


Hoy en día se cuenta con una apertura musical más amplia que en épocas anteriores. Antes todo estaba más sectorizado, musicalmente hablando. Actualmente esas barreras se van moviendo y podemos apreciar propuestas que hace años atrás eran impensables. Como es el caso de la fusión de la música electrónica con el metal. Pero no me estoy refiriendo a bandas metaleras con teclados o synths encima, sino más bien a DJs que buscan componer metal usando pistas de música electrónica. Esto también lo hacen con algún instrumento más rockero en escena.
El principal exponente de esta propuesta es Perturbator, DJ francés también fanático del metal.
El 22/11 en Den Grå Hal, ubicado en el famoso barrio de Christiannia, Copenhague, él se presentó en el marco de su extenso tour por toda Europa, en el cual lleva como soporte a Gost y a Kaelan Mikla.
Gost abrió la noche. Proyecto de dos personas: un DJ que llevaba una máscara negra, una campera de cuero y una remera de Incubus. Pero no de la famosa banda alternativa, sino de una banda de death/thrash estadounidense de culto. El siguiente integrante era un bajista con el look típico de un metalero promedio. La propuesta fue una serie de pistas y bases muy pesadas, ruidosas y metaleras, que se iban entrecortando con sonidos agudos que salían disparados desde la consola.
El bajo iba acompañando las pistas con bastante agresividad. Iba marcando las bases y sumando contundencia. Su sonido era peculiar, ya que estaba pasado por muchos efectos y sonaba menos grave que un bajo metalero promedio. Tras una presentación de 30 minutos, se retiraron del escenario aplaudidos.
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La segunda banda en presentarse fue el trío islandés Kaelan Mikla. Este consiste en una tecladista, una bajista y una vocalista, con una propuesta más tranquila, inspirada en el synthwave y el neofolk electrónico.
La tecladista iba disparando pistas rítmicas, mientras decoraba con teclados que le daban personalidad a la canción. La bajista hacía bases graves, jugando con los ritmos, mientras la vocalista entonaba de manera muy sentida las canciones, pasando de la dulzura a la locura en un segundo.
El público contempló la íntima presentación con asombro y respeto, ya que era una propuesta más para apreciar en tranquilidad. El gran final fue con las tres gritando con total desquicio, con unas bases poderosas y ruidosas de fondo. Un final excelente.
Esto dejó en claro que nos encontrábamos viendo música electrónica en un formato poco habitual. Este evento no estaba pensado como una rave, sino más bien como un concierto de metal.
Los dos integrantes tomaron sus posiciones, ambos en una tarima que se encontraba en el centro del escenario. A la derecha, el baterista Dylan Hyard, y a su izquierda el DJ y dueño del nombre Perturbator.
El puntapié inicial fue dado con una seguidilla brutal: “Lunacy”, “Excess” y “The Art of War”. Estas canciones demostraron que estábamos más cerca de un concierto que de una rave, ya que estaban bien marcadas y había breves pausas o interludios entre ellas. A su vez, los músicos estaban en posición haciendo headbanging como si estuvieran tocando en un grupo de metal extremo.
Muchas bases o ritmos de batería eran propios del metal. Hubo momentos en los que, si en vez de un teclado o una base electrónica hubiera una guitarra, estaríamos hablando de un grupo de música pesada.
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Perturbator mostró un gran despliegue a la hora de elegir las bases y mezclarlas con teclados, voces y algunos simples arreglos de guitarra. Nada desentonó y todo formó una armonía y conjunción genial con la batería.
El baterista tuvo una presentación excelente. Para tocar estilos electrónicos hay que ser muy preciso y meticuloso, y él lo fue. Cada golpe iba en el momento justo. Sus ritmos eran muy interesantes, ya que mezclaban metal con algunos arreglos más poperos. Sin duda sus intervenciones le dieron un gran punto extra al concierto.
La escenografía fue austera, pero excelente. Ambos estaban ubicados arriba de una tarima que se cerraba y abría según la canción. A su vez, contaban con un juego de luces excelente y diverso. Estas se iban combinando y generando efectos muy entretenidos, acompañando muy bien la música y dando aún más ganas de bailar.
El público estuvo enloquecido: hubo desde gente que no paró de bailar hasta otros que no aguantaron y formaron un gran moshpit en el centro de la sala.
Tras poco más de una hora de presentación, los músicos se retiraron con una gran ovación y el pedido general de más canciones, pero este no fue cumplido.
Perturbator demostró que está para romper esquemas y unir dos mundos que parecían completamente ajenos. Esto deja en claro que hoy en día hay una mayor apertura musical y que es posible que dos géneros totalmente opuestos convivan en armonía.



Hoy en día se cuenta con una apertura musical más amplia que en épocas anteriores. Antes todo estaba más sectorizado, musicalmente hablando. Actualmente esas barreras se van moviendo y podemos apreciar propuestas que hace años atrás eran impensables. Como es el caso de la fusión de la música electrónica con el metal. Pero no me estoy refiriendo a bandas metaleras con teclados o synths encima, sino más bien a DJs que buscan componer metal usando pistas de música electrónica. Esto también lo hacen con algún instrumento más rockero en escena.
El principal exponente de esta propuesta es Perturbator, DJ francés también fanático del metal.
El 22/11 en Den Grå Hal, ubicado en el famoso barrio de Christiannia, Copenhague, él se presentó en el marco de su extenso tour por toda Europa, en el cual lleva como soporte a Gost y a Kaelan Mikla.
Gost abrió la noche. Proyecto de dos personas: un DJ que llevaba una máscara negra, una campera de cuero y una remera de Incubus. Pero no de la famosa banda alternativa, sino de una banda de death/thrash estadounidense de culto. El siguiente integrante era un bajista con el look típico de un metalero promedio. La propuesta fue una serie de pistas y bases muy pesadas, ruidosas y metaleras, que se iban entrecortando con sonidos agudos que salían disparados desde la consola.
El bajo iba acompañando las pistas con bastante agresividad. Iba marcando las bases y sumando contundencia. Su sonido era peculiar, ya que estaba pasado por muchos efectos y sonaba menos grave que un bajo metalero promedio. Tras una presentación de 30 minutos, se retiraron del escenario aplaudidos.
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La tecladista iba disparando pistas rítmicas, mientras decoraba con teclados que le daban personalidad a la canción. La bajista hacía bases graves, jugando con los ritmos, mientras la vocalista entonaba de manera muy sentida las canciones, pasando de la dulzura a la locura en un segundo.
El público contempló la íntima presentación con asombro y respeto, ya que era una propuesta más para apreciar en tranquilidad. El gran final fue con las tres gritando con total desquicio, con unas bases poderosas y ruidosas de fondo. Un final excelente.
Esto dejó en claro que nos encontrábamos viendo música electrónica en un formato poco habitual. Este evento no estaba pensado como una rave, sino más bien como un concierto de metal.
Los dos integrantes tomaron sus posiciones, ambos en una tarima que se encontraba en el centro del escenario. A la derecha, el baterista Dylan Hyard, y a su izquierda el DJ y dueño del nombre Perturbator.
El puntapié inicial fue dado con una seguidilla brutal: “Lunacy”, “Excess” y “The Art of War”. Estas canciones demostraron que estábamos más cerca de un concierto que de una rave, ya que estaban bien marcadas y había breves pausas o interludios entre ellas. A su vez, los músicos estaban en posición haciendo headbanging como si estuvieran tocando en un grupo de metal extremo.
Muchas bases o ritmos de batería eran propios del metal. Hubo momentos en los que, si en vez de un teclado o una base electrónica hubiera una guitarra, estaríamos hablando de un grupo de música pesada.
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El baterista tuvo una presentación excelente. Para tocar estilos electrónicos hay que ser muy preciso y meticuloso, y él lo fue. Cada golpe iba en el momento justo. Sus ritmos eran muy interesantes, ya que mezclaban metal con algunos arreglos más poperos. Sin duda sus intervenciones le dieron un gran punto extra al concierto.
La escenografía fue austera, pero excelente. Ambos estaban ubicados arriba de una tarima que se cerraba y abría según la canción. A su vez, contaban con un juego de luces excelente y diverso. Estas se iban combinando y generando efectos muy entretenidos, acompañando muy bien la música y dando aún más ganas de bailar.
El público estuvo enloquecido: hubo desde gente que no paró de bailar hasta otros que no aguantaron y formaron un gran moshpit en el centro de la sala.
Tras poco más de una hora de presentación, los músicos se retiraron con una gran ovación y el pedido general de más canciones, pero este no fue cumplido.
Perturbator demostró que está para romper esquemas y unir dos mundos que parecían completamente ajenos. Esto deja en claro que hoy en día hay una mayor apertura musical y que es posible que dos géneros totalmente opuestos convivan en armonía.




