“Obsidian” es el decimosexto álbum en la carrera de tres décadas de Paradise Lost, la leyenda británica del Gothic-Death-Doom Metal, por acotar las categorizaciones. El quinteto formado por Nick Holmes (voz), Greg Mackintosh (guitarra), Aaron Aedy, (guitarra), Steve Edmonson (bajo) y Adrian Erlandsson (batería) lanzó su obra, nuevamente, a través del sello Nuclear Blast.

El disco comienza con “Darker Thoughts”, el tercer corte de difusión que tuvo un gran videoclip. La música empieza calma, melancólica, con arpegios de guitarra acústica, y lo que parece un cuarteto de cuerdas clásico, y una voz limpia con coros muy bien logrados, hasta que el tema estalla con la distorsión y la batería que sabíamos que llegarían, junto con los guturales de Holmes. Los momentos en los que el bajo suena en primer plano son excelentes, así como el solo de guitarra de Mackintosh. La letra tiene una advertencia muy adecuada para los tiempos que corren: “esta calle de un solo sentido que sigues te matará.”

Continúa con “Fall From Grace”, el segundo corte de difusión, con otro videoclip excelente. El comienzo es más directo y contundente, con la guitarra y la voz ya en pleno despliegue de su potencia. El riff de guitarra es sobresaliente. La voz sigue alternando entre guturales y momentos “limpios”. El sentimiento de pérdida y el duelo, atraviesan toda la sonoridad, y el trabajo de guitarras jamás deja de ser impecable; eso ya podíamos imaginarlo antes de escuchar el álbum.

“Ghosts”, el primer corte difusión con un lyric video, tiene un estilo más Rock Gótico, y empieza con un bajo clásico de ese género, tanto como la cadencia de Holmes al cantar. Las guitarras son espectaculares. Mackinstosh es un artista que sabe penetrar la memoria emocional de las personas, y hacer que sus melodías se alojen allí el tiempo que ellas quieran. Vuelve a demostrarlo en “The Devil Embraced”, un track que no cede un ápice en la fuerza que viene entregando el álbum. Las melodías, machaques y solos de guitarra son geniales, como siempre. Aparece un teclado, y los efectos del bajo también empiezan a mostrar que hay allí todo un repertorio que seguirá extendiéndose.

“Forsaken” se inicia con un teclado que pronto da paso a un estallido del resto de los instrumentos, aunque la voz es tranquila. Otra vez el bajo se hace notar. Decir que lo que Mackintosh hace es magistral ya no tiene sentido: habría que repetirlo para cada canción del disco. La batería, hay que expresarlo, es sólida. Paradise Lost es una banda sin puntos débiles: simplemente no los tiene.  

El recorrido sigue con “Serenity” y al contrario de lo que podría esperarse, en función del título, arranca al frente, con mucho poderío, e invita a sacudir la cabeza en un momento en el que el oyente ya apostaría el alma a que este disco no tiene un solo tema “de relleno”. La letra reza: “hasta que el último reino caiga.” Cortes muy interesantes, grandes riffs. Maldición: la magia de Mackintosh es adictiva. Hay que admitir que su sonido tiene reminiscencias clásicas que, sin dudas, le aportan esa cualidad, es decir, no por nada los clásicos son clásicos.

“Ending Days” también tiene un estilo más Rock Gótico. El bajo robusto, los arpegios de guitarra flotando hasta que estalla el riff. La magia sigue ahí. Ya sabemos de qué y de quién hablamos, siempre. Se puede apostar más que el alma a que en este disco no habrá momentos de poca inspiración. Este tema también incorpora una sección de cuerdas.

No vamos a poder respirar tranquilos. “Hope Ends Young” irrumpe siguiendo la veta más gótica, en todo sentido: voz, batería, guitarras, bajo. “La esperanza muere joven” pero no la esperanza de que este disco seguirá impactando y “Ravenghast” lo demuestra: “los ricos se fueron (…) los mentirosos encontrados”. Teclados ominosos, el resto de la instrumentación pisa fuerte y vamos hacia donde nos lleve la música. Un tema pesado, denso, bien oscuro, a lo Paradise Lost. ¿Está mal, solo decir “Mackinstosh” en cada tema que quede del álbum? La sola palabra es suficiente: por los riffs, por los solos, por la composición, por esa marca distintiva que tiene todo lo que hace, todo lo que toca, porque lo mismo sucede en Vallenfyre y Strigoi, por ejemplo.

“Hear the Night” nos muestra a Holmes alcanzando puntos más agudos en su registro vocal, alternando con los momentos de bestialidad, que tan bien domina. Mackintosh. Y sí, Mackistosh en “Defiler”, que advierte sobre “la amenaza imparable destinada a evolucionar”. El tema cierra un disco que, claramente, hizo ganar la apuesta a quienes apostaron: “Obsidian” se alza glorioso en la discografía de Paradise Lost.