Final Light es otro grandioso álbum surgido a partir de un proyecto comisionado por el Roadburn Festival. La obra anterior que aquí reseñamos fue el brillante “Myopia” creado por Mizmor y Thou, que al igual que “Final Light” fue presentado en vivo durante el evento este año. Recordemos que, a diferencia de los festivales mainstream que tienen como criterio la convocatoria masiva, Roadburn siempre tuvo un espíritu underground y un enfoque de curaduría, seleccionando artistas con una mirada alternativa y encargando producciones originales exclusivas, algunas de las cuales implican colaboraciones.

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En esta ocasión se trata del trabajo cooperativo entre Perturbator (James Kent) y Johannes Persson, el vocalista y guitarrista de Cult Of Luna. El mismo fue editado por el sello Red Creek Recordings, propiedad de la banda sueca. La premisa era clara y el resultado efectivo: una combinación a priori factible y atractiva para el público de ambos artistas, aunque sospecho que -probablemente- lo sea un poco más para la audiencia de la banda de post-metal. La música de Perturbator, si bien es synthwave (con aspectos de dark wave y post-punk), tiene cierta actitud metalera, e incluye guitarras y baterías. A su vez, la de COL, se apoya bastante en el uso de sintetizadores. Cabe recordar que Kent ya había incursionado en un terreno más “rockero”, previamente, con su banda Ruin of Romantics el año pasado. A su vez, pg.lost es una banda de post-rock predominantemente instrumental con gran énfasis en la electrónica que tiene a otro integrante de COL, el tecladista Kristian Karlsson, en su formación. Estas son dos referencias que vienen a la mente al momento de pensar en algunos antecedentes de este proyecto. Fue en 2019, cuando Walter Hoeijmakers, director creativo del Roadburn Festival, le encargó a Kent la realización de un trabajo colaborativo con algún artista de su elección, y él no dudó en convocar a uno de sus músicos favoritos: así surgió Final Light.

El primer track, “Nothing Will Bear Your Name”, es prácticamente una introducción a cargo de los sintetizadores hasta que promediando su desarrollo irrumpe la voz furiosa de Persson y unos oscuros acordes de guitarra. No obstante, los teclados nunca dejan de ser protagonistas. Ya “In the Void” (primer single) ofrece un mayor despliegue en el aporte de las cuerdas, la intensidad del canto y la potencia general de la música, que es sombría y pesada, sin duda alguna. Las melodías que va ejecutando Kent se mantienen fieles al estilo que cultiva como Perturbator. Lo mismo sucede con los riffs que elabora Persson, similares a los que compone para COL. De hecho, “It Came With the Water” nos coloca frente a riffs titánicos.

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La canción homónima al disco y a la banda fue el segundo single con un videoclip propio que logra la combinación de los universos visuales que evocan las creaciones sonoras de las dos mentes involucradas. Desde el punto de vista musical, persiste la brillante fusión entre la agresividad insistente que aportan la voz y la guitarra, y la atmósfera convulsionada, cambiante, generada por los sintetizadores. “The Fall of a Giant” se distingue del resto, pues es donde encontramos otra búsqueda desde el punto de vista armónico. La última pista, “Ruin to Decay” tiene una mayor diversidad en la interpretación de la guitarra, aunque retoma la estructura del track inaugural, escalando progresivamente hacia cumbres afiladas, para llegar a un fin contundente.

Vale la pena reiterar el mérito del Roadburn Festival al promover iniciativas que luego decantan, no solamente en shows en vivo, sino en discos que se ubican entre las ediciones musicales más sobresalientes del año en curso. De escucha obligada para quienes siguen a Perturbator y COL, también puede ser la puerta de entrada a ambos proyectos para gente que aún no los conoce.