The Lunar Injection Kool Aid Eclipse Conspiracy (2021)
Nuclear Blast
1. Expanding the Head of Zed
2. The Triumph of King Freak (A Crypt of Preservation and Superstition)
3. The Ballad of Sleazy Rider
4. Hovering Over the Dull Earth
5. Shadow of the Cemetery Man
6. A Brief Static Hum and Then the Radio Blared
7. 18th Century Cannibals, Excitable Morlocks and a One-Way Ticket On the Ghost Train
8. The Eternal Struggles of the Howling Man
9. The Much Talked of Metamorphosis
10. The Satanic Rites of Blacula
11. Shower of Stones
12. Shake Your Ass-Smoke Your Grass
13. Boom-Boom-Boom
14. What You Gonna Do with That Gun Mama
15. Get Loose
16. The Serenity of Witches
17. Crow Killer Blues
Mentiría si dijera que enterarme del título del nuevo álbum de Rob Zombie me dio esperanzas acerca del mismo. Desde hace al menos una década, el cantante parece bautizar cada uno de sus nuevos trabajos señalando palabras al azar en el diccionario, algo que no es necesariamente nuevo en una obra donde los títulos largos son la regla más que la excepción, pero que en discos como “Astro-Creep: 2000” o “Hellbilly Deluxe” se limitaba a los subtítulos y hacía más fácil hablar sobre ellos. Pero hagamos lo contrario a lo que hace Zombie al momento de pensar cómo llamar a sus discos y vayamos al punto.
A decir verdad, creo que es un tanto complicado hablar sobre cada nuevo disco de Rob Zombie si uno es de los que cree que el estadounidense no se toma muy en serio su carrera musical. No digo que esto sea algo negativo o que directamente no le importe su música, pero algo me dice que el exvocalista de White Zombie está más que contento con su carrera como director de cine y que su música no está en lo más alto de sus prioridades, aunque ambos sean canales para proyectar su amor por esa estética de cine Clase B. Pero esto lleva, en mi opinión, a ciertas faltas en el área del control de calidad, con los discos sintiéndose como Rob Zombie tirando cualquier cosa a la pared para ver qué queda pegado. Y justamente el álbum anterior “The Electric Warlock Acid Witch Satanic Orgy Celebration Dispenser” (2016) había sido uno de los peores de su discografía, mostrando todas esas características anteriores acompañadas por una buena dosis de relleno y poquísimo material para rescatar, haciéndolo una experiencia particularmente complicada incluso teniendo poco más de media hora y casi sin canciones que superaran los tres minutos.
Ese antecedente me había predispuesto de manera negativa para “The Lunar Injection Kool Aid Eclipse Conspiracy”, editado el 12 de marzo a través de Nuclear Blast, pero sorprendentemente el álbum me terminó pareciendo de los mejores trabajos que haya sacado el Muerto Vivo en la última década. Esto no quiere decir que sea un trabajo perfecto siendo que tiene fallas bastante evidentes de las que vamos a hablar más tarde, pero tiene más puntos positivos que negativos.
Me estuve debatiendo acerca de si es que el material funciona por si mismo o es que Rob Zombie terminó bajando los estándares a niveles tan bajos que cualquier cosa mínimamente decente termina quedando como una maravilla. Pero creo que debe ser lo primero, porque Rob no está haciendo mucho de verdad diferente en “The Lunar Injection…”: las canciones siguen siendo un rejunte de ideas que los músicos parecen hacer tripas corazón para organizar de manera más o menos coherente, siguen estando los samples de películas que sólo Rob conoce, las letras siguen siendo bastante idiotas y las voces graciosas y filtros siguen en su lugar. Incluso los músicos siguen siendo los mismos, conformando la primera formación solista de Zombie en grabar tres álbumes seguidos.
Creo que lo que hace funcionar a “The Lunar Injection…” es que es un disco con mucho ritmo y divertido, algo que siempre me pareció una parte esencial tanto de la fórmula Zombie tanto en su banda madre como en su carrera solista: su estética estará sacada del cine de terror y exploitation, pero los mejores momentos de su carrera son rifferos, bailables o de riffs bailables, y este séptimo álbum no es la excepción, donde también ayuda que las canciones sean un poco más largas que de costumbre. Esto se ve en “The Triumph of King Freak”, con un groove de regusto numetalero y hasta breaks funkies, y “The Eternal Struggles of the Howling Man”, un hard rock acelerado que da ganas de ir a toda velocidad por una ruta en medio del desierto. Ambas son tan obviamente entretenidas que fueron lanzadas como singles, pero también hay material para destacar dentro álbum en si.
“The Ballad of Sleazy Rider” es un track con título de parodia porno y que antes del estribillo dice “wabalaba wabalabadú”, una combinación de decisiones horribles que termina funcionando por el carisma de Zombie, además de una guitarra bluesera con mucha clase. No es la única que toma algo de esas influencias, porque “18th Century Cannibals” es mitad metal industrial, mitad bluegrass de guitarra acústica y armónica, con Zombie cantando como si estuviera sonando a través de una radio vieja. A esto también se le puede sumar “Boom-Boom-Boom”, lenta y hasta siniestra, y la final “Crow Killer Blues”, que se siente como el gran opus del álbum con sus múltiples secciones.
Pasando a los puntos negativos de la placa, el más evidente es el de los interludios: yo no estoy en contra de la inclusión de estos tracks cortos entre canciones, pero este es un caso donde no termino de entender cuál es la utilidad de los mismos. Ruidos raros, collages sonoros, samples de películas, todas estas son cosas que se podrían meter en las canciones normales. El único interludio que me termina de convencer es “The Much Talked of Metamorphosis”, un instrumental acústico con una profundidad que no se suele ver en los discos solistas de Zombie, y que además funciona al ser una canción de verdad. El resto me parecen perfectamente desechables, a menos que sean parte de alguna estrategia para Spotify, pero por suerte son cortas.
Y ya que hablaba antes de que las canciones se sentían más desarrolladas, tendría que aclarar que eso aplica a la mayoría pero no a todas: “The Satanic Rites of Blacula” tiene buenas ideas para hacer una canción entretenida, pero Zombie la corta antes de llegar siquiera a los dos minutos y medio y se siente directamente sin terminar. También está “Get Loose”, que tiene más tiempo para desarrollarse pero nunca deja de parecer un reciclaje de riffs pasados sin nada como para mantenerlos frescos.
“The Lunar Injection…” es un disco que va a lo seguro, como absolutamente todos los discos de Rob Zombie: su rock industrial de temática de terror es algo tan propio y establecido que nada indica que el estadounidense vaya a moverse aunque sea un milímetro de su fórmula. Pero la gracia con este nuevo álbum está en que Zombie y el guitarrista John 5 parecen haber estado enfocados en su tarea, por lo que nada será nuevo pero está bien presentado. Hay cosas que se podrían haber quedado en el estudio, ideas que se podrían haber desarrollado mejor y casi todos los interludios se podrían haber cortado, pero a fin de cuentas es un trabajo sorprendentemente sólido, que no se alarga mucho y que mejora en todos los aspectos con respecto a los últimos discos solistas. Aunque siga sin llegar a hacerle sombra a los álbumes clásicos de Zombie, es uno que gustará a sus fans y que los curiosos podrán chequear sin miedo.
The Lunar Injection Kool Aid Eclipse Conspiracy (2021)
Nuclear Blast
1. Expanding the Head of Zed
2. The Triumph of King Freak (A Crypt of Preservation and Superstition)
3. The Ballad of Sleazy Rider
4. Hovering Over the Dull Earth
5. Shadow of the Cemetery Man
6. A Brief Static Hum and Then the Radio Blared
7. 18th Century Cannibals, Excitable Morlocks and a One-Way Ticket On the Ghost Train
8. The Eternal Struggles of the Howling Man
9. The Much Talked of Metamorphosis
10. The Satanic Rites of Blacula
11. Shower of Stones
12. Shake Your Ass-Smoke Your Grass
13. Boom-Boom-Boom
14. What You Gonna Do with That Gun Mama
15. Get Loose
16. The Serenity of Witches
17. Crow Killer Blues
Mentiría si dijera que enterarme del título del nuevo álbum de Rob Zombie me dio esperanzas acerca del mismo. Desde hace al menos una década, el cantante parece bautizar cada uno de sus nuevos trabajos señalando palabras al azar en el diccionario, algo que no es necesariamente nuevo en una obra donde los títulos largos son la regla más que la excepción, pero que en discos como “Astro-Creep: 2000” o “Hellbilly Deluxe” se limitaba a los subtítulos y hacía más fácil hablar sobre ellos. Pero hagamos lo contrario a lo que hace Zombie al momento de pensar cómo llamar a sus discos y vayamos al punto.
A decir verdad, creo que es un tanto complicado hablar sobre cada nuevo disco de Rob Zombie si uno es de los que cree que el estadounidense no se toma muy en serio su carrera musical. No digo que esto sea algo negativo o que directamente no le importe su música, pero algo me dice que el exvocalista de White Zombie está más que contento con su carrera como director de cine y que su música no está en lo más alto de sus prioridades, aunque ambos sean canales para proyectar su amor por esa estética de cine Clase B. Pero esto lleva, en mi opinión, a ciertas faltas en el área del control de calidad, con los discos sintiéndose como Rob Zombie tirando cualquier cosa a la pared para ver qué queda pegado. Y justamente el álbum anterior “The Electric Warlock Acid Witch Satanic Orgy Celebration Dispenser” (2016) había sido uno de los peores de su discografía, mostrando todas esas características anteriores acompañadas por una buena dosis de relleno y poquísimo material para rescatar, haciéndolo una experiencia particularmente complicada incluso teniendo poco más de media hora y casi sin canciones que superaran los tres minutos.
Ese antecedente me había predispuesto de manera negativa para “The Lunar Injection Kool Aid Eclipse Conspiracy”, editado el 12 de marzo a través de Nuclear Blast, pero sorprendentemente el álbum me terminó pareciendo de los mejores trabajos que haya sacado el Muerto Vivo en la última década. Esto no quiere decir que sea un trabajo perfecto siendo que tiene fallas bastante evidentes de las que vamos a hablar más tarde, pero tiene más puntos positivos que negativos.
Me estuve debatiendo acerca de si es que el material funciona por si mismo o es que Rob Zombie terminó bajando los estándares a niveles tan bajos que cualquier cosa mínimamente decente termina quedando como una maravilla. Pero creo que debe ser lo primero, porque Rob no está haciendo mucho de verdad diferente en “The Lunar Injection…”: las canciones siguen siendo un rejunte de ideas que los músicos parecen hacer tripas corazón para organizar de manera más o menos coherente, siguen estando los samples de películas que sólo Rob conoce, las letras siguen siendo bastante idiotas y las voces graciosas y filtros siguen en su lugar. Incluso los músicos siguen siendo los mismos, conformando la primera formación solista de Zombie en grabar tres álbumes seguidos.
Creo que lo que hace funcionar a “The Lunar Injection…” es que es un disco con mucho ritmo y divertido, algo que siempre me pareció una parte esencial tanto de la fórmula Zombie tanto en su banda madre como en su carrera solista: su estética estará sacada del cine de terror y exploitation, pero los mejores momentos de su carrera son rifferos, bailables o de riffs bailables, y este séptimo álbum no es la excepción, donde también ayuda que las canciones sean un poco más largas que de costumbre. Esto se ve en “The Triumph of King Freak”, con un groove de regusto numetalero y hasta breaks funkies, y “The Eternal Struggles of the Howling Man”, un hard rock acelerado que da ganas de ir a toda velocidad por una ruta en medio del desierto. Ambas son tan obviamente entretenidas que fueron lanzadas como singles, pero también hay material para destacar dentro álbum en si.
“The Ballad of Sleazy Rider” es un track con título de parodia porno y que antes del estribillo dice “wabalaba wabalabadú”, una combinación de decisiones horribles que termina funcionando por el carisma de Zombie, además de una guitarra bluesera con mucha clase. No es la única que toma algo de esas influencias, porque “18th Century Cannibals” es mitad metal industrial, mitad bluegrass de guitarra acústica y armónica, con Zombie cantando como si estuviera sonando a través de una radio vieja. A esto también se le puede sumar “Boom-Boom-Boom”, lenta y hasta siniestra, y la final “Crow Killer Blues”, que se siente como el gran opus del álbum con sus múltiples secciones.
Pasando a los puntos negativos de la placa, el más evidente es el de los interludios: yo no estoy en contra de la inclusión de estos tracks cortos entre canciones, pero este es un caso donde no termino de entender cuál es la utilidad de los mismos. Ruidos raros, collages sonoros, samples de películas, todas estas son cosas que se podrían meter en las canciones normales. El único interludio que me termina de convencer es “The Much Talked of Metamorphosis”, un instrumental acústico con una profundidad que no se suele ver en los discos solistas de Zombie, y que además funciona al ser una canción de verdad. El resto me parecen perfectamente desechables, a menos que sean parte de alguna estrategia para Spotify, pero por suerte son cortas.
Y ya que hablaba antes de que las canciones se sentían más desarrolladas, tendría que aclarar que eso aplica a la mayoría pero no a todas: “The Satanic Rites of Blacula” tiene buenas ideas para hacer una canción entretenida, pero Zombie la corta antes de llegar siquiera a los dos minutos y medio y se siente directamente sin terminar. También está “Get Loose”, que tiene más tiempo para desarrollarse pero nunca deja de parecer un reciclaje de riffs pasados sin nada como para mantenerlos frescos.
“The Lunar Injection…” es un disco que va a lo seguro, como absolutamente todos los discos de Rob Zombie: su rock industrial de temática de terror es algo tan propio y establecido que nada indica que el estadounidense vaya a moverse aunque sea un milímetro de su fórmula. Pero la gracia con este nuevo álbum está en que Zombie y el guitarrista John 5 parecen haber estado enfocados en su tarea, por lo que nada será nuevo pero está bien presentado. Hay cosas que se podrían haber quedado en el estudio, ideas que se podrían haber desarrollado mejor y casi todos los interludios se podrían haber cortado, pero a fin de cuentas es un trabajo sorprendentemente sólido, que no se alarga mucho y que mejora en todos los aspectos con respecto a los últimos discos solistas. Aunque siga sin llegar a hacerle sombra a los álbumes clásicos de Zombie, es uno que gustará a sus fans y que los curiosos podrán chequear sin miedo.