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Bloodfiend
Creature of the Catabombs (2020)
Disembodied Records

Tracklist:  

01. Forbidden Rites 
02. Graveyard Fog 
03. As The Pantheons Rise 
04. Messenger of the Skeletal Wings 
05. Don’t Cross the Woods 
06. Lords of the Void 
07. The Hangman Awaits 
08. Circle of the Reaper 
09. Creature of the Catacombs 


¿Qué decir de Bloodfiend? Empecemos por hablar de otras cosas que nos conduzcan a Roma. 

Una típica admonición dentro de la industria musical es evitar lanzar discos nuevos a fin de año. Otra es que los géneros tienen que evolucionar para mantenerse vivos. También están quienes insisten en que la lengua vernácula es mejor para expresar sentimientos, como si los sentimientos tuvieran nacionalidad. No nos olvidemos de la teoría de que tocar en vivo constantemente es lo que mantiene a una banda “en la vidriera”.  

Ahora sí, hablemos de Bloodfiend. “Creature of the Catacombs” sale en el mes de diciembre del año más extraño -como mínimo en medio siglo- y sin dudas, único -por más de un motivo- en la historia de la humanidad. La banda lo edita después del EP celebratorio de su década de existencia como tal, “10 Years Undead”, lanzado el año pasado, y de su último larga duración “Damnation from the Deep” (2017): dos grandes trabajos desde todo punto de vista.  

La cantidad de grupos que ejecutan el famoso “Old School Swedish Death Metal” va en aumento; sin embargo, el “Old School Swedish Death Metal” sigue sonando casi igual que siempre. Cuando se trata de un culto, el dogma no cambia, sino que -en todo caso- lo hacen sus interpretaciones. Esta nueva obra de Bloodfiend vuelve a brindarnos una dosis concentrada de este género musical, dentro del que nadie espera grandes innovaciones estilísticas. Sí podrían esperarse cambios con respecto a lo hecho anteriormente por la propia banda, y Bloodfiend cumple con creces.  

Tras grabar las baterías, la salida de Gustavo Quiroga y el ingreso de Jonatan Zárate, fue un cambio relevante para el grupo, pero no se refleja en el disco. Gabriel Lupi (voz), Walter Thompson (guitarra) y Fernando Larriestra (bajo), sí estuvieron a cargo de tomar algunas decisiones creativas que se manifestaron en esta nueva producción.  

La voz siempre potente e iracunda. La guitarra, aplastante como es habitual, en esta ocasión cuenta con su par, a cargo de Federico Ramos (Avernal) como invitado para ejecutar todos los solos de dicho instrumento en el disco, así como los teclados en el primer tema “Forbidden Rites”, track que ya empieza a mostrar un despliegue distinto al habitual en la banda.  Ramos será músico sesionista oficial, tanto para grabar, como para subir a los escenarios (cuando eso sea posible). El bajo de cinco cuerdas, tocado con los dedos: aplausos a una actitud en ocasiones cuestionada dentro del estilo. La mezcla estuvo a cargo de Gregorio Kochian en Estudios Recrear.

Las letras en inglés: otra decisión de enorme peso en el resultado final y sus alcances. A menos que se vaya a tocar un Death Metal introspectivo y existencialista, o referido a cuestiones culturales demasiado idiosincráticas, la lengua de elección no tiene por qué ser limitante, suponiendo que esa hipótesis acerca de cuál se supone es la mejor forma de expresar sentimientos, tuviera algún asidero. Con respecto a tocar en vivo, Bloodfiend raramente lo hace y se mantuvo en la primera línea del Death Metal sudamericano a fuerza de editar EPs, splits, compilados y -desde ya- cuatro discos de larga duración.

El ilustrador peruano Christopher Albert Castillo Díaz realizó una portada fiel al concepto que expresa el título del álbum. En este punto cabe un comentario potencialmente interesante. Es vox populi que los artistas suelen reflejar el zeitgeist o clima de la época, y muchas veces lo hacen inconscientemente. Que un disco se llame “Criatura de las Catacumbas”, en tiempos de encierro ante una plaga mundial, resulta sugerente.  

“Graveyard Fog” fue el primer corte de difusión y sirvió como muestra representativa. Contundencia y agresividad en riffs memorables, y un solo de guitarra muy bien colocado. El bajo ofrece algunos pasajes en los que asoma siniestro entre la mórbida neblina.  El siguiente tema, “As The Pantheons Rise” tiene como vocalista invitado a Mike Perun de la banda estadounidense Cianide. El bajo vuelve a sobresalir y las cualidades de los solos de guitarra ya perfilan como rasgo del conjunto total de la obra. Se trata del segundo adelanto del disco.

“Messenger of the Skeletal Wings” arranca con una sonoridad distinta, cierto desenfreno que deriva en nuevos riffs de corte quirúrgico en múltiples variantes. Sin dudas, este álbum expone un arsenal mayor que nunca.  El inicio de “Don’t Cross the Woods” ya obliga a sacudir la cabeza, para abrir paso a todas las fases de las distintas metamorfosis que atestiguaremos en cada tema. Cabe señalar la mayor duración de varios tracks en comparación con lo común en trabajos anteriores del grupo.

Algo similar puede decirse de “Lords of the Void”: más riffs notables y solos que van adquiriendo mayor protagonismo.  Aquí son más numerosos que nunca. “The Hangman Awaits” vuelve a poner al conjunto en plan de ataque directo y permanente, haciendo uso de todas las estrategias ya mencionadas.  “Circle of the Reaper” es un tema particularmente pesado, una secuencia de mazazos, intercalados con hachazos. El bajo, a esta altura, confirma un vuelo sin precedentes en la discografía de los argentinos.  

El disco culmina con un tema instrumental -homónimo- donde el bajo es central, y así se termina una obra que se disfruta desde el principio, y sobre la que pueden decirse varias cosas. Por un lado, cumple con todas las expectativas que cualquier amante del Old School Swedish Death Metal podría tener: ya se sabía de antemano que esa sería una constante. Por otro parte, la banda y el disco como tal, reflejan una madurez que no necesariamente se vincula a los años de trayectoria, ni tampoco a un empecinamiento en sostener a ultranza una fórmula como grupo (algo muy diferente es hablar del género musical). Bloodfiend se animó a introducir modificaciones que – ante el resultado- fueron acertadas. Se nota en los solos de guitarra, en la diversidad de los riffs y los cambios en cada tema, en el aporte novedoso que hace el bajo. Quizás allí resida la madurez: en tener la actitud de atreverse a hacer algo distinto, tomando buenas decisiones y sin caer en la experimentación por sí misma. “Creature of the Catacombs” es un excelente álbum, que bien puede considerarse el punto más alto en un recorrido de ascenso permanente iniciado hace diez años. 

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Creature of the Catabombs (2020)
Disembodied Records

Tracklist:  

01. Forbidden Rites 
02. Graveyard Fog 
03. As The Pantheons Rise 
04. Messenger of the Skeletal Wings 
05. Don’t Cross the Woods 
06. Lords of the Void 
07. The Hangman Awaits 
08. Circle of the Reaper 
09. Creature of the Catacombs 





¿Qué decir de Bloodfiend? Empecemos por hablar de otras cosas que nos conduzcan a Roma. 

Una típica admonición dentro de la industria musical es evitar lanzar discos nuevos a fin de año. Otra es que los géneros tienen que evolucionar para mantenerse vivos. También están quienes insisten en que la lengua vernácula es mejor para expresar sentimientos, como si los sentimientos tuvieran nacionalidad. No nos olvidemos de la teoría de que tocar en vivo constantemente es lo que mantiene a una banda “en la vidriera”.  

Ahora sí, hablemos de Bloodfiend. “Creature of the Catacombs” sale en el mes de diciembre del año más extraño -como mínimo en medio siglo- y sin dudas, único -por más de un motivo- en la historia de la humanidad. La banda lo edita después del EP celebratorio de su década de existencia como tal, “10 Years Undead”, lanzado el año pasado, y de su último larga duración “Damnation from the Deep” (2017): dos grandes trabajos desde todo punto de vista.  

La cantidad de grupos que ejecutan el famoso “Old School Swedish Death Metal” va en aumento; sin embargo, el “Old School Swedish Death Metal” sigue sonando casi igual que siempre. Cuando se trata de un culto, el dogma no cambia, sino que -en todo caso- lo hacen sus interpretaciones. Esta nueva obra de Bloodfiend vuelve a brindarnos una dosis concentrada de este género musical, dentro del que nadie espera grandes innovaciones estilísticas. Sí podrían esperarse cambios con respecto a lo hecho anteriormente por la propia banda, y Bloodfiend cumple con creces.  

Tras grabar las baterías, la salida de Gustavo Quiroga y el ingreso de Jonatan Zárate, fue un cambio relevante para el grupo, pero no se refleja en el disco. Gabriel Lupi (voz), Walter Thompson (guitarra) y Fernando Larriestra (bajo), sí estuvieron a cargo de tomar algunas decisiones creativas que se manifestaron en esta nueva producción.  

La voz siempre potente e iracunda. La guitarra, aplastante como es habitual, en esta ocasión cuenta con su par, a cargo de Federico Ramos (Avernal) como invitado para ejecutar todos los solos de dicho instrumento en el disco, así como los teclados en el primer tema “Forbidden Rites”, track que ya empieza a mostrar un despliegue distinto al habitual en la banda.  Ramos será músico sesionista oficial, tanto para grabar, como para subir a los escenarios (cuando eso sea posible). El bajo de cinco cuerdas, tocado con los dedos: aplausos a una actitud en ocasiones cuestionada dentro del estilo. La mezcla estuvo a cargo de Gregorio Kochian en Estudios Recrear.

Las letras en inglés: otra decisión de enorme peso en el resultado final y sus alcances. A menos que se vaya a tocar un Death Metal introspectivo y existencialista, o referido a cuestiones culturales demasiado idiosincráticas, la lengua de elección no tiene por qué ser limitante, suponiendo que esa hipótesis acerca de cuál se supone es la mejor forma de expresar sentimientos, tuviera algún asidero. Con respecto a tocar en vivo, Bloodfiend raramente lo hace y se mantuvo en la primera línea del Death Metal sudamericano a fuerza de editar EPs, splits, compilados y -desde ya- cuatro discos de larga duración.

El ilustrador peruano Christopher Albert Castillo Díaz realizó una portada fiel al concepto que expresa el título del álbum. En este punto cabe un comentario potencialmente interesante. Es vox populi que los artistas suelen reflejar el zeitgeist o clima de la época, y muchas veces lo hacen inconscientemente. Que un disco se llame “Criatura de las Catacumbas”, en tiempos de encierro ante una plaga mundial, resulta sugerente.  

“Graveyard Fog” fue el primer corte de difusión y sirvió como muestra representativa. Contundencia y agresividad en riffs memorables, y un solo de guitarra muy bien colocado. El bajo ofrece algunos pasajes en los que asoma siniestro entre la mórbida neblina.  El siguiente tema, “As The Pantheons Rise” tiene como vocalista invitado a Mike Perun de la banda estadounidense Cianide. El bajo vuelve a sobresalir y las cualidades de los solos de guitarra ya perfilan como rasgo del conjunto total de la obra. Se trata del segundo adelanto del disco.

“Messenger of the Skeletal Wings” arranca con una sonoridad distinta, cierto desenfreno que deriva en nuevos riffs de corte quirúrgico en múltiples variantes. Sin dudas, este álbum expone un arsenal mayor que nunca.  El inicio de “Don’t Cross the Woods” ya obliga a sacudir la cabeza, para abrir paso a todas las fases de las distintas metamorfosis que atestiguaremos en cada tema. Cabe señalar la mayor duración de varios tracks en comparación con lo común en trabajos anteriores del grupo.

Algo similar puede decirse de “Lords of the Void”: más riffs notables y solos que van adquiriendo mayor protagonismo.  Aquí son más numerosos que nunca. “The Hangman Awaits” vuelve a poner al conjunto en plan de ataque directo y permanente, haciendo uso de todas las estrategias ya mencionadas.  “Circle of the Reaper” es un tema particularmente pesado, una secuencia de mazazos, intercalados con hachazos. El bajo, a esta altura, confirma un vuelo sin precedentes en la discografía de los argentinos.  

El disco culmina con un tema instrumental -homónimo- donde el bajo es central, y así se termina una obra que se disfruta desde el principio, y sobre la que pueden decirse varias cosas. Por un lado, cumple con todas las expectativas que cualquier amante del Old School Swedish Death Metal podría tener: ya se sabía de antemano que esa sería una constante. Por otro parte, la banda y el disco como tal, reflejan una madurez que no necesariamente se vincula a los años de trayectoria, ni tampoco a un empecinamiento en sostener a ultranza una fórmula como grupo (algo muy diferente es hablar del género musical). Bloodfiend se animó a introducir modificaciones que – ante el resultado- fueron acertadas. Se nota en los solos de guitarra, en la diversidad de los riffs y los cambios en cada tema, en el aporte novedoso que hace el bajo. Quizás allí resida la madurez: en tener la actitud de atreverse a hacer algo distinto, tomando buenas decisiones y sin caer en la experimentación por sí misma. “Creature of the Catacombs” es un excelente álbum, que bien puede considerarse el punto más alto en un recorrido de ascenso permanente iniciado hace diez años. 

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