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A Colossal Weekend 2025 – dia 3: “Música inclasificable, emociones universales”
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Ya pasadas las primeras dos jornadas del evento, con el cuerpo cansado pero mucho entusiasmo, nos acercamos al pequeño VEGA a las 18:30 para presenciar a los hardcore experimentales de Daufødt. Cabe destacar que antes hubo un concierto de un cuarteto de cuerdas que no llegamos a presenciar.

Adentrándonos en los noruegos, dieron un show muy potente. Todos los miembros son muy jóvenes y desbordaron energía con un hardcore punk cargado de distorsión y agresividad. La presentación fue sumamente energética y cercana al público, ya que no paraban de interactuar y captar su atención. Incluso, en varios momentos, la cantante y el bajista bajaron a tocar entre los asistentes y animar los primeros mosh pits de la jornada, sacrificando así algo de precisión en la ejecución.

El audio fue caótico, como su música: volumen muy fuerte y poderoso, con la voz bien al frente, lo que dejó en evidencia que su cantante forzaba mucho las cuerdas vocales. Pero esto no fueron más que detalles técnicos de un show entretenido y que se disfrutó mucho.

Desde los Estados Unidos, una de las bandas más representativas del doom metal actual llegó a presentarse en este festival: Pallbearer. Al comienzo, el sonido fue poco claro, pero con el correr de la canción que abrió el set, “Silver Wings“, se acomodó y pudimos apreciar todos los instrumentos con claridad. La música de los oriundos de Arkansas es lenta y melancólica, apoyándose en una base contundente de bajo y batería, y jugando con disonancias entre las guitarras. Una de 7 cuerdas afinada muy grave y otra de 6 con una afinación más aguda y “chillona”, por lo que el trabajo de ambos guitarristas estaba bien diferenciado. Por momentos, una se encargaba de las bases y de marcar el ritmo, mientras que la otra adornaba las canciones con arreglos, solos y detalles.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: A Colossal Weekend 2025 – dia 1: “Fusión y Experimentación”

Las melodías fueron llevadas casi enteramente por el vocalista Brett Campbell, quien dio una performance correcta y emotiva en cuanto a las voces. La lista de canciones elegidas sorprendió, ya que, si bien se encuentran presentando su aclamado Minds Burns Alive (2024), no centraron su set en él, sino que recorrieron todos sus trabajos. Tras una gran expresión de cariño hacia el público danés y la ciudad de Copenhagen, se retiraron elogiados después de dar una hermosa versión de “Worlds Apart“.

Teníamos intenciones de entrar al pequeño sótano a ver a los italianos de Bosco Sacro, grupo de doom metal experimental, pero estaba al límite de capacidad. Por lo tanto, nos dirigimos al VEGA chico a ver a los daneses de The Seven Mile Journey, grupo activo desde 1999. Un grupo ideal para este tipo de festival, ya que ofrecieron un post rock instrumental que buscaba generar climas y llevar al oyente de viaje a través de sonidos, como si se tratara de una banda sonora. Con un audio super nítido y acorde, dieron una presentación de 45 minutos donde la música fue la única protagonista, sin ningún tipo de interacción verbal. Sin embargo, hubo momentos muy destacables en los que el baterista alternaba los tipos de palillos, generando distintos sonidos, y un gran final con el guitarrista principal tocando con una baqueta que le quitó al baterista.

La agrupación anunciada como artista principal de la fecha fueron los irlandeses de God Is An Astronaut, aunque nos llamó la atención que, siendo headliners, fueran los que menos tiempo tocaron. Ya con la primera canción, “Oddysey“, pudimos sacar dos conclusiones muy certeras. La primera fue sobre el sonido: excelente de principio a fin. Se pudo apreciar todo a la perfección, desde los diferentes arreglos de batería, que fueron muchos y muy variados según la canción, hasta las distintas distorsiones y efectos que el guitarrista y el bajista sacaban con sus enormes pedaleras. El segundo punto fue lo escénico. Aunque no contaron con una puesta fuerte, sí lo hicieron con un juego de luces que acompañó e interactuó con cada detalle que salía por los parlantes, lo cual hizo que el show fuera más interesante, inmersivo y divertido.

La música ejecutada por el trío es instrumental y muy atmosférica, por lo que la comunicación verbal y gestual fue casi nula. Simplemente hablaron para presentar a una artista invitada y despedirse. Para las últimas dos canciones, recibieron en el escenario a la chelista Jo Quail, quien los acompaña como telonera en toda la gira, incluyendo en este festival, aunque no pudimos ver su propio show. Sin duda, el momento más destacable del show, ya que las poderosas partes de las canciones fueron acompañadas por el dulce contrabajo que aportó tanto dulzura como momentos tétricos. Con unos acoples sonando, los cuatro músicos se retiraron del escenario super aplaudidos y ovacionados.

Pasado el gran show de los irlandeses, tuvimos un déjà vu al querer ingresar al escenario más pequeño, pero volvimos a encontrarnos con una grata sorpresa en el escenario secundario. No hay mal que por bien no venga. Se trató de los canadienses de Respire, que contaban con un bajista, una violinista, un baterista y tres guitarristas, dos de los cuales cantaban, y el último que intercambiaba su instrumento con una trompeta según la canción.

La propuesta, en la aplicación del festival, estaba definida como “Post Todo”, y vaya que tenían razón. Hubo momentos claros de post metal, otros de black y también mucho hardcore. Todas las canciones eran una locura de sonidos que parecían salir de todas partes, guiadas por una base sólida de batería, bajo y guitarra rítmica. Los instrumentos más atípicos, como la trompeta y el violín, fueron coloreando toda la agresión, dando por momentos sensaciones más melancólicas u otras bailables, demostrando la versatilidad en las composiciones. Quiero destacar también que fue una de las pocas bandas que dio un mensaje explícito sobre la unión y la lucha contra el racismo y la discriminación, algo que forma parte del carácter de este festival alternativo y de nicho.

Este festival apuesta mucho por la escena alternativa. Como fuimos comentando, nos encontramos con propuestas difíciles de definir, pero sin duda la más inclasificable fue la danesa Kellermensch. La banda cuenta con una alineación de ocho músicos con roles muy marcados: un guitarrista, un baterista, un bajista, un violinista, un tecladista que hacía coros guturales, un pianista que también agregaba voces podridas, un chelista que por momentos colgaba otra guitarra y un vocalista limpio, que también en ocasiones tocaba guitarra. Con semejante alineación, pasamos a profundizar en lo musical. La propuesta podría definirse como una mezcla entre un rock oscuro con clara influencia de Nick Cave, algunos momentos punk y otros más pesados que recuerdan a Neurosis. Una combinación extravagante, pero que, contra todo pronóstico, funciona.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: A Colossal Weekend 2025 – día 2: “Un Festival sin Género”

El rol de cada instrumento estaba bien determinado, con una batería progresiva, un bajo muy ochentero, mientras que el violín, el chelo y el piano coloreaban las melodías propuestas por las voces y las guitarras. Los samplers, en cambio, añadían misticismo y oscuridad en los momentos precisos. En cuanto a las voces, había dos guturales: una más cercana al death metal y otra al black metal, mientras que la voz principal era limpia y hasta popera por momentos.

El concierto, más allá de lo musical, fue sumamente entretenido, con todos los músicos entregándose por completo: el bajista recorriendo el escenario con movimientos rígidos y llamativos, los coristas tirándose al piso y teatralizando mucho sus performances, y los demás miembros moviéndose constantemente. Pero el centro de atención fue el vocalista principal, Sebastian Wolff, que sencillamente dio todo. Pasó de momentos conmovedores y emotivos a instantes de pura actitud rockera, cantando entre los asistentes en más de una canción.
Y como para completar semejante formación, hubo una artista invitada: la cantante de Vulvatorious, banda extrema local en ascenso. La invitada, Ditte, vestida y peinada de forma provocativa, añadió aún más poder y furia al concierto con unos guturales demoledores. La lista contó con momentos muy altos y celebrados como “I’m Not Like Everybody Else“, “Mediocre Man“, y el final con las muy festejadas “Bad Sing” y “Moribound Town“, que fueron seguidas por un cálido saludo y una enorme ovación.

A mi parecer, este fue el mejor acto de todo el festival, ya que todos los factores se fusionaron y crearon una propuesta única, llena de frescura y energía.

Ya con la mayor parte del público retirándose a sus hogares, pudimos entrar al Basement para ver el último acto del festival: un dúo industrial proveniente de Barcelona llamado Dame Area. El miembro masculino del grupo se encargó de las percusiones con un tom de batería y de generar sonidos con una consola, mientras que la señorita, encargada de teclados, percusiones electrónicas y las vocales, se robó el corazón del público. La primera parte del set fue más atmosférica y centrada en las percusiones, mientras que la segunda mitad fue una locura de energía y entrega total. La vocalista Silvia, en este momento, dejó los instrumentos y se dedicó a cantar, gritar e interactuar con el público, que literalmente se volvió loco, desatando una ronda de pogo y baile por todo el lugar. Tras 45 minutos de una presentación ejemplar y llena de energía, el set de Dame Area llegó a su fin, acompañado por una gran ovación que duró un buen rato.

Y con el fin del set de los españoles, llegó también el fin del festival. Un evento ejemplar, tanto por la organización y el trato a los asistentes, como por la selección de artistas, que fue muy curada y cuidadosa. Por suerte, en las pantallas de los recintos se anunció que el festival se llevará a cabo nuevamente del 7 al 9 de mayo del próximo año. Sin duda volveremos a estar presentes, y recomendamos a todos que se acerquen a disfrutar de un evento maravilloso.

Foto portada: Adriana Zak

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A Colossal Weekend 2025 – dia 3: “Música inclasificable, emociones universales”
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Ya pasadas las primeras dos jornadas del evento, con el cuerpo cansado pero mucho entusiasmo, nos acercamos al pequeño VEGA a las 18:30 para presenciar a los hardcore experimentales de Daufødt. Cabe destacar que antes hubo un concierto de un cuarteto de cuerdas que no llegamos a presenciar.

Adentrándonos en los noruegos, dieron un show muy potente. Todos los miembros son muy jóvenes y desbordaron energía con un hardcore punk cargado de distorsión y agresividad. La presentación fue sumamente energética y cercana al público, ya que no paraban de interactuar y captar su atención. Incluso, en varios momentos, la cantante y el bajista bajaron a tocar entre los asistentes y animar los primeros mosh pits de la jornada, sacrificando así algo de precisión en la ejecución.

El audio fue caótico, como su música: volumen muy fuerte y poderoso, con la voz bien al frente, lo que dejó en evidencia que su cantante forzaba mucho las cuerdas vocales. Pero esto no fueron más que detalles técnicos de un show entretenido y que se disfrutó mucho.

Desde los Estados Unidos, una de las bandas más representativas del doom metal actual llegó a presentarse en este festival: Pallbearer. Al comienzo, el sonido fue poco claro, pero con el correr de la canción que abrió el set, “Silver Wings“, se acomodó y pudimos apreciar todos los instrumentos con claridad. La música de los oriundos de Arkansas es lenta y melancólica, apoyándose en una base contundente de bajo y batería, y jugando con disonancias entre las guitarras. Una de 7 cuerdas afinada muy grave y otra de 6 con una afinación más aguda y “chillona”, por lo que el trabajo de ambos guitarristas estaba bien diferenciado. Por momentos, una se encargaba de las bases y de marcar el ritmo, mientras que la otra adornaba las canciones con arreglos, solos y detalles.

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Teníamos intenciones de entrar al pequeño sótano a ver a los italianos de Bosco Sacro, grupo de doom metal experimental, pero estaba al límite de capacidad. Por lo tanto, nos dirigimos al VEGA chico a ver a los daneses de The Seven Mile Journey, grupo activo desde 1999. Un grupo ideal para este tipo de festival, ya que ofrecieron un post rock instrumental que buscaba generar climas y llevar al oyente de viaje a través de sonidos, como si se tratara de una banda sonora. Con un audio super nítido y acorde, dieron una presentación de 45 minutos donde la música fue la única protagonista, sin ningún tipo de interacción verbal. Sin embargo, hubo momentos muy destacables en los que el baterista alternaba los tipos de palillos, generando distintos sonidos, y un gran final con el guitarrista principal tocando con una baqueta que le quitó al baterista.

La agrupación anunciada como artista principal de la fecha fueron los irlandeses de God Is An Astronaut, aunque nos llamó la atención que, siendo headliners, fueran los que menos tiempo tocaron. Ya con la primera canción, “Oddysey“, pudimos sacar dos conclusiones muy certeras. La primera fue sobre el sonido: excelente de principio a fin. Se pudo apreciar todo a la perfección, desde los diferentes arreglos de batería, que fueron muchos y muy variados según la canción, hasta las distintas distorsiones y efectos que el guitarrista y el bajista sacaban con sus enormes pedaleras. El segundo punto fue lo escénico. Aunque no contaron con una puesta fuerte, sí lo hicieron con un juego de luces que acompañó e interactuó con cada detalle que salía por los parlantes, lo cual hizo que el show fuera más interesante, inmersivo y divertido.

La música ejecutada por el trío es instrumental y muy atmosférica, por lo que la comunicación verbal y gestual fue casi nula. Simplemente hablaron para presentar a una artista invitada y despedirse. Para las últimas dos canciones, recibieron en el escenario a la chelista Jo Quail, quien los acompaña como telonera en toda la gira, incluyendo en este festival, aunque no pudimos ver su propio show. Sin duda, el momento más destacable del show, ya que las poderosas partes de las canciones fueron acompañadas por el dulce contrabajo que aportó tanto dulzura como momentos tétricos. Con unos acoples sonando, los cuatro músicos se retiraron del escenario super aplaudidos y ovacionados.

Pasado el gran show de los irlandeses, tuvimos un déjà vu al querer ingresar al escenario más pequeño, pero volvimos a encontrarnos con una grata sorpresa en el escenario secundario. No hay mal que por bien no venga. Se trató de los canadienses de Respire, que contaban con un bajista, una violinista, un baterista y tres guitarristas, dos de los cuales cantaban, y el último que intercambiaba su instrumento con una trompeta según la canción.

La propuesta, en la aplicación del festival, estaba definida como “Post Todo”, y vaya que tenían razón. Hubo momentos claros de post metal, otros de black y también mucho hardcore. Todas las canciones eran una locura de sonidos que parecían salir de todas partes, guiadas por una base sólida de batería, bajo y guitarra rítmica. Los instrumentos más atípicos, como la trompeta y el violín, fueron coloreando toda la agresión, dando por momentos sensaciones más melancólicas u otras bailables, demostrando la versatilidad en las composiciones. Quiero destacar también que fue una de las pocas bandas que dio un mensaje explícito sobre la unión y la lucha contra el racismo y la discriminación, algo que forma parte del carácter de este festival alternativo y de nicho.

Este festival apuesta mucho por la escena alternativa. Como fuimos comentando, nos encontramos con propuestas difíciles de definir, pero sin duda la más inclasificable fue la danesa Kellermensch. La banda cuenta con una alineación de ocho músicos con roles muy marcados: un guitarrista, un baterista, un bajista, un violinista, un tecladista que hacía coros guturales, un pianista que también agregaba voces podridas, un chelista que por momentos colgaba otra guitarra y un vocalista limpio, que también en ocasiones tocaba guitarra. Con semejante alineación, pasamos a profundizar en lo musical. La propuesta podría definirse como una mezcla entre un rock oscuro con clara influencia de Nick Cave, algunos momentos punk y otros más pesados que recuerdan a Neurosis. Una combinación extravagante, pero que, contra todo pronóstico, funciona.

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El rol de cada instrumento estaba bien determinado, con una batería progresiva, un bajo muy ochentero, mientras que el violín, el chelo y el piano coloreaban las melodías propuestas por las voces y las guitarras. Los samplers, en cambio, añadían misticismo y oscuridad en los momentos precisos. En cuanto a las voces, había dos guturales: una más cercana al death metal y otra al black metal, mientras que la voz principal era limpia y hasta popera por momentos.

El concierto, más allá de lo musical, fue sumamente entretenido, con todos los músicos entregándose por completo: el bajista recorriendo el escenario con movimientos rígidos y llamativos, los coristas tirándose al piso y teatralizando mucho sus performances, y los demás miembros moviéndose constantemente. Pero el centro de atención fue el vocalista principal, Sebastian Wolff, que sencillamente dio todo. Pasó de momentos conmovedores y emotivos a instantes de pura actitud rockera, cantando entre los asistentes en más de una canción.
Y como para completar semejante formación, hubo una artista invitada: la cantante de Vulvatorious, banda extrema local en ascenso. La invitada, Ditte, vestida y peinada de forma provocativa, añadió aún más poder y furia al concierto con unos guturales demoledores. La lista contó con momentos muy altos y celebrados como “I’m Not Like Everybody Else“, “Mediocre Man“, y el final con las muy festejadas “Bad Sing” y “Moribound Town“, que fueron seguidas por un cálido saludo y una enorme ovación.

A mi parecer, este fue el mejor acto de todo el festival, ya que todos los factores se fusionaron y crearon una propuesta única, llena de frescura y energía.

Ya con la mayor parte del público retirándose a sus hogares, pudimos entrar al Basement para ver el último acto del festival: un dúo industrial proveniente de Barcelona llamado Dame Area. El miembro masculino del grupo se encargó de las percusiones con un tom de batería y de generar sonidos con una consola, mientras que la señorita, encargada de teclados, percusiones electrónicas y las vocales, se robó el corazón del público. La primera parte del set fue más atmosférica y centrada en las percusiones, mientras que la segunda mitad fue una locura de energía y entrega total. La vocalista Silvia, en este momento, dejó los instrumentos y se dedicó a cantar, gritar e interactuar con el público, que literalmente se volvió loco, desatando una ronda de pogo y baile por todo el lugar. Tras 45 minutos de una presentación ejemplar y llena de energía, el set de Dame Area llegó a su fin, acompañado por una gran ovación que duró un buen rato.

Y con el fin del set de los españoles, llegó también el fin del festival. Un evento ejemplar, tanto por la organización y el trato a los asistentes, como por la selección de artistas, que fue muy curada y cuidadosa. Por suerte, en las pantallas de los recintos se anunció que el festival se llevará a cabo nuevamente del 7 al 9 de mayo del próximo año. Sin duda volveremos a estar presentes, y recomendamos a todos que se acerquen a disfrutar de un evento maravilloso.

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