

Han pasado dos años desde la última vez que Angra actuó en suelo argentino. Aquella vez, la banda se presentó en Groove bajo la gira The Best of 30 Years. Ahora, el contexto era diferente: tras anunciarse un parate por tiempo indefinido, la noticia de esta nueva gira, en la que interpretarían en su totalidad Temple of Shadows, aseguraba una asistencia masiva de fanáticos del power metal progresivo.
Con la actuación programada para las 21 horas, llegué apenas veinte minutos antes de que la banda irrumpiera en el escenario, debido a complicaciones en el trabajo y una demora en el bendito transporte público. Aun así, logré ubicarme en el costado derecho del teatro, listo para vivir una noche inolvidable. Mis disculpas a Habemus Mortem y Azeroth, que también fueron parte de la fecha, pero lamentablemente no llegué a ver sus shows
Desde los primeros acordes, el espectáculo se sintió grandioso. Uno a uno, los integrantes ingresaron al escenario, con la siempre carismática figura de Rafael Bittencourt (único miembro original) al frente. Tras la intro, arrancaron con “Faithless Sanctuary“, seguida de la excelente “Cycles of Pain” y la dupla “Tide of Changes“. A partir de ahí, comenzó un viaje íntegro por el álbum lanzado en 2004, un disco que quedará para siempre en la memoria de quienes asistieron aquella noche del 28 de marzo.
El sonido fue impecable desde el primer momento, con cada instrumento y cada voz perfectamente balanceados. Sin embargo, Fabio Lione pareció enfrentar algunos problemas con su micrófono, lo que generó ciertas incomodidades en pasajes del show. Habiéndolo visto el año pasado en su etapa solista, noté una diferencia en su actitud: aquella noche se lo vio más suelto y con otro semblante. No obstante, su entrega fue absoluta y su desempeño vocal alcanzó niveles sobresalientes, demostrando por qué sigue siendo uno de los grandes cantantes del género.
El show estuvo acompañado por una pantalla gigante que proyectaba imágenes de las portadas de los discos, el logo de la banda y diversas visuales que añadieron una dimensión espectacular a la presentación. Además, un juego de luces sincronizado resaltó los momentos más álgidos, aportando dramatismo y energía a cada canción.
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La banda se mostró afiatada y precisa: Bruno Valverde demostró su poderío en la batería, Marcelo Barbosa ocupó con solvencia el lugar de Kiko Loureiro, y Felipe Andreoli destiló talento en cada nota de su bajo. Sin embargo, uno de los momentos más emotivos estuvo a cargo de Rafael Bittencourt, quien brilló con su guitarra.
El repaso de Temple of Shadows en su totalidad fue una experiencia inolvidable. Canciones como “The Shadow Hunter“, “No Pain for the Dead” y “Late Redemption” destacaron por su emotividad y profundidad, mientras que los temas más rápidos encendieron el fuego del público. Sin embargo, siendo sincero, salvo en esos momentos de mayor intensidad, la audiencia se mostró estática, incluso “fría”, quizás esperando disfrutar de un setlist más orientado al pasado.
Cuando la noche estaba llegando a su fin, la banda sorprendió con un guiño a Rebirth, interpretando el tema homónimo. Tras un breve receso, volvieron al escenario mientras sonaban los acordes de “Unfinished Allegro“, fusionándose de inmediato con el clásico “Carry On“. Flores se convirtió en un hervidero dando paso al cierre definitivo con “Nova Era“, un final a la altura de la historia de la banda en Argentina.
Si esto fue una despedida o solo una pausa, el tiempo lo dirá. Pero lo que quedó claro esa noche en el Teatro Flores es que Angra sigue siendo una banda imprescindible en la historia del power metal, y que su público, fiel y apasionado, siempre estará listo para recibirlos con los brazos abiertos… y de pie.
Agradecemos a Pablo Noguera y a Gabriela Sisti por la acreditación correspondiente para realizar la cobertura del evento.
Fotos: Facundo Rodríguez (Shots by Far)


Han pasado dos años desde la última vez que Angra actuó en suelo argentino. Aquella vez, la banda se presentó en Groove bajo la gira The Best of 30 Years. Ahora, el contexto era diferente: tras anunciarse un parate por tiempo indefinido, la noticia de esta nueva gira, en la que interpretarían en su totalidad Temple of Shadows, aseguraba una asistencia masiva de fanáticos del power metal progresivo.
Con la actuación programada para las 21 horas, llegué apenas veinte minutos antes de que la banda irrumpiera en el escenario, debido a complicaciones en el trabajo y una demora en el bendito transporte público. Aun así, logré ubicarme en el costado derecho del teatro, listo para vivir una noche inolvidable. Mis disculpas a Habemus Mortem y Azeroth, que también fueron parte de la fecha, pero lamentablemente no llegué a ver sus shows
Desde los primeros acordes, el espectáculo se sintió grandioso. Uno a uno, los integrantes ingresaron al escenario, con la siempre carismática figura de Rafael Bittencourt (único miembro original) al frente. Tras la intro, arrancaron con “Faithless Sanctuary“, seguida de la excelente “Cycles of Pain” y la dupla “Tide of Changes“. A partir de ahí, comenzó un viaje íntegro por el álbum lanzado en 2004, un disco que quedará para siempre en la memoria de quienes asistieron aquella noche del 28 de marzo.
El sonido fue impecable desde el primer momento, con cada instrumento y cada voz perfectamente balanceados. Sin embargo, Fabio Lione pareció enfrentar algunos problemas con su micrófono, lo que generó ciertas incomodidades en pasajes del show. Habiéndolo visto el año pasado en su etapa solista, noté una diferencia en su actitud: aquella noche se lo vio más suelto y con otro semblante. No obstante, su entrega fue absoluta y su desempeño vocal alcanzó niveles sobresalientes, demostrando por qué sigue siendo uno de los grandes cantantes del género.
El show estuvo acompañado por una pantalla gigante que proyectaba imágenes de las portadas de los discos, el logo de la banda y diversas visuales que añadieron una dimensión espectacular a la presentación. Además, un juego de luces sincronizado resaltó los momentos más álgidos, aportando dramatismo y energía a cada canción.
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La banda se mostró afiatada y precisa: Bruno Valverde demostró su poderío en la batería, Marcelo Barbosa ocupó con solvencia el lugar de Kiko Loureiro, y Felipe Andreoli destiló talento en cada nota de su bajo. Sin embargo, uno de los momentos más emotivos estuvo a cargo de Rafael Bittencourt, quien brilló con su guitarra.
El repaso de Temple of Shadows en su totalidad fue una experiencia inolvidable. Canciones como “The Shadow Hunter“, “No Pain for the Dead” y “Late Redemption” destacaron por su emotividad y profundidad, mientras que los temas más rápidos encendieron el fuego del público. Sin embargo, siendo sincero, salvo en esos momentos de mayor intensidad, la audiencia se mostró estática, incluso “fría”, quizás esperando disfrutar de un setlist más orientado al pasado.
Cuando la noche estaba llegando a su fin, la banda sorprendió con un guiño a Rebirth, interpretando el tema homónimo. Tras un breve receso, volvieron al escenario mientras sonaban los acordes de “Unfinished Allegro“, fusionándose de inmediato con el clásico “Carry On“. Flores se convirtió en un hervidero dando paso al cierre definitivo con “Nova Era“, un final a la altura de la historia de la banda en Argentina.
Si esto fue una despedida o solo una pausa, el tiempo lo dirá. Pero lo que quedó claro esa noche en el Teatro Flores es que Angra sigue siendo una banda imprescindible en la historia del power metal, y que su público, fiel y apasionado, siempre estará listo para recibirlos con los brazos abiertos… y de pie.
Agradecemos a Pablo Noguera y a Gabriela Sisti por la acreditación correspondiente para realizar la cobertura del evento.