


¡El 19 de junio de 2025, Razzmatazz en Barcelona no fue solo una sala, fue un epicentro de euforia desatada que vibró hasta los cimientos! Después de una intensa introducción a cargo de Boston Manor (quienes, por cierto, agradecieron efusivamente su regreso a Barcelona tras cinco años sin pisar Madrid, y ya pusieron a todo el mundo a saltar y calentar motores), y mientras la audiencia se entretenía coreando un karaoke de hits que sonaban desde la mesa de sonido, la atmósfera se cargó con una expectación palpable. De repente, las luces se apagaron de golpe. La icónica y ominosa intro de “2001: Odisea en el Espacio” retumbó en cada rincón, y el quinteto de Florida, A Day To Remember, salió al escenario con la clara intención de romperlo todo.
Con las palmas en el aire, Jeremy McKinnon (voz), Kevin Skaff (guitarra), Neil Westfall (guitarra), Joshua Woodard (bajo) y Alex Shelnutt (batería) desataron su furia. Los mosh pits no se hicieron esperar ni un segundo, coronados por un potente sistema de humo vertical y luces cenitales que creaban una atmósfera electrizante y envolvente. La energía era tangible, un torbellino de cuerpos que no cesaba de moverse. La banda no perdió el tiempo, arrancando con la explosiva “The Downfall of Us All“, que encendió al instante un mosh pit que no daría tregua en toda la noche. La energía se mantuvo en lo más alto con “I’m Made of Wax, Larry, What Are You Made Of?“, donde la potente y versátil voz de Jeremy mostró su increíble rango, pasando sin esfuerzo de la melodía más pegadiza al rugido más desgarrador. Acto seguido, el golpe demoledor de “2nd Sucks” (la que el propio Jeremy proclamó como “fucking fast”) desató un improvisado wall of death que se cierne sobre la pista, un espectáculo de caos controlado que dejaba sin aliento.
La fiesta continuó sin descanso con “Right Back at It Again“, que trajo consigo una lluvia de confeti multicolor que flotaba suavemente en el aire, enmarcando las melodías corales que surgían del grupo, envolviendo a la audiencia en una atmósfera casi mágica. En este punto, Alex Shelnutt se coronó como el rey de los malabares con las baquetas, mostrando su habilidad mientras seguía manteniendo un ritmo implacable, y Kevin Skaff se transformaba en el “Chuck Berry del metalcore“, con una energía inagotable y riffs que eran pura dinamita. La devoción de los fans por A Day To Remember era más que evidente con “Bad Blood“, un himno que resonó en cada rincón de la sala. Jeremy interactuaba constantemente con el público, devolviendo cada mirada y elevándose medio metro sobre la tarima en los potentes estribillos, conectando a un nivel íntimo con cada seguidor.
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La banda, maestros en la dirección de masas, ordenó a la multitud: “¡Generen Circles Pits!” para “Paranoia“. Un gigantesco torbellino se formó en la pista; el noventa por ciento de la audiencia obedeció con entusiasmo, mientras que el diez por ciento restante, móvil en mano, no soltó sus dispositivos, inmortalizando el momento en una celebración casi adolescente y frenética. Jeremy se dirigió a Barcelona para presentar “To the Death“, dividiendo a la audiencia en dos para crear un “karate mosh”, con brazos y piernas volando en escena, una coreografía de energía pura. Una melodía más romántica y envolvente, “Have Faith in Me“, aumentó de revoluciones, y unas pelotas inflables gigantes en blanco y negro comenzaron a botar de un lado a otro por encima de las cabezas, desapareciendo rápidamente en las fauces del público como preciados souvenirs de una noche inolvidable. Tras una pieza melódica más, la banda lanzó un guiño que encendió a los metaleros: un approach del icónico riff de “Walk” de Pantera, que se fusiona magistralmente con la melodía de “All My Friends“, donde Jeremy anunció emocionado que era un himno para “todos mis amigos”. Un roadie disfrazado de Mario Bros se unió a la fiesta, lanzando camisetas con una pistola, mientras el confeti volvía a inundar el aire, convirtiendo el escenario en un auténtico carnaval.
La rapidísima “Everyday” (o quizás “Every Day Is a Holiday”, encajando perfectamente con “everybody jump”) hizo que todos saltaran en sincronía, y el coro “Hey!” se replicó al unísono, resonando por toda la sala. Le siguieron la inyección de energía pop-punk de “You Be Tails, I’ll Be Sonic“, el bajo retumbante de Joshua Woodard en “Mr. Highway’s Thinking About the End“, y la fuerza ininterrumpida de “Miracle” y “LeBron“, cada una un testimonio de su capacidad para mezclar géneros sin perder la identidad. La impactante “Sometimes You’re the Hammer, Sometimes You’re the Nail” resonó profundamente con su poderoso mensaje, antes de la pura esencia pop-punk de “All I Want“, con un estribillo que invitaba a gritarlo a pleno pulmón. La balada más sentida de la noche, “If It Means a Lot to You“, transformó Razzmatazz en un lugar mágico: un mar de móviles iluminó la sala como estrellas en el firmamento, y las voces del público llenaron el recinto, creando un momento emotivo donde un par de versos en inglés se hicieron universales para esta nueva generación de fans. La banda al completo se unió bajo una multicolor lluvia de confeti, creando una imagen inolvidable que quedará grabada en la retina. Cerraron el set principal con la clásica “All Signs Point to Lauderdale“, con Neil Westfall sonriendo y agradeciendo sinceramente a los fans.
El rugido pidiendo un bis fue ensordecedor, y A Day To Remember no defraudó. Regresaron con una energía renovada para desatar aún más furia, con cinco canciones adicionales para no ser “mezquinos” con sus fanáticos. La agresividad volvió con “Resentment” y “Mindreader“, golpes contundentes que avivaron el mosh. Una íntima sesión acústica (posiblemente con otra balada que caló hondo) añadió un toque especial. “¡La última es para saltar!”, gritó Jeremy para una última canción rápida y la sala explotó en un frenesí final. La noche culminó con un caos festivo. Con una camiseta azul que decía “Rhude” con dos rayos blancos, la banda se despidió mientras los rollos de papel higiénico inundaban la sala, un caótico y glorioso final que demostró que A Day To Remember demostró una vez más que su mezcla única de géneros crea un espectáculo en vivo que es enérgico, emotivo y que siempre deja una impresión duradera. Barcelona fue testigo de una verdadera demolición emocional y sonora, una experiencia que nadie que la vivió olvidará. La banda no solo tocó; conquistó Razzmatazz, solidificando su leyenda y grabando a fuego una noche que será recordada como un hito apoteósico en la historia de la música en vivo en la ciudad condal. La energía residual del concierto aún vibra en el aire, un testimonio de que A Day To Remember sigue siendo una fuerza imparable, una marea imparable de emoción y decibelios que arrastra consigo a cada alma presente.



¡El 19 de junio de 2025, Razzmatazz en Barcelona no fue solo una sala, fue un epicentro de euforia desatada que vibró hasta los cimientos! Después de una intensa introducción a cargo de Boston Manor (quienes, por cierto, agradecieron efusivamente su regreso a Barcelona tras cinco años sin pisar Madrid, y ya pusieron a todo el mundo a saltar y calentar motores), y mientras la audiencia se entretenía coreando un karaoke de hits que sonaban desde la mesa de sonido, la atmósfera se cargó con una expectación palpable. De repente, las luces se apagaron de golpe. La icónica y ominosa intro de “2001: Odisea en el Espacio” retumbó en cada rincón, y el quinteto de Florida, A Day To Remember, salió al escenario con la clara intención de romperlo todo.
Con las palmas en el aire, Jeremy McKinnon (voz), Kevin Skaff (guitarra), Neil Westfall (guitarra), Joshua Woodard (bajo) y Alex Shelnutt (batería) desataron su furia. Los mosh pits no se hicieron esperar ni un segundo, coronados por un potente sistema de humo vertical y luces cenitales que creaban una atmósfera electrizante y envolvente. La energía era tangible, un torbellino de cuerpos que no cesaba de moverse. La banda no perdió el tiempo, arrancando con la explosiva “The Downfall of Us All“, que encendió al instante un mosh pit que no daría tregua en toda la noche. La energía se mantuvo en lo más alto con “I’m Made of Wax, Larry, What Are You Made Of?“, donde la potente y versátil voz de Jeremy mostró su increíble rango, pasando sin esfuerzo de la melodía más pegadiza al rugido más desgarrador. Acto seguido, el golpe demoledor de “2nd Sucks” (la que el propio Jeremy proclamó como “fucking fast”) desató un improvisado wall of death que se cierne sobre la pista, un espectáculo de caos controlado que dejaba sin aliento.
La fiesta continuó sin descanso con “Right Back at It Again“, que trajo consigo una lluvia de confeti multicolor que flotaba suavemente en el aire, enmarcando las melodías corales que surgían del grupo, envolviendo a la audiencia en una atmósfera casi mágica. En este punto, Alex Shelnutt se coronó como el rey de los malabares con las baquetas, mostrando su habilidad mientras seguía manteniendo un ritmo implacable, y Kevin Skaff se transformaba en el “Chuck Berry del metalcore“, con una energía inagotable y riffs que eran pura dinamita. La devoción de los fans por A Day To Remember era más que evidente con “Bad Blood“, un himno que resonó en cada rincón de la sala. Jeremy interactuaba constantemente con el público, devolviendo cada mirada y elevándose medio metro sobre la tarima en los potentes estribillos, conectando a un nivel íntimo con cada seguidor.
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La banda, maestros en la dirección de masas, ordenó a la multitud: “¡Generen Circles Pits!” para “Paranoia“. Un gigantesco torbellino se formó en la pista; el noventa por ciento de la audiencia obedeció con entusiasmo, mientras que el diez por ciento restante, móvil en mano, no soltó sus dispositivos, inmortalizando el momento en una celebración casi adolescente y frenética. Jeremy se dirigió a Barcelona para presentar “To the Death“, dividiendo a la audiencia en dos para crear un “karate mosh”, con brazos y piernas volando en escena, una coreografía de energía pura. Una melodía más romántica y envolvente, “Have Faith in Me“, aumentó de revoluciones, y unas pelotas inflables gigantes en blanco y negro comenzaron a botar de un lado a otro por encima de las cabezas, desapareciendo rápidamente en las fauces del público como preciados souvenirs de una noche inolvidable. Tras una pieza melódica más, la banda lanzó un guiño que encendió a los metaleros: un approach del icónico riff de “Walk” de Pantera, que se fusiona magistralmente con la melodía de “All My Friends“, donde Jeremy anunció emocionado que era un himno para “todos mis amigos”. Un roadie disfrazado de Mario Bros se unió a la fiesta, lanzando camisetas con una pistola, mientras el confeti volvía a inundar el aire, convirtiendo el escenario en un auténtico carnaval.
La rapidísima “Everyday” (o quizás “Every Day Is a Holiday”, encajando perfectamente con “everybody jump”) hizo que todos saltaran en sincronía, y el coro “Hey!” se replicó al unísono, resonando por toda la sala. Le siguieron la inyección de energía pop-punk de “You Be Tails, I’ll Be Sonic“, el bajo retumbante de Joshua Woodard en “Mr. Highway’s Thinking About the End“, y la fuerza ininterrumpida de “Miracle” y “LeBron“, cada una un testimonio de su capacidad para mezclar géneros sin perder la identidad. La impactante “Sometimes You’re the Hammer, Sometimes You’re the Nail” resonó profundamente con su poderoso mensaje, antes de la pura esencia pop-punk de “All I Want“, con un estribillo que invitaba a gritarlo a pleno pulmón. La balada más sentida de la noche, “If It Means a Lot to You“, transformó Razzmatazz en un lugar mágico: un mar de móviles iluminó la sala como estrellas en el firmamento, y las voces del público llenaron el recinto, creando un momento emotivo donde un par de versos en inglés se hicieron universales para esta nueva generación de fans. La banda al completo se unió bajo una multicolor lluvia de confeti, creando una imagen inolvidable que quedará grabada en la retina. Cerraron el set principal con la clásica “All Signs Point to Lauderdale“, con Neil Westfall sonriendo y agradeciendo sinceramente a los fans.
El rugido pidiendo un bis fue ensordecedor, y A Day To Remember no defraudó. Regresaron con una energía renovada para desatar aún más furia, con cinco canciones adicionales para no ser “mezquinos” con sus fanáticos. La agresividad volvió con “Resentment” y “Mindreader“, golpes contundentes que avivaron el mosh. Una íntima sesión acústica (posiblemente con otra balada que caló hondo) añadió un toque especial. “¡La última es para saltar!”, gritó Jeremy para una última canción rápida y la sala explotó en un frenesí final. La noche culminó con un caos festivo. Con una camiseta azul que decía “Rhude” con dos rayos blancos, la banda se despidió mientras los rollos de papel higiénico inundaban la sala, un caótico y glorioso final que demostró que A Day To Remember demostró una vez más que su mezcla única de géneros crea un espectáculo en vivo que es enérgico, emotivo y que siempre deja una impresión duradera. Barcelona fue testigo de una verdadera demolición emocional y sonora, una experiencia que nadie que la vivió olvidará. La banda no solo tocó; conquistó Razzmatazz, solidificando su leyenda y grabando a fuego una noche que será recordada como un hito apoteósico en la historia de la música en vivo en la ciudad condal. La energía residual del concierto aún vibra en el aire, un testimonio de que A Day To Remember sigue siendo una fuerza imparable, una marea imparable de emoción y decibelios que arrastra consigo a cada alma presente.