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Circus Maximus en Buenos Aires: “Espectáculo progresivo”
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En 2016, los noruegos Circus Maximus se habían anotado su primer paso por Sudamérica en el marco de la presentación de su cuarto álbum Havoc: dieron un recital en Chile y otro en Brasil pasando por alto Argentina, toda una rareza por aquellos años que lamentablemente se fue haciendo cada vez más común, crisis económica mediante. Pero en el domingo 15 de septiembre último, el combo progresivo tachó al país de sus pendientes con una presentación en el Uniclub de Buenos Aires, durante su segunda gira por Sudamérica, que también los tuvo pasando por Colombia y nuevamente por Chile y Brasil.

La llegada de estos representantes del metal progresivo del nuevo milenio se dio en el marco de Heresy Fest Prog Edition, pero no creo que alguno se vaya a ofender si pienso que la fecha era claramente un concierto de Circus Maximus con un par de teloneros de lujo: después de todo, justamente digo que son bandas de lujo. Y considerando la gran cantidad de gente que había en Uniclub para lo que se acostumbra para los sets de los teloneros, muchos de los que estaban ahí, con remeras que iban de Megadeth a Dream Theater e incluso de los también noruegos Pagan’s Mind, pensaban lo mismo.

La fecha arrancó con la gente de Blacktorch, quinteto porteño con una particular propuesta totalmente instrumental. Me imagino que el sonido del grupo será mucho más atractivo para los que sean músicos que para el oyente casual, pero queda claro que hay algo atrapante en la densa complejidad contenida en cada una de sus composiciones, incluso si no es mi estilo favorito. Aunque el quinteto la tuvo complicada para moverse en el limitado escenario de Uniclub, como cualquier banda con más de cuatro integrantes, y encima lo tendrían que hacer con apenas la mitad del espacio, debido a que detrás estaba la batería principal y la suya estaba a un lado, el grupo logró presentar sus canciones de manera óptima y se ganaron el aplauso del público.

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Como curiosidad, tras el paso de Blacktorch hubo diez minutos de silencio sin nada de música, y es en ese contexto donde uno se termina dando cuenta de lo incómoda que puede ser la espera entre bandas sin tener música de fondo.

El segundo y último telonero de la noche fue otro quinteto, en este caso el conjunto chileno-argentino Delta. Ya había tenido la oportunidad de ver al grupo allá por marzo de 2023, cuando se presentaron como acto principal en una fecha junto a los locales Fughu y Sentinel en el Club Cultural Bula, y al poder verlos de vuelta en esta ocasión pude comprobar que la banda sigue tan filosa como aquella vez. 

La banda liderada por el tecladista Nicolás Quinteros, único miembro que se mantiene desde la formación original, muestra una composición que le saca todo el jugo a sus capacidades virtuosas, con esos riffs ultra densos y ritmos cambiantes: sin embargo estos siguen siendo riffs y ritmos definidos, así que a pesar de ser música ultra compleja las canciones siguen sonando como canciones. Y ahí entra el toque mágico de la argentina Paula Loza, que aporta tanto sus voces limpias como gritadas para mantener ese pegamento entre las diferentes partes de las composiciones. 

“My Addictions” y “At Last” fueron un par de las canciones que pasaron por sus manos, y a pesar de que tuvieron que cortar su set antes de tiempo por un tema de demora en la prueba de sonido, teniendo que cortar el track “Gemini”, justamente el que presenta su álbum del mismo nombre próximo a presentarse en octubre, dejaron una excelente impresión en el público, teniendo muchos fans propios haciéndose presentes entre la gente.

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Pero ahora sí, era momento de ponerse de verdad serios, porque ahora tendríamos nada menos que el debut de Circus Maximus en los escenarios argentinos. Así que tras una espera más corta de lo que esperaba pudimos escuchar esa intro que ponen al inicio de sus presentaciones, al parecer compuesta del inicio de El Planeta de los Simios y luego su canción “Forging”, pudimos ver la salida de uno por uno de los instrumentistas del grupo: el baterista Truls Haugen, el tecladista Lasse Finbråten, el bajista Glenn Møllen y el guitarrista Mats Haugen, comenzando con las primeras notas de “Architect of Fortune”, las cuales marcaron la salida del cantante Michael Eriksen.

Muchos conocidos, e incluso yo muchas veces, tienen esta visión estereotípica de los músicos de metal progresivos como un tanto parcos en su manera de tratar con el público, como si estuvieran demasiado enfrascados en la complejidad y las capas de instrumentos de su sonido. Pero queda claro que Circus Maximus no entran en esa bolsa, o al menos Michael Eriksen: cada vez que tenía alguna oportunidad, el cantante dirigía alguna palabra de cariño al público, agradeciendo a la gente e incluso en varias ocasiones grabando a la audiencia con su celular para publicarlo en Instagram. Y la gente recibía esto con muchas sonrisas y alegría: incluso había un par escribiendo mensajes para los músicos en sus celulares, algo que me imagino que algún metalero más conservador podría llegar a acusar de “comportamiento pseudo swiftie”, pero que creo que no le hace mal a nadie.

Como esta gira de Circus Maximus por Sudamérica no se hizo para promover un nuevo álbum y su último álbum, el antes mencionado Havoc, ya tiene ocho años en la calle, las canciones ya estaban súper masticadas entre el público. Es así que en todo momento se podía escuchar a alguien, e incluso a varios, acompañando a Eriksen en el canto, fuera en canciones más “nuevas” como “Havoc” y “Chivalry” o en canciones más “clásicas” como “Sin” y “Abyss”, estas últimas de Isolate, álbum de 2007 que muchos parecen considerar como el clásico de la banda. Este sería el trabajo más presente en la lista, aunque todos los álbumes de Circus Maximus tendrían su lugar aquella noche.

Los noruegos le escaparan a mi estereotipo imaginario del músico progresivo, pero tienen en común lo serio que se toman todo el quehacer de su música: ver a los músicos estando súper enfocados en su tarea y al mismo tiempo tocando estas canciones llenas de escalas y cambios de ritmo con la misma facilidad con la que uno se ata los cordones es todo un espectáculo en sí mismo. Y las canciones por suerte no dejan de lado los buenos estribillos o las melodías: como dije antes, mucha gente se unía a cantar con Eriksen o a tararear los riffs.

La presentación de Circus Maximus duró lo que tenía que durar, con trece canciones recorriendo toda su discografía y suficientes muestras de aprecio para con el público como para compensar el haberse salteado a nuestro querido país en su lejana gira de 2016. Y cerrando el dúo “Game of Life” y “Ultimate Sacrifice” y una foto con la audiencia de fondo, el quinteto de Oslo se despidió de la gente entre aplausos, aunque un par esperaran que volvieran para unos bises hasta que los encargados del lugar cerraron el telón.

Siempre está bueno tener bandas haciendo su primera visita a los escenarios argentinos, y la de Circus Maximus fue de una calidad superlativa, tanto en la lista de canciones como en lo hecho por los músicos y la atmósfera del lugar: fue una sorpresa ver la dedicación que muchos en el público tenían por esta banda, demostrando que hasta el artista más de nicho puede tener un público ultra fiel. Y de la misma manera que esta bueno tenerlos por primera vez por Argentina también está bueno que regresen, y en el caso de Circus Maximus no me sorprendería tenerlos de vuelta por estas tierras en su próxima gira, tal vez ya con un nuevo álbum para ir variando la lista.

Fotos: mastermind.ph

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Circus Maximus en Buenos Aires: “Espectáculo progresivo”
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En 2016, los noruegos Circus Maximus se habían anotado su primer paso por Sudamérica en el marco de la presentación de su cuarto álbum Havoc: dieron un recital en Chile y otro en Brasil pasando por alto Argentina, toda una rareza por aquellos años que lamentablemente se fue haciendo cada vez más común, crisis económica mediante. Pero en el domingo 15 de septiembre último, el combo progresivo tachó al país de sus pendientes con una presentación en el Uniclub de Buenos Aires, durante su segunda gira por Sudamérica, que también los tuvo pasando por Colombia y nuevamente por Chile y Brasil.

La llegada de estos representantes del metal progresivo del nuevo milenio se dio en el marco de Heresy Fest Prog Edition, pero no creo que alguno se vaya a ofender si pienso que la fecha era claramente un concierto de Circus Maximus con un par de teloneros de lujo: después de todo, justamente digo que son bandas de lujo. Y considerando la gran cantidad de gente que había en Uniclub para lo que se acostumbra para los sets de los teloneros, muchos de los que estaban ahí, con remeras que iban de Megadeth a Dream Theater e incluso de los también noruegos Pagan’s Mind, pensaban lo mismo.

La fecha arrancó con la gente de Blacktorch, quinteto porteño con una particular propuesta totalmente instrumental. Me imagino que el sonido del grupo será mucho más atractivo para los que sean músicos que para el oyente casual, pero queda claro que hay algo atrapante en la densa complejidad contenida en cada una de sus composiciones, incluso si no es mi estilo favorito. Aunque el quinteto la tuvo complicada para moverse en el limitado escenario de Uniclub, como cualquier banda con más de cuatro integrantes, y encima lo tendrían que hacer con apenas la mitad del espacio, debido a que detrás estaba la batería principal y la suya estaba a un lado, el grupo logró presentar sus canciones de manera óptima y se ganaron el aplauso del público.

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La banda liderada por el tecladista Nicolás Quinteros, único miembro que se mantiene desde la formación original, muestra una composición que le saca todo el jugo a sus capacidades virtuosas, con esos riffs ultra densos y ritmos cambiantes: sin embargo estos siguen siendo riffs y ritmos definidos, así que a pesar de ser música ultra compleja las canciones siguen sonando como canciones. Y ahí entra el toque mágico de la argentina Paula Loza, que aporta tanto sus voces limpias como gritadas para mantener ese pegamento entre las diferentes partes de las composiciones. 

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Muchos conocidos, e incluso yo muchas veces, tienen esta visión estereotípica de los músicos de metal progresivos como un tanto parcos en su manera de tratar con el público, como si estuvieran demasiado enfrascados en la complejidad y las capas de instrumentos de su sonido. Pero queda claro que Circus Maximus no entran en esa bolsa, o al menos Michael Eriksen: cada vez que tenía alguna oportunidad, el cantante dirigía alguna palabra de cariño al público, agradeciendo a la gente e incluso en varias ocasiones grabando a la audiencia con su celular para publicarlo en Instagram. Y la gente recibía esto con muchas sonrisas y alegría: incluso había un par escribiendo mensajes para los músicos en sus celulares, algo que me imagino que algún metalero más conservador podría llegar a acusar de “comportamiento pseudo swiftie”, pero que creo que no le hace mal a nadie.

Como esta gira de Circus Maximus por Sudamérica no se hizo para promover un nuevo álbum y su último álbum, el antes mencionado Havoc, ya tiene ocho años en la calle, las canciones ya estaban súper masticadas entre el público. Es así que en todo momento se podía escuchar a alguien, e incluso a varios, acompañando a Eriksen en el canto, fuera en canciones más “nuevas” como “Havoc” y “Chivalry” o en canciones más “clásicas” como “Sin” y “Abyss”, estas últimas de Isolate, álbum de 2007 que muchos parecen considerar como el clásico de la banda. Este sería el trabajo más presente en la lista, aunque todos los álbumes de Circus Maximus tendrían su lugar aquella noche.

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