Liminal Animals (2024)
House of Mythology
Tracklist:
1. Ghost Entry
2. A City in the Skies
3. Forgive Us
4. Nocturne #1
5. Locusts
6. Hollywood Babylon
7. The Red Light
8. Nocturne #2
9. Helian (Trackl)
Llega mi última reseña de este año, dedicada al tan esperado nuevo disco de Ulver, uno de mis grupos predilectos. Me hubiera encantado reseñar unos cinco trabajos más de otras bandas, pero no encontré una forma saludable de administrar el tiempo para poder hacerlo. Justamente, hablando de administrar el tiempo, lo primero que hay que señalar sobre Liminal Animals es el curioso modo en que fue viendo la luz desde diciembre del año pasado, cuando salió Ghost Entry como un sorpresivo primer single, sin ningún anuncio oficial acerca de un nuevo álbum aproximándose. A partir de allí, cada canción fue saliendo en el mismo formato, con unos dos meses de distancia entre una y otra. Es como si el disco se hubiera presentado en cuotas hasta ser finalmente completado. Tristemente, en medio de ese camino, en agosto se produjo el fallecimiento de Tore Ylwizaker, tecladista del grupo desde 1997, quien tuvo un rol importante en la evolución de su sonido, pero no llegó a participar de este nuevo trabajo. Cabe mencionar que, en este colectivo artístico en que se convirtió Ulver, Tore era el segundo miembro más antiguo después del líder Kristoffer Rygg.
Todavía hay gente que sigue pidiendo a estos noruegos que vuelvan a tocar black metal. Si bien la belleza de Bergtatt (1995) es innegable, tal como su importancia en la historia del género de cruda y agresiva melancolía, lo cierto es que insistir en esperar eso de una agrupación de atravesó una de las metamorfosis más impresionantes en el mundo de la música es, a esta altura, un capricho que evidencia una total inmadurez. Si tras abandonar el black metal y el folk, Ulver hubiera ido en caída libre en cuanto al valor estético de su trabajo artístico, quizás cabría esa demanda, pero lo cierto es que como proyecto avant-garde orientado hacia la electrónica, art rock, noise, trip hop, dark ambient y darkwave, nos ha entregado obras maestras como Shadow of the Sun (2007), The Assassination of Julius Caesar (2017) y Flowers of Evil (2020), como puntos altos en una discografía que es, en su totalidad, de excelente calidad y que, como corpus de trabajo, ya es monumental.
Te puede interesar, Reseña: Manes – Pathei Mathos (2024)
El arte de tapa es un dibujo titulado The Senseless Seven realizado en 1911 por Austin Osman Spare. No obstante, cada vez que se publicaba un nuevo single tenía una portada diferente, entre las que creo que vale destacar una fotografía de una escena en Palestina, lo cual, teniendo en cuenta la época que estamos viviendo, no es un detalle menor. De hecho, el resto de las imágenes, junto con los títulos y las letras de las canciones, transmiten una fuerte sensación de advertencia, de amenaza de algo terrible que se cierne sobre la humanidad. La formación de Ulver en este álbum fue la tríada de Rygg, Ole Alexander Halstensgård y Jørn H. Sværen ocupándose de casi todo, más el aporte de Stian Westerhus (guitarra, bajo, cuerdas y coros), Ivar Thormodsæter (batería) y Anders Møller (percusión y coros), así como algunas participaciones especiales en ciertos tracks.
Ghost Entry es, de entrada, una delicia bailable, de esas que colocan a Ulver casi a la par de Depeche Mode. La voz de Rygg sigue tan seductora como siempre, con esa obsesión tan notable por usar fechas en las letras, con el detalle agregado de decir que “los días están numerados”, jugando con la ambigüedad de si se refiere al mero hecho de que, en efecto, así se ordenan en calendarios, o si estamos en una suerte de cuenta regresiva hacia la autodestrucción. No caben dudas de que el contenido del arte de Ulver se está volviendo cada vez más político. Los sintetizadores otorgan rasgos con reminiscencias del funk de los 60’s en adelante.
Empieza A Ghost in the Skies, con toda esa energía pop virtuosa y esa maravillosa línea de bajo, y no hay forma de evitar dejarse llevar. Cuando llega el estribillo con esos espléndidos coros, hemos caído sin retorno en el hechizo. Lo significativo es que, como ya anticipamos, este hit es el que salió con la foto de una escena en Palestina y, justamente, habla sobre la locura de la guerra, aunque proclamando que “los íconos van a caer.”
Te puede interesar, Reseña: Locrian – End Terrain (2024)
El famoso trompetista noruego Nils Petter Molvær está como invitado, con un rol protagónico, en Forgive Us, una canción mucho más introspectiva que suena a himno ecologista, una expresión de arrepentimiento por el atroz daño que le estamos causando al planeta desde que el sistema capitalista tomó el control y dirigió todas las fuerzas hacia la explotación de los recursos naturales y la contaminación del ambiente en pos de favorecer un consumismo infinito. Como canta Rygg, estamos en una tormenta perfecta.
Nocturne #1 y Nocturne #2 son interludios en la veta de los trabajos cinematográficamente ambient de la banda y profundizan la actitud reflexiva que atraviesa todo el disco. En ellos tienen un predominio absoluto los teclados. Locusts nos introduce en una atmósfera intimista, en la que irrumpen deliciosos ecos de baladas de los 80’s, para seguir expresando un mensaje admonitorio, esta vez con un tono más religioso y, justamente por ello, apocalíptico. Con la fantástica Hollywood Babylon, la referencia directa a la responsabilidad estadounidense en la decadencia moral contemporánea se vuelve explícita (y para peor, ya sabemos que Trump volverá a ser presidente), específicamente criticando el fanatismo cristiano y la adoración de las armas. Es increíble como Ulver logra comunicar un manifiesto filosófico mientras nos hace sacudir el esqueleto. La guitarra nos atrapa con algunas líneas en medio de una composición digna de boliche. Y si ya estábamos danzando, The Red Light no nos permite detenernos. “El mundo se está incendiando”, “el hombre es lobo del hombre”: las ideas no podrían ser más directas, a la vez que se reiteran las alusiones a la guerra y las armas. El final está marcado por Helian (Trackl), una composición extensa y compleja, un poco más en la senda experimental, distanciada del formato “pop de primera clase”.
A diferencia de la orquesta que, según se cuenta, seguía tocando mientras el Titanic se hundía, supuestamente con la estoica intención de hacer más tolerable la transición a la muerte, Ulver nos hace disfrutar mientras el barco se desintegra, diciéndonos en la cara que, en efecto, nos vamos a morir por nuestra propia culpa. Nos hace gozar de los instantes previos al inexorable final de todo. “Liminal Animals” es otra obra magistral que se suma a las maravillas ulverianas ya mencionadas, y así entra en un lugar alto de mi lista de lo mejor del año.
Liminal Animals (2024)
House of Mythology
Tracklist:
1. Ghost Entry
2. A City in the Skies
3. Forgive Us
4. Nocturne #1
5. Locusts
6. Hollywood Babylon
7. The Red Light
8. Nocturne #2
9. Helian (Trackl)
Llega mi última reseña de este año, dedicada al tan esperado nuevo disco de Ulver, uno de mis grupos predilectos. Me hubiera encantado reseñar unos cinco trabajos más de otras bandas, pero no encontré una forma saludable de administrar el tiempo para poder hacerlo. Justamente, hablando de administrar el tiempo, lo primero que hay que señalar sobre Liminal Animals es el curioso modo en que fue viendo la luz desde diciembre del año pasado, cuando salió Ghost Entry como un sorpresivo primer single, sin ningún anuncio oficial acerca de un nuevo álbum aproximándose. A partir de allí, cada canción fue saliendo en el mismo formato, con unos dos meses de distancia entre una y otra. Es como si el disco se hubiera presentado en cuotas hasta ser finalmente completado. Tristemente, en medio de ese camino, en agosto se produjo el fallecimiento de Tore Ylwizaker, tecladista del grupo desde 1997, quien tuvo un rol importante en la evolución de su sonido, pero no llegó a participar de este nuevo trabajo. Cabe mencionar que, en este colectivo artístico en que se convirtió Ulver, Tore era el segundo miembro más antiguo después del líder Kristoffer Rygg.
Todavía hay gente que sigue pidiendo a estos noruegos que vuelvan a tocar black metal. Si bien la belleza de Bergtatt (1995) es innegable, tal como su importancia en la historia del género de cruda y agresiva melancolía, lo cierto es que insistir en esperar eso de una agrupación de atravesó una de las metamorfosis más impresionantes en el mundo de la música es, a esta altura, un capricho que evidencia una total inmadurez. Si tras abandonar el black metal y el folk, Ulver hubiera ido en caída libre en cuanto al valor estético de su trabajo artístico, quizás cabría esa demanda, pero lo cierto es que como proyecto avant-garde orientado hacia la electrónica, art rock, noise, trip hop, dark ambient y darkwave, nos ha entregado obras maestras como Shadow of the Sun (2007), The Assassination of Julius Caesar (2017) y Flowers of Evil (2020), como puntos altos en una discografía que es, en su totalidad, de excelente calidad y que, como corpus de trabajo, ya es monumental.
Te puede interesar, Reseña: Manes – Pathei Mathos (2024)
El arte de tapa es un dibujo titulado The Senseless Seven realizado en 1911 por Austin Osman Spare. No obstante, cada vez que se publicaba un nuevo single tenía una portada diferente, entre las que creo que vale destacar una fotografía de una escena en Palestina, lo cual, teniendo en cuenta la época que estamos viviendo, no es un detalle menor. De hecho, el resto de las imágenes, junto con los títulos y las letras de las canciones, transmiten una fuerte sensación de advertencia, de amenaza de algo terrible que se cierne sobre la humanidad. La formación de Ulver en este álbum fue la tríada de Rygg, Ole Alexander Halstensgård y Jørn H. Sværen ocupándose de casi todo, más el aporte de Stian Westerhus (guitarra, bajo, cuerdas y coros), Ivar Thormodsæter (batería) y Anders Møller (percusión y coros), así como algunas participaciones especiales en ciertos tracks.
Ghost Entry es, de entrada, una delicia bailable, de esas que colocan a Ulver casi a la par de Depeche Mode. La voz de Rygg sigue tan seductora como siempre, con esa obsesión tan notable por usar fechas en las letras, con el detalle agregado de decir que “los días están numerados”, jugando con la ambigüedad de si se refiere al mero hecho de que, en efecto, así se ordenan en calendarios, o si estamos en una suerte de cuenta regresiva hacia la autodestrucción. No caben dudas de que el contenido del arte de Ulver se está volviendo cada vez más político. Los sintetizadores otorgan rasgos con reminiscencias del funk de los 60’s en adelante.
Empieza A Ghost in the Skies, con toda esa energía pop virtuosa y esa maravillosa línea de bajo, y no hay forma de evitar dejarse llevar. Cuando llega el estribillo con esos espléndidos coros, hemos caído sin retorno en el hechizo. Lo significativo es que, como ya anticipamos, este hit es el que salió con la foto de una escena en Palestina y, justamente, habla sobre la locura de la guerra, aunque proclamando que “los íconos van a caer.”
Te puede interesar, Reseña: Locrian – End Terrain (2024)
El famoso trompetista noruego Nils Petter Molvær está como invitado, con un rol protagónico, en Forgive Us, una canción mucho más introspectiva que suena a himno ecologista, una expresión de arrepentimiento por el atroz daño que le estamos causando al planeta desde que el sistema capitalista tomó el control y dirigió todas las fuerzas hacia la explotación de los recursos naturales y la contaminación del ambiente en pos de favorecer un consumismo infinito. Como canta Rygg, estamos en una tormenta perfecta.
Nocturne #1 y Nocturne #2 son interludios en la veta de los trabajos cinematográficamente ambient de la banda y profundizan la actitud reflexiva que atraviesa todo el disco. En ellos tienen un predominio absoluto los teclados. Locusts nos introduce en una atmósfera intimista, en la que irrumpen deliciosos ecos de baladas de los 80’s, para seguir expresando un mensaje admonitorio, esta vez con un tono más religioso y, justamente por ello, apocalíptico. Con la fantástica Hollywood Babylon, la referencia directa a la responsabilidad estadounidense en la decadencia moral contemporánea se vuelve explícita (y para peor, ya sabemos que Trump volverá a ser presidente), específicamente criticando el fanatismo cristiano y la adoración de las armas. Es increíble como Ulver logra comunicar un manifiesto filosófico mientras nos hace sacudir el esqueleto. La guitarra nos atrapa con algunas líneas en medio de una composición digna de boliche. Y si ya estábamos danzando, The Red Light no nos permite detenernos. “El mundo se está incendiando”, “el hombre es lobo del hombre”: las ideas no podrían ser más directas, a la vez que se reiteran las alusiones a la guerra y las armas. El final está marcado por Helian (Trackl), una composición extensa y compleja, un poco más en la senda experimental, distanciada del formato “pop de primera clase”.
A diferencia de la orquesta que, según se cuenta, seguía tocando mientras el Titanic se hundía, supuestamente con la estoica intención de hacer más tolerable la transición a la muerte, Ulver nos hace disfrutar mientras el barco se desintegra, diciéndonos en la cara que, en efecto, nos vamos a morir por nuestra propia culpa. Nos hace gozar de los instantes previos al inexorable final de todo. “Liminal Animals” es otra obra magistral que se suma a las maravillas ulverianas ya mencionadas, y así entra en un lugar alto de mi lista de lo mejor del año.