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Crónica: Ignacio Azzarita
El pasado día de los enamorados en Copenhague tuvimos la cita perfecta, Opeth tocando en la preciosa sala de DR Koncerthuset. Dicho lugar es precioso y muy difícil de describir, cuenta con un recibidor en la planta baja, un salón enorme de fiestas con barra de bebidas en el primer piso y luego pisos más altos para acceder a los palcos y a donde se encontraba el escenario. El salón donde se realizan los conciertos es circular, con el escenario en el medio y una perfecta visión de todas partes. Demás está aclarar que el lugar no tiene sector para estar de pie, está todo amueblado con unas muy cómodas butacas.
Los encargados de abrir la velada fueron los suecos de Grand Magus, agrupación que ya tiene cierto renombre dentro de la escena heavy metal y que si bien contaban con varios fanáticos entre los asistentes, no generaron mucho interés en el público. Creo que esto fue debido a que no contaron con un buen sonido y que por momentos su presentación fue muy pausada. Recién en su última canción, “Hammer of the North”, tuvieron una respuesta más positiva del público en general.
Debo reconocer que luego del pobre sonido, empecé a dudar sobre el lugar, pero cuando Opeth salió a escena confirmé que la acústica del lugar era maravillosa. Fue una diferencia de equipos y de calidad de sonido de las bandas.
Como ya di a entender en el párrafo anterior, Opeth contó con un sonido maravilloso de principio a fin, donde se pudo apreciar cada riff, arreglo y detalle de todos los instrumentos a la perfección.
El concierto arrancó con el tema que abre su trabajo a presentar, “The Last Will and Testament”, editado el año pasado, y continuó con dos clásicos del grupo a puro death metal, las geniales y festejadas “Master’s Apprentice” y “The Leper Affinity”, que finalizó con un solo de teclado hermoso y de vuelta al último trabajado con la particular “§7”.
Llegó el momento donde el gran Mikael, líder indiscutido de la banda, desplegó su gran personalidad arrojando púas a la primera fila y conversando mucho con la gente, utilizando un idioma hermano del local, el sueco. Debido a esto, no pude entender qué chistes y comentarios realizó, pero puedo confirmar que la reacción del público a esto fue muy buena.
La lista prosiguió con canciones más tranquilas, con “Häxprocess” del entonces polémico Heritage del 2011 y la aclamada “In My Time of Need” de la obra maestra Damnation, donde la banda pidió al público que cante el estribillo, pero extrañamente hubo poca respuesta al pedido.
La agresión volvió a hacerse presente con la épica “The Night and the Silent Water”, donde pudimos apreciar unos riffs impresionantes y muy emotivos que hicieron temblar la tan bella sala. Prosiguieron “§3” del último disco y la inmensa “Ghost of Perdition”, la más ovacionada de la noche y que fue seguida por la calma “Story Never Told”, que finaliza el álbum a presentar, y también la primera parte del set.
Con un público maravillado con la perfecta ejecución de los músicos y el tremendo show que estábamos viviendo, la banda volvió para hacer la ya clásica “Sorceress” y la canción final en todos los conciertos del grupo, “Deliverance”, que durante el extenso final entrecortado que tiene, todos los presentes se pusieron de pie para mover su cabeza y agitar sus puños. Finalizada esta composición, los músicos saludaron y se fueron con una muy merecida y ganada ovación de aproximadamente 5 minutos.
Sin duda, Opeth es uno de los proyectos más interesantes que salió de la escena extrema de los 90 y que siguen generando música y shows de una calidad enorme, una banda que hay que ver en vivo al menos una vez, antes de partir hacia otro plano.
Foto portada: Anne Marie Forker
Etiquetas: Copenhague, Dinamarca, DR Koncerthuset, Grand Magus, Heavy Metal, Live Nation, Live Nation DK, metal progresivo, Opeth, Rock Progresivo
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Crónica: Ignacio Azzarita
El pasado día de los enamorados en Copenhague tuvimos la cita perfecta, Opeth tocando en la preciosa sala de DR Koncerthuset. Dicho lugar es precioso y muy difícil de describir, cuenta con un recibidor en la planta baja, un salón enorme de fiestas con barra de bebidas en el primer piso y luego pisos más altos para acceder a los palcos y a donde se encontraba el escenario. El salón donde se realizan los conciertos es circular, con el escenario en el medio y una perfecta visión de todas partes. Demás está aclarar que el lugar no tiene sector para estar de pie, está todo amueblado con unas muy cómodas butacas.
Los encargados de abrir la velada fueron los suecos de Grand Magus, agrupación que ya tiene cierto renombre dentro de la escena heavy metal y que si bien contaban con varios fanáticos entre los asistentes, no generaron mucho interés en el público. Creo que esto fue debido a que no contaron con un buen sonido y que por momentos su presentación fue muy pausada. Recién en su última canción, “Hammer of the North”, tuvieron una respuesta más positiva del público en general.
Debo reconocer que luego del pobre sonido, empecé a dudar sobre el lugar, pero cuando Opeth salió a escena confirmé que la acústica del lugar era maravillosa. Fue una diferencia de equipos y de calidad de sonido de las bandas.
Como ya di a entender en el párrafo anterior, Opeth contó con un sonido maravilloso de principio a fin, donde se pudo apreciar cada riff, arreglo y detalle de todos los instrumentos a la perfección.
El concierto arrancó con el tema que abre su trabajo a presentar, “The Last Will and Testament”, editado el año pasado, y continuó con dos clásicos del grupo a puro death metal, las geniales y festejadas “Master’s Apprentice” y “The Leper Affinity”, que finalizó con un solo de teclado hermoso y de vuelta al último trabajado con la particular “§7”.
Llegó el momento donde el gran Mikael, líder indiscutido de la banda, desplegó su gran personalidad arrojando púas a la primera fila y conversando mucho con la gente, utilizando un idioma hermano del local, el sueco. Debido a esto, no pude entender qué chistes y comentarios realizó, pero puedo confirmar que la reacción del público a esto fue muy buena.
La lista prosiguió con canciones más tranquilas, con “Häxprocess” del entonces polémico Heritage del 2011 y la aclamada “In My Time of Need” de la obra maestra Damnation, donde la banda pidió al público que cante el estribillo, pero extrañamente hubo poca respuesta al pedido.
La agresión volvió a hacerse presente con la épica “The Night and the Silent Water”, donde pudimos apreciar unos riffs impresionantes y muy emotivos que hicieron temblar la tan bella sala. Prosiguieron “§3” del último disco y la inmensa “Ghost of Perdition”, la más ovacionada de la noche y que fue seguida por la calma “Story Never Told”, que finaliza el álbum a presentar, y también la primera parte del set.
Con un público maravillado con la perfecta ejecución de los músicos y el tremendo show que estábamos viviendo, la banda volvió para hacer la ya clásica “Sorceress” y la canción final en todos los conciertos del grupo, “Deliverance”, que durante el extenso final entrecortado que tiene, todos los presentes se pusieron de pie para mover su cabeza y agitar sus puños. Finalizada esta composición, los músicos saludaron y se fueron con una muy merecida y ganada ovación de aproximadamente 5 minutos.
Sin duda, Opeth es uno de los proyectos más interesantes que salió de la escena extrema de los 90 y que siguen generando música y shows de una calidad enorme, una banda que hay que ver en vivo al menos una vez, antes de partir hacia otro plano.
Foto portada: Anne Marie Forker
Etiquetas: Copenhague, Dinamarca, DR Koncerthuset, Grand Magus, Heavy Metal, Live Nation, Live Nation DK, metal progresivo, Opeth, Rock Progresivo