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Dark Easter Metal Meeting Día 1: “Candlemass de vuelta al pasado”
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Texto: Júlia Benevelli

Esta pasada Semana Santa se cocía en Múnich la que iba a ser la décima edición del Dark Easter Metal Meeting, festival donde este 2023 hemos podido disfrutar de bandas como Darkened Nocturn Slaughtercult, Rotting Christ, Candlemass, Darvaza o Triumph of Death. Repleto de black metal y con algún toque discrepante, el evento se antojaba intenso combinando bandas que han pasado por nuestro país diversas veces, junto con algunas que no hay manera que pasen, por lo que era una muy buena opción para pasar el puente para amantes del metal extremo. 

El festival se llevó a cabo en sábado 8 y domingo 9 de abril, en un pequeño centro cultural en las afueras de la ciudad llamado Backstage. El centro estaba distribuido en tres salas de concierto, de diferentes tamaños, aproximadamente como las salas Razzmatazz que tenemos en Barcelona. La sala Werk era la de mayor tamaño, donde tocaban las bandas principales, dotada de tres barras para bebida, zona de merchandising, otra para las bandas, y unas pequeñas gradas que llevaban a la platea, donde se reunía la mayoría del público. La sala Halle era un poco más pequeña, con solo un bar, y la Club era la más reducida, sin barra. Estas dos últimas acogían a las bandas con menos público, ya que los conciertos se solapaban. A pesar de ello, los horarios permitían ver un tiempo considerable (unos 55 minutos) incluso las bandas más tempranas del día, al contrario de lo que pasa en otros festivales. En el terreno exterior, por el que había que pasar para cambiar de sala, se instalaron varios puestos de cerveza, así como varios de comida: hotdogs (bastante básicos, la verdad), hamburguesas y bocadillos, y uno con comida tradicional alemana, como ensalada de patata, pretzels, salsas de queso, y un fantástico bocadillo de carne de cerdo asada.

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Cabe decir que no se trata de uno de esos grandes festivales europeos que duran una semana, que tanto están en auge últimamente, como Hellfest, Graspop, o incluso el Resurrection Fest español, como dan a entender las salas. Aun así, este pequeño festival se ha presentado con potencia en la escena desde hace diez ediciones, y sigue cada año con más fuerza. Tanto es así que, al anunciar este cartelazo a mediados del mes de enero, el sold out fue casi instantáneo. Ya al principio del primer día la gente no se perdía mucho, las salas estaban llenas, y los bolazos que vimos explican el por qué. 

La caminata desde el hotel era apenas unos veinte minutos, ya que Múnich es una ciudad no especialmente grande, pero sí bastante bien comunicada. Una pequeña y solitaria taquilla otorgó el pase de prensa y la pulsera, de los colores de la bandera de Ucrania. La primera banda empezó en la Werk a las 14:30, estrenando el festival: el black metal de In Aphelion, banda reciente formada por miembros de Necrophobic, abrió el festival con energía desmesurada teniendo en cuenta las circunstancias. Ellos mismos manifestaron que esperaban una sala mucho más vacía, pero el sold out ya se notaba, y hacía mucho ruido. Dedicaron prácticamente todo el concierto a su primer LP Moribund, del año pasado, con temas como “Sorrow, Fire & Hate”, “Requiem”, “World Serpent (Devourer of Dreams)”, o el homónimo “Moribund”. No se puede negar que pusieron las expectativas del festival muy altas.

A las 15.25h, fue el momento de elegir la segunda banda: se generaba un solape de Groza y Endonomos, y la decisión favoreció a estos últimos. Los austríacos Endonomos tocaron un doom/death bastante melódico y una sonoridad bastante clara, o lo que permitía la pequeña sala Club, que se llenó bastante. Empezaron el concierto con una pieza a cappella grabada, para poner en sintonía al público. Tocaron muchos temas de su nuevo y único álbum Endonomos, del verano pasado, como “Atropos” o “Wither and Thrive”. Las luces empeoraron bastante respecto a la Werk, y la sonoridad también sufrió de ese favoritismo, pero nada fue un impedimento para el concierto que se marcaron.

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Ya de vuelta a la Werk, era el turno de los alemanes Sulphur Aeon. Les esperaba una sala prácticamente a aforo completo: a pesar de haber una gran mayoría de público alemán, fueron de los más aclamados. La banda ofreció un espectáculo digno de su temática, el horror lovecraftiano, con vestimentas acordes y un abanico de luces que no contemplaban la claridad. Se centraron en sus temas más escuchados, como “Culto of Starry Wisdom”, “Yuggothian Spell” o “Devotion To The Cosmic Chaos”. El concierto fue correcto, aunque no se puede considerar de los mejores del evento.

De nuevo tocaba cambiar de sala, esta vez a la Halle, para ver la performance inmunda de Darvaza, banda a camino entre Italia y Noruega. Se solapaban con Uprising, pero la decisión era clara. Sumidos en una oscuridad apenas interrumpida por luces ocasionales– que no mejoraban mucho la situación visual– se veían a duras penas los ojos saltones de Wraath, el vocalista, que escupía vino al público. Empezaron el concierto con la intro del EP The Downward Descent, el movimiento de las moscas necrófagas, donde el público ya empezó a enloquecer. Continuaron con temas como “Mother Of Harlots”, “Towards The Darkest Mystery”, o “This Hungry Triumphant Darkness”, con el que el público ya terminó en la locura. Era uno de los must see del festival para más de uno, y estuvo a la altura de las expectativas: de lo mejor del festival.

Por fin era el turno de los alemanes Darkened Nocturn Slaughtercult, en el escenario Werk. Después del cáncer que sufrió Onielar, la vocalista y guitarrista, en 2021, que la obligó a deshacerse de su larguísima melena, había dudas sobre cómo aparecería al escenario, pero no decepcionó. Su tradicional vestido blanco largo, a conjunto con su guitarra, y una larga corona de espinas negras, todo ello manchado de la sangre que escupía al público. Desgraciadamente, el sonido no permitía discernir del todo los riffs ni los armónicos agudos de la voz, al menos en la parte más cercana al escenario. Dedicaron gran parte del setlist al último álbum Mardom, con temas como “A Beseechment Twofold” o “Imperishable Soulless Gown”, repartiendo las demás canciones, como “…To Necromancy” o “Malignant Deathcult”, entre los demás álbumes. 

Ya eran sobre las siete de la tarde, y era hora de un trozo de carne asada, por lo que no pudimos cubrir Agrypnie y Vermilia, que tocaban simultáneamente en la Halle y la Club, respectivamente. En vez de eso, el evento continuó con los suecos Necrophobic, miembros de cuya banda ya habían salido con In Aphelion. Su puesta en escena, a pesar de que más elaborada a nivel de vestimenta, no estaba al nivel energético de sus predecesores. Aun así, consiguieron casi llenar la sala y transmitir su carácter. El sonido estaba increíblemente alto aunque bastante equilibrado, rompiendo así una tanda de conciertos peor sonorizados. Tocaron temas de álbumes diversos, como “Taste Of Black”, “The Nocturnal Silence” o “Tsar Bomba”.

Para continuar, era el turno de los letones Skyforger, armados con atuendos más o menos medievales y música folklórica de su tierra. Era uno de los must see del festival, pero no cumplieron mucho con lo que se esperaba. Había graves problemas de sonido (bastante común en todos los conciertos de la Halle), y no se oían las voces melódicas ni la parte más melódica de la guitarra. Combinado con el exceso de humo y las luces posteriores, costaba entender lo que pasaba en el escenario. Aun así, había bastantes fans disfrutando del concierto, que cantaron a son de temas como “Virsaitis Nameisis” o “1916. Gada Marts”.

Por fin llegaba el momento de una de las bandas más veteranas y aclamadas de la noche: Candlemass. La sala Werk se llenó, no cabía ni una aguja, a pesar de la diferencia de estilo con lo que ocupaba la mayoría de las bandas. Sabían a lo que venían y conocían su público, y el hecho de que volviera Johan Längquist, vocalista en el mítico Epicus Doomicus Metallicus, era el clima perfecto para volver a ese álbum. Tocaron “Under The Oak”, “Crystall Ball”, “Sorcerer’s Pledge” y “Solitude”, con la que terminaron el concierto, completando así casi la mitad del setlist. La otra mitad priorizó el Nightfall, con temas como “Bewitched”, “Dark Are The Veils Of Death”, o “Well Of Souls”. El sonido no acompañó, una vez más, pero no fue impedimento para que el público coreara cada uno de los temas como si se les fuera la vida en ello. De lo mejor de la velada.

Al terminar, la mayoría del público ya se había dirigido a la Halle a ver Thy Light, que se solapaban con Kvaen, por lo que era prácticamente imposible acceder para cubrir algo. Además, las zonas con más visibilidad fotográfica estaban en el segundo piso, donde solo tenían acceso los técnicos de sonido, músicos, y la prensa oficial del festival. Desgraciadamente, no fue posible para Grave llegar al festival, debido a un accidente sufrido por el vocalista, del cual aún se está recuperando. Los sustituyeron a última hora Schirenc Plays Pungent Stench, miembro fundador de Pungent Stench, con su estilo particular de death metal y sus letras controvertidas. Se presentaron como Grave, siguiendo el estilo cómico que los caracteriza, e incluso empezaron tocando una versión de “Into The Grave”, de la banda a la que sustituían.

La decepción del momento y el cansancio acumulado de haberlo dado todo durante todo el día nos llevó a dar el primer día de festival por terminado. Para el segundo día tendríamos que dosificar las energías, porque nos esperaban grandes actuaciones y gigantes del metal.


 

 

 

 

 

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Dark Easter Metal Meeting Día 1: “Candlemass de vuelta al pasado”
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Texto: Júlia Benevelli

Esta pasada Semana Santa se cocía en Múnich la que iba a ser la décima edición del Dark Easter Metal Meeting, festival donde este 2023 hemos podido disfrutar de bandas como Darkened Nocturn Slaughtercult, Rotting Christ, Candlemass, Darvaza o Triumph of Death. Repleto de black metal y con algún toque discrepante, el evento se antojaba intenso combinando bandas que han pasado por nuestro país diversas veces, junto con algunas que no hay manera que pasen, por lo que era una muy buena opción para pasar el puente para amantes del metal extremo. 

El festival se llevó a cabo en sábado 8 y domingo 9 de abril, en un pequeño centro cultural en las afueras de la ciudad llamado Backstage. El centro estaba distribuido en tres salas de concierto, de diferentes tamaños, aproximadamente como las salas Razzmatazz que tenemos en Barcelona. La sala Werk era la de mayor tamaño, donde tocaban las bandas principales, dotada de tres barras para bebida, zona de merchandising, otra para las bandas, y unas pequeñas gradas que llevaban a la platea, donde se reunía la mayoría del público. La sala Halle era un poco más pequeña, con solo un bar, y la Club era la más reducida, sin barra. Estas dos últimas acogían a las bandas con menos público, ya que los conciertos se solapaban. A pesar de ello, los horarios permitían ver un tiempo considerable (unos 55 minutos) incluso las bandas más tempranas del día, al contrario de lo que pasa en otros festivales. En el terreno exterior, por el que había que pasar para cambiar de sala, se instalaron varios puestos de cerveza, así como varios de comida: hotdogs (bastante básicos, la verdad), hamburguesas y bocadillos, y uno con comida tradicional alemana, como ensalada de patata, pretzels, salsas de queso, y un fantástico bocadillo de carne de cerdo asada.

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Cabe decir que no se trata de uno de esos grandes festivales europeos que duran una semana, que tanto están en auge últimamente, como Hellfest, Graspop, o incluso el Resurrection Fest español, como dan a entender las salas. Aun así, este pequeño festival se ha presentado con potencia en la escena desde hace diez ediciones, y sigue cada año con más fuerza. Tanto es así que, al anunciar este cartelazo a mediados del mes de enero, el sold out fue casi instantáneo. Ya al principio del primer día la gente no se perdía mucho, las salas estaban llenas, y los bolazos que vimos explican el por qué. 

La caminata desde el hotel era apenas unos veinte minutos, ya que Múnich es una ciudad no especialmente grande, pero sí bastante bien comunicada. Una pequeña y solitaria taquilla otorgó el pase de prensa y la pulsera, de los colores de la bandera de Ucrania. La primera banda empezó en la Werk a las 14:30, estrenando el festival: el black metal de In Aphelion, banda reciente formada por miembros de Necrophobic, abrió el festival con energía desmesurada teniendo en cuenta las circunstancias. Ellos mismos manifestaron que esperaban una sala mucho más vacía, pero el sold out ya se notaba, y hacía mucho ruido. Dedicaron prácticamente todo el concierto a su primer LP Moribund, del año pasado, con temas como “Sorrow, Fire & Hate”, “Requiem”, “World Serpent (Devourer of Dreams)”, o el homónimo “Moribund”. No se puede negar que pusieron las expectativas del festival muy altas.

A las 15.25h, fue el momento de elegir la segunda banda: se generaba un solape de Groza y Endonomos, y la decisión favoreció a estos últimos. Los austríacos Endonomos tocaron un doom/death bastante melódico y una sonoridad bastante clara, o lo que permitía la pequeña sala Club, que se llenó bastante. Empezaron el concierto con una pieza a cappella grabada, para poner en sintonía al público. Tocaron muchos temas de su nuevo y único álbum Endonomos, del verano pasado, como “Atropos” o “Wither and Thrive”. Las luces empeoraron bastante respecto a la Werk, y la sonoridad también sufrió de ese favoritismo, pero nada fue un impedimento para el concierto que se marcaron.

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De nuevo tocaba cambiar de sala, esta vez a la Halle, para ver la performance inmunda de Darvaza, banda a camino entre Italia y Noruega. Se solapaban con Uprising, pero la decisión era clara. Sumidos en una oscuridad apenas interrumpida por luces ocasionales– que no mejoraban mucho la situación visual– se veían a duras penas los ojos saltones de Wraath, el vocalista, que escupía vino al público. Empezaron el concierto con la intro del EP The Downward Descent, el movimiento de las moscas necrófagas, donde el público ya empezó a enloquecer. Continuaron con temas como “Mother Of Harlots”, “Towards The Darkest Mystery”, o “This Hungry Triumphant Darkness”, con el que el público ya terminó en la locura. Era uno de los must see del festival para más de uno, y estuvo a la altura de las expectativas: de lo mejor del festival.

Por fin era el turno de los alemanes Darkened Nocturn Slaughtercult, en el escenario Werk. Después del cáncer que sufrió Onielar, la vocalista y guitarrista, en 2021, que la obligó a deshacerse de su larguísima melena, había dudas sobre cómo aparecería al escenario, pero no decepcionó. Su tradicional vestido blanco largo, a conjunto con su guitarra, y una larga corona de espinas negras, todo ello manchado de la sangre que escupía al público. Desgraciadamente, el sonido no permitía discernir del todo los riffs ni los armónicos agudos de la voz, al menos en la parte más cercana al escenario. Dedicaron gran parte del setlist al último álbum Mardom, con temas como “A Beseechment Twofold” o “Imperishable Soulless Gown”, repartiendo las demás canciones, como “…To Necromancy” o “Malignant Deathcult”, entre los demás álbumes. 

Ya eran sobre las siete de la tarde, y era hora de un trozo de carne asada, por lo que no pudimos cubrir Agrypnie y Vermilia, que tocaban simultáneamente en la Halle y la Club, respectivamente. En vez de eso, el evento continuó con los suecos Necrophobic, miembros de cuya banda ya habían salido con In Aphelion. Su puesta en escena, a pesar de que más elaborada a nivel de vestimenta, no estaba al nivel energético de sus predecesores. Aun así, consiguieron casi llenar la sala y transmitir su carácter. El sonido estaba increíblemente alto aunque bastante equilibrado, rompiendo así una tanda de conciertos peor sonorizados. Tocaron temas de álbumes diversos, como “Taste Of Black”, “The Nocturnal Silence” o “Tsar Bomba”.

Para continuar, era el turno de los letones Skyforger, armados con atuendos más o menos medievales y música folklórica de su tierra. Era uno de los must see del festival, pero no cumplieron mucho con lo que se esperaba. Había graves problemas de sonido (bastante común en todos los conciertos de la Halle), y no se oían las voces melódicas ni la parte más melódica de la guitarra. Combinado con el exceso de humo y las luces posteriores, costaba entender lo que pasaba en el escenario. Aun así, había bastantes fans disfrutando del concierto, que cantaron a son de temas como “Virsaitis Nameisis” o “1916. Gada Marts”.

Por fin llegaba el momento de una de las bandas más veteranas y aclamadas de la noche: Candlemass. La sala Werk se llenó, no cabía ni una aguja, a pesar de la diferencia de estilo con lo que ocupaba la mayoría de las bandas. Sabían a lo que venían y conocían su público, y el hecho de que volviera Johan Längquist, vocalista en el mítico Epicus Doomicus Metallicus, era el clima perfecto para volver a ese álbum. Tocaron “Under The Oak”, “Crystall Ball”, “Sorcerer’s Pledge” y “Solitude”, con la que terminaron el concierto, completando así casi la mitad del setlist. La otra mitad priorizó el Nightfall, con temas como “Bewitched”, “Dark Are The Veils Of Death”, o “Well Of Souls”. El sonido no acompañó, una vez más, pero no fue impedimento para que el público coreara cada uno de los temas como si se les fuera la vida en ello. De lo mejor de la velada.

Al terminar, la mayoría del público ya se había dirigido a la Halle a ver Thy Light, que se solapaban con Kvaen, por lo que era prácticamente imposible acceder para cubrir algo. Además, las zonas con más visibilidad fotográfica estaban en el segundo piso, donde solo tenían acceso los técnicos de sonido, músicos, y la prensa oficial del festival. Desgraciadamente, no fue posible para Grave llegar al festival, debido a un accidente sufrido por el vocalista, del cual aún se está recuperando. Los sustituyeron a última hora Schirenc Plays Pungent Stench, miembro fundador de Pungent Stench, con su estilo particular de death metal y sus letras controvertidas. Se presentaron como Grave, siguiendo el estilo cómico que los caracteriza, e incluso empezaron tocando una versión de “Into The Grave”, de la banda a la que sustituían.

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