Los teloneros Kid Kapichi desataron una tormenta de punk rock en el escenario, contagiando al público con su energía desbordante. Kid Kapichi demostró ser una revelacion por qué son una de las bandas de rock más prometedoras del momento: su sonido crudo y directo, combinado con una actitud desafiante, dejó al público sin aliento. Sorprendieron con un setlist variado que incluyó desde sus temas más conocidos, como “Rob The Supermarket”, “New England” y “Smash The Gaff”, hasta nuevas canciones como “Artillery”, “Let’s Get To Work” y “999”, que prometen convertirse en clásicos.
La capacidad de Kid Kapichi para mezclar diferentes estilos musicales, desde el punk rock hasta el post-punk, los convierte en una banda única y original. La anécdota del día sucedió en medio del concierto, cuando un par de “machos alfa” se trenzaron a golpes entre el público. En un momento memorable, el guitarrista Jim Wilson detuvo la canción para intervenir y pacificar la situación, arengando al público con un claro mensaje: la música es una familia, no una panda de matones descerebrados. Sin duda, el héroe del día fue Jim “The Avenger” Wilson.
Frank Carter and The Rattlesnakes ofrecieron una revisión de su último disco, A Dark Rainbow, junto con todo el arsenal de himnos de sus cuatro discos anteriores. La sociedad con el guitarrista Dean Richardson y los mercenarios Tom “Tank” Barclay en el bajo y Gareth Grover en la batería hicieron del concierto una verdadera bomba.
La debacle comenzó con un ejército de fotógrafos apostados en el foso para inmortalizar a esta leyenda británica. La combustión se inició con la reciente y melancólica “Can’t I Take You Home” para luego pisar el acelerador con “Honey”, una canción completamente marcada por un estilo que recuerda a Damon Albarn de Blur .
Carter se instaló en medio de la pista, pie de micrófono en mano, para abrir un claro y cantar “Kitten Sucker”. La respuesta del público fue inmediata: un intenso y frenético karaoke que terminó con Carter subido en la barra, arengando a sus fans, quienes, con una marea de teléfonos móviles, no paraban de capturar la escena. De vuelta en el escenario, la banda atacó con la endemoniada “Devil Inside Me”. La ruta de éxitos continuó con “Wild Flowers”, una canción donde Carter dio protagonismo al poder femenino, tomando el mosh pit por completo con una intensidad compartida entre ambos sexos.
El tema “Parasite” nos llevó a una pista de pogo colectivo junto a “Juggernaut” y “Happier Days”, las nuevas canciones de su última producción que funcionaron bien en directo. “Cupid ‘s Arrow” ofreció una mirada a la meteórica carrera de Carter desde su salida de Gallows.
“Lullaby”, dedicada a los teloneros, precedió a “Angel Wings”, la última canción del set, en la que Carter habló de su descenso personal a los infiernos de las drogas, otorgando a su mensaje de apoyo a quienes luchan con estas dificultades una auténtica autoridad. Tras una breve pausa, la banda volvió con un trío de ases musicales, pero no sin antes agradecer a sus seguidores.
Frank Carter se convirtió en un auténtico maestro de ceremonias, dejando una marca en todos los presentes. Con emotivas palabras, recordó: “Nueve años después, cinco álbumes y cientos de conciertos alrededor del mundo, hemos compartido nuestras canciones con vosotros”. A continuación, la calma tras la tormenta llegó con la introspectiva “Man of the Hour” y la enérgica “Crowbar”. En esta última, Carter tomó el móvil de una fan que transmitía en directo para mostrar a cada uno de los músicos en el escenario, creando un momento inolvidable para quien estaba al otro lado de la pantalla.
El cierre llegó con “I Hate You”, coreada a todo pulmón. Carter sonrió y presentó a la banda antes de despedirse, y mientras abandonaban el escenario, sonó Bennie and The Jets de Sir Elton John, una crítica a la codicia en la industria musical que no dejó nada al azar, ni siquiera la música de fondo, impregnada de un sutil sentido de rebeldía. El concierto fue una auténtica catarsis, una liberación de emociones contenidas que nos permitió conectar con nuestra parte más salvaje.
Para quienes se lo perdieron, una pena, porque Frank Carter se despide temporalmente de los escenarios para asumir la difícil misión de ponerle voz a los Sex Pistols, interpretando el esencial Never Mind the Bollocks que ya estrenó en agosto en Reino Unido, y que el próximo verano podremos ver en España en 2025.
Los teloneros Kid Kapichi desataron una tormenta de punk rock en el escenario, contagiando al público con su energía desbordante. Kid Kapichi demostró ser una revelacion por qué son una de las bandas de rock más prometedoras del momento: su sonido crudo y directo, combinado con una actitud desafiante, dejó al público sin aliento. Sorprendieron con un setlist variado que incluyó desde sus temas más conocidos, como “Rob The Supermarket”, “New England” y “Smash The Gaff”, hasta nuevas canciones como “Artillery”, “Let’s Get To Work” y “999”, que prometen convertirse en clásicos.
La capacidad de Kid Kapichi para mezclar diferentes estilos musicales, desde el punk rock hasta el post-punk, los convierte en una banda única y original. La anécdota del día sucedió en medio del concierto, cuando un par de “machos alfa” se trenzaron a golpes entre el público. En un momento memorable, el guitarrista Jim Wilson detuvo la canción para intervenir y pacificar la situación, arengando al público con un claro mensaje: la música es una familia, no una panda de matones descerebrados. Sin duda, el héroe del día fue Jim “The Avenger” Wilson.
Frank Carter and The Rattlesnakes ofrecieron una revisión de su último disco, A Dark Rainbow, junto con todo el arsenal de himnos de sus cuatro discos anteriores. La sociedad con el guitarrista Dean Richardson y los mercenarios Tom “Tank” Barclay en el bajo y Gareth Grover en la batería hicieron del concierto una verdadera bomba.
La debacle comenzó con un ejército de fotógrafos apostados en el foso para inmortalizar a esta leyenda británica. La combustión se inició con la reciente y melancólica “Can’t I Take You Home” para luego pisar el acelerador con “Honey”, una canción completamente marcada por un estilo que recuerda a Damon Albarn de Blur .
Carter se instaló en medio de la pista, pie de micrófono en mano, para abrir un claro y cantar “Kitten Sucker”. La respuesta del público fue inmediata: un intenso y frenético karaoke que terminó con Carter subido en la barra, arengando a sus fans, quienes, con una marea de teléfonos móviles, no paraban de capturar la escena. De vuelta en el escenario, la banda atacó con la endemoniada “Devil Inside Me”. La ruta de éxitos continuó con “Wild Flowers”, una canción donde Carter dio protagonismo al poder femenino, tomando el mosh pit por completo con una intensidad compartida entre ambos sexos.
El tema “Parasite” nos llevó a una pista de pogo colectivo junto a “Juggernaut” y “Happier Days”, las nuevas canciones de su última producción que funcionaron bien en directo. “Cupid ‘s Arrow” ofreció una mirada a la meteórica carrera de Carter desde su salida de Gallows.
“Lullaby”, dedicada a los teloneros, precedió a “Angel Wings”, la última canción del set, en la que Carter habló de su descenso personal a los infiernos de las drogas, otorgando a su mensaje de apoyo a quienes luchan con estas dificultades una auténtica autoridad. Tras una breve pausa, la banda volvió con un trío de ases musicales, pero no sin antes agradecer a sus seguidores.
Frank Carter se convirtió en un auténtico maestro de ceremonias, dejando una marca en todos los presentes. Con emotivas palabras, recordó: “Nueve años después, cinco álbumes y cientos de conciertos alrededor del mundo, hemos compartido nuestras canciones con vosotros”. A continuación, la calma tras la tormenta llegó con la introspectiva “Man of the Hour” y la enérgica “Crowbar”. En esta última, Carter tomó el móvil de una fan que transmitía en directo para mostrar a cada uno de los músicos en el escenario, creando un momento inolvidable para quien estaba al otro lado de la pantalla.
El cierre llegó con “I Hate You”, coreada a todo pulmón. Carter sonrió y presentó a la banda antes de despedirse, y mientras abandonaban el escenario, sonó Bennie and The Jets de Sir Elton John, una crítica a la codicia en la industria musical que no dejó nada al azar, ni siquiera la música de fondo, impregnada de un sutil sentido de rebeldía. El concierto fue una auténtica catarsis, una liberación de emociones contenidas que nos permitió conectar con nuestra parte más salvaje.
Para quienes se lo perdieron, una pena, porque Frank Carter se despide temporalmente de los escenarios para asumir la difícil misión de ponerle voz a los Sex Pistols, interpretando el esencial Never Mind the Bollocks que ya estrenó en agosto en Reino Unido, y que el próximo verano podremos ver en España en 2025.