La celebración del 30 aniversario de Saratoga iba a ser una cita ineludible en el calendario. No quisieron dejar fuera a compañeros de la escena musical y durante la noche pudimos ver varias sorpresas en el escenario. Cada una más especial, pero indudablemente el momento culminante de la noche fue ver a Tete y a Leo Jiménez sobre el escenario cantando al unísono. No es de extrañar que las entradas se agotaran días antes del evento.
Cierta previsión ante el llenazo de la banda madrileña, por ello a partir de las 19:00 se abrieron puertas pese a que el concierto no empezó hasta hora y tres cuartos más tarde. Para entonces la sala ya estaba de bote en bote.
Emotivo inicio en el que empezó a emitirse por la pantalla un pequeño dedicatorio en vídeo de algunos de los integrantes que han pasado por Saratoga: Fortu, Tony Hernando, Leo y Dani Pérez. Una intro muy emotiva que sirvió de pequeño homenaje para todos ellos y a la que siguió la entrada del batería, el Estepario Siberiano. Su fama le precede y el público arrancó en vítores en el momento que saltó a escena.
Tras él le siguieron Jero, Niko y Tete y empezó a sonar Tras las rejas. La cita era un momento especial y el setlist elegido para la ocasión no se quedó atrás. Disfrutamos de todos los temas emblemáticos que han marcado la carrera de Saratoga y de todas sus épocas. Desde aquel primer disco naive Saratoga (1995), pasando por el Agotarás (2002), disco que les encumbró en su día, hasta el más reciente Aeternus (2018).
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El despliegue para el DVD fue notable, y se notó que hasta el último detalle estaba bien cuidado. Tanto el juego de luces como el sonido rozaron la perfección durante todo el concierto. Pudimos escuchar en esta primera parte del concierto temas como No sufriré jamás por ti, Maldito corazón o El vuelo del halcón. Tras este último, Tete aprovechó la ocasión para pedir al público un cumpleaños feliz cantado dedicado a Niko y Jero. El público no dudó un segundo en seguirle el juego y fue uno de los momentos emotivos de la noche que dejaba patente el aire festivo y de celebración.
Morir en el bien dio paso a la primera sorpresa de la noche, Carlos y Jorge Escobedo (Sôber) fueron los primeros invitados en irrumpir en el escenario y eligieron nada más y nada menos que uno de los temas clave de Saratoga como es Perro traidor. La dupla de voces de Tete y Carlos elevó la canción a otra dimensión y el dúo de guitarras de Jero con Jorge hizo que pudiéramos deleitarnos con una base rítmica y melódica enriquecida.
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En este punto del concierto empezaron las invitaciones y no tardaron en salir los siguientes de la noche. No sin antes darle el relevo al Estepario Siberiano que amenizó entre tema y tema con un solo de batería en donde reinó el silencio en toda la sala. Y es que este chico, pese a su temprana edad, demuestra sobre la batería su nivel y afirmo sin miedo a equivocarme que tiene un futuro por delante muy prometedor. Como siempre que le he visto dejó a todo el mundo con la boca abierta con su energía, rapidez y su ejecución imperceptible en ocasiones al ojo humano.
Como bien decía, los siguientes en aparecer en escena fueron Víctor y Pablo García (Warcry). El tema elegido para ellos fue Mi ciudad, un tema que les va como anillo al dedo. Ver a Tete junto a Víctor fue otra de las delicias de la noche.
Tras el tema Niko aprovechó para tomar las riendas y se apoderó de la tarima para ofrecernos un solo de guitarra. El único que no tuvo momento de gloria propiamente dicho fue Jero, pues a lo largo del concierto pudimos disfrutar de varios solos de guitarra en los que conquistó la tarima.
El momento álgido de la noche no tardó en aparecer. Fue el momento de la última invitación, pero la más especial, con Leo Jiménez. Para muchos era impensable que Leo volviera a subirse a las tablas con Saratoga y con Tete, pero el tiempo lo cura todo y fuimos presentes de unos de los momentos más bonitos de la historia de Saratoga. Me atrevería a decir que incluso del metal en España.
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Leo y Tete cantando juntos Vientos de guerra y Si amaneciera. Creo que toda la sala se emocionó y he de admitir que hasta se me erizó la piel. Leo se esforzó en llegar a las tesituras de Tete y aunque se encuentra en un momento vocal delicado, cumplió sobremanera con su papel.
La noche se dió sin pausa y casi en un suspiro llegamos al final de la velada. Tras casi dos horas bien intensas la banda empezaba a despedirse y para ello eligió El olvidado de Dios y Como el viento.
Tras el amago de marchar, y sin hacerse mucho de rogar, Saratoga puso el broche final a la noche con Rojo fuego y Resurrección en las que Tete echó los restos alternando agudos con guturales en los estribillos.
Con el inconveniente del tiempo, quedaron muchos temas fuera, pero personalmente me hubiese gustado que rescataran Blanco y Marfil.
Para despedir el concierto todos los invitados salieron junto a la banda para celebrar con ellos y al final de la velada, Tete saltó al público en una barca customizada de Saratoga y a él le siguió el Estepario Siberiano.
La verdad es que el concierto superó con creces las expectativas, que no eran pocas y convirtieron la noche del sábado en una velada memorable y para recordar. Esperamos verles en muchos más aniversarios y que quede todavía mucho más tiempo de Saratoga para disfrutar.
La celebración del 30 aniversario de Saratoga iba a ser una cita ineludible en el calendario. No quisieron dejar fuera a compañeros de la escena musical y durante la noche pudimos ver varias sorpresas en el escenario. Cada una más especial, pero indudablemente el momento culminante de la noche fue ver a Tete y a Leo Jiménez sobre el escenario cantando al unísono. No es de extrañar que las entradas se agotaran días antes del evento.
Cierta previsión ante el llenazo de la banda madrileña, por ello a partir de las 19:00 se abrieron puertas pese a que el concierto no empezó hasta hora y tres cuartos más tarde. Para entonces la sala ya estaba de bote en bote.
Emotivo inicio en el que empezó a emitirse por la pantalla un pequeño dedicatorio en vídeo de algunos de los integrantes que han pasado por Saratoga: Fortu, Tony Hernando, Leo y Dani Pérez. Una intro muy emotiva que sirvió de pequeño homenaje para todos ellos y a la que siguió la entrada del batería, el Estepario Siberiano. Su fama le precede y el público arrancó en vítores en el momento que saltó a escena.
Tras él le siguieron Jero, Niko y Tete y empezó a sonar Tras las rejas. La cita era un momento especial y el setlist elegido para la ocasión no se quedó atrás. Disfrutamos de todos los temas emblemáticos que han marcado la carrera de Saratoga y de todas sus épocas. Desde aquel primer disco naive Saratoga (1995), pasando por el Agotarás (2002), disco que les encumbró en su día, hasta el más reciente Aeternus (2018).
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Morir en el bien dio paso a la primera sorpresa de la noche, Carlos y Jorge Escobedo (Sôber) fueron los primeros invitados en irrumpir en el escenario y eligieron nada más y nada menos que uno de los temas clave de Saratoga como es Perro traidor. La dupla de voces de Tete y Carlos elevó la canción a otra dimensión y el dúo de guitarras de Jero con Jorge hizo que pudiéramos deleitarnos con una base rítmica y melódica enriquecida.
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Como bien decía, los siguientes en aparecer en escena fueron Víctor y Pablo García (Warcry). El tema elegido para ellos fue Mi ciudad, un tema que les va como anillo al dedo. Ver a Tete junto a Víctor fue otra de las delicias de la noche.
Tras el tema Niko aprovechó para tomar las riendas y se apoderó de la tarima para ofrecernos un solo de guitarra. El único que no tuvo momento de gloria propiamente dicho fue Jero, pues a lo largo del concierto pudimos disfrutar de varios solos de guitarra en los que conquistó la tarima.
El momento álgido de la noche no tardó en aparecer. Fue el momento de la última invitación, pero la más especial, con Leo Jiménez. Para muchos era impensable que Leo volviera a subirse a las tablas con Saratoga y con Tete, pero el tiempo lo cura todo y fuimos presentes de unos de los momentos más bonitos de la historia de Saratoga. Me atrevería a decir que incluso del metal en España.
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La noche se dió sin pausa y casi en un suspiro llegamos al final de la velada. Tras casi dos horas bien intensas la banda empezaba a despedirse y para ello eligió El olvidado de Dios y Como el viento.
Tras el amago de marchar, y sin hacerse mucho de rogar, Saratoga puso el broche final a la noche con Rojo fuego y Resurrección en las que Tete echó los restos alternando agudos con guturales en los estribillos.
Con el inconveniente del tiempo, quedaron muchos temas fuera, pero personalmente me hubiese gustado que rescataran Blanco y Marfil.
Para despedir el concierto todos los invitados salieron junto a la banda para celebrar con ellos y al final de la velada, Tete saltó al público en una barca customizada de Saratoga y a él le siguió el Estepario Siberiano.
La verdad es que el concierto superó con creces las expectativas, que no eran pocas y convirtieron la noche del sábado en una velada memorable y para recordar. Esperamos verles en muchos más aniversarios y que quede todavía mucho más tiempo de Saratoga para disfrutar.