Tras las presentaciones de Scorpions en el Barcelona Rocks el 8 de julio y en el Icónica Sevilla Fest el 11 de julio, el combo alemán daría la última de sus presentaciones en tierras españolas de la que es su gira mundial de promoción de su nuevo álbum Rock Believer, su decimonoveno lanzamiento de estudio, antes de cruzar la frontera para dar su recital en la ciudad portuguesa de Braga. Este tercer recital español sería en el Porto da Coruña de A Coruña, y fue el único de los tres fuera del contexto de un festival.
Antes de ver al quinteto de Hannover, tuvimos la oportunidad de presenciar a las teloneras suecas Thundermother. Como mencionamos anteriormente, cuando hablamos de lo hecho por el cuarteto de Vaxjö en su set en el Hellfest, Thundermother han pasado unos años complicados debido al enorme recambio de miembros que han tenido, teniendo a la guitarrista Filippa Nässil como única integrante constante, pero a pesar de ello estas chicas logran ofrecer un espectáculo de puro rock pesado.
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La feroz guitarra de Nässil, el bajo pesado de Majsan Lindberg, la batería sólida de la recién llegada Joan Massing y las cuerdas vocales prodigiosas de la también recién llegada Linnéa Vikström son los medios necesarios para llevar canciones como “Dog From Hell”, “Hellelevator” y “Shoot To Kill” al terreno en vivo. Sin mucha ceremonia ni espectáculo innecesario, el cuarteto dio 45 minutos de presentación como para ir calentando a la gente, que recibió de manera muy positiva sus canciones.
Ya con ese trámite completado, era momento de que la gente fuera preparándose para el gran espectáculo de la noche. Scorpions salieron hacia las 23:00, sin la rutina del telón frente al escenario que les habíamos visto en el Barcelona Rocks, dándole inicio a la intro de “Gas In The Tank”. Y hay que mencionar que a excepción de la ausencia de ese telón, lo hecho por los alemanes fue calcado a lo hecho en sus otras presentaciones en España.
¿Esto tiene algo de malo? Está claro que si hubo algún dedicado que fuera a más de una de los recitales de los Escorpiones en estas tierras, lo más seguro es que hubiera buscado tener alguna sorpresa en el espectáculo de la banda. Sin embargo, esta sería una minoría minúscula entre los presentes y estoy súper seguro de que la enorme mayoría de los presentes salieron satisfechos del Porto da Coruña. Esto es porque todo el show que el grupo despliega arriba del escenario logra justificarse por sí solo.
Scorpions demuestran estar en plena forma a pesar de que el guitarrista Rudolf Schenker y el cantante Klaus Meine hayan pasado hace rato la barrera de los setenta años. Schenker hace gala de su llamativo catálogo de guitarras (en este caso, su Flying V con la bandera alemana y la de los Estados Unidos en mitades) y Meine no será el frontman más atlético o dado a las grandes muestras, pero el hecho de que pueda dar un recital completo sin perder en ningún momento su voz es un logro enorme.
El setlist, como mencioné antes, fue el mismo que en Barcelona y Sevilla, alternando entre las canciones de su nuevo álbum y el enorme rejunte de clásicos que los alemanes han ido acumulando a lo largo de las décadas. Es así que se pueden disfrutar nuevos tracks de su cosecha como “Rock Believer”, “Seventh Sun” y “Peacemaker” junto a clásicos ya probados de las radios de rock como “Blackout”, “Big City Nights”, la balada melosa “Still Loving You” y, obviamente, el rockazo “Rock You like a Hurricane” y la power balada “Wind of Change”, que tiene a todo el público cantando y donde aprovechan para mostrar imágenes a favor de la paz con los colores de Ucrania.
Las imágenes también agregan bastante al recital, aunque no por eso la música no pueda sostenerse por sí sola: los gráficos de casinos, el homenaje a Lemmy Kilmister cortesía del solo de bajo y batería de Paweł Mąciwoda y Mikkey Dee, las luces de neón y demás. Variadas y explosivas, ayudan a ponerse en ambiente sin molestar.
La lista de canciones es de esas que arrancan ganando 2 a 0 desde los vestuarios, y terminar el recital con las antes mencionadas “Still Loving You” y “Rock You like a Hurricane” en los bises es uno de esos aciertos que da la experiencia, con la gente cantando a coro cada letra y saltando al ritmo de los riffs de Schenker y Matthias Jabs. Esta clase de canciones también son un buen momento para que Meine descanse y deje al público hacer la mayor parte del trabajo, aunque no por eso se quede simplemente mudo: quemadas por el público rockero, pero por algo son considerados himnos de la música pesada.
Ya con cincuenta años desde la salida de su primer disco, aquel donde eran una banda rara de krautrock / rock progresivo, Scorpions siguen manteniendo su puesto como una de las bandas más importantes del hard rock, y aunque la edad se note también se nota la dedicación a cada aspecto de sus presentaciones. Ellos consideran que todavía tienen mucho para dar, y esperemos que sigan por mucho tiempo más.
Tras las presentaciones de Scorpions en el Barcelona Rocks el 8 de julio y en el Icónica Sevilla Fest el 11 de julio, el combo alemán daría la última de sus presentaciones en tierras españolas de la que es su gira mundial de promoción de su nuevo álbum Rock Believer, su decimonoveno lanzamiento de estudio, antes de cruzar la frontera para dar su recital en la ciudad portuguesa de Braga. Este tercer recital español sería en el Porto da Coruña de A Coruña, y fue el único de los tres fuera del contexto de un festival.
Antes de ver al quinteto de Hannover, tuvimos la oportunidad de presenciar a las teloneras suecas Thundermother. Como mencionamos anteriormente, cuando hablamos de lo hecho por el cuarteto de Vaxjö en su set en el Hellfest, Thundermother han pasado unos años complicados debido al enorme recambio de miembros que han tenido, teniendo a la guitarrista Filippa Nässil como única integrante constante, pero a pesar de ello estas chicas logran ofrecer un espectáculo de puro rock pesado.
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La feroz guitarra de Nässil, el bajo pesado de Majsan Lindberg, la batería sólida de la recién llegada Joan Massing y las cuerdas vocales prodigiosas de la también recién llegada Linnéa Vikström son los medios necesarios para llevar canciones como “Dog From Hell”, “Hellelevator” y “Shoot To Kill” al terreno en vivo. Sin mucha ceremonia ni espectáculo innecesario, el cuarteto dio 45 minutos de presentación como para ir calentando a la gente, que recibió de manera muy positiva sus canciones.
Ya con ese trámite completado, era momento de que la gente fuera preparándose para el gran espectáculo de la noche. Scorpions salieron hacia las 23:00, sin la rutina del telón frente al escenario que les habíamos visto en el Barcelona Rocks, dándole inicio a la intro de “Gas In The Tank”. Y hay que mencionar que a excepción de la ausencia de ese telón, lo hecho por los alemanes fue calcado a lo hecho en sus otras presentaciones en España.
¿Esto tiene algo de malo? Está claro que si hubo algún dedicado que fuera a más de una de los recitales de los Escorpiones en estas tierras, lo más seguro es que hubiera buscado tener alguna sorpresa en el espectáculo de la banda. Sin embargo, esta sería una minoría minúscula entre los presentes y estoy súper seguro de que la enorme mayoría de los presentes salieron satisfechos del Porto da Coruña. Esto es porque todo el show que el grupo despliega arriba del escenario logra justificarse por sí solo.
Scorpions demuestran estar en plena forma a pesar de que el guitarrista Rudolf Schenker y el cantante Klaus Meine hayan pasado hace rato la barrera de los setenta años. Schenker hace gala de su llamativo catálogo de guitarras (en este caso, su Flying V con la bandera alemana y la de los Estados Unidos en mitades) y Meine no será el frontman más atlético o dado a las grandes muestras, pero el hecho de que pueda dar un recital completo sin perder en ningún momento su voz es un logro enorme.
El setlist, como mencioné antes, fue el mismo que en Barcelona y Sevilla, alternando entre las canciones de su nuevo álbum y el enorme rejunte de clásicos que los alemanes han ido acumulando a lo largo de las décadas. Es así que se pueden disfrutar nuevos tracks de su cosecha como “Rock Believer”, “Seventh Sun” y “Peacemaker” junto a clásicos ya probados de las radios de rock como “Blackout”, “Big City Nights”, la balada melosa “Still Loving You” y, obviamente, el rockazo “Rock You like a Hurricane” y la power balada “Wind of Change”, que tiene a todo el público cantando y donde aprovechan para mostrar imágenes a favor de la paz con los colores de Ucrania.
Las imágenes también agregan bastante al recital, aunque no por eso la música no pueda sostenerse por sí sola: los gráficos de casinos, el homenaje a Lemmy Kilmister cortesía del solo de bajo y batería de Paweł Mąciwoda y Mikkey Dee, las luces de neón y demás. Variadas y explosivas, ayudan a ponerse en ambiente sin molestar.
La lista de canciones es de esas que arrancan ganando 2 a 0 desde los vestuarios, y terminar el recital con las antes mencionadas “Still Loving You” y “Rock You like a Hurricane” en los bises es uno de esos aciertos que da la experiencia, con la gente cantando a coro cada letra y saltando al ritmo de los riffs de Schenker y Matthias Jabs. Esta clase de canciones también son un buen momento para que Meine descanse y deje al público hacer la mayor parte del trabajo, aunque no por eso se quede simplemente mudo: quemadas por el público rockero, pero por algo son considerados himnos de la música pesada.
Ya con cincuenta años desde la salida de su primer disco, aquel donde eran una banda rara de krautrock / rock progresivo, Scorpions siguen manteniendo su puesto como una de las bandas más importantes del hard rock, y aunque la edad se note también se nota la dedicación a cada aspecto de sus presentaciones. Ellos consideran que todavía tienen mucho para dar, y esperemos que sigan por mucho tiempo más.