Helloween (2021)
Nuclear Blast
Tracklist:
01. Out For The Glory
02. Fear Of The Fallen
03. Best Time
04. Mass Pollution
05. Angels
06. Rise Without Chains
07. Indestructible
08. Robot King
09. Cyanide
10. Down In The Dumps
11. Orbit
12. Skyfall
No creo exagerar cuando digo que escribir esta reseña del nuevo disco autotitulado de Helloween es una de las cosas más difíciles que me tocó hacer ya que pienso, sin temor a equivocarme, que estamos frente al suceso más importante del 2021 en lo que al mundo del Heavy Metal respecta. Sí, del Heavy Metal en su totalidad; sin distinción de sub-géneros. Y a todo esto hay que agregarle la cuota de fanatismo propia que en esta oportunidad juega un papel más ineludible que nunca.
Ocurre que no solamente estamos siendo testigos de uno de los momentos más importantes en la carrera de calabazas alemanas, sino que también estamos viviendo un hito difícil de empardar con otro en toda la historia del Rock Pesado. Reuniones de integrantes claves en una banda tenemos a patadas, pero lo de Helloween fue sencillamente una jugada magistral. Repasemos un poco la historia reciente: a fines de 2016, y con motivo de la llegada del 30 aniversario de la obra cumbre de la H alemana – es decir, las dos partes del antológico “Keeper of the Seven Keys” – las redes de la banda anunciaron el regreso de Michael Kiske (voz) y Kai Hansen (guitarra y vocalista original) para una gira reunión. Esta noticia por sí sola ya hizo saltar del asiento a cualquier fan de la banda que hacían décadas que venía implorando porque algo así ocurriera pero que muchos creían imposible puesto que luego de haber hecho historia con aquellas dos obras emblemáticas, las salidas de Hansen (primero) y Kiske (años después) se dieron en muy malos términos, dejando una enemistad muy grande, principalmente, con Michael Weikath; el otro guitarrista y uno de los principales compositores de la banda. No obstante, con la llegada del nuevo siglo entraría en escena otro personaje (no tan) ajeno a la historia de la banda y que sería clave para que la tan ansiada reunión se llevara a cabo: Tobias Sammet. En efecto, cuando el vocalista de los también germanos Edguy logró convencer en 2010 a Kiske y a Hansen para que se sumaran a la gira mundial de su ópera Avantasia, el sueño de ver a casi el 50% de la formación más clásica de Helloween sobre un escenario ya no era una utopía. Muchísimo menos cuando esa colaboración con Sammet terminaría derivando en otro proyecto paralelo de Kiske y Hansen llamado Unisonic, allá por 2012. Nunca antes había cobrado vida de tal forma el clásico cuento que reza “una cosa fue llevando a la otra”. El olorcito a reunión ya se podía percibir, más si tenemos en cuenta que para ése entonces tanto Helloween como Gamma Ray, la otra banda de Kai Hansen, no venían atravesando precisamente sus momentos discográficos más destacados.
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Y así fue como para finales de 2017 el milagro se produjo y el mundo podía disfrutar una vez más de la emblemática formación que reunía a Kiske, Hansen, Weikath y al eterno Markus Grosskopf en bajo (por razones obvias faltó el baterista Ingo Schwichtenberg, quien perdiera la vida trágicamente en 1995). Pero la apuesta de Helloween fue mucho más allá de una simple reunión que de por sí sola ya les hubiera garantizado un éxito rotundo. Todo lo contrario a lo que cualquiera podría haber imaginado en este tipo de circunstancias, el regreso de Kiske y Hansen no fueron en calidad de reemplazantes sino que fue más bien un caso de (re)incorporaciones, puesto que tanto Andi Deris como Sascha Gerstner continuaron manteniendo sus respectivas posiciones como vocalista y guitarrista. Esto se trató de una fuertísima declaración por parte de la banda. A lo largo de su historia, Helloween tuvo que soportar que cada nuevo lanzamiento sea comparado con su mencionada obra cumbre, a la vez que Deris jamás pudo escaparle a la sombra de Kiske y a su magistral voz, como así también tanto Gerstner (después) como Roland Grapow (antes) tuvieron que rendir cuentas constantemente por la vacante dejada oportunamente por Hansen. De modo que Helloween sorprendió a todo el mundo reencarnando en nueva formación con nada menos que siete integrantes y pateando para afuera todos los comentarios incómodos y las expectativas obvias que se suelen generar en torno a las reuniones. Había una intriga enorme por saber cómo funcionarían esto nuevos-viejos elementos combinados arriba de las tablas y la banda no solamente estuvo a la altura del desafío sino que dejó a todo el mundo boquiabierto. Quien escribe estas líneas tuvo el privilegio de asistir dos veces (2017 y 2018) al estadio Luna Park en Buenos Aires para presenciar uno de los shows más fantásticos que este humilde redactor haya visto alguna vez en su vida. Insisto: Helloween tenía todo a mano para con muy poco garantizar una gira por demás exitosa pero los alemanes no se conformaron con eso y fueron por mucho más. Una puesta en escena sencillamente grandiosa; una banda que sonaba totalmente ajustada y con una química que parecía que llevaran tocando juntos toda una vida; un Kai Hansen que hacía sociedad con Michael Weikath de tal forma que ni se notaba que hubieran llevado casi tres décadas sin dirigirse la palabra a la vez que se acoplaban a las mil maravillas con la otra guitarra, la de Sascha Gerstner; y por su parte la dupla de cantantes conformada por Kiske y Deris simplemente era un show aparte, ya que ambos dejaron de lado cualquier cuestión de ego y unieron sus virtudes para ofrecerles a sus audiencias un espectáculo inolvidable. Quien quiera un souvenir de todo esto, no tiene más que acudir al registro en vivo “United Alive in Madrid”, grabado a finales de 2017 y lanzado en 2019, para corroborar todo lo antedicho.
Dejando en evidencia que en vivo la reunión funcionó de las mil maravillas era ahora tiempo de plasmar todo esto en un nuevo álbum de estudio. Más allá del correcto single que acompañó la gira, “Pumpkins United”, había un apetito enorme por escuchar material fresco con esta formación. Es por eso que este LP tenía una expectativa tan grande. Soy de quienes cree que jamás hay que poner las expectativas tan en alto a la hora de recibir una nueva obra pero con todo lo narrado anteriormente esto era algo casi imposible de realizar. Ni que hablar cuando el pasado mes de Marzo tuvimos la posibilidad de ver el fantástico arte de tapa que realizó Eliran Kantor (conocido por ya haber trabajado con Testament, My Dying Bride, entre otros). Todas las piezas estaban en su lugar; los fabricantes ya estaban designados; el envoltorio también, restaba ahora solamente disfrutar del contenido. Los días y los minutos estaban contados. Era hora de disfrutar de esta nueva experiencia de lo que es Helloween versión 2021.
Espero que los pacientes lectores sepan disculpar por haber consumido no sé cuántos caracteres y ni siquiera empecé a hablar del disco aún pero todo este prefacio era absolutamente necesario para entender la magnitud de lo que tenemos entre manos. Además, no sabría ni por dónde empezar. Hay tanto por analizar en este disco que quiero evitar veredictos simplones del tipo: “este disco resume toda la carrera de Helloween”. Aunque a decir verdad, por más simplificado que suene no podría ser más cierto. Ni más obvio. Todos los componentes que han moldeado la carrera de Helloween a lo largo de más de tres décadas se encuentran reunidos aquí. También en un principio, luego de las primeras escuchas, me arriesgué a tirar “Keeper… Part. III”. Pero no, me dí cuenta que hacer eso sería caer en un error. Si bien no tengo ninguna duda de que este disco es el que finalmente se librará de la maldita comparación a la que siempre hacemos mención, esta placa tiene muchas de las virtudes que Helloween supo cosechar más allá del Guardián de las Siete Llaves. Y creo que allí radica uno de los aciertos del disco: esto es Helloween 2021.El Septeto nos lleva a un fabuloso recorrido por todas sus etapas.
De modo que mejor dejar de lado tanto análisis y vamos a lo que importa a la hora de escuchar música que es disfrutar. Y permítanme asegurarles que las calabazas se han ocupado de que eso sea lo que ocurra cuando le demos play a “Helloween”. Porque estamos a Junio y creo que ya podríamos ir afirmando que para lo que resta del año en materia de lanzamientos, las demás bandas ya están compitiendo por el segundo puesto. Ojalá puedan creerme que hablo dejando la subjetividad de fanático de lado, aunque sea por un rato. Porque no tengo ningún empacho en decir que cuando escuché los adelantos “Skyfall” y “Fear of the Fallen” me gustaron pero no me entusiasmaron. O que “Out For The Glory” me parece un tibio arranque para un disco que venía cargando con una previa inmensa. Pero el disco como un todo es una delicia de punta a punta, no tengan dudas de eso. Y es por eso que en este preciso momento ya podemos mencionar a la figura de la cancha: Andi Deris. ¿Por qué? Bien, repasemos. El tipo tuvo la humildad y la valentía suficiente para andar siempre con la frente en alto cada vez que tuvo que soportar por más de veinte años las constantes comparaciones con Michael Kiske, y ahora no tuvo drama alguno en compartir su posición con Miguelito a sabiendas de lo que eso implicaba. Bueno, también con Hansen, aunque hay que decir que el aporte de Hansen desde lo vocal en este disco es mínimo, limitándose más a hacer los coros y solamente en muy breves pasajes toma el mando del micrófono como lo hiciera en la época del seminal “Walls of Jericho” (1985). Después, casi la mitad de este álbum lleva la firma de Deris en las canciones por lo que es evidente que el bueno de Andi se puso la diez a la hora de entrar al estudio y fue el que mejor entendió cómo conjugar todas las herramientas de las cuales dispone hoy por hoy la banda. El tiempo ha llegado para que Andi Deris sea redimido de tantas injusticias y a diferencia de lo que suele ocurrir con casi todos los cantantes que tienen la ardua tarea de reemplazar a un ícono dentro de una banda, Deris encontró su redención sin desplazar a nadie sino sumando su talento al de otro. De hecho, en recientes declaraciones Andi dijo que: “Me divertí mucho no solamente escribiendo canciones para mi voz sino también para uno de los cantantes más grandes que hay”. Chapó, Andi. ¿Y qué pasó con Kiske? Nada. A Michael le basta nomás con abrir la boca para que todos los demás se callen. Y es a eso a lo que fue Kiske al estudio: a deslumbrar con su magistral voz. Ninguno de los doce tracks que conforman este LP llevan su firma. Pero no hizo falta. Porque a Kiske lo queremos cantando más que componiendo. Porque por más buenas intenciones que haya habido en sus proyectos con Amanda Somerville o en Place Vendome, a Kiske lo que le sienta mejor para su voz son esos himnos con los que ayudó a patentar el Power Metal. Entonces, volviendo al inicio con “Out Of The Glory”, se trata de un correcto arranque, que lleva la rúbrica 100% Helloween (composición de Weikath) y es entendible que Kiske tome la delantera con la voz en este tema como para darle el gusto al fan luego de esperar tantos años por poder oírlo de nuevo en la banda. Pero lo mejor está sin dudas a continuación.
“Fear of The Fallen”, el segundo track y uno de los adelantos del álbum, ahora sí me rompió la cabeza cómo debe ser. En el contexto de una totalidad, este tema muestra a la perfección la química entre las voces de Deris y Kiske. Un dramatismo en cada estribillo que hacen de esta pieza una de las más sólidas del disco con un final que pone los pelos de punta. Y cuando todavía no pudimos reponernos de ese final con su glorioso “Listen to your heart” (que les aseguro lo van a tener alojado en la cabeza durante semanas), llega EL HIT del disco: “Best Time”. En tres minutos y medio, Helloween condensa toda su magia en una canción que de vivir en un mundo perfecto debería llegar al millón de reproducciones en Spotify en menos de 24 horas. Sobre este tema solamente voy a decir: gracias Michael Kiske por existir, por elegir la música como tu profesión, porque tu voz sea tu instrumento y por regalarnos este estribillo que sin dudas es el “mejor momento” de esta Pandemia que estamos sufriendo.
Pero ya dije que no se olviden de Andi Deris y ahí nomás se viene “Mass Pollution”, donde Andi toma la delantera del micrófono para recordarnos que todo lo que hizo con Helloween bien vale la pena de ser escuchado. Este tema tranquilamente se codea con los mejores momentos de la discografía de la banda con Deris en las voces. No desentonaría para nada en discos como “Better Than Raw” (1998) o en “Gambling With The Devil” (2007). Algo similar ocurre con “Cyanide”, otra de las joyitas del disco.
Llegando a la mitad de la placa nos encontramos con “Angels”, la cual se me antoja como la “rara” del disco. Se trata de un tema que lleva la firma de Sascha Gerstner, dueña de una oscuridad y unas melodías de piano algo inusuales para Helloween. Quizás sea la única pieza que desentona en todo el disco, con un estribillo que no termina de convencer más allá de que Kiske y Deris dejan el alma en cada nota, o quizás demande un par de escuchas más para poder disfrutarla como corresponde.
“Rise Without Chains” nos pone de nuevo en órbita. La melodía inicial de guitarras que marca el camino recuerda mucho a “When The River Runs Deep” de Iron Maiden. Este tema demuestra una vez más quiénes son los padres del Power Metal. Un track que parece que fue grabado en 1987 y lo hicieron sonar como en 2021, siendo que de a ratos pareciera que fuera el hermano perdido de “Eagle Fly Free”.
“Indestructible” también tiene alma de hit y es la única que lleva la rúbrica de Markus Grosskopf. En manos de otro cantante este tema podría pasar desapercibido pero, claro, el que canta es Michael Kiske que te va a convencer para que salgas a la calle gritando que sos indestructible. No obstante, acá también es menester resaltar el trabajo de las guitarras que intercalan potentes riffs y solos que van desde los más distorsionados para luego confluir en tres bellas armonías al unísono. La brillante producción a cargo de Charlie Bauerfeind (Hammerfall, Rage, Saxon, entre otros) hizo que todo sonara como debiera ser.
Hablando de producción, si “Robot King” hubiera contado con una producción más cruda hubiera entrado tranquilamente en “Walls of Jericho” porque se trata del Helloween más potente, que arrasa con todo a su paso, recordando sus orígenes más cerca del Speed Metal con Kai Hansen gritando como un loco. Su sonido más actual también la ubica cerca de discos como “The Dark Ride” (2000) o “7 Sinners” (2010), que muestran la faceta más agresiva de la banda. Por su parte “Down in The Dumps” vuelve a refrescarnos quiénes son los referentes más grandes del Power Metal, además de contar desde el título con ése humor tan particular que siempre caracterizó a la banda …y especialmente a Michael Weikath.
Y así llegamos al final del álbum, con la breve intro “Orbit” (otro guiño que recuerda a los comienzos de los “Keeper..”) para meternos de lleno en “Skyfall”, el primer adelanto pero que a diferencia del single aquí la tenemos completa con sus doce minutos de duración. No hace falta leer los créditos para darse cuenta que esta composición lleva a marca de Kai Hansen porque esta canción cuenta con todos los elementos característicos del sonido creado por el segundo colorado más querido en la historia del Metal. Es más, no es difícil sospechar que esta pieza Hansen se la tenía guardada bajo la manga para Gamma Ray y encontró aquí la excusa perfecta para sacarla a la luz. Y la sospecha se acrecienta aún más cuando al final la canción se va en fade-out y se puede escuchar a Hansen cantar “….Somewhere out in space” (!). Pero más allá de estos detalles, de estos guiños y de las millones de referencias que se puedan encontrar, Helloween acá le pone el sello al excelente momento que están atravesando. Nos dieron una pizca de adelanto antes de que salga el disco y dejan para el final esta obra maestra donde justamente en los tres minutos finales la banda alcanza picos de gloria que conmueven hasta las lágrimas. Porque justamente cuando la canción se va desvaneciendo es donde encontramos el clímax; con las guitarras soleando a diestra y siniestra; con una viola acústica de fondo que queda exquisita; con unos teclados que dibujan unos arreglos orquestales sublimes; y con los tres cantantes recitando versos que no entendemos bien qué es lo que están diciendo pero le ponen tanta emotividad que te llegan al alma de cualquier forma, en especial Kiske cada vez que tira un “When the sky falls!” salido desde lo más profundo de su garganta y de su corazón. Mientras escribo estas líneas les juro que tengo un nudo en la garganta.
No me queda más que agregar, si es que quedaría algo más después de tantos párrafos. Pero la emoción es tan grande que podría seguir y seguir intentando describir lo que siento cada vez que le doy play a este disco. Helloween tenía la obligación de sacar el álbum del año y cumplió con creces. Solamente el lanzamiento de algún peso pesado como Metallica o Iron Maiden le puede arrebatar a las calabazas el oro del 2021. Y por lo visto no pareciera ser que eso vaya a suceder en lo inmediato. ¿Queda algo más para decir? Ah, sí: muchísimas gracias Tobias Sammet.
Helloween (2021)
Nuclear Blast
Tracklist:
01. Out For The Glory
02. Fear Of The Fallen
03. Best Time
04. Mass Pollution
05. Angels
06. Rise Without Chains
07. Indestructible
08. Robot King
09. Cyanide
10. Down In The Dumps
11. Orbit
12. Skyfall
No creo exagerar cuando digo que escribir esta reseña del nuevo disco autotitulado de Helloween es una de las cosas más difíciles que me tocó hacer ya que pienso, sin temor a equivocarme, que estamos frente al suceso más importante del 2021 en lo que al mundo del Heavy Metal respecta. Sí, del Heavy Metal en su totalidad; sin distinción de sub-géneros. Y a todo esto hay que agregarle la cuota de fanatismo propia que en esta oportunidad juega un papel más ineludible que nunca.
Ocurre que no solamente estamos siendo testigos de uno de los momentos más importantes en la carrera de calabazas alemanas, sino que también estamos viviendo un hito difícil de empardar con otro en toda la historia del Rock Pesado. Reuniones de integrantes claves en una banda tenemos a patadas, pero lo de Helloween fue sencillamente una jugada magistral. Repasemos un poco la historia reciente: a fines de 2016, y con motivo de la llegada del 30 aniversario de la obra cumbre de la H alemana – es decir, las dos partes del antológico “Keeper of the Seven Keys” – las redes de la banda anunciaron el regreso de Michael Kiske (voz) y Kai Hansen (guitarra y vocalista original) para una gira reunión. Esta noticia por sí sola ya hizo saltar del asiento a cualquier fan de la banda que hacían décadas que venía implorando porque algo así ocurriera pero que muchos creían imposible puesto que luego de haber hecho historia con aquellas dos obras emblemáticas, las salidas de Hansen (primero) y Kiske (años después) se dieron en muy malos términos, dejando una enemistad muy grande, principalmente, con Michael Weikath; el otro guitarrista y uno de los principales compositores de la banda. No obstante, con la llegada del nuevo siglo entraría en escena otro personaje (no tan) ajeno a la historia de la banda y que sería clave para que la tan ansiada reunión se llevara a cabo: Tobias Sammet. En efecto, cuando el vocalista de los también germanos Edguy logró convencer en 2010 a Kiske y a Hansen para que se sumaran a la gira mundial de su ópera Avantasia, el sueño de ver a casi el 50% de la formación más clásica de Helloween sobre un escenario ya no era una utopía. Muchísimo menos cuando esa colaboración con Sammet terminaría derivando en otro proyecto paralelo de Kiske y Hansen llamado Unisonic, allá por 2012. Nunca antes había cobrado vida de tal forma el clásico cuento que reza “una cosa fue llevando a la otra”. El olorcito a reunión ya se podía percibir, más si tenemos en cuenta que para ése entonces tanto Helloween como Gamma Ray, la otra banda de Kai Hansen, no venían atravesando precisamente sus momentos discográficos más destacados.
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Y así fue como para finales de 2017 el milagro se produjo y el mundo podía disfrutar una vez más de la emblemática formación que reunía a Kiske, Hansen, Weikath y al eterno Markus Grosskopf en bajo (por razones obvias faltó el baterista Ingo Schwichtenberg, quien perdiera la vida trágicamente en 1995). Pero la apuesta de Helloween fue mucho más allá de una simple reunión que de por sí sola ya les hubiera garantizado un éxito rotundo. Todo lo contrario a lo que cualquiera podría haber imaginado en este tipo de circunstancias, el regreso de Kiske y Hansen no fueron en calidad de reemplazantes sino que fue más bien un caso de (re)incorporaciones, puesto que tanto Andi Deris como Sascha Gerstner continuaron manteniendo sus respectivas posiciones como vocalista y guitarrista. Esto se trató de una fuertísima declaración por parte de la banda. A lo largo de su historia, Helloween tuvo que soportar que cada nuevo lanzamiento sea comparado con su mencionada obra cumbre, a la vez que Deris jamás pudo escaparle a la sombra de Kiske y a su magistral voz, como así también tanto Gerstner (después) como Roland Grapow (antes) tuvieron que rendir cuentas constantemente por la vacante dejada oportunamente por Hansen. De modo que Helloween sorprendió a todo el mundo reencarnando en nueva formación con nada menos que siete integrantes y pateando para afuera todos los comentarios incómodos y las expectativas obvias que se suelen generar en torno a las reuniones. Había una intriga enorme por saber cómo funcionarían esto nuevos-viejos elementos combinados arriba de las tablas y la banda no solamente estuvo a la altura del desafío sino que dejó a todo el mundo boquiabierto. Quien escribe estas líneas tuvo el privilegio de asistir dos veces (2017 y 2018) al estadio Luna Park en Buenos Aires para presenciar uno de los shows más fantásticos que este humilde redactor haya visto alguna vez en su vida. Insisto: Helloween tenía todo a mano para con muy poco garantizar una gira por demás exitosa pero los alemanes no se conformaron con eso y fueron por mucho más. Una puesta en escena sencillamente grandiosa; una banda que sonaba totalmente ajustada y con una química que parecía que llevaran tocando juntos toda una vida; un Kai Hansen que hacía sociedad con Michael Weikath de tal forma que ni se notaba que hubieran llevado casi tres décadas sin dirigirse la palabra a la vez que se acoplaban a las mil maravillas con la otra guitarra, la de Sascha Gerstner; y por su parte la dupla de cantantes conformada por Kiske y Deris simplemente era un show aparte, ya que ambos dejaron de lado cualquier cuestión de ego y unieron sus virtudes para ofrecerles a sus audiencias un espectáculo inolvidable. Quien quiera un souvenir de todo esto, no tiene más que acudir al registro en vivo “United Alive in Madrid”, grabado a finales de 2017 y lanzado en 2019, para corroborar todo lo antedicho.
Dejando en evidencia que en vivo la reunión funcionó de las mil maravillas era ahora tiempo de plasmar todo esto en un nuevo álbum de estudio. Más allá del correcto single que acompañó la gira, “Pumpkins United”, había un apetito enorme por escuchar material fresco con esta formación. Es por eso que este LP tenía una expectativa tan grande. Soy de quienes cree que jamás hay que poner las expectativas tan en alto a la hora de recibir una nueva obra pero con todo lo narrado anteriormente esto era algo casi imposible de realizar. Ni que hablar cuando el pasado mes de Marzo tuvimos la posibilidad de ver el fantástico arte de tapa que realizó Eliran Kantor (conocido por ya haber trabajado con Testament, My Dying Bride, entre otros). Todas las piezas estaban en su lugar; los fabricantes ya estaban designados; el envoltorio también, restaba ahora solamente disfrutar del contenido. Los días y los minutos estaban contados. Era hora de disfrutar de esta nueva experiencia de lo que es Helloween versión 2021.
Espero que los pacientes lectores sepan disculpar por haber consumido no sé cuántos caracteres y ni siquiera empecé a hablar del disco aún pero todo este prefacio era absolutamente necesario para entender la magnitud de lo que tenemos entre manos. Además, no sabría ni por dónde empezar. Hay tanto por analizar en este disco que quiero evitar veredictos simplones del tipo: “este disco resume toda la carrera de Helloween”. Aunque a decir verdad, por más simplificado que suene no podría ser más cierto. Ni más obvio. Todos los componentes que han moldeado la carrera de Helloween a lo largo de más de tres décadas se encuentran reunidos aquí. También en un principio, luego de las primeras escuchas, me arriesgué a tirar “Keeper… Part. III”. Pero no, me dí cuenta que hacer eso sería caer en un error. Si bien no tengo ninguna duda de que este disco es el que finalmente se librará de la maldita comparación a la que siempre hacemos mención, esta placa tiene muchas de las virtudes que Helloween supo cosechar más allá del Guardián de las Siete Llaves. Y creo que allí radica uno de los aciertos del disco: esto es Helloween 2021.El Septeto nos lleva a un fabuloso recorrido por todas sus etapas.
De modo que mejor dejar de lado tanto análisis y vamos a lo que importa a la hora de escuchar música que es disfrutar. Y permítanme asegurarles que las calabazas se han ocupado de que eso sea lo que ocurra cuando le demos play a “Helloween”. Porque estamos a Junio y creo que ya podríamos ir afirmando que para lo que resta del año en materia de lanzamientos, las demás bandas ya están compitiendo por el segundo puesto. Ojalá puedan creerme que hablo dejando la subjetividad de fanático de lado, aunque sea por un rato. Porque no tengo ningún empacho en decir que cuando escuché los adelantos “Skyfall” y “Fear of the Fallen” me gustaron pero no me entusiasmaron. O que “Out For The Glory” me parece un tibio arranque para un disco que venía cargando con una previa inmensa. Pero el disco como un todo es una delicia de punta a punta, no tengan dudas de eso. Y es por eso que en este preciso momento ya podemos mencionar a la figura de la cancha: Andi Deris. ¿Por qué? Bien, repasemos. El tipo tuvo la humildad y la valentía suficiente para andar siempre con la frente en alto cada vez que tuvo que soportar por más de veinte años las constantes comparaciones con Michael Kiske, y ahora no tuvo drama alguno en compartir su posición con Miguelito a sabiendas de lo que eso implicaba. Bueno, también con Hansen, aunque hay que decir que el aporte de Hansen desde lo vocal en este disco es mínimo, limitándose más a hacer los coros y solamente en muy breves pasajes toma el mando del micrófono como lo hiciera en la época del seminal “Walls of Jericho” (1985). Después, casi la mitad de este álbum lleva la firma de Deris en las canciones por lo que es evidente que el bueno de Andi se puso la diez a la hora de entrar al estudio y fue el que mejor entendió cómo conjugar todas las herramientas de las cuales dispone hoy por hoy la banda. El tiempo ha llegado para que Andi Deris sea redimido de tantas injusticias y a diferencia de lo que suele ocurrir con casi todos los cantantes que tienen la ardua tarea de reemplazar a un ícono dentro de una banda, Deris encontró su redención sin desplazar a nadie sino sumando su talento al de otro. De hecho, en recientes declaraciones Andi dijo que: “Me divertí mucho no solamente escribiendo canciones para mi voz sino también para uno de los cantantes más grandes que hay”. Chapó, Andi. ¿Y qué pasó con Kiske? Nada. A Michael le basta nomás con abrir la boca para que todos los demás se callen. Y es a eso a lo que fue Kiske al estudio: a deslumbrar con su magistral voz. Ninguno de los doce tracks que conforman este LP llevan su firma. Pero no hizo falta. Porque a Kiske lo queremos cantando más que componiendo. Porque por más buenas intenciones que haya habido en sus proyectos con Amanda Somerville o en Place Vendome, a Kiske lo que le sienta mejor para su voz son esos himnos con los que ayudó a patentar el Power Metal. Entonces, volviendo al inicio con “Out Of The Glory”, se trata de un correcto arranque, que lleva la rúbrica 100% Helloween (composición de Weikath) y es entendible que Kiske tome la delantera con la voz en este tema como para darle el gusto al fan luego de esperar tantos años por poder oírlo de nuevo en la banda. Pero lo mejor está sin dudas a continuación.
“Fear of The Fallen”, el segundo track y uno de los adelantos del álbum, ahora sí me rompió la cabeza cómo debe ser. En el contexto de una totalidad, este tema muestra a la perfección la química entre las voces de Deris y Kiske. Un dramatismo en cada estribillo que hacen de esta pieza una de las más sólidas del disco con un final que pone los pelos de punta. Y cuando todavía no pudimos reponernos de ese final con su glorioso “Listen to your heart” (que les aseguro lo van a tener alojado en la cabeza durante semanas), llega EL HIT del disco: “Best Time”. En tres minutos y medio, Helloween condensa toda su magia en una canción que de vivir en un mundo perfecto debería llegar al millón de reproducciones en Spotify en menos de 24 horas. Sobre este tema solamente voy a decir: gracias Michael Kiske por existir, por elegir la música como tu profesión, porque tu voz sea tu instrumento y por regalarnos este estribillo que sin dudas es el “mejor momento” de esta Pandemia que estamos sufriendo.
Pero ya dije que no se olviden de Andi Deris y ahí nomás se viene “Mass Pollution”, donde Andi toma la delantera del micrófono para recordarnos que todo lo que hizo con Helloween bien vale la pena de ser escuchado. Este tema tranquilamente se codea con los mejores momentos de la discografía de la banda con Deris en las voces. No desentonaría para nada en discos como “Better Than Raw” (1998) o en “Gambling With The Devil” (2007). Algo similar ocurre con “Cyanide”, otra de las joyitas del disco.
Llegando a la mitad de la placa nos encontramos con “Angels”, la cual se me antoja como la “rara” del disco. Se trata de un tema que lleva la firma de Sascha Gerstner, dueña de una oscuridad y unas melodías de piano algo inusuales para Helloween. Quizás sea la única pieza que desentona en todo el disco, con un estribillo que no termina de convencer más allá de que Kiske y Deris dejan el alma en cada nota, o quizás demande un par de escuchas más para poder disfrutarla como corresponde.
“Rise Without Chains” nos pone de nuevo en órbita. La melodía inicial de guitarras que marca el camino recuerda mucho a “When The River Runs Deep” de Iron Maiden. Este tema demuestra una vez más quiénes son los padres del Power Metal. Un track que parece que fue grabado en 1987 y lo hicieron sonar como en 2021, siendo que de a ratos pareciera que fuera el hermano perdido de “Eagle Fly Free”.
“Indestructible” también tiene alma de hit y es la única que lleva la rúbrica de Markus Grosskopf. En manos de otro cantante este tema podría pasar desapercibido pero, claro, el que canta es Michael Kiske que te va a convencer para que salgas a la calle gritando que sos indestructible. No obstante, acá también es menester resaltar el trabajo de las guitarras que intercalan potentes riffs y solos que van desde los más distorsionados para luego confluir en tres bellas armonías al unísono. La brillante producción a cargo de Charlie Bauerfeind (Hammerfall, Rage, Saxon, entre otros) hizo que todo sonara como debiera ser.
Hablando de producción, si “Robot King” hubiera contado con una producción más cruda hubiera entrado tranquilamente en “Walls of Jericho” porque se trata del Helloween más potente, que arrasa con todo a su paso, recordando sus orígenes más cerca del Speed Metal con Kai Hansen gritando como un loco. Su sonido más actual también la ubica cerca de discos como “The Dark Ride” (2000) o “7 Sinners” (2010), que muestran la faceta más agresiva de la banda. Por su parte “Down in The Dumps” vuelve a refrescarnos quiénes son los referentes más grandes del Power Metal, además de contar desde el título con ése humor tan particular que siempre caracterizó a la banda …y especialmente a Michael Weikath.
Y así llegamos al final del álbum, con la breve intro “Orbit” (otro guiño que recuerda a los comienzos de los “Keeper..”) para meternos de lleno en “Skyfall”, el primer adelanto pero que a diferencia del single aquí la tenemos completa con sus doce minutos de duración. No hace falta leer los créditos para darse cuenta que esta composición lleva a marca de Kai Hansen porque esta canción cuenta con todos los elementos característicos del sonido creado por el segundo colorado más querido en la historia del Metal. Es más, no es difícil sospechar que esta pieza Hansen se la tenía guardada bajo la manga para Gamma Ray y encontró aquí la excusa perfecta para sacarla a la luz. Y la sospecha se acrecienta aún más cuando al final la canción se va en fade-out y se puede escuchar a Hansen cantar “….Somewhere out in space” (!). Pero más allá de estos detalles, de estos guiños y de las millones de referencias que se puedan encontrar, Helloween acá le pone el sello al excelente momento que están atravesando. Nos dieron una pizca de adelanto antes de que salga el disco y dejan para el final esta obra maestra donde justamente en los tres minutos finales la banda alcanza picos de gloria que conmueven hasta las lágrimas. Porque justamente cuando la canción se va desvaneciendo es donde encontramos el clímax; con las guitarras soleando a diestra y siniestra; con una viola acústica de fondo que queda exquisita; con unos teclados que dibujan unos arreglos orquestales sublimes; y con los tres cantantes recitando versos que no entendemos bien qué es lo que están diciendo pero le ponen tanta emotividad que te llegan al alma de cualquier forma, en especial Kiske cada vez que tira un “When the sky falls!” salido desde lo más profundo de su garganta y de su corazón. Mientras escribo estas líneas les juro que tengo un nudo en la garganta.
No me queda más que agregar, si es que quedaría algo más después de tantos párrafos. Pero la emoción es tan grande que podría seguir y seguir intentando describir lo que siento cada vez que le doy play a este disco. Helloween tenía la obligación de sacar el álbum del año y cumplió con creces. Solamente el lanzamiento de algún peso pesado como Metallica o Iron Maiden le puede arrebatar a las calabazas el oro del 2021. Y por lo visto no pareciera ser que eso vaya a suceder en lo inmediato. ¿Queda algo más para decir? Ah, sí: muchísimas gracias Tobias Sammet.