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The Smashing Pumpkins
Aghori Mhori Mei (2024)
Martha's Music

TRACKLIST
1. Edin
2. Pentagrams
3. Sighommi
4. Pentecost
5. War Dreams of Itself
6. Who Goes There
7. 999
8. Goeth the Fall
9. Sicarus
10. Murnau

La llegada del nuevo milenio no ha tratado bien a The Smashing Pumpkins. Durante los noventas, el cuarteto fue una de las bandas líderes del rock alternativo estadounidense, incorporando elementos shoegaze, psicodélicos, y hasta góticos que le dieron un sello característico en sus clásicos Gish, Siamese Dream, Mellon Collie y Adore, este último con una carga electrónica que en su momento causó controversia pero que se vio revalorizada con el paso del tiempo. Ya para este último disco las tensiones dentro de la banda, una constante durante los años dorados del grupo, llegaron a su punto más alto, y a pocos meses de la salida del decepcionante Machina (2000), el cantante, guitarrista y líder Billy Corgan anunció que The Smashing pumpkins se separarían a fines de ese mismo año, dando su último show el 2 de diciembre.

Las cosas podrían haber terminado ahí, pero tras formar el efímero supergrupo Zwan en 2001, declarar que The Smashing Pumpkins nunca volverían, lanzar su debut Mary Star of the Sea en enero de 2003, anunciar la separación de Zwan en septiembre de 2003 argumentando “conflictos entre los miembros” y dar comienzo a su carrera solista, Corgan dio a conocer la vuelta de The Smashing Pumpkins en 2005, aunque sólo con Corgan y el baterista Jimmy Chamberlin como representantes de la formación original, mientras que el guitarrista James Iha (a quien Corgan había acusado de haber sido el causante de la separación) y la bajista D’Arcy Wretzky (a quien Corgan había tratado de “drogadicta malintencionada”) no quisieron formar parte de la vuelta. 

Juntos grabarían Zeitgeist (2007), álbum que sería recibido de manera tibia y que inauguraría esta nueva etapa de los Pumpkins, marcada por una seguidilla de álbumes que en ningún caso lograron llegar ni cerca del nivel de sus lanzamientos de los noventas. Claro que una banda teniendo problemas para que dejen de comparar sus discos nuevos con sus discos viejos está muy lejos de ser algo nuevo, pero en el caso de los Smashing Pumpkins esto se vio acompañado con que, luego de la salida de Chamberlin en 2009, rápidamente la banda se volviera un proyecto solista de Corgan: aunque ya en la etapa “clásica” el músico compusiera 99% de las canciones en solitario, nunca antes la banda se había sentido menos como una banda, algo que no se revirtió siquiera con la vuelta de Chamberlin e Iha y la salida de Shiny and Oh So Bright en 2018.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Pearl Jam – Dark Matter (2024)

Considerando que entre 2020 y 2023 la discografía de Smashing Pumpkins había llegado a su punto más bajo, primero con la salida del synthpopero y obscenamente largo Cyr y más tarde con el obscenamente largo y aburrido disco triple ATUM, el anuncio de que el grupo se encontraba en el estudio grabando un nuevo trabajo era un tanto preocupante, y más todavía cuando se anunció este nuevo álbum apenas dos semanas antes de que saliera y el nombre Aghori Mhori Mei, siguiendo la seguidilla de títulos raros y/o difíciles de pronunciar  (“ágori morí mey”, para los que quieran saber la pronunciación) característicos del grupo, hacía que preocuparse fuera casi una inevitabilidad. Pero con el disco ya disponible, sólo quedaba escucharlo y ver si hacíamos bien en desconfiar.

Teniendo un largo historial detrás creo que es mejor tomar todo lo que dice Billy Corgan con unas enormes pinzas, siendo que el líder de Smashing Pumpkins tiene la costumbre de contradecirse en tiempo récord, pero ahora puedo decir que cuando describió a Aghori Mhori Mei como “un disco de guitarras rockeras” el músico no mentía. El inicio con “Edin”, marca las intenciones más rifferas y directas del álbum, con una introducción tranquila que da paso a unas guitarras gruesas y que compone un muy buen inicio para la placa, incluso siendo la canción más larga del disco. Buenos arreglos de batería por parte de Chamberlin en el puente.

“Pentagrams” es otra canción larga, densa y melancólica, que mantiene las guitarras gruesas y las influencias progresivas de la primera canción, un elemento que se puede decir que siempre ha sido parte de una manera u otra del material clásico de Smashing Pumpkins y sobre todo de los últimos discos, aunque acá con un elemento rockero (léase, las guitarras) mucho más presente.

Tras estas dos canciones tenemos a “Sighommi”, track mucho más directo y accesible, con coros delicados mezclados con unas guitarras que recuerdan a los momentos más rockeros de su material de los noventas. Por otro lado, “Pentecost” es un cambio importante de ritmo, ya que es una balada con teclados y pianos, aunque su corta duración me hace sentir que hay cosas sin desarrollar tanto como se podría.

La canción “Who Goes There” viene con teclados prominentes y un estribillo melódico que me imagino que 20 años atrás podría haber sido furor en la radio alternativa, y es seguida por “999”, una canción lenta pero con unos riffs entrecortados como para hacer headbanging en medio de la oscuridad, como algo que podría haber grabado Deftones por momentos.

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En el final tenemos dos de las canciones más diferentes de Aghori Mhori Mei. La primera es “Sicarus”, la más metalera del disco tanto en riffs como en estilo general: traten de escuchar el riff del inicio sin ningún contexto y traten de decirme que no suena como algo que podría haber grabado Megadeth en su etapa más rockera de los noventas. Y la otra es “Murnau”, otra balada que contrasta fuertemente con casi todos los tracks anteriores por sus sonidos orquestados, alejándose incluso más del rock que “Pentecost”, que al menos tenía unas guitarras eléctricas al final.

Con 44 minutos y monedas, Aghori Mhori Mei es el álbum más corto desde Shiny and Oh So Bright, que originalmente se había pensado como dos EPs, y Monuments to an Elegy, que se había pensado como parte del proyecto de 44 canciones Teargarden by Kaleidyscope que Corgan terminó cancelando. Smashing Pumpkins siempre han tirado más para los discos largos, algo típico de los noventas, pero en este caso la duración más limitada permite que el material no termine arrastrándose ni aburriendo, manteniendo un buen ritmo.

Claro que Aghori Mhori Mei no es un trabajo perfecto. Aparte de un par de ideas que podrían haberse desarrollado más, uno de los puntos más débiles del disco está en una de las características principales de Smashing Pumpkins: Billy Corgan detrás del micrófono. El fuerte técnico del también dueño de la National Wrestling Alliance siempre ha sido la guitarra, mientras que su voz nasal y hasta casi diría chillona me hace pensar en él como una versión rockera alternativa de Geddy Lee y, de la misma manera que el cantante de Rush, Corgan ha logrado trabajar alrededor de ella y convertirla en un sello propio, al punto de que es imposible imaginarse a la banda con cualquier otra voz. 

Pero está claro que es un gusto adquirido, y uno con el que hay que lidiar al momento de trabajar tanto en la composición como en el estudio: que se note que está allí, pero que la música no te haga pensar en la manera en la que Corgan suena. En Aghori Mhori Mei Corgan suena por momentos demasiado al frente en la mezcla y eso no le hace ningún favor, sobre todo durante esas baladas que claramente requerirían un cantante completamente diferente.

Más allá de eso, estoy seguro al decir que Aghori Mhori Mei es el mejor trabajo de Smashing Pumpkins durante esta segunda etapa, mucho más conciso, directo y entretenido en su material que los otros experimentos raros en los que se han metido Corgan y compañía, sumado a la mejor producción que han tenido en bastante tiempo. ¿Puede que este disco augure buenas cosas para el futuro material del por ahora power trío? La verdad es que no quiero decir nada porque el seno de la banda es volátil y nunca se sabe qué puede llegar a pasar mañana, pero me sorprendió de manera positiva y eso es siempre un alivio.

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Aghori Mhori Mei (2024)
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1. Edin
2. Pentagrams
3. Sighommi
4. Pentecost
5. War Dreams of Itself
6. Who Goes There
7. 999
8. Goeth the Fall
9. Sicarus
10. Murnau




La llegada del nuevo milenio no ha tratado bien a The Smashing Pumpkins. Durante los noventas, el cuarteto fue una de las bandas líderes del rock alternativo estadounidense, incorporando elementos shoegaze, psicodélicos, y hasta góticos que le dieron un sello característico en sus clásicos Gish, Siamese Dream, Mellon Collie y Adore, este último con una carga electrónica que en su momento causó controversia pero que se vio revalorizada con el paso del tiempo. Ya para este último disco las tensiones dentro de la banda, una constante durante los años dorados del grupo, llegaron a su punto más alto, y a pocos meses de la salida del decepcionante Machina (2000), el cantante, guitarrista y líder Billy Corgan anunció que The Smashing pumpkins se separarían a fines de ese mismo año, dando su último show el 2 de diciembre.

Las cosas podrían haber terminado ahí, pero tras formar el efímero supergrupo Zwan en 2001, declarar que The Smashing Pumpkins nunca volverían, lanzar su debut Mary Star of the Sea en enero de 2003, anunciar la separación de Zwan en septiembre de 2003 argumentando “conflictos entre los miembros” y dar comienzo a su carrera solista, Corgan dio a conocer la vuelta de The Smashing Pumpkins en 2005, aunque sólo con Corgan y el baterista Jimmy Chamberlin como representantes de la formación original, mientras que el guitarrista James Iha (a quien Corgan había acusado de haber sido el causante de la separación) y la bajista D’Arcy Wretzky (a quien Corgan había tratado de “drogadicta malintencionada”) no quisieron formar parte de la vuelta. 

Juntos grabarían Zeitgeist (2007), álbum que sería recibido de manera tibia y que inauguraría esta nueva etapa de los Pumpkins, marcada por una seguidilla de álbumes que en ningún caso lograron llegar ni cerca del nivel de sus lanzamientos de los noventas. Claro que una banda teniendo problemas para que dejen de comparar sus discos nuevos con sus discos viejos está muy lejos de ser algo nuevo, pero en el caso de los Smashing Pumpkins esto se vio acompañado con que, luego de la salida de Chamberlin en 2009, rápidamente la banda se volviera un proyecto solista de Corgan: aunque ya en la etapa “clásica” el músico compusiera 99% de las canciones en solitario, nunca antes la banda se había sentido menos como una banda, algo que no se revirtió siquiera con la vuelta de Chamberlin e Iha y la salida de Shiny and Oh So Bright en 2018.

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Considerando que entre 2020 y 2023 la discografía de Smashing Pumpkins había llegado a su punto más bajo, primero con la salida del synthpopero y obscenamente largo Cyr y más tarde con el obscenamente largo y aburrido disco triple ATUM, el anuncio de que el grupo se encontraba en el estudio grabando un nuevo trabajo era un tanto preocupante, y más todavía cuando se anunció este nuevo álbum apenas dos semanas antes de que saliera y el nombre Aghori Mhori Mei, siguiendo la seguidilla de títulos raros y/o difíciles de pronunciar  (“ágori morí mey”, para los que quieran saber la pronunciación) característicos del grupo, hacía que preocuparse fuera casi una inevitabilidad. Pero con el disco ya disponible, sólo quedaba escucharlo y ver si hacíamos bien en desconfiar.

Teniendo un largo historial detrás creo que es mejor tomar todo lo que dice Billy Corgan con unas enormes pinzas, siendo que el líder de Smashing Pumpkins tiene la costumbre de contradecirse en tiempo récord, pero ahora puedo decir que cuando describió a Aghori Mhori Mei como “un disco de guitarras rockeras” el músico no mentía. El inicio con “Edin”, marca las intenciones más rifferas y directas del álbum, con una introducción tranquila que da paso a unas guitarras gruesas y que compone un muy buen inicio para la placa, incluso siendo la canción más larga del disco. Buenos arreglos de batería por parte de Chamberlin en el puente.

“Pentagrams” es otra canción larga, densa y melancólica, que mantiene las guitarras gruesas y las influencias progresivas de la primera canción, un elemento que se puede decir que siempre ha sido parte de una manera u otra del material clásico de Smashing Pumpkins y sobre todo de los últimos discos, aunque acá con un elemento rockero (léase, las guitarras) mucho más presente.

Tras estas dos canciones tenemos a “Sighommi”, track mucho más directo y accesible, con coros delicados mezclados con unas guitarras que recuerdan a los momentos más rockeros de su material de los noventas. Por otro lado, “Pentecost” es un cambio importante de ritmo, ya que es una balada con teclados y pianos, aunque su corta duración me hace sentir que hay cosas sin desarrollar tanto como se podría.

La canción “Who Goes There” viene con teclados prominentes y un estribillo melódico que me imagino que 20 años atrás podría haber sido furor en la radio alternativa, y es seguida por “999”, una canción lenta pero con unos riffs entrecortados como para hacer headbanging en medio de la oscuridad, como algo que podría haber grabado Deftones por momentos.

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En el final tenemos dos de las canciones más diferentes de Aghori Mhori Mei. La primera es “Sicarus”, la más metalera del disco tanto en riffs como en estilo general: traten de escuchar el riff del inicio sin ningún contexto y traten de decirme que no suena como algo que podría haber grabado Megadeth en su etapa más rockera de los noventas. Y la otra es “Murnau”, otra balada que contrasta fuertemente con casi todos los tracks anteriores por sus sonidos orquestados, alejándose incluso más del rock que “Pentecost”, que al menos tenía unas guitarras eléctricas al final.

Con 44 minutos y monedas, Aghori Mhori Mei es el álbum más corto desde Shiny and Oh So Bright, que originalmente se había pensado como dos EPs, y Monuments to an Elegy, que se había pensado como parte del proyecto de 44 canciones Teargarden by Kaleidyscope que Corgan terminó cancelando. Smashing Pumpkins siempre han tirado más para los discos largos, algo típico de los noventas, pero en este caso la duración más limitada permite que el material no termine arrastrándose ni aburriendo, manteniendo un buen ritmo.

Claro que Aghori Mhori Mei no es un trabajo perfecto. Aparte de un par de ideas que podrían haberse desarrollado más, uno de los puntos más débiles del disco está en una de las características principales de Smashing Pumpkins: Billy Corgan detrás del micrófono. El fuerte técnico del también dueño de la National Wrestling Alliance siempre ha sido la guitarra, mientras que su voz nasal y hasta casi diría chillona me hace pensar en él como una versión rockera alternativa de Geddy Lee y, de la misma manera que el cantante de Rush, Corgan ha logrado trabajar alrededor de ella y convertirla en un sello propio, al punto de que es imposible imaginarse a la banda con cualquier otra voz. 

Pero está claro que es un gusto adquirido, y uno con el que hay que lidiar al momento de trabajar tanto en la composición como en el estudio: que se note que está allí, pero que la música no te haga pensar en la manera en la que Corgan suena. En Aghori Mhori Mei Corgan suena por momentos demasiado al frente en la mezcla y eso no le hace ningún favor, sobre todo durante esas baladas que claramente requerirían un cantante completamente diferente.

Más allá de eso, estoy seguro al decir que Aghori Mhori Mei es el mejor trabajo de Smashing Pumpkins durante esta segunda etapa, mucho más conciso, directo y entretenido en su material que los otros experimentos raros en los que se han metido Corgan y compañía, sumado a la mejor producción que han tenido en bastante tiempo. ¿Puede que este disco augure buenas cosas para el futuro material del por ahora power trío? La verdad es que no quiero decir nada porque el seno de la banda es volátil y nunca se sabe qué puede llegar a pasar mañana, pero me sorprendió de manera positiva y eso es siempre un alivio.

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