Desde las hermosas y gélidas tierras rusas nos llega Keeper of the Grief, el último esfuerzo discográfico de Gvorn, una banda que pese a no llevar demasiados años en la escena metalera más extrema, si que ha hecho bastante ruido con su particular forma de practicar sonidos densos y pesados propios del Doom (podréis disfrutar de ellos si os gustan grupos como Evoken, lo primero de My Dying Bride o Inborn Suffering) con ciertos toques del death metal más extremo. El álbum fue editado por el sello ruso / georgiano Satanath Records en colaboración con el sello chileno Kuyen Prod.

Estamos hablando de una banda, que no es apta para cualquier oyente casual del metal, si no para aquellos que buscan sensaciones en lo más profundo de sus entrañas e incluso con cierto toque depresivo y místico a la hora de elaborar sus complejas letras.

A pesar de contar solo con cinco cortes, el disco se extiende por encima de los 45 minutos de duración, lo cual ya deja en claro al oyente que si busca sonidos ligeros, mejor que cambie de banda, ahora si lo que buscas es intensidad y complejidad musical, créeme que este puede ser uno de los descubrimientos del año.

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El disco se abre con “Sounds From The Crypt”, un corte que sobrepasa los diez minutos de duración pero cuyas atmósferas son totalmente envolventes, cual niebla en una fría noche de invierno y te mantiene en una tensión bastante inquietante a lo largo de toda la canción.

Ya desde el inicio con ese piano tétrico, te vas introduciendo en las profundidades de su sonido, mientras las guitarra va dibujando delicadas melodías que van en aumento y se complementan con la voz infernal de Valery Potekhin (a quién quizás algunos conozcáis por su trabajo en Diaclast, su banda de brutal death metal).

No vamos a hablar de todas las canciones, porque es difícil poner en letras lo que uno puede llegar a sentir escuchando este debut de la banda rusa, pero si que el nexo común es ese sofocante sonido oscuro, que a veces incluso puede resultar demasiado si no estás muy familiarizado con este tipo de grupos y de estilos musicales.

Ese aire frio y a la vez tenebroso que se extiende a lo largo del disco, es precisamente el punto fuerte del mismo ya que las composiciones se engrandecen aún más gracias a estos arreglos sonoros.

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Instrumentalmente, es imposible no prestar atención al trabajo que han hecho Ivan Vorozkho y Sergey Semenov a las guitarras, una mole prácticamente indestructible y que suena como el más potente de los cañones de la armada, aquí no vas a ver solos imposibles ni lucimiento de ninguno de los dos guitarristas, ahora bien, es impresionante lo rudos y compactos que suenan ambos a lo largo de todo el disco.

Los riffs al ser tan densos, se complementan a la perfección con los pasajes sonoros quizás algo más lentos que tienen las canciones, creando un aura oscurísima y muy especial.

Por su parte, Valery hace un ejercicio de voz impecable en el disco, transmitiendo todos y cada uno de los sentimientos que uno pueda sentir por medio de las letras del mismo, no es el cantante más extremo del mundo, pero su labor a lo largo de estos cinco cortes es simplemente excelente.

La verdad es que no es fácil introducirse en un disco de esta magnitud, sobre todo si no eres experto, pero si le dedicas el tiempo y el esfuerzo necesario, vas a caer rendido ante una obra hermosa, densa, oscura y muy interesante que nos presenta a una banda a la cual hay que seguirle la pista desde el momento en el que termines de escuchar este notable debut.

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