

Si hay que sentarse a hablar de una de las franquicias más exitosas en el mundo de los videojuegos, sin duda alguna la serie de Castlevania se tornaría una referencia obligatoria. Esta serie, desarrollada por la compañía japonesa Konami, se extiende desde mediados de los ochentas con sus primitivas versiones para la consola Nintendo Entertainment System (NES, o Family Game como se la conoció en muchos países de Sudamérica), hasta las más recientes y sofisticadas para plataformas como PlayStation 3 o XBOX 360, como también una serie animada producida por Netflix que comenzó en 2017 y finalizó a comienzos de este 2021 con su cuarta temporada.
Estos juegos entran en las categorías de acción-terror-aventuras, narrando los enfrentamientos entre el Clan de la familia Belmont con nada más ni nada menos que Vlad Drácula Tepes, el personaje creado por el novelista irlandés Bram Stoker. La acción casi siempre se centra en Valaquia (actual Rumania) y diferentes puntos de la Europa de los siglos XV hasta el XVIII. De hecho el título occidental de la saga se debe a la fusión de dos palabras: Castle (castillo en inglés) y Transylvania, mientras que en Japón fue conocida como Devil’s Castle Dracula Apocalypse (algo así como El Apocalipsis de Drácula en el Castillo del Diablo). Cada tantos años Drácula desciende con todas sus huestes del infierno a azotar la Tierra y será entonces el turno para que un miembro de la familia Belmont, correspondiente a su generación, salga a enfrentarlo y nos salve. El jugador deberá avanzar por diferentes escenarios manejando al héroe (o heroína) Belmont, armado con su látigo consagrado para enfrentar a vampiros y demonios, hasta llegar al escenario final, que casi siempre resulta ser el castillo donde el último jefe a vencer (obviamente) es el propio Drácula.
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En las primeras entregas de la saga el diseño de los juegos era bastante similar: un clásico formato de plataforma 2D muy básico, donde el jugador avanza siempre para un costado sorteando diferentes obstáculos y encontrando ítems que lo van ayudando durante su aventura. Como suele ocurrir con todas las franquicias de videojuegos que han sobrevivido a lo largo de los años, con la llegada de las nuevas consolas más modernas y la introducción de los gráficos en 3D; los juegos, su desarrollo, su historia, la trama y los personajes se han ido complejizando cada vez más. El diseño de los escenarios, evocando un arte barroco que le dan vida a una historia oscura y gótica; la introducción de personajes legendarios extraídos de diferentes cuentos de terror, empezando por un personaje tan icónico en la cultura popular como lo es Drácula, han sido algunos de los elementos que hicieron que la serie ganara tantos adeptos en todo el mundo. Ahora bien, con todo lo dicho anteriormente ¿hay algo que no tenga relación alguna con el mundo del Heavy Metal?
No sería propio abarcar a todo el espectro del amplísimo mundo del Rock más pesado, porque no todas las bandas tienen la misma estética ya sea desde lo visual como desde lo sonoro, pero los elementos de terror y todo lo relacionado con lo oculto han sido fuente de inspiración para el Heavy Metal desde su mismísima génesis, y es correcto que en este momento estén pensando en nombres como Black Sabbath o Alice Cooper. Pero viniendo más para acá al presente, y tratando de realizar un paralelismo con el videojuego, muchas de las características que hacen a los escenarios y a la trama de la saga se pueden encontrar reflejados también en la propuesta de bandas como Cradle of Filth, Dimmu Borgir, Tribulation, After Forever, Moonspell o Ghost BC, y la lista podría seguir.
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El soundtrack de los videojuegos, cargados de melodías sinfónicas y oscuras, también tienen una conexión directa con el estilo de las bandas citadas, donde los teclados y demás instrumentos orquestales cobran gran protagonismo. Otro factor a soslayar sin dudas es el elemento gore a causa de la sangre que se desparrama en este tipo de historias (¿alguien dijo por ahí Slayer?). De hecho, es por la sangre que tenemos el origen de toda esta historia. Se cuenta que hace mucho tiempo, en la ciudad de Derry (hoy, Irlanda del Norte) existió la leyenda de un enano malvado que chupaba la sangre de sus víctimas llamado Abhartach.
Los lugareños llamaban a las historias vinculadas a este cruel personaje como “La sangre mala”, Bad Blood en inglés. Ahora, es interesante descubrir que Bad Blood en gaélico, el idioma original de la isla de Irlanda, se escribe “droch fhola” y se pronuncia drocula. No es difícil suponer que Bram Stoker haya encontrado algo de inspiración en este mito para crear a su propio Drácula. Muchos de estos relatos se pueden encontrar en las letras de la banda de Folk Metal irlandesa Cruachan.
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Volviendo al videojuego, también podríamos incursionar dentro del espectro de las bandas que practican un Heavy Metal más ortodoxo. Ya hablamos del título de la saga, que surge de fusionar la palabra Castle con Transylvania y justamente Iron Maiden en su LP debut tienen un instrumental dedicado a esta última. Mystic Prophecy en su más reciente disco de estudio (“Metal Division” del 2020) le ha dedicado un tema al viejo Vlad, aunque quizás sea importante también enfocarse en la versión de Iced Earth. En el año 2000, para su disco “Horror Show”, la banda de Jon Schaffer entre todos los personajes de cuentos de terror elegidos no podía dejar afuera al vampiro más famoso. Pero lo llamativo de esta versión de “Dracula” es que la letra parece evocar al momento en que el viejo empalador se enamoró de una mujer y su trágico destino. Esta historia está directamente vinculada con la tercera entrega del videojuego “Castlevania III: Dracula’s Curse” (la maldición de Drácula) en la cual se inspiró el productor Adi Shankar para la mencionada serie animada en Netflix (la cual, dicho sea de paso, altamente recomendable no solamente para los fanáticos de la saga).
Las conexiones son infinitas y podríamos seguir trazando paralelismos indefiniblemente. Lo cierto es que el mundo gamer tiene un vínculo con el mundo del Heavy Metal más estrecho de lo que muchos podrían siquiera llegar a sospechar. La saga de Castlevania es un claro ejemplo de esto.


Si hay que sentarse a hablar de una de las franquicias más exitosas en el mundo de los videojuegos, sin duda alguna la serie de Castlevania se tornaría una referencia obligatoria. Esta serie, desarrollada por la compañía japonesa Konami, se extiende desde mediados de los ochentas con sus primitivas versiones para la consola Nintendo Entertainment System (NES, o Family Game como se la conoció en muchos países de Sudamérica), hasta las más recientes y sofisticadas para plataformas como PlayStation 3 o XBOX 360, como también una serie animada producida por Netflix que comenzó en 2017 y finalizó a comienzos de este 2021 con su cuarta temporada.
Estos juegos entran en las categorías de acción-terror-aventuras, narrando los enfrentamientos entre el Clan de la familia Belmont con nada más ni nada menos que Vlad Drácula Tepes, el personaje creado por el novelista irlandés Bram Stoker. La acción casi siempre se centra en Valaquia (actual Rumania) y diferentes puntos de la Europa de los siglos XV hasta el XVIII. De hecho el título occidental de la saga se debe a la fusión de dos palabras: Castle (castillo en inglés) y Transylvania, mientras que en Japón fue conocida como Devil’s Castle Dracula Apocalypse (algo así como El Apocalipsis de Drácula en el Castillo del Diablo). Cada tantos años Drácula desciende con todas sus huestes del infierno a azotar la Tierra y será entonces el turno para que un miembro de la familia Belmont, correspondiente a su generación, salga a enfrentarlo y nos salve. El jugador deberá avanzar por diferentes escenarios manejando al héroe (o heroína) Belmont, armado con su látigo consagrado para enfrentar a vampiros y demonios, hasta llegar al escenario final, que casi siempre resulta ser el castillo donde el último jefe a vencer (obviamente) es el propio Drácula.
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En las primeras entregas de la saga el diseño de los juegos era bastante similar: un clásico formato de plataforma 2D muy básico, donde el jugador avanza siempre para un costado sorteando diferentes obstáculos y encontrando ítems que lo van ayudando durante su aventura. Como suele ocurrir con todas las franquicias de videojuegos que han sobrevivido a lo largo de los años, con la llegada de las nuevas consolas más modernas y la introducción de los gráficos en 3D; los juegos, su desarrollo, su historia, la trama y los personajes se han ido complejizando cada vez más. El diseño de los escenarios, evocando un arte barroco que le dan vida a una historia oscura y gótica; la introducción de personajes legendarios extraídos de diferentes cuentos de terror, empezando por un personaje tan icónico en la cultura popular como lo es Drácula, han sido algunos de los elementos que hicieron que la serie ganara tantos adeptos en todo el mundo. Ahora bien, con todo lo dicho anteriormente ¿hay algo que no tenga relación alguna con el mundo del Heavy Metal?
No sería propio abarcar a todo el espectro del amplísimo mundo del Rock más pesado, porque no todas las bandas tienen la misma estética ya sea desde lo visual como desde lo sonoro, pero los elementos de terror y todo lo relacionado con lo oculto han sido fuente de inspiración para el Heavy Metal desde su mismísima génesis, y es correcto que en este momento estén pensando en nombres como Black Sabbath o Alice Cooper. Pero viniendo más para acá al presente, y tratando de realizar un paralelismo con el videojuego, muchas de las características que hacen a los escenarios y a la trama de la saga se pueden encontrar reflejados también en la propuesta de bandas como Cradle of Filth, Dimmu Borgir, Tribulation, After Forever, Moonspell o Ghost BC, y la lista podría seguir.
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El soundtrack de los videojuegos, cargados de melodías sinfónicas y oscuras, también tienen una conexión directa con el estilo de las bandas citadas, donde los teclados y demás instrumentos orquestales cobran gran protagonismo. Otro factor a soslayar sin dudas es el elemento gore a causa de la sangre que se desparrama en este tipo de historias (¿alguien dijo por ahí Slayer?). De hecho, es por la sangre que tenemos el origen de toda esta historia. Se cuenta que hace mucho tiempo, en la ciudad de Derry (hoy, Irlanda del Norte) existió la leyenda de un enano malvado que chupaba la sangre de sus víctimas llamado Abhartach.
Los lugareños llamaban a las historias vinculadas a este cruel personaje como “La sangre mala”, Bad Blood en inglés. Ahora, es interesante descubrir que Bad Blood en gaélico, el idioma original de la isla de Irlanda, se escribe “droch fhola” y se pronuncia drocula. No es difícil suponer que Bram Stoker haya encontrado algo de inspiración en este mito para crear a su propio Drácula. Muchos de estos relatos se pueden encontrar en las letras de la banda de Folk Metal irlandesa Cruachan.
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Volviendo al videojuego, también podríamos incursionar dentro del espectro de las bandas que practican un Heavy Metal más ortodoxo. Ya hablamos del título de la saga, que surge de fusionar la palabra Castle con Transylvania y justamente Iron Maiden en su LP debut tienen un instrumental dedicado a esta última. Mystic Prophecy en su más reciente disco de estudio (“Metal Division” del 2020) le ha dedicado un tema al viejo Vlad, aunque quizás sea importante también enfocarse en la versión de Iced Earth. En el año 2000, para su disco “Horror Show”, la banda de Jon Schaffer entre todos los personajes de cuentos de terror elegidos no podía dejar afuera al vampiro más famoso. Pero lo llamativo de esta versión de “Dracula” es que la letra parece evocar al momento en que el viejo empalador se enamoró de una mujer y su trágico destino. Esta historia está directamente vinculada con la tercera entrega del videojuego “Castlevania III: Dracula’s Curse” (la maldición de Drácula) en la cual se inspiró el productor Adi Shankar para la mencionada serie animada en Netflix (la cual, dicho sea de paso, altamente recomendable no solamente para los fanáticos de la saga).
Las conexiones son infinitas y podríamos seguir trazando paralelismos indefiniblemente. Lo cierto es que el mundo gamer tiene un vínculo con el mundo del Heavy Metal más estrecho de lo que muchos podrían siquiera llegar a sospechar. La saga de Castlevania es un claro ejemplo de esto.