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Korpiklaani
Jylhä (2021)
Nuclear Blast

01. Verikoira
02. Niemi
03. Leväluhta
04. Mylly
05. Tuuleton
06. Sanaton maa
07. Kiuru
08. Miero
09. Pohja
10. Huolettomat
11. Anolan aukeat
12. Pidot
13. Juuret

Considerando sus inicios como un proyecto acústico de música indígena sami del músico Jonne Järvelä junto a la cantante Maaren Aikio bajo el nombre de Shamaani Duo, la adición del condimento metalero ya con Shaman y la posterior transformación en uno de los grupos más importantes de la explosión del folk metal de década y media atrás, es innegable que los finlandeses Korpiklaani son de las bandas que más cambios han tenido a lo largo de su historia. Y más todavía si consideramos que cada uno de los cambios de nombre fueron también de la mano con cambios de estilo y/o del idioma de las letras.

En mi opinión, esta apertura al cambio se podía ver mucho más en los inicios del grupo, porque, con excepción de pasar de las letras en inglés a cantar exclusivamente en finlandés a partir del álbum “Ukon Wacka”, es difícil encontrar cambios muy grandes en la discografía de Korpiklaani: está claro que el sexteto está más que contento con su mezcla de guitarras metaleras y alegre humppa finlandés, la banda sonora para musicalizar borracheras de cerveza en pinta de madera. Pero si uno escucha con detenimiento la obra del grupo, también se puede interpretar que ahora Korpiklaani son más propensos a experimentar que a cambiar completamente: cualquiera que tenga un mínimo de experiencia escuchando a la banda sabrá cuál será el sonido general de un nuevo trabajo, pero de vez en cuando la banda de Järvelä se anima a salir de la fórmula ya probada y hacer algo inesperado, aunque sea por una canción. Y esto se puede ver en “Jylhä”, decimoprimer álbum de estudio de estos oriundos de Lähti, editado el 5 de febrero a través de Nuclear Blast.

También te puede interesar: “Samuli Mikkonen (Korpiklaani): Somos la banda en finlandés más grande del mundo”

Como hiciera Judas Priest al inicio de “Painkiller”, Korpiklaani le dan la oportunidad al recién llegado para que demuestre su habilidad (NdA: Escribí esta parte antes siquiera de saber que Korpiklaani se inspiraron justamente en esa canción). En el caso de los finlandeses, el baterista Samuli Mikkonen da comienzo a “Verikoira” haciendo retumbar su batería con una introducción que parece sacada de algún hit del metal de los ochentas, sensación donde también ayuda el riff de las guitarras de Järvelä y Cane. Ya en los versos la canción agarra velocidad y en el estribillo se mete de lleno en un ritmo bien thrashero, con la voz generalmente rasposa de Järvelä alcanzando agudos inesperados. Es un gran manera de arrancar “Jylhä”, y como es tradición en la banda tanto el violín como el acordeón se encargan de los solos en vez de las guitarras.

Si a alguno le parecía que “Verikoira” podía llegar a ser demasiado lenta o demasiado larga, la siguiente “Niemi” es un power metal folclórico con el acordeón como gran protagonista. Es una canción directa y extremadamente entretenida, con ese sutil acompañamiento de pandereta durante el estribillo, aportando el aspecto folk clásico.
La primera gran sorpresa viene de la mano de “Leväluhta”, una de las canciones más particulares del álbum con su sonido influenciado por el reggae y el ska. El inicio relajado no sólo tiene al violín y al acordeón liderando la canción, sino que también le da espacio al bajista Jarkko Aaltonen, que no tiene muchos momentos para mostrarse en el disco ya sea por seguir mucho a las guitarras o por un tema de la mezcla, tal vez la única falla de la misma. Es un experimento muy divertido en la manera en la que agarra velocidad ya cerca del final, y uno de los grandes aportes de Mikkonen al álbum.

Otros buenos momentos son la melancólica “Tuuleton”, la pegadiza y melódica “Sanaton Maa” y la energética “Huolettomat”, todas canciones que no necesitan muchas palabras para ser descritas más allá de decir que son muy buenas composiciones, con los elementos clásicos que han hecho al sonido de Korpiklaani. Cualquier persona que guste del sonido de la banda no tendría problemas en escuchar estas canciones.

Sin embargo, no pasan muchas escuchas hasta que uno se da cuenta de que hay un serio desbalance de calidad en el álbum, con una primera mitad mucho más trabajada y entretenida que la segunda, algo que Korpiklaani deben haber notado desde el principio siendo que los cinco adelantos que sacaron de “Jylhä” se suceden uno detrás del otro al principio. Obviamente todo disco tendrá canciones mejores y peores, pero es muy obvio que la segunda mitad tiene mucha menos identidad y además se alarga demasiado: al igual que el anterior “Kulkija”, “Jylhä” peca de ser excesivamente largo, superando la hora de duración. Un álbum de este estilo no necesita durar ese tiempo, le hubiera venido muy bien ajustar los filtros para dejar sólo lo mejor.

Esto no significa que no haya nada para destacar de la segunda mitad, porque además de la antes mencionada “Huolettomat” está la veloz “Pohja”, con sus riffs machacados y sus coros, y la final “Juuret” cierra el álbum no sólo con otra canción larga, sino que además tiene secciones como para cantar (o intentar cantar, si uno no sabe finlandés) con amigos durante una borrachera, como suele hacer tan bien el grupo. Además, “Pidot” es otro de los experimentos de “Jylhä”, en este caso una mezcla de folk finlandés con algo de bluegrass y blues, que tiene la sorpresiva participación de Jack Gibson, bajista de Exodus, tocando el banjo, logrando un combo sonoro más que simpático.

¿Qué podemos sacar después de escuchar “Jylhä”? Como dije antes, quien esté familiarizado con el sonido de Korpiklaani sabrá qué encontrarse con cada nuevo álbum, y era de esperarse que este no fuera la excepción. Pero no creo que los finlandeses vayan a buscar redefinir su carrera en un futuro próximo, porque no pienso que de verdad lo necesiten: es una banda con un sonido distintivo que logró encontrar un público, y no muchos artistas del mundo del folk metal pueden llegar a decir que tienen una carrera tan larga y constante como la de ellos. Ahora bien, eso no excusa las faltas de “Jylhä”, donde en varios momentos parece que Korpiklaani componen en modo automático y explotan demasiado los mismos recursos de siempre, pero logran balancearlo con puntos realmente altos más allá de que todos ellos estén muy juntos.

“Jylhä” es, a fin de cuentas, un trabajo sólo para fans, quienes seguramente sabrán apreciar los intentos de experimentación sonora del álbum y podrán pasar por alto el relleno que tira para abajo la calidad general.

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Korpiklaani
Jylhä (2021)
Nuclear Blast

01. Verikoira
02. Niemi
03. Leväluhta
04. Mylly
05. Tuuleton
06. Sanaton maa
07. Kiuru
08. Miero
09. Pohja
10. Huolettomat
11. Anolan aukeat
12. Pidot
13. Juuret




Considerando sus inicios como un proyecto acústico de música indígena sami del músico Jonne Järvelä junto a la cantante Maaren Aikio bajo el nombre de Shamaani Duo, la adición del condimento metalero ya con Shaman y la posterior transformación en uno de los grupos más importantes de la explosión del folk metal de década y media atrás, es innegable que los finlandeses Korpiklaani son de las bandas que más cambios han tenido a lo largo de su historia. Y más todavía si consideramos que cada uno de los cambios de nombre fueron también de la mano con cambios de estilo y/o del idioma de las letras.

En mi opinión, esta apertura al cambio se podía ver mucho más en los inicios del grupo, porque, con excepción de pasar de las letras en inglés a cantar exclusivamente en finlandés a partir del álbum “Ukon Wacka”, es difícil encontrar cambios muy grandes en la discografía de Korpiklaani: está claro que el sexteto está más que contento con su mezcla de guitarras metaleras y alegre humppa finlandés, la banda sonora para musicalizar borracheras de cerveza en pinta de madera. Pero si uno escucha con detenimiento la obra del grupo, también se puede interpretar que ahora Korpiklaani son más propensos a experimentar que a cambiar completamente: cualquiera que tenga un mínimo de experiencia escuchando a la banda sabrá cuál será el sonido general de un nuevo trabajo, pero de vez en cuando la banda de Järvelä se anima a salir de la fórmula ya probada y hacer algo inesperado, aunque sea por una canción. Y esto se puede ver en “Jylhä”, decimoprimer álbum de estudio de estos oriundos de Lähti, editado el 5 de febrero a través de Nuclear Blast.

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Como hiciera Judas Priest al inicio de “Painkiller”, Korpiklaani le dan la oportunidad al recién llegado para que demuestre su habilidad (NdA: Escribí esta parte antes siquiera de saber que Korpiklaani se inspiraron justamente en esa canción). En el caso de los finlandeses, el baterista Samuli Mikkonen da comienzo a “Verikoira” haciendo retumbar su batería con una introducción que parece sacada de algún hit del metal de los ochentas, sensación donde también ayuda el riff de las guitarras de Järvelä y Cane. Ya en los versos la canción agarra velocidad y en el estribillo se mete de lleno en un ritmo bien thrashero, con la voz generalmente rasposa de Järvelä alcanzando agudos inesperados. Es un gran manera de arrancar “Jylhä”, y como es tradición en la banda tanto el violín como el acordeón se encargan de los solos en vez de las guitarras.

Si a alguno le parecía que “Verikoira” podía llegar a ser demasiado lenta o demasiado larga, la siguiente “Niemi” es un power metal folclórico con el acordeón como gran protagonista. Es una canción directa y extremadamente entretenida, con ese sutil acompañamiento de pandereta durante el estribillo, aportando el aspecto folk clásico.
La primera gran sorpresa viene de la mano de “Leväluhta”, una de las canciones más particulares del álbum con su sonido influenciado por el reggae y el ska. El inicio relajado no sólo tiene al violín y al acordeón liderando la canción, sino que también le da espacio al bajista Jarkko Aaltonen, que no tiene muchos momentos para mostrarse en el disco ya sea por seguir mucho a las guitarras o por un tema de la mezcla, tal vez la única falla de la misma. Es un experimento muy divertido en la manera en la que agarra velocidad ya cerca del final, y uno de los grandes aportes de Mikkonen al álbum.

Otros buenos momentos son la melancólica “Tuuleton”, la pegadiza y melódica “Sanaton Maa” y la energética “Huolettomat”, todas canciones que no necesitan muchas palabras para ser descritas más allá de decir que son muy buenas composiciones, con los elementos clásicos que han hecho al sonido de Korpiklaani. Cualquier persona que guste del sonido de la banda no tendría problemas en escuchar estas canciones.

Sin embargo, no pasan muchas escuchas hasta que uno se da cuenta de que hay un serio desbalance de calidad en el álbum, con una primera mitad mucho más trabajada y entretenida que la segunda, algo que Korpiklaani deben haber notado desde el principio siendo que los cinco adelantos que sacaron de “Jylhä” se suceden uno detrás del otro al principio. Obviamente todo disco tendrá canciones mejores y peores, pero es muy obvio que la segunda mitad tiene mucha menos identidad y además se alarga demasiado: al igual que el anterior “Kulkija”, “Jylhä” peca de ser excesivamente largo, superando la hora de duración. Un álbum de este estilo no necesita durar ese tiempo, le hubiera venido muy bien ajustar los filtros para dejar sólo lo mejor.

Esto no significa que no haya nada para destacar de la segunda mitad, porque además de la antes mencionada “Huolettomat” está la veloz “Pohja”, con sus riffs machacados y sus coros, y la final “Juuret” cierra el álbum no sólo con otra canción larga, sino que además tiene secciones como para cantar (o intentar cantar, si uno no sabe finlandés) con amigos durante una borrachera, como suele hacer tan bien el grupo. Además, “Pidot” es otro de los experimentos de “Jylhä”, en este caso una mezcla de folk finlandés con algo de bluegrass y blues, que tiene la sorpresiva participación de Jack Gibson, bajista de Exodus, tocando el banjo, logrando un combo sonoro más que simpático.

¿Qué podemos sacar después de escuchar “Jylhä”? Como dije antes, quien esté familiarizado con el sonido de Korpiklaani sabrá qué encontrarse con cada nuevo álbum, y era de esperarse que este no fuera la excepción. Pero no creo que los finlandeses vayan a buscar redefinir su carrera en un futuro próximo, porque no pienso que de verdad lo necesiten: es una banda con un sonido distintivo que logró encontrar un público, y no muchos artistas del mundo del folk metal pueden llegar a decir que tienen una carrera tan larga y constante como la de ellos. Ahora bien, eso no excusa las faltas de “Jylhä”, donde en varios momentos parece que Korpiklaani componen en modo automático y explotan demasiado los mismos recursos de siempre, pero logran balancearlo con puntos realmente altos más allá de que todos ellos estén muy juntos.

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