convertirse en un tercer guitarrista para darle más potencia, aún, al material.
La banda soporte desplegó su propuesta a lo largo de un set bastante extenso en su duración para ser la agrupación de apertura. Y ello tendría incidencia en lo que vendría.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Angra en Buenos Aires: “El ángel vuelve a las sombras”
A las 21:15, luego de los acordes de la intro, y ante un recinto que presentaba una interesante cantidad de concurrentes, Vision Divine irrumpía sobre el escenario del Arena. Habían pasado más de 18 años desde la última vez que Michele Luppi había estado cara a cara con el público argentino.
Con una formación similar a la que diera lugar a la era dorada de la banda —Olaf Thörsen (guitarra), Michele Luppi (voz), Federico Puleri (guitarra), Andrea “Tower” Torricini (bajo), Oleg Smirnoff (teclados) y Matt Peruzzi (batería)—, la banda arrancó con “The Secret of Life” seguida inmediatamente por “Colours of My World”, lo que desató la locura de los presentes.
Durante la ejecución del segundo de los temas mencionados, varios instrumentos se quedaron súbitamente sin sonido, por lo que la canción fue ejecutada prácticamente por Luppi acompañado por la batería y, en algunos momentos, la segunda guitarra de Puleri.
Antes de continuar con la presentación, Michele Luppi, para dar tiempo a sus camaradas de poner las cosas musicales en orden, solicitó el acompañamiento de Oleg Smirnoff para la ejecución de “Identities”, pero debió hacerlo a capela ya que el tecladista también se encontraba con problemas en su instrumento.
La voz de Luppi resonaba en todo el recinto envolviendo a los presentes con su potencia, belleza y textura. Ello sería una constante a lo largo del show de Vision Divine. Y los presentes, con su participación y entusiasmo, pusieron de manifiesto, una y otra vez, su admiración por la voz del cantante y por la banda que se encontraba frente a ellos.
Solucionados los inconvenientes, la banda continuó con su presentación bajo las estrofas de “Alpha & Omega”, y los temas que dieron título a dos de los álbumes de la trilogía de oro en su discografía, The Perfect Machine y The 25th Hour, ante el estallido de los presentes.
Con “Out of a Distant Night (Voices)”, uno de los temas donde la voz de Luppi resalta, la noche parecía alcanzar su punto más alto, aunque ello no sería así.
Continuando a “God Is Dead”, llegó el cierre de la performance de Vision Divine a cargo de, a esta altura, dos clásicos: “Versions of the Same” y “La vita fugge” (con el cierre de la canción incluso más alucinante y épico que en la versión de estudio), para un final a toda orquesta.
El público se mostró altamente participativo y, por momentos, feliz de reencontrarse con los pilares de la formación que dieron a la luz los mejores álbumes de la banda.
Michele Luppi, tal como había mostrado en aquella presentación de antaño en suelo argentino, interactuó con el público en todo momento desde el primer segundo, desparramando melodías y agudos que hicieron las delicias de la totalidad de la audiencia. Demostró que, leas cuando leas esta crónica, es uno de los mejores cantantes de metal en actividad.
La presentación de los italianos se vio afectada solamente por constantes problemas de sonido, que privaron a los oyentes de oír las ejecuciones del teclado de Smirnoff especialmente, pero fueron superados por el profesionalismo de la banda y la personalidad y voz del cantante.
Al concluir la presentación de Vision Divine la sensación que envolvía el recinto era nítida: los presentes se quedaron con ganas de más.
Incluso, cuando los italianos se retiraron definitivamente del escenario, parte de los presentes hicieron lo mismo, sin aguardar hasta la finalización de la jornada.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Fabio Lione en Buenos Aires: “Cuentos legendarios de un rey inmortal”
Luego de la preparación del escenario, alrededor de las 22:55, precedidos de la infaltable intro, Masterplan tomó la posta sobre el escenario.
Se encontraban frente a un interesante desafío, ya que la actuación previa de Vision Divine había dejado la vara comparativa bastante elevada.
Debemos comenzar señalando que la hora de comienzo de la presentación de los germanos era, prácticamente, el mismo horario en que estaba estipulada la finalización del espectáculo.
De arranque se percibió algo raro en el ambiente. La banda ya venía de gira por Latinoamérica y se sabía que el tema de apertura del show era “Rise Again”, adelanto de lo que será el próximo lanzamiento de la agrupación, pero directamente sonó “Enlighten Me”.
La presentación de los alemanes estaba enfocada básicamente en composiciones que formaron parte de sus dos primeros lanzamientos discográficos: el disco que da nombre a la banda y Aeronautics.
En esa tónica, se sucedieron casi sin solución de continuidad, salvo por algunas breves palabras del cantante Rick Altzi (quien cuenta con un tono de voz similar al de Jorn Lande) y de Roland Grapow, un temazo seguido de otro: “Spirit Never Die”, “Lost and Gone”, “Crimson Rider”, “Back for My Life” y “Kind Hearted Light”.
El público había arrancado medio expectante, pero a medida que iba avanzando el show comenzó a tornarse más caluroso y participativo, lo que terminó de confirmarse con lo que sería, en ese momento no se tenía idea de ello, la única versión íntegra de un tema de Helloween de la etapa de Roland con las calabazas: “The Time of the Oath”.
Para retomar la senda, luego de la mencionada versión, los germanos volvieron a la ejecución de su discografía con el único tema que no formó parte de los dos primeros álbumes: “Keep Your Dream Alive”. Siguieron “Crystal Night”, “Soulburn” y “Heroes” para lo que sería el final de la presentación, aunque a esa altura nadie, ni siquiera los propios músicos, lo sabían.
Al momento de comenzar a vislumbrarse en los oídos de los presentes los primeros acordes de “The Chance”, segunda versión de un tema de Helloween, desde los parlantes comenzó a sonar otro tema, casi tapando la ejecución de la banda, y se le cortó el sonido al micrófono de Rick Altzi, por lo que ante la perplejidad de los presentes terminó siendo una versión instrumental.
En ese momento la banda informó a los presentes que, por una cuestión que llegaba desde la organización del evento, no podían continuar con lo que restaba del show que tenían programado. Incluso compartieron con los presentes que se encontraban cerca del escenario el listado de temas, donde pudo observarse que el cierre pautado estaba a cargo de “Crawling From Hell” (del álbum Masterplan) y de “The Dark Ride” (otra versión de un tema de la época de Grapow en Helloween), que no pudieron ser ejecutados.
La reacción de quienes habían abonado la entrada fue, lógicamente, de frustración y enojo dirigido hacia los encargados del sonido. No obstante, el público se retiró ordenadamente del recinto con la desazón de no haber podido presenciar el cierre de la banda que había pagado por ver.
Más allá de las explicaciones, justificativos, argumentos, excusas, etc., que puedan aparecer o surgir con el correr de los días, en el momento nadie se hizo presente sobre el escenario para dar una mínima explicación de lo que sucedía. Dejaron que fueran los propios Masterplan quienes tuvieran que contar a las personas que los habían venido a ver que por indicación de “alguien” no podían completar el show.
Debemos ser claros y enfáticos en algo: todos los músicos, ya sean nacionales o extranjeros, merecen el mismo respeto en su condición de profesionales. Ahora bien, más allá de los innumerables problemas de sonido que se produjeron casi a lo largo de toda la noche, es inentendible cómo Armored Dawn tuvo un setlist tan extenso. ¿Ellos son responsables de algo? Por supuesto que no. Pero si alguna de las bandas debería haber acortado su presentación, ella era Armored Dawn, más allá de lo pactado previamente.
Entendemos que a lo largo de una velada como la que estamos narrando pueden acontecer infinidad de imprevistos desde el punto de vista organizativo. Pero ante la irrupción de esos imprevistos, no es posible que el público que pagó su entrada sea el único perjudicado. Así como la palabra empeñada y los músicos merecen ser respetados, el público no solo debe gozar del respeto, tanto de las bandas como de los organizadores del evento, sino que también debe ser cuidado.
Y el final de lo que podría haber sido una velada inolvidable para los fanáticos locales del power metal se terminó convirtiendo en algo difícil de comprender, donde se descuidó tanto a una banda internacional como a los fanáticos que dijeron presente.
Una noche que terminó siendo opacada por un sin respeto a los presentes y que esperamos que no se repita.



El 7 de noviembre nos acercamos a Arena Sur, en el barrio de Pompeya de la Ciudad de Buenos Aires, con la expectativa de ser testigos de una velada con dos bandas internacionales de power metal que prometía quedarse grabada en nuestra memoria. Vaya si lo quedaría.
Casi con una hora de retraso, subió al escenario la banda brasilera Armored Dawn para dar inicio a la jornada. Enfrente nuestro se paró un sexteto compuesto por un dúo de guitarras, teclados, batería y bajo, más el cantante, para presentarnos un heavy metal clásico.
Armored Dawn ofreció distintos temas de su repertorio, incluidas dos canciones en castellano, una de las cuales fue un adelanto de lo que será su próximo lanzamiento. Sonaron relativamente bien, para lo que sería el resto de la noche, y en algunos pasajes el tecladista pasó a convertirse en un tercer guitarrista para darle más potencia, aún, al material.
La banda soporte desplegó su propuesta a lo largo de un set bastante extenso en su duración para ser la agrupación de apertura. Y ello tendría incidencia en lo que vendría.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Angra en Buenos Aires: “El ángel vuelve a las sombras”
A las 21:15, luego de los acordes de la intro, y ante un recinto que presentaba una interesante cantidad de concurrentes, Vision Divine irrumpía sobre el escenario del Arena. Habían pasado más de 18 años desde la última vez que Michele Luppi había estado cara a cara con el público argentino.
Con una formación similar a la que diera lugar a la era dorada de la banda —Olaf Thörsen (guitarra), Michele Luppi (voz), Federico Puleri (guitarra), Andrea “Tower” Torricini (bajo), Oleg Smirnoff (teclados) y Matt Peruzzi (batería)—, la banda arrancó con “The Secret of Life” seguida inmediatamente por “Colours of My World”, lo que desató la locura de los presentes.
Durante la ejecución del segundo de los temas mencionados, varios instrumentos se quedaron súbitamente sin sonido, por lo que la canción fue ejecutada prácticamente por Luppi acompañado por la batería y, en algunos momentos, la segunda guitarra de Puleri.
Antes de continuar con la presentación, Michele Luppi, para dar tiempo a sus camaradas de poner las cosas musicales en orden, solicitó el acompañamiento de Oleg Smirnoff para la ejecución de “Identities”, pero debió hacerlo a capela ya que el tecladista también se encontraba con problemas en su instrumento.
La voz de Luppi resonaba en todo el recinto envolviendo a los presentes con su potencia, belleza y textura. Ello sería una constante a lo largo del show de Vision Divine. Y los presentes, con su participación y entusiasmo, pusieron de manifiesto, una y otra vez, su admiración por la voz del cantante y por la banda que se encontraba frente a ellos.
Solucionados los inconvenientes, la banda continuó con su presentación bajo las estrofas de “Alpha & Omega”, y los temas que dieron título a dos de los álbumes de la trilogía de oro en su discografía, The Perfect Machine y The 25th Hour, ante el estallido de los presentes.
Con “Out of a Distant Night (Voices)”, uno de los temas donde la voz de Luppi resalta, la noche parecía alcanzar su punto más alto, aunque ello no sería así.
Continuando a “God Is Dead”, llegó el cierre de la performance de Vision Divine a cargo de, a esta altura, dos clásicos: “Versions of the Same” y “La vita fugge” (con el cierre de la canción incluso más alucinante y épico que en la versión de estudio), para un final a toda orquesta.
El público se mostró altamente participativo y, por momentos, feliz de reencontrarse con los pilares de la formación que dieron a la luz los mejores álbumes de la banda.
Michele Luppi, tal como había mostrado en aquella presentación de antaño en suelo argentino, interactuó con el público en todo momento desde el primer segundo, desparramando melodías y agudos que hicieron las delicias de la totalidad de la audiencia. Demostró que, leas cuando leas esta crónica, es uno de los mejores cantantes de metal en actividad.
La presentación de los italianos se vio afectada solamente por constantes problemas de sonido, que privaron a los oyentes de oír las ejecuciones del teclado de Smirnoff especialmente, pero fueron superados por el profesionalismo de la banda y la personalidad y voz del cantante.
Al concluir la presentación de Vision Divine la sensación que envolvía el recinto era nítida: los presentes se quedaron con ganas de más.
Incluso, cuando los italianos se retiraron definitivamente del escenario, parte de los presentes hicieron lo mismo, sin aguardar hasta la finalización de la jornada.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Fabio Lione en Buenos Aires: “Cuentos legendarios de un rey inmortal”
Luego de la preparación del escenario, alrededor de las 22:55, precedidos de la infaltable intro, Masterplan tomó la posta sobre el escenario.
Se encontraban frente a un interesante desafío, ya que la actuación previa de Vision Divine había dejado la vara comparativa bastante elevada.
Debemos comenzar señalando que la hora de comienzo de la presentación de los germanos era, prácticamente, el mismo horario en que estaba estipulada la finalización del espectáculo.
De arranque se percibió algo raro en el ambiente. La banda ya venía de gira por Latinoamérica y se sabía que el tema de apertura del show era “Rise Again”, adelanto de lo que será el próximo lanzamiento de la agrupación, pero directamente sonó “Enlighten Me”.
La presentación de los alemanes estaba enfocada básicamente en composiciones que formaron parte de sus dos primeros lanzamientos discográficos: el disco que da nombre a la banda y Aeronautics.
En esa tónica, se sucedieron casi sin solución de continuidad, salvo por algunas breves palabras del cantante Rick Altzi (quien cuenta con un tono de voz similar al de Jorn Lande) y de Roland Grapow, un temazo seguido de otro: “Spirit Never Die”, “Lost and Gone”, “Crimson Rider”, “Back for My Life” y “Kind Hearted Light”.
El público había arrancado medio expectante, pero a medida que iba avanzando el show comenzó a tornarse más caluroso y participativo, lo que terminó de confirmarse con lo que sería, en ese momento no se tenía idea de ello, la única versión íntegra de un tema de Helloween de la etapa de Roland con las calabazas: “The Time of the Oath”.
Para retomar la senda, luego de la mencionada versión, los germanos volvieron a la ejecución de su discografía con el único tema que no formó parte de los dos primeros álbumes: “Keep Your Dream Alive”. Siguieron “Crystal Night”, “Soulburn” y “Heroes” para lo que sería el final de la presentación, aunque a esa altura nadie, ni siquiera los propios músicos, lo sabían.
Al momento de comenzar a vislumbrarse en los oídos de los presentes los primeros acordes de “The Chance”, segunda versión de un tema de Helloween, desde los parlantes comenzó a sonar otro tema, casi tapando la ejecución de la banda, y se le cortó el sonido al micrófono de Rick Altzi, por lo que ante la perplejidad de los presentes terminó siendo una versión instrumental.
En ese momento la banda informó a los presentes que, por una cuestión que llegaba desde la organización del evento, no podían continuar con lo que restaba del show que tenían programado. Incluso compartieron con los presentes que se encontraban cerca del escenario el listado de temas, donde pudo observarse que el cierre pautado estaba a cargo de “Crawling From Hell” (del álbum Masterplan) y de “The Dark Ride” (otra versión de un tema de la época de Grapow en Helloween), que no pudieron ser ejecutados.
La reacción de quienes habían abonado la entrada fue, lógicamente, de frustración y enojo dirigido hacia los encargados del sonido. No obstante, el público se retiró ordenadamente del recinto con la desazón de no haber podido presenciar el cierre de la banda que había pagado por ver.
Más allá de las explicaciones, justificativos, argumentos, excusas, etc., que puedan aparecer o surgir con el correr de los días, en el momento nadie se hizo presente sobre el escenario para dar una mínima explicación de lo que sucedía. Dejaron que fueran los propios Masterplan quienes tuvieran que contar a las personas que los habían venido a ver que por indicación de “alguien” no podían completar el show.
Debemos ser claros y enfáticos en algo: todos los músicos, ya sean nacionales o extranjeros, merecen el mismo respeto en su condición de profesionales. Ahora bien, más allá de los innumerables problemas de sonido que se produjeron casi a lo largo de toda la noche, es inentendible cómo Armored Dawn tuvo un setlist tan extenso. ¿Ellos son responsables de algo? Por supuesto que no. Pero si alguna de las bandas debería haber acortado su presentación, ella era Armored Dawn, más allá de lo pactado previamente.
Entendemos que a lo largo de una velada como la que estamos narrando pueden acontecer infinidad de imprevistos desde el punto de vista organizativo. Pero ante la irrupción de esos imprevistos, no es posible que el público que pagó su entrada sea el único perjudicado. Así como la palabra empeñada y los músicos merecen ser respetados, el público no solo debe gozar del respeto, tanto de las bandas como de los organizadores del evento, sino que también debe ser cuidado.
Y el final de lo que podría haber sido una velada inolvidable para los fanáticos locales del power metal se terminó convirtiendo en algo difícil de comprender, donde se descuidó tanto a una banda internacional como a los fanáticos que dijeron presente.
Una noche que terminó siendo opacada por un sin respeto a los presentes y que esperamos que no se repita.




