


En la segunda jornada del Rockstadt Extreme Fest se notó una clara mejora en los puestos de comida y bebida: ya no había largas colas, y acceder a la barra fue pan comido, algo que añadió comodidad y buen rollo al ambiente.
Entré al recinto justo cuando terminaba Omnium Gatherum, veteranos del death metal melódico. Quizá fuera el calor o lo temprano del día, pero la banda me resultó periférica, algo que también me pasó al seguir unos minutos a High Parasite. Con Aaron Stainthorpe (¿ex–líder de My Dying Bride?) al frente, repasaron todos los temas de su álbum debut Forever We Burn (2024). Al interpretar “Widowmaker”, recordaron el reciente fallecimiento de Ozzy Osbourne: pocas bandas, junto a Mastodon, han recordado al príncipe de las tinieblas en el festival.
Orange Goblin levantó el nivel inmediatamente en el escenario principal: los británicos desplegaron una participación entusiasta del público, recorriendo su extensa discografía con canciones extraídas de hasta 10 discos diferentes. El set fue tan variado como energético… aunque no lo pude disfrutar completo, pues me vi arrastrado al escenario pequeño: allí esperaban Brujería, o mejor dicho, el homenaje explosivo a Brujería. Fue, sin duda, una de las actuaciones más potentes del día: el público, con una fuerte presencia latinoamericana (mexicanos, argentinos, ecuatorianos, venezolanos) y europeos coreando sin descanso, hizo del show una celebración tan encendida como transversal.
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Los neoyorquinos Madball salieron directos a arrasar con “Heavenhell” y “Can’t Stop, Won’t Stop”, aprovechando el cambio de horario y escenario como auténticos profesionales. Diecisiete canciones seguidas, sin tiempo para respirar: Freddy Cricien vigorizaba al público desde el escenario corriendo de un lado al otro, arengando y saltando, con la intensidad que ya mostraron en Barcelona junto a Pennywise. Cerraron a todo trapo con “Pride”, “For My Enemies” y “Doc Marten Stomp”, dejando al público exhausto y satisfecho.
Desde Suecia, Soen comenzó con “Sincere” y “Antagonist”. Como ya he comentado en otras ocasiones, esta banda me va ganando poco a poco: su puesta en escena, los detalles en sus canciones y su sensibilidad escénica conectaron muy bien con el público. Cerraron con “Lotus” y “Violence”, dejando una atmósfera introspectiva cargada de emoción. Otrora acusados de ser simplemente una copia de Tool, estos suecos han ido evolucionando hasta hacerse de un público y sonido propio que les ha venido muy bien, como se pudo ver en la cantidad de gente que se acercó al escenario para verlos y disfrutar de sus riffs complejos y su atmósfera introspectiva.
Con un escenario teñido de rojo, Obituary irrumpió con “Redneck Stomp” y “Threatening Skies”, destrozando la noche de Râșnov con precisión y potencia. Los veteranos desataron una tormenta sonora en trece canciones, incluyendo un poderoso cover de Celtic Frost, “Circle of the Tyrants”, y finalizaron con “I’m In Pain” y “Straight to Hell” que resonaron como epítome de brutalidad controlada.
Oranssi Pazuzu, que conocía sólo de nombre, me atrajo por recomendación de amigos. Los finlandeses desplegaron su black metal psicodélico en el escenario pequeño, con una iluminación tenue que exaltaba la atmósfera lisérgica. Interpretaron temas únicamente de sus dos últimos lanzamientos: Mestarin kynsi (2020) y Muuntautuja (2024), envolviendo al público en una experiencia hipnótica —difícil olvidar esa vibra oscura y trance.
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While She Sleeps fue de los pocos grupos sin fotógrafos: el foso estaba ocupado por sus máquinas de fuego (ellas y las de Gojira). La banda arrancó con la furia de “Systematica” y “Civil Isolation”. Se vivió una comunión total entre banda y público: ambos cantando cada tema, saltando sin descanso. Aprovecharon al máximo la pantalla trasera, jugando con visuales que acompañaban la intensidad musical. Es fascinante ver cómo esta banda, originaria de Sheffield, formada en 2006, ha mantenido línea estable (la vocalista Loz Taylor se unió en 2009), lanzado seis álbumes de estudio (This Is the Six, Brainwashed, You Are We, So What?, Sleeps Society, Self Hell) y evolucionado desde su metalcore puro hacia algo más diverso. Cerraron derribando muros con “To the Flowers” y “Sleeps Society”. Buen sonido y buena interpretación, perfecta para los fans del género y no sé si mucha gente más. Mientras tanto, me desplacé al escenario secundario para presenciar a The Kovenant, quienes iniciaron con “The Sulphur Feast” y “Bizarre Cosmic Industries”, bañados en luces azules. Era el primer concierto con su nuevo guitarrista, Charles “Ghul” Hedger. Hubo audiencia, pero muchos seguían aún anclados en el principal, pues pocos minutos después comenzaría el esperado show de Within Temptation.
La velada de Within Temptation arrancó con la intensidad guerrera de “We Go to War”, con Sharon den Adel enmascarada evocando misterio y dramatismo. Continuaron con la devastadora “Bleed Out” y el coreado himno “Faster”. La banda neerlandesa tocó alrededor de 15 canciones, donde recorrieron su vasta trayectoria, pasando por unos 7 álbumes y cerraron de forma majestuosa con “Our Solemn Hour” y “Mother Earth”. Puede que el cambio de estilo que tengan no haya sido del agrado de todos, pero la multitud que se pudo ver como cabeza de cartel de su escenario demostró que hicieron lo correcto para acercarse a mucha más gente de lo que su sonido más explícitamente sinfónico hubiera podido.
Llegó el momento más esperado del día, y quizás del festival: Gojira salió al escenario con un arranque potente. “Only Pain”, “The Axe” y “Backbone” incendiaron el ambiente. Al igual que WSS, inicialmente no permitieron fotógrafos, pero más tarde cedieron para una sola canción, sin aviso previo, lo que explica la falta de fotos de cerca en esta crónica. Los franceses han escalado a estatus de cabeza de cartel en estadios europeos, británicos y sudamericanos; donde haber sido la primera banda de metal en tocar en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024, en una performance épica que incluyó una representación de María Antonieta decapitada y un retrato sonoro abrasador de “Ah! Ça Ira!”, les dio una exposición mucho mayor en medios de todo tipo. Durante el set no faltaron clásicos como “Another day”, “Silvera” o “Amazonia”, ni una gran cantidad de fuego con bastantes variables, luces, humo y la magnifica técnica de los hermanos Duplantier. Cerraron la presentación con: “L’enfant sauvage” y “The Gift Of Guilt”. Muchas veces se los clasifica como una banda de death metal o de metal progresivo, pero parece que Gojira ya superaron las burbujas de ambos estilos para llegar a algo más.
La segunda jornada del festival dejó una sensación de plenitud colectiva. Con una organización mucho más afinada y un ambiente vibrante desde temprano hasta la última nota, fue un día donde todo fluyó con naturalidad. La energía del público, la mezcla de culturas y el entusiasmo compartido crearon una atmósfera única que trascendía los conciertos.



En la segunda jornada del Rockstadt Extreme Fest se notó una clara mejora en los puestos de comida y bebida: ya no había largas colas, y acceder a la barra fue pan comido, algo que añadió comodidad y buen rollo al ambiente.
Entré al recinto justo cuando terminaba Omnium Gatherum, veteranos del death metal melódico. Quizá fuera el calor o lo temprano del día, pero la banda me resultó periférica, algo que también me pasó al seguir unos minutos a High Parasite. Con Aaron Stainthorpe (¿ex–líder de My Dying Bride?) al frente, repasaron todos los temas de su álbum debut Forever We Burn (2024). Al interpretar “Widowmaker”, recordaron el reciente fallecimiento de Ozzy Osbourne: pocas bandas, junto a Mastodon, han recordado al príncipe de las tinieblas en el festival.
Orange Goblin levantó el nivel inmediatamente en el escenario principal: los británicos desplegaron una participación entusiasta del público, recorriendo su extensa discografía con canciones extraídas de hasta 10 discos diferentes. El set fue tan variado como energético… aunque no lo pude disfrutar completo, pues me vi arrastrado al escenario pequeño: allí esperaban Brujería, o mejor dicho, el homenaje explosivo a Brujería. Fue, sin duda, una de las actuaciones más potentes del día: el público, con una fuerte presencia latinoamericana (mexicanos, argentinos, ecuatorianos, venezolanos) y europeos coreando sin descanso, hizo del show una celebración tan encendida como transversal.
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Los neoyorquinos Madball salieron directos a arrasar con “Heavenhell” y “Can’t Stop, Won’t Stop”, aprovechando el cambio de horario y escenario como auténticos profesionales. Diecisiete canciones seguidas, sin tiempo para respirar: Freddy Cricien vigorizaba al público desde el escenario corriendo de un lado al otro, arengando y saltando, con la intensidad que ya mostraron en Barcelona junto a Pennywise. Cerraron a todo trapo con “Pride”, “For My Enemies” y “Doc Marten Stomp”, dejando al público exhausto y satisfecho.
Desde Suecia, Soen comenzó con “Sincere” y “Antagonist”. Como ya he comentado en otras ocasiones, esta banda me va ganando poco a poco: su puesta en escena, los detalles en sus canciones y su sensibilidad escénica conectaron muy bien con el público. Cerraron con “Lotus” y “Violence”, dejando una atmósfera introspectiva cargada de emoción. Otrora acusados de ser simplemente una copia de Tool, estos suecos han ido evolucionando hasta hacerse de un público y sonido propio que les ha venido muy bien, como se pudo ver en la cantidad de gente que se acercó al escenario para verlos y disfrutar de sus riffs complejos y su atmósfera introspectiva.
Con un escenario teñido de rojo, Obituary irrumpió con “Redneck Stomp” y “Threatening Skies”, destrozando la noche de Râșnov con precisión y potencia. Los veteranos desataron una tormenta sonora en trece canciones, incluyendo un poderoso cover de Celtic Frost, “Circle of the Tyrants”, y finalizaron con “I’m In Pain” y “Straight to Hell” que resonaron como epítome de brutalidad controlada.
Oranssi Pazuzu, que conocía sólo de nombre, me atrajo por recomendación de amigos. Los finlandeses desplegaron su black metal psicodélico en el escenario pequeño, con una iluminación tenue que exaltaba la atmósfera lisérgica. Interpretaron temas únicamente de sus dos últimos lanzamientos: Mestarin kynsi (2020) y Muuntautuja (2024), envolviendo al público en una experiencia hipnótica —difícil olvidar esa vibra oscura y trance.
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While She Sleeps fue de los pocos grupos sin fotógrafos: el foso estaba ocupado por sus máquinas de fuego (ellas y las de Gojira). La banda arrancó con la furia de “Systematica” y “Civil Isolation”. Se vivió una comunión total entre banda y público: ambos cantando cada tema, saltando sin descanso. Aprovecharon al máximo la pantalla trasera, jugando con visuales que acompañaban la intensidad musical. Es fascinante ver cómo esta banda, originaria de Sheffield, formada en 2006, ha mantenido línea estable (la vocalista Loz Taylor se unió en 2009), lanzado seis álbumes de estudio (This Is the Six, Brainwashed, You Are We, So What?, Sleeps Society, Self Hell) y evolucionado desde su metalcore puro hacia algo más diverso. Cerraron derribando muros con “To the Flowers” y “Sleeps Society”. Buen sonido y buena interpretación, perfecta para los fans del género y no sé si mucha gente más. Mientras tanto, me desplacé al escenario secundario para presenciar a The Kovenant, quienes iniciaron con “The Sulphur Feast” y “Bizarre Cosmic Industries”, bañados en luces azules. Era el primer concierto con su nuevo guitarrista, Charles “Ghul” Hedger. Hubo audiencia, pero muchos seguían aún anclados en el principal, pues pocos minutos después comenzaría el esperado show de Within Temptation.
La velada de Within Temptation arrancó con la intensidad guerrera de “We Go to War”, con Sharon den Adel enmascarada evocando misterio y dramatismo. Continuaron con la devastadora “Bleed Out” y el coreado himno “Faster”. La banda neerlandesa tocó alrededor de 15 canciones, donde recorrieron su vasta trayectoria, pasando por unos 7 álbumes y cerraron de forma majestuosa con “Our Solemn Hour” y “Mother Earth”. Puede que el cambio de estilo que tengan no haya sido del agrado de todos, pero la multitud que se pudo ver como cabeza de cartel de su escenario demostró que hicieron lo correcto para acercarse a mucha más gente de lo que su sonido más explícitamente sinfónico hubiera podido.
Llegó el momento más esperado del día, y quizás del festival: Gojira salió al escenario con un arranque potente. “Only Pain”, “The Axe” y “Backbone” incendiaron el ambiente. Al igual que WSS, inicialmente no permitieron fotógrafos, pero más tarde cedieron para una sola canción, sin aviso previo, lo que explica la falta de fotos de cerca en esta crónica. Los franceses han escalado a estatus de cabeza de cartel en estadios europeos, británicos y sudamericanos; donde haber sido la primera banda de metal en tocar en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024, en una performance épica que incluyó una representación de María Antonieta decapitada y un retrato sonoro abrasador de “Ah! Ça Ira!”, les dio una exposición mucho mayor en medios de todo tipo. Durante el set no faltaron clásicos como “Another day”, “Silvera” o “Amazonia”, ni una gran cantidad de fuego con bastantes variables, luces, humo y la magnifica técnica de los hermanos Duplantier. Cerraron la presentación con: “L’enfant sauvage” y “The Gift Of Guilt”. Muchas veces se los clasifica como una banda de death metal o de metal progresivo, pero parece que Gojira ya superaron las burbujas de ambos estilos para llegar a algo más.
La segunda jornada del festival dejó una sensación de plenitud colectiva. Con una organización mucho más afinada y un ambiente vibrante desde temprano hasta la última nota, fue un día donde todo fluyó con naturalidad. La energía del público, la mezcla de culturas y el entusiasmo compartido crearon una atmósfera única que trascendía los conciertos.