El viernes 2 de agosto estuvimos varios veraneantes (o más bien, no veraneantes) en la Wurli para ver a dos grupos progresivos que construyeron una noche de música total, los guipuzcoanos Lampr3a y los australianos The Omnific, ambos desafiando las convenciones y ofreciendo una experiencia auditiva rica, compleja, que nos subió las pulsaciones y la temperatura corporal, para terminar sudando metal.
Y es lo que tiene el “prog” que te hace pensar, te emociona y te alimenta. El metal progresivo se caracteriza por sus estructuras musicales intrincadas, cambios de tempo inesperados, arreglos complejos y solos instrumentales extensos, se explayan. Para eso se necesita que los músicos sean auténticos máquinas, virtuosos, que no teman explorar los límites de sus instrumentos y Lampr3a se ajusta perfectamente a esta descripción. El trio formado por Mikel Gómez (Batería), Borja Mintegiaga (Guitarra) y J.I. Izaguirre (Chapman Stick) estuvo super compenetrado durante el concierto y se veían sonrisas, gestos de complicidad, mientras derrochaban su capacidad musical.
Me resultó espectacular ver a escasos palmos como los tres disfrutaban y soltaban la energía con una profesionalidad admirable. Es lo bueno de las salas con el escenario más bajo y pegado al personal. Me parece reconocer una amplia variedad de fuentes en sus composiciones, incluyendo el jazz, la música clásica, el folk y la música metal. Esta fusión de estilos otorga a sus temas una riqueza y profundidad únicas. Creo que cada persona en la sala sintió a su manera las canciones, mientras meneaba la cabeza, paladeando los significados, construyendo sus propias sensaciones, profundas, complejas, filosóficas, vagas, simples… Personalmente, Lampr3a me lleva a la ciencia ficción, nebulosas distantes, galaxias desconocidas y en cada tema soy incapaz de quedarme indiferente a su propuesta vertiginosa, cambiante…
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Hippotraktor en Madrid: “Arrasando la capital”
La experimentación sonora es llevada al límite por los guipuzcoanos, conocidos por su constante búsqueda de nuevos sonidos y texturas. Utilizan también una amplia gama de samples y efectos especiales para crear atmósferas únicas y envolventes. La duración de las canciones, que suelen ser más largas que las de otros géneros, ayuda a desarrollar ideas musicales complejas y construir atmósferas extensas. Si os soy sincero se me pasó el bolo demasiado rápido, entre fotografiar, hacer algún vídeo y la profundidad de los temas, no quedó tiempo para estar pendiente del reloj.
El Chapman Stick atrajo muchas miradas, colocado en el escenario antes que los músicos, muchos nos acercamos a contemplar de cerca el instrumento y sacar fotos de su diseño único de múltiples cuerdas. El Chapman Stick permite crear una amplia gama de sonidos, desde líneas melódicas hasta acordes complejos y texturas percusivas. Esto lo convierte en un instrumento muy versátil. La técnica del tapping, que consiste en golpear las cuerdas con los dedos de ambas manos, es fundamental para tocar el Chapman Stick, J.I. Izaguirre se abraza a su instrumento y es precioso ver la figura del músico pegado al instrumento, intenté reflejarlo en las fotos, que se vea la entrega y dedicación, una relación en todos los sentidos, la cabeza pegada al mástil, los dedos golpeando las cuerdas, espectacular. Esta técnica permite producir múltiples notas simultáneamente y crear patrones rítmicos. Con su diapasón dividido y su gran número de cuerdas, permite desarrollar un nuevo lenguaje musical y nuevas formas de expresión. Si no lo has escuchado nunca, corre a hacerlo en el discazo de “ESnSE” de Lampr3a.
“ESnSE” de 2023 es un disco de sonidos únicos, destaca por ser original en cada línea, es claramente creativo y para rematar, se rige por una coherencia conceptual, es decir, a pesar de la diversidad de sonidos en cada canción, se adivina un hilo conductor que las une, creando así, una sensación de concepto general, para mi esto lo hace todavía más redondo y disfrutable. Parte de la amalgama que lo une se aprecia en la combinación de sonidos pesados y graves con melodías limpias y nítidas, creando un contraste permanente, esto lo acompaña cambios de ritmo y melodías. Es increíble el alto nivel de técnica y virtuosismo de los tres instrumentos. Destaco el papel de la batería como motor del álbum, proporcionando energía y dinamismo a cada canción. en directo se sintió todavía más potente y contundente si cabe, un corazón palpitante que impulsaba la música. Ver a pocos pasos la interpretación multiplica el efecto de cada golpe, gesto o mirada, espero que las fotos atraparan mis sensaciones.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Riverside en Buenos Aires: “El desafío del prog”
Ovación cerrando el último tema, los tres músicos se abrazan para despedirse y comienza el trasiego típico para el cambio de banda, con la peculiaridad de que la batería de Mikel ocupó casi la Wurli entera antes de ser sustituida, curioso todo lo que ocupa el instrumento y lo rápido que el escenario quedó libre para The Omnific, también un trío de músicos pero en esta ocasión formado por batería (Jerome Lematua) y dos bajos (Matt Fackrell y Toby Peterson-Stewart), muy original. Si Lampr3a me había transportado a un futuro distópico, The Omnific me condujo a un viaje introspectivo hacia mi interior.
Los australianos presentan un concepto único, se centran exclusivamente en bajo y batería, con escasos elementos de sintetizador y vocales, desde luego si las hubo fueron lanzadas y no en directo. El estilo musical combina elementos del metal progresivo, djent, ragtime, sinfónico y blues, aderezado con algún tema que alcanza el nivel de música disco o tecno. Al escuchar su setlist me pareció diferenciar influencias de bandas como Polyphia, Animals as Leaders o Monuments.
La energía de los tres fue una pasada y se nota que disfrutan tocando su música. Es contagiosa la actitud de Jerome a la batería y su conexión con el público fue instantánea, especialmente después de su baile subido en el altavoz del centro del escenario, qué desparpajo, qué desenfadado, un gusto de sonrisa que se extendió por toda la Wurli.
El estilo interpretativo de la banda demuestra un alto nivel de habilidad técnica y virtuosismo, con los solos y en conjunto, se nota su capacidad para tocar a gran velocidad con temas en los que la estructura musical presenta continuos cambios de ritmo y dinámicas a la altura de músicos de su nivel. La atmósfera era un torbellino de emociones que nos arrastraba de la intensidad más caótica a la calma más serena, para luego volver a elevarnos en un crescendo, atrapando la atención y obligándote a mover la cabeza, te transporta sin duda a lugares distintos, es original y se nota que no está forzado, llega al público por la vía directa.
La noche alcanzó su clímax con “Antecedent”, una pieza que me transportó a paisajes oníricos y lejanos. La precisión milimétrica de cada nota, la fluidez de las líneas de bajo y la potencia de la batería me sumergieron en un mar de sensaciones. La juventud y la pasión de The Omnific eran palpables en cada interpretación, y su conexión con la música evidente. La complejidad de la pieza, lejos de abrumar, me invitaba a concentrarme en cada detalle, a perderme en la melodía y a explorar los rincones más profundos de mi imaginación. Me sentí pequeño ante la inmensidad de su talento y la belleza de su música.
El enfoque en solo dos instrumentos, bajo más batería, ofrece un sonido distintivo y fresco dentro del género, fue constante el cambio entre los bajos para cada tema entre los cuatro que tenían disponibles. Según la necesidad de afinado portaban uno u otro, y no siempre los elegían emparejados, dando lugar a sonidos muy distintos para el mismo instrumento y llenando de matices los temas. La producción de sonido en la Wurli estuvo a la altura también con The Omnific. Resaltando los detalles y pudiendo disfrutar de los dos bajos sin tráfico o sin que quedaran apagados por la batería. Creo que todos los presentes pudieron escuchar en plenitud la música en una experiencia auditiva de Metal progresivo intenso y gratificante.
La música tiene el poder de transportarnos a otros mundos, de evocar emociones intensas y de hacernos reflexionar sobre nosotros mismos. La noche en la Wurli fue una prueba de ello. En conjunto fue una noche con dos bandas sólidas que demuestran madurez y talento, altas dosis de autenticidad y creatividad, por no hablar de su virtuosismo interpretativo demostrando que el metal progresivo es un género vivo y en constante evolución, capaz de sorprendernos y emocionarnos una y otra vez.
El viernes 2 de agosto estuvimos varios veraneantes (o más bien, no veraneantes) en la Wurli para ver a dos grupos progresivos que construyeron una noche de música total, los guipuzcoanos Lampr3a y los australianos The Omnific, ambos desafiando las convenciones y ofreciendo una experiencia auditiva rica, compleja, que nos subió las pulsaciones y la temperatura corporal, para terminar sudando metal.
Y es lo que tiene el “prog” que te hace pensar, te emociona y te alimenta. El metal progresivo se caracteriza por sus estructuras musicales intrincadas, cambios de tempo inesperados, arreglos complejos y solos instrumentales extensos, se explayan. Para eso se necesita que los músicos sean auténticos máquinas, virtuosos, que no teman explorar los límites de sus instrumentos y Lampr3a se ajusta perfectamente a esta descripción. El trio formado por Mikel Gómez (Batería), Borja Mintegiaga (Guitarra) y J.I. Izaguirre (Chapman Stick) estuvo super compenetrado durante el concierto y se veían sonrisas, gestos de complicidad, mientras derrochaban su capacidad musical.
Me resultó espectacular ver a escasos palmos como los tres disfrutaban y soltaban la energía con una profesionalidad admirable. Es lo bueno de las salas con el escenario más bajo y pegado al personal. Me parece reconocer una amplia variedad de fuentes en sus composiciones, incluyendo el jazz, la música clásica, el folk y la música metal. Esta fusión de estilos otorga a sus temas una riqueza y profundidad únicas. Creo que cada persona en la sala sintió a su manera las canciones, mientras meneaba la cabeza, paladeando los significados, construyendo sus propias sensaciones, profundas, complejas, filosóficas, vagas, simples… Personalmente, Lampr3a me lleva a la ciencia ficción, nebulosas distantes, galaxias desconocidas y en cada tema soy incapaz de quedarme indiferente a su propuesta vertiginosa, cambiante…
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Hippotraktor en Madrid: “Arrasando la capital”
La experimentación sonora es llevada al límite por los guipuzcoanos, conocidos por su constante búsqueda de nuevos sonidos y texturas. Utilizan también una amplia gama de samples y efectos especiales para crear atmósferas únicas y envolventes. La duración de las canciones, que suelen ser más largas que las de otros géneros, ayuda a desarrollar ideas musicales complejas y construir atmósferas extensas. Si os soy sincero se me pasó el bolo demasiado rápido, entre fotografiar, hacer algún vídeo y la profundidad de los temas, no quedó tiempo para estar pendiente del reloj.
El Chapman Stick atrajo muchas miradas, colocado en el escenario antes que los músicos, muchos nos acercamos a contemplar de cerca el instrumento y sacar fotos de su diseño único de múltiples cuerdas. El Chapman Stick permite crear una amplia gama de sonidos, desde líneas melódicas hasta acordes complejos y texturas percusivas. Esto lo convierte en un instrumento muy versátil. La técnica del tapping, que consiste en golpear las cuerdas con los dedos de ambas manos, es fundamental para tocar el Chapman Stick, J.I. Izaguirre se abraza a su instrumento y es precioso ver la figura del músico pegado al instrumento, intenté reflejarlo en las fotos, que se vea la entrega y dedicación, una relación en todos los sentidos, la cabeza pegada al mástil, los dedos golpeando las cuerdas, espectacular. Esta técnica permite producir múltiples notas simultáneamente y crear patrones rítmicos. Con su diapasón dividido y su gran número de cuerdas, permite desarrollar un nuevo lenguaje musical y nuevas formas de expresión. Si no lo has escuchado nunca, corre a hacerlo en el discazo de “ESnSE” de Lampr3a.
“ESnSE” de 2023 es un disco de sonidos únicos, destaca por ser original en cada línea, es claramente creativo y para rematar, se rige por una coherencia conceptual, es decir, a pesar de la diversidad de sonidos en cada canción, se adivina un hilo conductor que las une, creando así, una sensación de concepto general, para mi esto lo hace todavía más redondo y disfrutable. Parte de la amalgama que lo une se aprecia en la combinación de sonidos pesados y graves con melodías limpias y nítidas, creando un contraste permanente, esto lo acompaña cambios de ritmo y melodías. Es increíble el alto nivel de técnica y virtuosismo de los tres instrumentos. Destaco el papel de la batería como motor del álbum, proporcionando energía y dinamismo a cada canción. en directo se sintió todavía más potente y contundente si cabe, un corazón palpitante que impulsaba la música. Ver a pocos pasos la interpretación multiplica el efecto de cada golpe, gesto o mirada, espero que las fotos atraparan mis sensaciones.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Riverside en Buenos Aires: “El desafío del prog”
Ovación cerrando el último tema, los tres músicos se abrazan para despedirse y comienza el trasiego típico para el cambio de banda, con la peculiaridad de que la batería de Mikel ocupó casi la Wurli entera antes de ser sustituida, curioso todo lo que ocupa el instrumento y lo rápido que el escenario quedó libre para The Omnific, también un trío de músicos pero en esta ocasión formado por batería (Jerome Lematua) y dos bajos (Matt Fackrell y Toby Peterson-Stewart), muy original. Si Lampr3a me había transportado a un futuro distópico, The Omnific me condujo a un viaje introspectivo hacia mi interior.
Los australianos presentan un concepto único, se centran exclusivamente en bajo y batería, con escasos elementos de sintetizador y vocales, desde luego si las hubo fueron lanzadas y no en directo. El estilo musical combina elementos del metal progresivo, djent, ragtime, sinfónico y blues, aderezado con algún tema que alcanza el nivel de música disco o tecno. Al escuchar su setlist me pareció diferenciar influencias de bandas como Polyphia, Animals as Leaders o Monuments.
La energía de los tres fue una pasada y se nota que disfrutan tocando su música. Es contagiosa la actitud de Jerome a la batería y su conexión con el público fue instantánea, especialmente después de su baile subido en el altavoz del centro del escenario, qué desparpajo, qué desenfadado, un gusto de sonrisa que se extendió por toda la Wurli.
El estilo interpretativo de la banda demuestra un alto nivel de habilidad técnica y virtuosismo, con los solos y en conjunto, se nota su capacidad para tocar a gran velocidad con temas en los que la estructura musical presenta continuos cambios de ritmo y dinámicas a la altura de músicos de su nivel. La atmósfera era un torbellino de emociones que nos arrastraba de la intensidad más caótica a la calma más serena, para luego volver a elevarnos en un crescendo, atrapando la atención y obligándote a mover la cabeza, te transporta sin duda a lugares distintos, es original y se nota que no está forzado, llega al público por la vía directa.
La noche alcanzó su clímax con “Antecedent”, una pieza que me transportó a paisajes oníricos y lejanos. La precisión milimétrica de cada nota, la fluidez de las líneas de bajo y la potencia de la batería me sumergieron en un mar de sensaciones. La juventud y la pasión de The Omnific eran palpables en cada interpretación, y su conexión con la música evidente. La complejidad de la pieza, lejos de abrumar, me invitaba a concentrarme en cada detalle, a perderme en la melodía y a explorar los rincones más profundos de mi imaginación. Me sentí pequeño ante la inmensidad de su talento y la belleza de su música.
El enfoque en solo dos instrumentos, bajo más batería, ofrece un sonido distintivo y fresco dentro del género, fue constante el cambio entre los bajos para cada tema entre los cuatro que tenían disponibles. Según la necesidad de afinado portaban uno u otro, y no siempre los elegían emparejados, dando lugar a sonidos muy distintos para el mismo instrumento y llenando de matices los temas. La producción de sonido en la Wurli estuvo a la altura también con The Omnific. Resaltando los detalles y pudiendo disfrutar de los dos bajos sin tráfico o sin que quedaran apagados por la batería. Creo que todos los presentes pudieron escuchar en plenitud la música en una experiencia auditiva de Metal progresivo intenso y gratificante.
La música tiene el poder de transportarnos a otros mundos, de evocar emociones intensas y de hacernos reflexionar sobre nosotros mismos. La noche en la Wurli fue una prueba de ello. En conjunto fue una noche con dos bandas sólidas que demuestran madurez y talento, altas dosis de autenticidad y creatividad, por no hablar de su virtuosismo interpretativo demostrando que el metal progresivo es un género vivo y en constante evolución, capaz de sorprendernos y emocionarnos una y otra vez.