A Mortal Binding (2024)
Nuclear Blast
1. Her Dominion
2. Thornwyck Hymn
3. The 2nd of Three Bells
4. Unthroned Creed
5. The Apocalyptist
6. A Starving Heart
7. Crushed Embers
Yo sé que en estos momentos es primavera en España, que esta página es española y que muchos de nuestros lectores también son españoles, pero al momento de escribir estas cosas lo hago desde la perspectiva de vivir en Argentina. Y entre la situación actual en el país de los campeones del mundo y de que acá estemos en otoño, creo que no hay mejor contexto para sumergirnos en la miseria y darle una escuchada a un flamante nuevo álbum de My Dying Bride.
De los “Tres de Peaceville”, las bandas más importantes del death doom gótico inglés de los noventas, My Dying Bride son los que menos han cambiado su sonido. Mientras sus compañeros Paradise Lost dejaron de lado los elementos más extremos para centrarse en el aspecto gótico y Anathema directamente abandonaron el metal, los comandados por el cantante Aaron Stainthorpe y el guitarrista Andrew Craighan siempre han mantenido el costado doom en su propuesta y la atmósfera de miseria tomada de imágenes de castillos en ruinas, fantasmas de amantes, flores marchitas y retratos cubiertos por el polvo del tiempo y del olvido.
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Más allá de esa instancia electrónica que fue 34.788%… Complete y el lanzamiento neoclásico Evinta, los periodos de abandono de las voces guturales han sido el cambio mayor en su estilo, manteniendo las letras literarias de Stainthorpe y el acompañamiento de violín como elementos más característicos de su sonido. Su constancia también dio lugar a ciertos momentos en las últimas dos décadas donde podían tornarse repetitivos, pero desde el alegremente titulado A Map of All Our Failures el sexteto viene con una seguidilla de muy buenos discos, así que me acerqué a A Mortal Binding, con fecha de edición del 19 de abril, con expectativas positivas.
El decimoquinto álbum de los de Halifax decide arrancar sin la más mínima sutileza, porque “Her Dominion” patea la puerta con una marcha lenta como caracol y densa como una ola de brea, y con la aparición de las voces podridas de Stainthorpe.
A pesar de la edad y del tiempo que pasó sin utilizarlas, el cantante hace estas voces con maestría y muy a menudo en la placa: con excepción de “Thornwyck Hymn” y “Unthroned Creed”, todas incluyen alguna instancia de voces deathmetaleras, y “Her Dominion” es la única que las utiliza de manera exclusiva. Sin embargo, creo que por eso es mi menos favorita de A Mortal Binding en el apartado vocal, sin ser para nada mala, porque dentro de la fórmula actual de My Dying Bride funcionan mejor con cierta dinámica de contraste. Como contrapartida, creo que es en “The Apocalyptist” donde las voces deathmetaleras de Stainthorpe funcionan mejor, más agresivas y monstruosas, donde además la combina con su estilo limpio y melódico dando una gran dinámica en la canción más larga del álbum.
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Como es de esperarse de un disco de My Dying Bride, A Mortal Binding es un disco que va siempre con marcha lenta y atmósfera de funeral en invierno. Los riffs a cargo de las guitarras de Andrew Craighan y Neil Blanchett (en su primer disco con la banda), el bajo pesado de Lena Abé, la batería letárgica pero no perezosa de Dan Mullins, y los teclados y violines de Shaun MacGowan, todo funciona como base para los lamentos románticos (en el sentido de romanticismo) de Stainthorpe. “A Starving Heart” acompaña esto con una delicada introducción acústica, al igual que con el adelanto “The 2nd of Three Bells”, donde la voz limpia hace maravillas.
Con 54 minutos en apenas siete canciones, se esperaría que el álbum fuera más complicado de escuchar de lo que es, pero la realidad es que cuando te atrapa ese tiempo se pasa volando sin problemas. En ningún momento se siente que las canciones sean más largas de lo que deberían ser, o que alguna parte esté de más: todo encaja de manera perfecta. Los riffs no serán una maravilla de originalidad, pero la manera en la que golpean directo al pecho compensan todo eso, haciendo su trabajo de crear atmósferas donde nunca se ve el sol.
En líneas generales, no hay nada nuevo en A Mortal Binding: todo su contenido es lo que uno esperaría de un álbum de My Dying Bride. Es oscuro, monolítico, elegante como un traje de luto y ciertamente un álbum que no es para cualquiera ni para escuchar en cualquier momento. Es un disco súper correcto dentro de la discografía de la Novia Moribunda, lo cual ya de por sí lo pone un escalón por encima de muchos otros álbumes “correctos” de otras bandas, y que agradará a los fans de su propuesta gótica.
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A Mortal Binding (2024)
Nuclear Blast
1. Her Dominion
2. Thornwyck Hymn
3. The 2nd of Three Bells
4. Unthroned Creed
5. The Apocalyptist
6. A Starving Heart
7. Crushed Embers
Yo sé que en estos momentos es primavera en España, que esta página es española y que muchos de nuestros lectores también son españoles, pero al momento de escribir estas cosas lo hago desde la perspectiva de vivir en Argentina. Y entre la situación actual en el país de los campeones del mundo y de que acá estemos en otoño, creo que no hay mejor contexto para sumergirnos en la miseria y darle una escuchada a un flamante nuevo álbum de My Dying Bride.
De los “Tres de Peaceville”, las bandas más importantes del death doom gótico inglés de los noventas, My Dying Bride son los que menos han cambiado su sonido. Mientras sus compañeros Paradise Lost dejaron de lado los elementos más extremos para centrarse en el aspecto gótico y Anathema directamente abandonaron el metal, los comandados por el cantante Aaron Stainthorpe y el guitarrista Andrew Craighan siempre han mantenido el costado doom en su propuesta y la atmósfera de miseria tomada de imágenes de castillos en ruinas, fantasmas de amantes, flores marchitas y retratos cubiertos por el polvo del tiempo y del olvido.
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Más allá de esa instancia electrónica que fue 34.788%… Complete y el lanzamiento neoclásico Evinta, los periodos de abandono de las voces guturales han sido el cambio mayor en su estilo, manteniendo las letras literarias de Stainthorpe y el acompañamiento de violín como elementos más característicos de su sonido. Su constancia también dio lugar a ciertos momentos en las últimas dos décadas donde podían tornarse repetitivos, pero desde el alegremente titulado A Map of All Our Failures el sexteto viene con una seguidilla de muy buenos discos, así que me acerqué a A Mortal Binding, con fecha de edición del 19 de abril, con expectativas positivas.
El decimoquinto álbum de los de Halifax decide arrancar sin la más mínima sutileza, porque “Her Dominion” patea la puerta con una marcha lenta como caracol y densa como una ola de brea, y con la aparición de las voces podridas de Stainthorpe.
A pesar de la edad y del tiempo que pasó sin utilizarlas, el cantante hace estas voces con maestría y muy a menudo en la placa: con excepción de “Thornwyck Hymn” y “Unthroned Creed”, todas incluyen alguna instancia de voces deathmetaleras, y “Her Dominion” es la única que las utiliza de manera exclusiva. Sin embargo, creo que por eso es mi menos favorita de A Mortal Binding en el apartado vocal, sin ser para nada mala, porque dentro de la fórmula actual de My Dying Bride funcionan mejor con cierta dinámica de contraste. Como contrapartida, creo que es en “The Apocalyptist” donde las voces deathmetaleras de Stainthorpe funcionan mejor, más agresivas y monstruosas, donde además la combina con su estilo limpio y melódico dando una gran dinámica en la canción más larga del álbum.
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Como es de esperarse de un disco de My Dying Bride, A Mortal Binding es un disco que va siempre con marcha lenta y atmósfera de funeral en invierno. Los riffs a cargo de las guitarras de Andrew Craighan y Neil Blanchett (en su primer disco con la banda), el bajo pesado de Lena Abé, la batería letárgica pero no perezosa de Dan Mullins, y los teclados y violines de Shaun MacGowan, todo funciona como base para los lamentos románticos (en el sentido de romanticismo) de Stainthorpe. “A Starving Heart” acompaña esto con una delicada introducción acústica, al igual que con el adelanto “The 2nd of Three Bells”, donde la voz limpia hace maravillas.
Con 54 minutos en apenas siete canciones, se esperaría que el álbum fuera más complicado de escuchar de lo que es, pero la realidad es que cuando te atrapa ese tiempo se pasa volando sin problemas. En ningún momento se siente que las canciones sean más largas de lo que deberían ser, o que alguna parte esté de más: todo encaja de manera perfecta. Los riffs no serán una maravilla de originalidad, pero la manera en la que golpean directo al pecho compensan todo eso, haciendo su trabajo de crear atmósferas donde nunca se ve el sol.
En líneas generales, no hay nada nuevo en A Mortal Binding: todo su contenido es lo que uno esperaría de un álbum de My Dying Bride. Es oscuro, monolítico, elegante como un traje de luto y ciertamente un álbum que no es para cualquiera ni para escuchar en cualquier momento. Es un disco súper correcto dentro de la discografía de la Novia Moribunda, lo cual ya de por sí lo pone un escalón por encima de muchos otros álbumes “correctos” de otras bandas, y que agradará a los fans de su propuesta gótica.