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Andrew Craighan (My Dying Bride). Primera Parte: “Hacemos nuestro doom metal y las controversias quedan para los elitistas”
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Tuvimos la posibilidad de entrevistar a Andrew Craighan, guitarrista original de la mítica banda inglesa de Doom Metal, My Dying Bride. Además de ser uno de los miembros fundadores de este grupo de gran trayectoria, es una persona y un artista muy comprometido con la realidad. La conversación duró una hora, así que presentaremos la entrevista en dos partes. En esta primera mitad, hablamos sobre el último disco, sus influencias, los cambios en la banda y qué es el Doom Metal.

– Hola, Andrew, soy Marcos. ¿Pudiste ver el mensaje que te envié hace unos segundos? 

AC: Oh, no, estaba respondiendo otra entrevista, así que no pude verlo, me disculpo.

– No hay problema, quería saber si íbamos a hacer la entrevista solamente con audio o también video.  

AC: Puede ser en video (aparece en pantalla). Acá estoy, pero yo no te veo.

– ¿Qué tal ahora?  

AC: Ahora, sí. Ahí vamos.

– Bueno, antes que nada, quería agradecerte por brindarnos esta entrevista. Headbanger.es es un sitio web dedicado al Metal, orientado a las audiencias española y latinoamericanas. Yo te hablo desde Argentina, y creo que ustedes saben que cuentan con un público fiel aquí.  

AC: Es cierto. La verdad nos sorprendimos mucho durante aquel show, tanto entusiasmo en la gente de Argentina, realmente fue algo para recordar. Ojalá podamos volver pronto.

– Hablemos de su último disco, “The Ghost of Orion” (2020). ¿Qué nos podés decir acerca del proceso compositivo y de los cambios que encontrás en comparación con sus álbumes anteriores? 

AC: La verdad fue algo bastante “bipolar” en muchos aspectos. Yo diría que grabamos un 50% del disco en lo que sería para nosotros la forma “normal”, digamos, tocando en el estudio con John, Lena, Shaun, Calvin, Dan, y todo iba progresando muy bien, así que varias de las canciones surgieron de esa manera. Después vino un enorme cambio, cuando Calvin se fue. No estábamos preparados para eso porque no hubo ninguna señal previa de que él estuviera pensando en marcharse, de manera que fue un shock absoluto. Todos nos mirábamos entre nosotros preguntándonos qué íbamos a hacer de allí en más. A partir de ese momento, yo decidí completar el disco y tuve que volver a escribir algunas de las cosas que ya teníamos hechas. Fue bastante extraño, porque, como te decía, la primera mitad se realizó con la banda en la sala, y la segunda fue más aislada. De hecho, pasé muchas semanas encerrado en esta misma habitación, volviendo a grabar muchas cosas. Fue un trabajo muy arduo, lejos de cualquier idea de estar tomando drogas y estrellando helicópteros. Fue duro y surrealista, muy extraño, porque yo me esforzaba por mantenerme trabajando, mientras Aaron lidiaba con algunos problemas de salud y Calvin se había ido sin ninguna razón de la que supiéramos -cuestiones personales seguramente- así que fue extraño. No obstante, desde un punto de vista musical, me permitió crear más capas, sobre todo en los temas con introducciones acústicas, en los que se pudo incluir mucho más. Yo compuse más armonías, algo que no hubiera podido hacer en la sala, porque estando encerrado aquí estuve más concentrado, te diría que casi al punto de perder la cabeza, así que estuve contento cuando el disco quedó terminado y fuimos al estudio a grabarlo. Estoy satisfecho con los resultados, sobre todo considerando las dificultades que tuvimos que superar.

– Iba a preguntarte por la búsqueda que tuvieron en cuanto a sonido en este disco, y claramente, según lo que decís, todo se vio bastante influenciado por las cosas inesperadas que pasaron. 

AC: Bueno, esa parte no fue difícil. Yo hablé con Mark Mynett, que fue el productor de este álbum. Él es un productor netamente de Heavy Metal: sabe muy bien de qué se trata. Quizás no estaba muy metido en lo que era My Dying Bride, pero definitivamente sabe de Heavy Metal. A su vez, yo había estado escuchando dos discos en particular: “Instinctus Bestialis” de Gorgoroth, un trabajo fenomenal, brillantemente grabado para ser Black Metal, y el otro, “Rituals” de Rotting Christ, un disco que me sorprendió. En ese álbum cambiaron mucho, pero siguieron siendo Rotting Christ. Ellos empezaron editando demos al mismo tiempo que My Dying Bride, y en ese disco se mostraron enormes, poderosos, majestuosos, pero, aun así, siendo todavía Rotting Christ. No se “vendieron” o se convirtieron en Nightwish. No es que haya nada malo con Nightwish, me refiero a que Rotting Christ no se transformó en algo bonito o delicado, siguió haciendo una música brutal. Así que esos discos fueron los dos que tomé y dije: “no quiero sonar así, pero mirá lo que hicieron”. Quería hacer la versión My Dying Bride de eso, y Mark nos comprendió absolutamente porque, de hecho, se encontraba haciendo unos remixes para Rotting Christ. También entendió adónde apuntaba con el ejemplo del disco de Gorgoroth, buscando algo realmente potente, que a veces es cuestión de balance: se trata de lograr algo que no sea muy limpio, pero tampoco fuera de control, y que mantenga la agresividad.

– Creo que esa intención se nota, aunque no sabía que te gustaban esas bandas en particular. El cambio en el sonido, en comparación con sus discos anteriores es evidente, por eso me interesaba saber cuál había sido su intención desde un principio. ¿Qué nos podés decir sobre el arte de tapa? ¿Qué representa para ustedes? 

AC: Inicialmente dejaba a Aaron a cargo de ese aspecto, y yo me dedicaba exclusivamente a lo musical. Después Aaron empezó a tener que ocuparse de otras cuestiones y bueno, fue un poco frustrante cuando me dijo que alguien más tendría que abocarse a eso, así que propuse hablar con Nuclear Blast, pues supuse que debían tener a alguien en mente. Así fue: nos dijeron que les interesaba que Eliran Kantor hiciera la gráfica para este disco. Cuando vimos sus trabajos anteriores, nos agradaron, no necesariamente su contenido, en términos de lo que nos gustaría para My Dying Bride, pero sí el estilo. De manera que le dijimos: “este es el disco, el título, los nombres de las canciones”, como para que pudiera hacer algo, pero la verdad, creo que ni siquiera lo escuchó. Nos dijo que él sabía lo que hacía, entonces simplemente lo dejamos hacer. Un par de semanas después vimos lo que hizo y nos maravilló, te diría hasta las lágrimas, porque captó exactamente lo que el arte visual de My Dying Bride tiene que ser. La verdad que fue uno de los momentos más satisfactorios de todo el proceso, y nos sigue encantando hasta hoy, cada vez que miramos la pintura. Incluso en su simplicidad, es el epítome de lo que representa My Dying Bride.

– Bueno, la obra de Eliran Kantor me parece excelente, y ya que estuviste hablando de Black Metal, no sé si viste el arte de tapa que hizo para Gaerea, un grupo portugués.  

AC: No, la verdad no conozco la banda, no vi ese trabajo. ¿Cómo es el nombre?

– Gaerea, creo que te podría gustar esa pintura, obviamente tiene el estilo de Kantor, pero incluso mantiene cierta similitud en la paleta de colores y el detalle en la representación de la emoción.  

AC: Muy bueno, lo voy a buscar.

– Volviendo a My Dying Bride, ustedes son una banda con tres décadas de trayectoria y muchos trabajos editados, lo que los convierte en una referencia dentro del Doom Metal. ¿Cuáles son los factores que mantuvieron al grupo vivo y evolucionando? 

AC: Esa es una muy buena pregunta, pero no creo tener una respuesta definitiva. Lo primero es que todavía nos gusta hacer lo que hacemos. Sigo disfrutando de la potencia del Metal y de formar parte de una banda. Creo que eso nos pasa a todos los integrantes, ese placer genuino de seguir creando nos mantiene unidos, tocando Doom Metal o lo que sea. El desafío es renovarse, y ni siquiera puedo afirmar si realmente lo logramos, pero tratamos, y reitero, la clave está en que, cada vez que hacemos un nuevo álbum, nos proponemos hacerlo lo más distinto posible del anterior. Cuando nos juntamos a componer y tocar, sabemos que no queremos imitar lo que hicimos en el disco previo, y eso, de alguna manera, te da una dirección: saber que no querés hacer lo que hiciste antes. Eso es importante para mantener el interés, incluso de nosotros mismos, que nos preguntamos cómo será el próximo álbum.

– Hablando de Doom Metal, percibí cierto titubeo cuando nombraste la categoría. ¿Se sienten cómodos siendo identificados bajo esa etiqueta? Porque justamente mi próxima pregunta tenía que ver con eso.  

AC: En realidad, no es tanto que dudé, está bien decir que hacemos Doom Metal. Hace unos años leí en algún lado –cosa que ya no hago- que My Dying Bride no se podía llamar más una banda de Doom Metal porque no hacía esto o lo otro, y me pregunté a mí mismo acerca de qué definía al género. No tardé demasiado en darme cuenta de que esos son típicos planteos de elitistas y realmente no me importaba. O sea, nosotros hacíamos la música, pero ellos se arrogaban la posición de decir cómo debía ser para cumplir con los supuestos requisitos de un estilo, lo cual es ridículo. No podés acatar lo que dicen otros para entrar en una categoría. A mí me encanta el nombre “Doom Metal”, pero la verdad, no estoy seguro de qué es lo que otros pueden incluir o excluir del género, porque dentro del mismo hay una diversidad enorme. Hacemos nuestro Doom Metal y las controversias quedan para los elitistas.

– La pregunta que tenía en mente apuntaba directamente a eso. Tengo la idea de que el Doom Metal es, dentro del amplio campo del Heavy Metal, el género con más “subestilos”. No creo que eso pase tanto con el Thrash o el Death Metal, por ejemplo, pero cuando se trata de Doom, fácilmente se me ocurren diez vertientes. ¿Por qué pensás que sucede eso? 

AC: Es complicado. Lo que se me ocurre es lo siguiente. Si tocás muy lento, se vuelve Doom casi automáticamente. Bueno, no podés hacer eso siempre, no va a funcionar, la mayoría de la gente se va a aburrir por la repetición. El Doom Metal, como cualquier estilo, tiene que fluir, tiene que haber una evolución, no solamente pensando en lo que cada banda hace en relación con lo que hizo antes, sino en contraste con lo que hacen otras. Tener como premisa esa idea elemental de tocar lento no puede ser algo definitivo. Y ese desarrollo no se logra improvisando y esperando que lo que surja sea distinto, y va más allá de lo que a la gente le pueda gustar. Hay cosas que conllevan procesos que implican varios álbumes. Por supuesto, siempre habrá un sector del público que se considerará “purista” y va a esperar algo determinado, pero la mayoría perderá interés. No digamos My Dying Bride, te nombro por ejemplo a Candlemass: ellos tampoco hacen siempre lo mismo. Si escuchás “King of the Grey Islands” tiene algunos de los mejores riffs lentos hechos por alguien, pero después tenés riffs con pedal Wah-wah que son rápidos, y entonces ¿el Doom Metal es lento? Bueno, no según esas canciones de Candlemass. Lo mismo pasa con los temas rápidos de Trouble: ¿van a decir que no son Doom Metal? O sea, siguiendo esta línea parecería que -en realidad- en los pioneros del Doom está el impulso de tocar rápido, entonces ¿por qué el Doom tiene que ser lento? Yo creo que My Dying Bride forma parte de ese mundo diverso y oscuro, pero qué es “puro” Doom, eso es algo difícil de decir. Yo no sé si podría nombrar tantos subestilos como vos, sí reconozco a las bandas y claramente veo enormes diferencias entre ellas, entonces, no podemos estar todos equivocados, ni tener todos la razón. En lo que a mí respecta, me parece bien formar parte del “Club del Doom”, jajaja.

– Bueno, mucha gente considera que las raíces del Doom están en Black Sabbath y si escuchás, por decir algo, “Electric Funeral”, por un lado, y “Children of the Grave”, por el otro, ¿quién decide cuál suena más “Doom”? 

AC: Y ni hablemos si escuchás “Technical Ecstasy”. Nunca me gustó ese disco. Black Sabbath tiene algunos de los mejores riffs de la historia de lo que podríamos llamar “Doom”, pero después escuchás un disco así y te das cuenta de que ni siquiera ellos mantenían una fórmula. Créeme, amo a Black Sabbath, pero no puedo escuchar ese disco, y lo intento. O “Johnny Blade” en “Never Say Die!” ¡No! Jajaja. ¿En qué estaban pensando? Si sos fanático de Black Sabbath, no me crucifiques por esto.

– A mí me gustan esos discos.  

AC: Jaja. Bueno, pero no son para mí.

– Retomando un poco el debate anterior, a veces tengo la impresión de que la gente quiere establecer límites en cosas que son dinámicas, y no me refiero solamente al público, sino también a las bandas. Hay artistas con proyectos paralelos que se supone hacen distintos subestilos dentro de lo que sería el Doom, pero al escucharlos, es difícil encontrar diferencias claras.  

AC:  Mirá, yo creo que tiene que ver con que algunos músicos lo son a tiempo completo, y si su ingreso pasa por hacer música, está claro que tener cinco bandas es más redituable que tener una. No estoy diciendo que sean mercenarios, ni nada semejante. Si viven de la música, creo que el aspecto financiero es una razón válida y comprensible. Desde el punto de vista artístico, yo entendería que, si alguien decide empezar un proyecto paralelo a su banda inicial, al menos tiene la intención de hacer algo distinto, aunque puede que no lo logre. También hay cierta cuestión de que se volvió popular estar en más de una banda. Yo, personalmente, tiendo a no sentirme atraído por proyectos paralelos si son concebidos de manera jerárquica por el artista. O sea, no escucharía una “segunda banda” a no ser que se proponga como algo completamente diferente.

Lee la segunda parte aquí

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Andrew Craighan (My Dying Bride). Primera Parte: “Hacemos nuestro doom metal y las controversias quedan para los elitistas”
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Tuvimos la posibilidad de entrevistar a Andrew Craighan, guitarrista original de la mítica banda inglesa de Doom Metal, My Dying Bride. Además de ser uno de los miembros fundadores de este grupo de gran trayectoria, es una persona y un artista muy comprometido con la realidad. La conversación duró una hora, así que presentaremos la entrevista en dos partes. En esta primera mitad, hablamos sobre el último disco, sus influencias, los cambios en la banda y qué es el Doom Metal.

– Hola, Andrew, soy Marcos. ¿Pudiste ver el mensaje que te envié hace unos segundos? 

AC: Oh, no, estaba respondiendo otra entrevista, así que no pude verlo, me disculpo.

– No hay problema, quería saber si íbamos a hacer la entrevista solamente con audio o también video.  

AC: Puede ser en video (aparece en pantalla). Acá estoy, pero yo no te veo.

– ¿Qué tal ahora?  

AC: Ahora, sí. Ahí vamos.

– Bueno, antes que nada, quería agradecerte por brindarnos esta entrevista. Headbanger.es es un sitio web dedicado al Metal, orientado a las audiencias española y latinoamericanas. Yo te hablo desde Argentina, y creo que ustedes saben que cuentan con un público fiel aquí.  

AC: Es cierto. La verdad nos sorprendimos mucho durante aquel show, tanto entusiasmo en la gente de Argentina, realmente fue algo para recordar. Ojalá podamos volver pronto.

– Hablemos de su último disco, “The Ghost of Orion” (2020). ¿Qué nos podés decir acerca del proceso compositivo y de los cambios que encontrás en comparación con sus álbumes anteriores? 

AC: La verdad fue algo bastante “bipolar” en muchos aspectos. Yo diría que grabamos un 50% del disco en lo que sería para nosotros la forma “normal”, digamos, tocando en el estudio con John, Lena, Shaun, Calvin, Dan, y todo iba progresando muy bien, así que varias de las canciones surgieron de esa manera. Después vino un enorme cambio, cuando Calvin se fue. No estábamos preparados para eso porque no hubo ninguna señal previa de que él estuviera pensando en marcharse, de manera que fue un shock absoluto. Todos nos mirábamos entre nosotros preguntándonos qué íbamos a hacer de allí en más. A partir de ese momento, yo decidí completar el disco y tuve que volver a escribir algunas de las cosas que ya teníamos hechas. Fue bastante extraño, porque, como te decía, la primera mitad se realizó con la banda en la sala, y la segunda fue más aislada. De hecho, pasé muchas semanas encerrado en esta misma habitación, volviendo a grabar muchas cosas. Fue un trabajo muy arduo, lejos de cualquier idea de estar tomando drogas y estrellando helicópteros. Fue duro y surrealista, muy extraño, porque yo me esforzaba por mantenerme trabajando, mientras Aaron lidiaba con algunos problemas de salud y Calvin se había ido sin ninguna razón de la que supiéramos -cuestiones personales seguramente- así que fue extraño. No obstante, desde un punto de vista musical, me permitió crear más capas, sobre todo en los temas con introducciones acústicas, en los que se pudo incluir mucho más. Yo compuse más armonías, algo que no hubiera podido hacer en la sala, porque estando encerrado aquí estuve más concentrado, te diría que casi al punto de perder la cabeza, así que estuve contento cuando el disco quedó terminado y fuimos al estudio a grabarlo. Estoy satisfecho con los resultados, sobre todo considerando las dificultades que tuvimos que superar.

– Iba a preguntarte por la búsqueda que tuvieron en cuanto a sonido en este disco, y claramente, según lo que decís, todo se vio bastante influenciado por las cosas inesperadas que pasaron. 

AC: Bueno, esa parte no fue difícil. Yo hablé con Mark Mynett, que fue el productor de este álbum. Él es un productor netamente de Heavy Metal: sabe muy bien de qué se trata. Quizás no estaba muy metido en lo que era My Dying Bride, pero definitivamente sabe de Heavy Metal. A su vez, yo había estado escuchando dos discos en particular: “Instinctus Bestialis” de Gorgoroth, un trabajo fenomenal, brillantemente grabado para ser Black Metal, y el otro, “Rituals” de Rotting Christ, un disco que me sorprendió. En ese álbum cambiaron mucho, pero siguieron siendo Rotting Christ. Ellos empezaron editando demos al mismo tiempo que My Dying Bride, y en ese disco se mostraron enormes, poderosos, majestuosos, pero, aun así, siendo todavía Rotting Christ. No se “vendieron” o se convirtieron en Nightwish. No es que haya nada malo con Nightwish, me refiero a que Rotting Christ no se transformó en algo bonito o delicado, siguió haciendo una música brutal. Así que esos discos fueron los dos que tomé y dije: “no quiero sonar así, pero mirá lo que hicieron”. Quería hacer la versión My Dying Bride de eso, y Mark nos comprendió absolutamente porque, de hecho, se encontraba haciendo unos remixes para Rotting Christ. También entendió adónde apuntaba con el ejemplo del disco de Gorgoroth, buscando algo realmente potente, que a veces es cuestión de balance: se trata de lograr algo que no sea muy limpio, pero tampoco fuera de control, y que mantenga la agresividad.

– Creo que esa intención se nota, aunque no sabía que te gustaban esas bandas en particular. El cambio en el sonido, en comparación con sus discos anteriores es evidente, por eso me interesaba saber cuál había sido su intención desde un principio. ¿Qué nos podés decir sobre el arte de tapa? ¿Qué representa para ustedes? 

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– Bueno, la obra de Eliran Kantor me parece excelente, y ya que estuviste hablando de Black Metal, no sé si viste el arte de tapa que hizo para Gaerea, un grupo portugués.  

AC: No, la verdad no conozco la banda, no vi ese trabajo. ¿Cómo es el nombre?

– Gaerea, creo que te podría gustar esa pintura, obviamente tiene el estilo de Kantor, pero incluso mantiene cierta similitud en la paleta de colores y el detalle en la representación de la emoción.  

AC: Muy bueno, lo voy a buscar.

– Volviendo a My Dying Bride, ustedes son una banda con tres décadas de trayectoria y muchos trabajos editados, lo que los convierte en una referencia dentro del Doom Metal. ¿Cuáles son los factores que mantuvieron al grupo vivo y evolucionando? 

AC: Esa es una muy buena pregunta, pero no creo tener una respuesta definitiva. Lo primero es que todavía nos gusta hacer lo que hacemos. Sigo disfrutando de la potencia del Metal y de formar parte de una banda. Creo que eso nos pasa a todos los integrantes, ese placer genuino de seguir creando nos mantiene unidos, tocando Doom Metal o lo que sea. El desafío es renovarse, y ni siquiera puedo afirmar si realmente lo logramos, pero tratamos, y reitero, la clave está en que, cada vez que hacemos un nuevo álbum, nos proponemos hacerlo lo más distinto posible del anterior. Cuando nos juntamos a componer y tocar, sabemos que no queremos imitar lo que hicimos en el disco previo, y eso, de alguna manera, te da una dirección: saber que no querés hacer lo que hiciste antes. Eso es importante para mantener el interés, incluso de nosotros mismos, que nos preguntamos cómo será el próximo álbum.

– Hablando de Doom Metal, percibí cierto titubeo cuando nombraste la categoría. ¿Se sienten cómodos siendo identificados bajo esa etiqueta? Porque justamente mi próxima pregunta tenía que ver con eso.  

AC: En realidad, no es tanto que dudé, está bien decir que hacemos Doom Metal. Hace unos años leí en algún lado –cosa que ya no hago- que My Dying Bride no se podía llamar más una banda de Doom Metal porque no hacía esto o lo otro, y me pregunté a mí mismo acerca de qué definía al género. No tardé demasiado en darme cuenta de que esos son típicos planteos de elitistas y realmente no me importaba. O sea, nosotros hacíamos la música, pero ellos se arrogaban la posición de decir cómo debía ser para cumplir con los supuestos requisitos de un estilo, lo cual es ridículo. No podés acatar lo que dicen otros para entrar en una categoría. A mí me encanta el nombre “Doom Metal”, pero la verdad, no estoy seguro de qué es lo que otros pueden incluir o excluir del género, porque dentro del mismo hay una diversidad enorme. Hacemos nuestro Doom Metal y las controversias quedan para los elitistas.

– La pregunta que tenía en mente apuntaba directamente a eso. Tengo la idea de que el Doom Metal es, dentro del amplio campo del Heavy Metal, el género con más “subestilos”. No creo que eso pase tanto con el Thrash o el Death Metal, por ejemplo, pero cuando se trata de Doom, fácilmente se me ocurren diez vertientes. ¿Por qué pensás que sucede eso? 

AC: Es complicado. Lo que se me ocurre es lo siguiente. Si tocás muy lento, se vuelve Doom casi automáticamente. Bueno, no podés hacer eso siempre, no va a funcionar, la mayoría de la gente se va a aburrir por la repetición. El Doom Metal, como cualquier estilo, tiene que fluir, tiene que haber una evolución, no solamente pensando en lo que cada banda hace en relación con lo que hizo antes, sino en contraste con lo que hacen otras. Tener como premisa esa idea elemental de tocar lento no puede ser algo definitivo. Y ese desarrollo no se logra improvisando y esperando que lo que surja sea distinto, y va más allá de lo que a la gente le pueda gustar. Hay cosas que conllevan procesos que implican varios álbumes. Por supuesto, siempre habrá un sector del público que se considerará “purista” y va a esperar algo determinado, pero la mayoría perderá interés. No digamos My Dying Bride, te nombro por ejemplo a Candlemass: ellos tampoco hacen siempre lo mismo. Si escuchás “King of the Grey Islands” tiene algunos de los mejores riffs lentos hechos por alguien, pero después tenés riffs con pedal Wah-wah que son rápidos, y entonces ¿el Doom Metal es lento? Bueno, no según esas canciones de Candlemass. Lo mismo pasa con los temas rápidos de Trouble: ¿van a decir que no son Doom Metal? O sea, siguiendo esta línea parecería que -en realidad- en los pioneros del Doom está el impulso de tocar rápido, entonces ¿por qué el Doom tiene que ser lento? Yo creo que My Dying Bride forma parte de ese mundo diverso y oscuro, pero qué es “puro” Doom, eso es algo difícil de decir. Yo no sé si podría nombrar tantos subestilos como vos, sí reconozco a las bandas y claramente veo enormes diferencias entre ellas, entonces, no podemos estar todos equivocados, ni tener todos la razón. En lo que a mí respecta, me parece bien formar parte del “Club del Doom”, jajaja.

– Bueno, mucha gente considera que las raíces del Doom están en Black Sabbath y si escuchás, por decir algo, “Electric Funeral”, por un lado, y “Children of the Grave”, por el otro, ¿quién decide cuál suena más “Doom”? 

AC: Y ni hablemos si escuchás “Technical Ecstasy”. Nunca me gustó ese disco. Black Sabbath tiene algunos de los mejores riffs de la historia de lo que podríamos llamar “Doom”, pero después escuchás un disco así y te das cuenta de que ni siquiera ellos mantenían una fórmula. Créeme, amo a Black Sabbath, pero no puedo escuchar ese disco, y lo intento. O “Johnny Blade” en “Never Say Die!” ¡No! Jajaja. ¿En qué estaban pensando? Si sos fanático de Black Sabbath, no me crucifiques por esto.

– A mí me gustan esos discos.  

AC: Jaja. Bueno, pero no son para mí.

– Retomando un poco el debate anterior, a veces tengo la impresión de que la gente quiere establecer límites en cosas que son dinámicas, y no me refiero solamente al público, sino también a las bandas. Hay artistas con proyectos paralelos que se supone hacen distintos subestilos dentro de lo que sería el Doom, pero al escucharlos, es difícil encontrar diferencias claras.  

AC:  Mirá, yo creo que tiene que ver con que algunos músicos lo son a tiempo completo, y si su ingreso pasa por hacer música, está claro que tener cinco bandas es más redituable que tener una. No estoy diciendo que sean mercenarios, ni nada semejante. Si viven de la música, creo que el aspecto financiero es una razón válida y comprensible. Desde el punto de vista artístico, yo entendería que, si alguien decide empezar un proyecto paralelo a su banda inicial, al menos tiene la intención de hacer algo distinto, aunque puede que no lo logre. También hay cierta cuestión de que se volvió popular estar en más de una banda. Yo, personalmente, tiendo a no sentirme atraído por proyectos paralelos si son concebidos de manera jerárquica por el artista. O sea, no escucharía una “segunda banda” a no ser que se proponga como algo completamente diferente.

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