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El 17 de mayo, en una Razzmatazz 2 que no lograba llenarse ni a la mitad, nos encontramos con un concierto de esos que hacen preguntarte si la fama viene en el ADN o en el contrato. Vended, una banda que aún no ha grabado un disco completo, pero que anda de gira mundial, se presentó junto a The Gloom in the Corner y Profiler. Tal vez ser “hijos de Slipknot” les permite estas extravagancias… pero no vamos a conjeturar.
Profiler, un trío norteamericano que estrenó su primer y único disco “A Digital Nowhere”, fue el acto inaugural. Y sí, “A Digital Nowhere” es tan homogéneo que parece un disco rayado. Utilizaron los mismos tres recursos durante todo el concierto: riffs predecibles, una batería machacona y gritos que, honestamente, sonaban como si alguien estuviera ahogándose en una piscina llena de autotune. Canciones como “Identify” y “Operator” sonaban tan similares que podrías pensar que estabas atrapado en un bucle temporal de riffs reciclados. No es que no se esfuercen, pero si el esfuerzo fuera sinónimo de calidad, los burros ganarían el Derby de Kentucky. El público, aunque reducido, aplaudió con la misma energía que se tiene para rascarse una picazón incómoda: por compromiso más que por entusiasmo.
The Gloom in the Corner fue la verdadera revelación de la noche. No solo porque su cantante ostenta uno de los mejores bigotes que he visto sobre un escenario, sino porque fueron los únicos con más de un disco en su haber. Su set fue una montaña rusa de emociones, variado y entretenido, haciendo que incluso los más escépticos levantaran las cejas y movieran la cabeza al ritmo. Abrieron con “New Order”, que tiene la misma energía que una bomba de relojería a punto de estallar, y siguieron con “Ronin”, que parece salida de la banda sonora de una película de samuráis metaleros. Canciones como “Bleed You Out” y “Obliteration Imminent” demostraron una versatilidad y un dinamismo que hizo que hasta las paredes de la Razzmatazz 2 vibraran con algo que podríamos llamar genuino entusiasmo. Si Vended quiere saber cómo hacer un show inolvidable, deberían tomar notas de estos chicos. Definitivamente, mi banda favorita de la velada.
Y finalmente, Vended. Ah, Vended. Dos de sus integrantes son hijos de músicos de Slipknot, y se nota. Aunque aún no han grabado un álbum, se presentaron con la seguridad de quien se ha mirado al espejo y ha visto a su padre con máscara. El set fue, en una palabra, monótono. Empezaron con “Nihilism”, su último single, que tiene el mismo impacto que una bofetada con guante de terciopelo: ruidoso pero sin daño real. Continuaron con “Am I the Only One” y “Bloodline”, que nos recordaron que, efectivamente, son los herederos legítimos del metal comercial. Canciones como “Burn My Misery” y “Asylum” pasaron sin pena ni gloria, y para cuando llegaron a “Ded to Me”, el público ya estaba más preocupado por la hora del último metro que por el cierre del concierto. Si hay algo que se puede decir de Vended es que tienen potencial, pero necesitan más que un apellido famoso para llenar una sala.
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El 17 de mayo, en una Razzmatazz 2 que no lograba llenarse ni a la mitad, nos encontramos con un concierto de esos que hacen preguntarte si la fama viene en el ADN o en el contrato. Vended, una banda que aún no ha grabado un disco completo, pero que anda de gira mundial, se presentó junto a The Gloom in the Corner y Profiler. Tal vez ser “hijos de Slipknot” les permite estas extravagancias… pero no vamos a conjeturar.
Profiler, un trío norteamericano que estrenó su primer y único disco “A Digital Nowhere”, fue el acto inaugural. Y sí, “A Digital Nowhere” es tan homogéneo que parece un disco rayado. Utilizaron los mismos tres recursos durante todo el concierto: riffs predecibles, una batería machacona y gritos que, honestamente, sonaban como si alguien estuviera ahogándose en una piscina llena de autotune. Canciones como “Identify” y “Operator” sonaban tan similares que podrías pensar que estabas atrapado en un bucle temporal de riffs reciclados. No es que no se esfuercen, pero si el esfuerzo fuera sinónimo de calidad, los burros ganarían el Derby de Kentucky. El público, aunque reducido, aplaudió con la misma energía que se tiene para rascarse una picazón incómoda: por compromiso más que por entusiasmo.
The Gloom in the Corner fue la verdadera revelación de la noche. No solo porque su cantante ostenta uno de los mejores bigotes que he visto sobre un escenario, sino porque fueron los únicos con más de un disco en su haber. Su set fue una montaña rusa de emociones, variado y entretenido, haciendo que incluso los más escépticos levantaran las cejas y movieran la cabeza al ritmo. Abrieron con “New Order”, que tiene la misma energía que una bomba de relojería a punto de estallar, y siguieron con “Ronin”, que parece salida de la banda sonora de una película de samuráis metaleros. Canciones como “Bleed You Out” y “Obliteration Imminent” demostraron una versatilidad y un dinamismo que hizo que hasta las paredes de la Razzmatazz 2 vibraran con algo que podríamos llamar genuino entusiasmo. Si Vended quiere saber cómo hacer un show inolvidable, deberían tomar notas de estos chicos. Definitivamente, mi banda favorita de la velada.
Y finalmente, Vended. Ah, Vended. Dos de sus integrantes son hijos de músicos de Slipknot, y se nota. Aunque aún no han grabado un álbum, se presentaron con la seguridad de quien se ha mirado al espejo y ha visto a su padre con máscara. El set fue, en una palabra, monótono. Empezaron con “Nihilism”, su último single, que tiene el mismo impacto que una bofetada con guante de terciopelo: ruidoso pero sin daño real. Continuaron con “Am I the Only One” y “Bloodline”, que nos recordaron que, efectivamente, son los herederos legítimos del metal comercial. Canciones como “Burn My Misery” y “Asylum” pasaron sin pena ni gloria, y para cuando llegaron a “Ded to Me”, el público ya estaba más preocupado por la hora del último metro que por el cierre del concierto. Si hay algo que se puede decir de Vended es que tienen potencial, pero necesitan más que un apellido famoso para llenar una sala.
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