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Hellfest 2025 Día 1: “Rock y brutalidad en medio del calor francés”

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Mystic Festival 2025 – Dia 4: “un adiós por todo lo alto”

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Judas Priest en Bilbao: “el rugido eterno del heavy metal”

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Rock Imperium 2025 – Dia 2: “Todos los Caminos conducen al Imperium”

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Rock Imperium 2025 – Dia 1: “Pura Adrenalina”

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Hellfest 2025 Día 1: “Rock y brutalidad en medio del calor francés”
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Armamos el equipaje y nos dirigimos al oeste francés para asistir una vez más al Hellfest, uno de los festivales de heavy metal más importantes del continente europeo y el más grande de Francia, con los poco más de 7000 habitantes de la ciudad de Clisson recibiendo la visita de cientos de miles de metaleros dispuestos a pasar cuatro días de riffs pesados en los nada menos que seis escenarios disponibles.

Decidimos arrancar el jueves 19 de junio, el primero del evento, dirigiéndonos al escenario Temple para ver a las sensaciones blackmetaleras Misþyrming, o Misthyrming como tan cordialmente nos permiten escribirlo para no tener que andar copiando y pegando las letras tan particulares del idioma islandés. 

Con un ambiente donde se estaba sintiendo fuerte el calor, con momentos de 37° durante aquel jueves, este cuarteto oriundo de Reykjavík cubrió de frialdad nórdica a la gente con su sonido de riffs, pasando de la disonancia a las melodías en un abrir y cerrar de ojos. Los blastbeats de una canción como “Ég byggði dyr í eyðimörkinni” son capaces de poner a cualquiera en trance o de darle razón para comenzar un mosh violento, mientras que “Með Hamri” tiene melodías que le dan a su música un brillo inesperado. Con los miembros de Misthyrming ataviados en su maquillaje de líneas negras, cual guerreros a punto de entrar en batalla o en ritual, ayudó mucho a complementar una gran experiencia y un gran set de cuarenta minutos.

Nos pusimos a recorrer el resto de los escenarios, y fue en el Valley donde pudimos ser testigos de la presentación de Slomosa, un cuarteto que viene demostrando que el rock desértico puede aparecer en absolutamente cualquier lugar, incluso en la montañosa ciudad de Bergen en Noruega. Slomosa desataron el poder de su música, su “tundra rock” como lo llaman, frente a un público enorme y soleado, mezclando esos riffs con fuzz con ritmos más rockeros y directos, tomando canciones de sus álbumes Slomosa y Tundra Rock.

Benjamin Berdous, cantante y guitarrista de la banda además de portador de uno de los afros más grande que se hayan visto arriba de un escenario desde al menos 1979, dedicó un mensaje en francés a Donald Trump y Marine Le Pen para que “le chuparan el pene”, antes de arrancar con “Battling Guns”. Además de Berdous es justo mencionar a su compañero en guitarra Tor Erik Bye y a Eirik M. Sandvik, productor y quien proveía una tercera guitarra de apoyo desde el fondo, por terminar de redondear esos riffs deliciosos de puro rock. Y también a Jard Hole en la batería y la impresionante Marie Moe en bajo y voz, dando esas precisas líneas que agregaban tanto a las canciones si uno prestaba atención. Una muestra de buen rock viejo y querido por parte de los noruegos.

Volvimos al escenario techado del Temple para poder ver el espectáculo puesto por Thy Catafalque. Habiendo pasado más de 20 años como un proyecto de estudio del músico húngaro Tamás Kátai, haciéndose un nombre como uno de los motores más fuertes de experimentación y expansión de límites en el mundo del metal extremo, la noticia de 2021 de que Kátai llevaría la música de Thy Catafalque al escenario fue intrigante aunque me hiciera sentir algo de escepticismo, considerando la complejidad y cantidad de detalles que se podían escuchar en discos como Tűnő idő tárlat y Rengeteg

Pero el músico ha sabido trasladar esas composiciones al vivo, como pudimos ver en esta oportunidad en el Hellfest: con una selección de músicos acompañando a Kátai, que llamativamente ha elegido el bajo como su instrumento en vivo, el set se centró más que nada en el último y monumental XII: A gyönyörű álmok ezután jönnek pero tomando canciones de sus álbumes clásicos, esta versión en vivo de Thy Catafalque funcionó de manera perfecta. Pudimos escuchar a la gente agitando a cada momento, con Bálint Bokodi y Gábor Dudás encargándose de las voces masculinas y Martina Horváth e Ivett Dudás de las voces femeninas (exacto, cuatro cantantes) y dando lugar a un concierto enorme, más allá de las limitaciones de tiempo propias de ser parte de un festival. “Piros kocsi, fekete éj”, “A gyönyörű álmok ezután jönnek”, “Trilobita” y “Csillagkohó”, entre otras, conformaron un setlist acorde a las circunstancias.

Poco más de una hora después y todavía en el Temple, pudimos ver a otra figura de autor dentro del metal pesado, con la aparición arriba del escenario de Ihsahn. Acompañado por su cohorte de instrumentistas, el cantante de Emperor se encargaba de los complicados riffs de guitarra como si de respirar se tratara, dando lugar a un espectáculo sonoro privilegiado para todos los que estábamos en el escenario techado. Aunque la música del noruego no sea de la que más invite al mosh violento, los presentes hacían headbang y aplaudían con respeto cada canción y gesto del músico, donde podía causar un poco de gracia el contraste entre sus voces guturales agudas y su apariencia de hipster de anteojos, y justamente no hay que dejarse engañar. “Telemark”, “The Promethean Spark” y “Lend Me the Eyes of Millenia” fueron algunas de las que pasaron.

A poco de terminado el set de Ihsahn, fuimos de vuelta al Valley para ver a otros stoners de un lugar poco dado a ese sonido. En este caso era el cuarteto Monkey3, unos suizos que viene hace dos décadas y media haciéndose un nombre en el complicado mundo del “stoner prog instrumental”, como para poder definir un poco la propuesta de estos oriundos de Lausana. 

Aunque su setlist sólo mostrara cinco canciones, tres de ellas provenientes de su último trabajo Welcome To The Machine (2024), la duración que estas suelen tener fue más que suficiente para llenar la hora de presentación que tenían programada. Y vaya que hay para explorar en sus canciones, combinando esos momentos psicodélicos a lo Pink Floyd (no por nada el nombre de ese último disco) con explosiones de tintes post rockeros, y obviamente esos riffs bien ruteros como para subirse al auto y ponerse a manejar a través del desierto, tal vez después de consumir hongos. Música muy cinemática, ideal para un ambiente donde el sol comenzaba a ocultarse en el Hellfest.

Tras el fin de Monkey3, decidimos visitar un escenario nuevo y nos fuimos al Warzone, donde estaban comenzando a sonar los rockeros The Hellacopters. Nicke Andersson habrá comenzado la banda a mediados de los noventas como un proyecto aparte de los deathmetaleros Entombed para mostrar su amor por el rock garajero de los sesentas con una dosis punk, pero con el tiempo han ido… no diría “ablandándose”, pero ciertamente dejando que influencias más melódicas y “powerpoperas” se hayan metido en su sonido.

Está bien, se han ablandado, pero eso no significa que sus canciones no tengan todavía esos riffs clásicos deliciosos, pudiendo mechar un blues de bar como “So Sorry I Could Die” con su clásico violento “The Devil Stole The Beat From The Lord” sin problemas. Con una cantidad de público más que decente, los suecos hicieron lo suyo con soltura y carisma, dando lugar a algo que sólo se puede describir como “un buen momento”, con un entorno ya oscurecido.

Ya en las últimas horas del evento, nos dirigimos a un nuevo escenario, en este caso el Altar, para acomodarnos y ponernos bien pesados con la gente de Whitechapel. Ese nombre me trae recuerdos de aquella época en la que el deathcore estaba en todos lados y estos estadounidenses eran una de las bandas más importantes de esa movida, sobre todo por el hecho de que el deathcore no era querido por los críticos y a casi todas las bandas las hacían mierda en las reseñas. Pero en los últimos años el deathcore ha tenido una reevaluación crítica importante (lo mismo que el metalcore) y fue interesante revisitar esos primeros discos de la banda y poder decir que no están nada mal, así que tenía muchas ganas de poder verlos en vivo.

Por suerte, Whitechapel estuvieron a la altura de mis expectativas. Con un fondo que mostraba una imagen referida al último disco, el reciente Hymns in Dissonance, el sexteto dio una clase de violencia arriba del escenario demostrando que a pesar de las etiquetas tienen bien en claro que lo suyo es la brutalidad. Con un set más que nada centrado en sus últimos discos, con canciones como el doblete inicial “Prisoner 666” e “Hymns in Dissonance” seguido por otras como “A Bloodsoaked Symphony” y “Forgiveness Is Weakness”, pero en un par de ocasiones volviendo a sus clásicos deathcoreros como “This Is Exile” y “Prostatic Fluid Asphyxiation”, las tres guitarras de la banda mostraron una pesadez mezclada con precisión quirúrgica envidiable. 

Gabe Crisp sigue igual de implacable en el bajo y el recién llegado Brandon Zackey es un reloj suizo detrás de la batería, pero creo que la verdadera estrella en vivo termina siendo el cantante Phil Bozeman, quien no sólo se centra en las voces guturales clásicas sino también en los gritos agudos y los va mezclando unos con otros en las canciones con una habilidad tremenda. Por el lado del público no hubiera venido mal un poco más de movimiento, aunque el mosh y los circle pits no hayan faltado, pero con tan solo tener la oportunidad de ver a Whitechapel haciendo lo suyo se hubiera podido poner fin a la actividad del día.

Pero claro, este primer día del Hellfest 2025 no se iba a terminar ahí, porque nos quedaba una banda en nuestra agenda. Así que volvimos al escenario Temple, habiéndonos saltado la presentación de Sunn O))) en ese lugar, para poder ver a los locales Alcest ante un público extremadamente numeroso. La banda del cantante y guitarrista Neige estuvo acompañada por un escenario lleno de referencias a la cultura japonesa que tanto se ha visto en los últimos lanzamientos de estos franceses, y ya pasada la medianoche podíamos tener un ambiente perfecto para disfrutar la música onírica de Alcest. 

Con un set basado en en los dos últimos Les chants de l’aurore (2024) y Spiritual Instinct (2019), nos metimos de lleno en los riffs de ensueño y violencia característicos de la banda, no por nada considerada de las pioneras del “blackgaze”. “L’Envol”, “Améthyste”, “Écailles de lune – Part 2”, “Oiseaux de proie”, todas tuvieron a la gente aplaudiendo y disfrutando de tan particular propuesta.

El sonido fue impecable, excepto en algunos momentos donde podíamos escuchar a la distancia el set de los alemanes Electric Callboy cerca de nosotros interfiriendo un poco con la atmósfera. Pero más allá de eso, una manera enorme de cerrar la noche con broche de oro y ya poder irnos con una sonrisa a descansar y prepararnos para lo que se venía al día siguiente, ya con el día completo a nuestra disposición.


 

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Hellfest 2025 Día 1: “Rock y brutalidad en medio del calor francés”
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Armamos el equipaje y nos dirigimos al oeste francés para asistir una vez más al Hellfest, uno de los festivales de heavy metal más importantes del continente europeo y el más grande de Francia, con los poco más de 7000 habitantes de la ciudad de Clisson recibiendo la visita de cientos de miles de metaleros dispuestos a pasar cuatro días de riffs pesados en los nada menos que seis escenarios disponibles.

Decidimos arrancar el jueves 19 de junio, el primero del evento, dirigiéndonos al escenario Temple para ver a las sensaciones blackmetaleras Misþyrming, o Misthyrming como tan cordialmente nos permiten escribirlo para no tener que andar copiando y pegando las letras tan particulares del idioma islandés. 

Con un ambiente donde se estaba sintiendo fuerte el calor, con momentos de 37° durante aquel jueves, este cuarteto oriundo de Reykjavík cubrió de frialdad nórdica a la gente con su sonido de riffs, pasando de la disonancia a las melodías en un abrir y cerrar de ojos. Los blastbeats de una canción como “Ég byggði dyr í eyðimörkinni” son capaces de poner a cualquiera en trance o de darle razón para comenzar un mosh violento, mientras que “Með Hamri” tiene melodías que le dan a su música un brillo inesperado. Con los miembros de Misthyrming ataviados en su maquillaje de líneas negras, cual guerreros a punto de entrar en batalla o en ritual, ayudó mucho a complementar una gran experiencia y un gran set de cuarenta minutos.

Nos pusimos a recorrer el resto de los escenarios, y fue en el Valley donde pudimos ser testigos de la presentación de Slomosa, un cuarteto que viene demostrando que el rock desértico puede aparecer en absolutamente cualquier lugar, incluso en la montañosa ciudad de Bergen en Noruega. Slomosa desataron el poder de su música, su “tundra rock” como lo llaman, frente a un público enorme y soleado, mezclando esos riffs con fuzz con ritmos más rockeros y directos, tomando canciones de sus álbumes Slomosa y Tundra Rock.

Benjamin Berdous, cantante y guitarrista de la banda además de portador de uno de los afros más grande que se hayan visto arriba de un escenario desde al menos 1979, dedicó un mensaje en francés a Donald Trump y Marine Le Pen para que “le chuparan el pene”, antes de arrancar con “Battling Guns”. Además de Berdous es justo mencionar a su compañero en guitarra Tor Erik Bye y a Eirik M. Sandvik, productor y quien proveía una tercera guitarra de apoyo desde el fondo, por terminar de redondear esos riffs deliciosos de puro rock. Y también a Jard Hole en la batería y la impresionante Marie Moe en bajo y voz, dando esas precisas líneas que agregaban tanto a las canciones si uno prestaba atención. Una muestra de buen rock viejo y querido por parte de los noruegos.

Volvimos al escenario techado del Temple para poder ver el espectáculo puesto por Thy Catafalque. Habiendo pasado más de 20 años como un proyecto de estudio del músico húngaro Tamás Kátai, haciéndose un nombre como uno de los motores más fuertes de experimentación y expansión de límites en el mundo del metal extremo, la noticia de 2021 de que Kátai llevaría la música de Thy Catafalque al escenario fue intrigante aunque me hiciera sentir algo de escepticismo, considerando la complejidad y cantidad de detalles que se podían escuchar en discos como Tűnő idő tárlat y Rengeteg

Pero el músico ha sabido trasladar esas composiciones al vivo, como pudimos ver en esta oportunidad en el Hellfest: con una selección de músicos acompañando a Kátai, que llamativamente ha elegido el bajo como su instrumento en vivo, el set se centró más que nada en el último y monumental XII: A gyönyörű álmok ezután jönnek pero tomando canciones de sus álbumes clásicos, esta versión en vivo de Thy Catafalque funcionó de manera perfecta. Pudimos escuchar a la gente agitando a cada momento, con Bálint Bokodi y Gábor Dudás encargándose de las voces masculinas y Martina Horváth e Ivett Dudás de las voces femeninas (exacto, cuatro cantantes) y dando lugar a un concierto enorme, más allá de las limitaciones de tiempo propias de ser parte de un festival. “Piros kocsi, fekete éj”, “A gyönyörű álmok ezután jönnek”, “Trilobita” y “Csillagkohó”, entre otras, conformaron un setlist acorde a las circunstancias.

Poco más de una hora después y todavía en el Temple, pudimos ver a otra figura de autor dentro del metal pesado, con la aparición arriba del escenario de Ihsahn. Acompañado por su cohorte de instrumentistas, el cantante de Emperor se encargaba de los complicados riffs de guitarra como si de respirar se tratara, dando lugar a un espectáculo sonoro privilegiado para todos los que estábamos en el escenario techado. Aunque la música del noruego no sea de la que más invite al mosh violento, los presentes hacían headbang y aplaudían con respeto cada canción y gesto del músico, donde podía causar un poco de gracia el contraste entre sus voces guturales agudas y su apariencia de hipster de anteojos, y justamente no hay que dejarse engañar. “Telemark”, “The Promethean Spark” y “Lend Me the Eyes of Millenia” fueron algunas de las que pasaron.

A poco de terminado el set de Ihsahn, fuimos de vuelta al Valley para ver a otros stoners de un lugar poco dado a ese sonido. En este caso era el cuarteto Monkey3, unos suizos que viene hace dos décadas y media haciéndose un nombre en el complicado mundo del “stoner prog instrumental”, como para poder definir un poco la propuesta de estos oriundos de Lausana. 

Aunque su setlist sólo mostrara cinco canciones, tres de ellas provenientes de su último trabajo Welcome To The Machine (2024), la duración que estas suelen tener fue más que suficiente para llenar la hora de presentación que tenían programada. Y vaya que hay para explorar en sus canciones, combinando esos momentos psicodélicos a lo Pink Floyd (no por nada el nombre de ese último disco) con explosiones de tintes post rockeros, y obviamente esos riffs bien ruteros como para subirse al auto y ponerse a manejar a través del desierto, tal vez después de consumir hongos. Música muy cinemática, ideal para un ambiente donde el sol comenzaba a ocultarse en el Hellfest.

Tras el fin de Monkey3, decidimos visitar un escenario nuevo y nos fuimos al Warzone, donde estaban comenzando a sonar los rockeros The Hellacopters. Nicke Andersson habrá comenzado la banda a mediados de los noventas como un proyecto aparte de los deathmetaleros Entombed para mostrar su amor por el rock garajero de los sesentas con una dosis punk, pero con el tiempo han ido… no diría “ablandándose”, pero ciertamente dejando que influencias más melódicas y “powerpoperas” se hayan metido en su sonido.

Está bien, se han ablandado, pero eso no significa que sus canciones no tengan todavía esos riffs clásicos deliciosos, pudiendo mechar un blues de bar como “So Sorry I Could Die” con su clásico violento “The Devil Stole The Beat From The Lord” sin problemas. Con una cantidad de público más que decente, los suecos hicieron lo suyo con soltura y carisma, dando lugar a algo que sólo se puede describir como “un buen momento”, con un entorno ya oscurecido.

Ya en las últimas horas del evento, nos dirigimos a un nuevo escenario, en este caso el Altar, para acomodarnos y ponernos bien pesados con la gente de Whitechapel. Ese nombre me trae recuerdos de aquella época en la que el deathcore estaba en todos lados y estos estadounidenses eran una de las bandas más importantes de esa movida, sobre todo por el hecho de que el deathcore no era querido por los críticos y a casi todas las bandas las hacían mierda en las reseñas. Pero en los últimos años el deathcore ha tenido una reevaluación crítica importante (lo mismo que el metalcore) y fue interesante revisitar esos primeros discos de la banda y poder decir que no están nada mal, así que tenía muchas ganas de poder verlos en vivo.

Por suerte, Whitechapel estuvieron a la altura de mis expectativas. Con un fondo que mostraba una imagen referida al último disco, el reciente Hymns in Dissonance, el sexteto dio una clase de violencia arriba del escenario demostrando que a pesar de las etiquetas tienen bien en claro que lo suyo es la brutalidad. Con un set más que nada centrado en sus últimos discos, con canciones como el doblete inicial “Prisoner 666” e “Hymns in Dissonance” seguido por otras como “A Bloodsoaked Symphony” y “Forgiveness Is Weakness”, pero en un par de ocasiones volviendo a sus clásicos deathcoreros como “This Is Exile” y “Prostatic Fluid Asphyxiation”, las tres guitarras de la banda mostraron una pesadez mezclada con precisión quirúrgica envidiable. 

Gabe Crisp sigue igual de implacable en el bajo y el recién llegado Brandon Zackey es un reloj suizo detrás de la batería, pero creo que la verdadera estrella en vivo termina siendo el cantante Phil Bozeman, quien no sólo se centra en las voces guturales clásicas sino también en los gritos agudos y los va mezclando unos con otros en las canciones con una habilidad tremenda. Por el lado del público no hubiera venido mal un poco más de movimiento, aunque el mosh y los circle pits no hayan faltado, pero con tan solo tener la oportunidad de ver a Whitechapel haciendo lo suyo se hubiera podido poner fin a la actividad del día.

Pero claro, este primer día del Hellfest 2025 no se iba a terminar ahí, porque nos quedaba una banda en nuestra agenda. Así que volvimos al escenario Temple, habiéndonos saltado la presentación de Sunn O))) en ese lugar, para poder ver a los locales Alcest ante un público extremadamente numeroso. La banda del cantante y guitarrista Neige estuvo acompañada por un escenario lleno de referencias a la cultura japonesa que tanto se ha visto en los últimos lanzamientos de estos franceses, y ya pasada la medianoche podíamos tener un ambiente perfecto para disfrutar la música onírica de Alcest. 

Con un set basado en en los dos últimos Les chants de l’aurore (2024) y Spiritual Instinct (2019), nos metimos de lleno en los riffs de ensueño y violencia característicos de la banda, no por nada considerada de las pioneras del “blackgaze”. “L’Envol”, “Améthyste”, “Écailles de lune – Part 2”, “Oiseaux de proie”, todas tuvieron a la gente aplaudiendo y disfrutando de tan particular propuesta.

El sonido fue impecable, excepto en algunos momentos donde podíamos escuchar a la distancia el set de los alemanes Electric Callboy cerca de nosotros interfiriendo un poco con la atmósfera. Pero más allá de eso, una manera enorme de cerrar la noche con broche de oro y ya poder irnos con una sonrisa a descansar y prepararnos para lo que se venía al día siguiente, ya con el día completo a nuestra disposición.


 

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