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Groza en Madrid: “Capuchas y velas”

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Crónica y fotos: Juli G. López La noche negra del domingo 16 de febrero seria de los alemanes GROZA, acompañados por los locales ERZSÉBET en sala SILIKONA, MADRID. A pesar […]

Groza en Barcelona: “Oscuro y frío”

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Erzsébet, la banda catalana de black metal sinfónico, fue la encargada de abrir la velada con una actuación llena de oscuridad y atmósferas sombrías, sumergiéndonos en la oscura leyenda de […]

DeWolff en Madrid: “Puro Rock”

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La noche del pasado jueves 13 estuvo marcada por una gran expectación. Desde temprano, los fans de DeWolff comenzaron a hacer cola para asegurarse un buen lugar en la sala. […]

Opeth en Copenhague: “Intensidad y maestría en cada nota”

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Crónica: Ignacio Azzarita El pasado día de los enamorados en Copenhague tuvimos la cita perfecta, Opeth tocando en la preciosa sala de DR Koncerthuset. Dicho lugar es precioso y muy […]

DeWolff en Barcelona: “El viejo y querido rock”

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Foto de portada: Miguel Capelli “¡Tengo fe en las futuras generaciones!”, fue lo primero que pensé cuando escuché a los neerlandeses de DeWolff en la sala Apolo (la 2) el […]

Tribulation en Copenhague: “Una Noche de Oscura Elegancia”

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Crónica: Ignacio Azzarita En la gélida noche del jueves 13 de febrero en Copenhague, teníamos el plan perfecto para hacerle frente a los -5 grados de sensación térmica: asistir al […]

Airbourne en Málaga: “A Piñón Fijo… Pero Demoledores”

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Los hard rockeros australianos Airbourne volvieron a demostrar anoche en Málaga, porque son una de las mejores bandas de rock ‘n’ roll dentro de la escena y como con su […]

Destroy Boys en Barcelona: “El Mar Buscando sus Montañas”

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Desde Sacramento, capital de California, llega por vez primera a la Ciudad Condal esta joven y reivindicativa formación indie punk, presentando su obra más completa hasta la fecha, Funeral Soundtrack […]

Obscura en Barcelona: “Una caja de sorpresas”

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Tras unos seis meses de ausencia, al fin estoy presente en la ciudad condal. Esta vez, no fue para menos; Obscura llegaba un día después del lanzamiento oficial de su […]

Lisabö en Barcelona: “Una forma de vida”

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Más que una banda, Lisabö es una forma de vida. Su música encarna la ética y la estética más radicales de la independencia. Les avalan más de dos décadas de […]


Mayhem en Buenos Aires: “Todo, en todas partes, al mismo tiempo”
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Los ánimos ya venían caldeados desde México y Brasil. En el país limítrofe, hace varios días se había instalado la polémica sobre esta “banda nazi”, unos tales Mayhem, que iban a tocar en esas tierras como parte de su gira sudamericana, titulada “Southern Ritual Tour MMXXIII”. Hubo cancelaciones. Ese tipo de acusaciones ya son un déjà vu cuando se trata de grupos de black metal. Acá en Argentina, usualmente no son un gran problema y por eso los shows no se suspenden. Durante los últimos años, esos viciosos rumores también se oyeron cuando tocaron Marduk, Mgła y Horna, entre otros. Hablando de Marduk, esa es una banda que junto con Watain, siempre tiene complicaciones cuando intentan tocar en los Estados Unidos, donde sí suelen verse impedidas de hacerlo. La ironía es que allí existe el Partido Nazi Estadounidense y es legal, cosa que no sucede en ninguna nación sudamericana. La controversia y los intentos de censura a este género no son algo “sudaca”, si se presta atención, el asunto es mucho peor en Norteamérica. Además, si lo pensamos, la vez anterior que vino Mayhem no hubo ninguna de estas expresiones… ¿revolucionariamente reaccionarias?

Al llegar a El Teatrito, en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires, sitio donde se llevaría a cabo el concierto, podían verse dos cosas muy significativas: los ya históricos vendedores de merchandising no oficial (a mitad de precio) en la vereda,  y un enorme grafiti con aerosol negro en el portón de entrada que rezaba: “Fuera nazis. Fuera Mayhen”. Así es: “Mayhen”.

Vamos a analizar el primer fenómeno. A priori no tendría nada interesante porque no se trata de ninguna novedad. Sin embargo, en los últimos tiempos estamos presenciando una revuelta de muchas bandas internacionales contra la costumbre instalada en los locales donde tocan (venues), que solicitan un porcentaje importante de lo recaudado con la venta de merchandising. Ya sabemos que en tiempos de plataformas digitales, el principal ingreso de quienes deciden dedicarse a la música está dado por la venta de tickets y de merchandising en las giras. Ante esta realidad que se acentuó con la pandemia, hay artistas que empezaron a alzar su voz. Hace poco Igorrr se negó a vender sus productos dentro de uno de los sitios donde se pedía una proporción exagerada del dinero obtenido con la venta de merch. A la protesta se sumaron Cult of Luna y otros grupos. Pues, en Argentina, hace rato que sucede algo que no sé si es una particularidad o es algo común en otras regiones. Muchas bandas no traen sus remeras del tour, por dar un ejemplo, sino que las mismas se fabrican acá, de manera que el merchandising oficial, en verdad, es de industria nacional. Surge la pregunta, entonces, acerca de cómo se maneja el asunto de los ingresos y las ganancias entre artistas, lugares donde tocan y fabricantes locales. Por otro lado, los precios son cada vez más altos: hay que decirlo.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Harakiri For The Sky en Barcelona: “Descongelando los nuevos aires”

Pasemos a la cuestión de “Mayhen”. Seamos honestos: hay tensiones que siempre estuvieron ahí y van a seguir estando. Las remeras de Burzum abundaban y nadie piensa que sea una locura asociar a Vikernes con muchos aspectos de la ideología nazi. En ese mismo hecho manifiesto en la vestimenta del público ya hay varios conflictos inherentes. La historia de cómo Kristian asesinó a Euronymous ya llegó a Hollywood. El asesinado tampoco era un santo, y ahí entra la leyenda de la foto de Dead suicidado, y el recuerdo de cuando Necrobutcher, desde el escenario, pateó a un seguidor la última que vinieron a Buenos Aires en 2018, justamente porque el desubicado estaba usando una remera con la morbosa foto que el propio Øystein Aarseth tomó de la escena y que luego fue utilizada como portada del bootleg en vivo “Dawn of the Black Hearts” (1995). Cabe señalar también que Kristian es quien toca el bajo en la obra maestra de Mayhem, el álbum “De Mysteriis Dom Sathanas” (1994), algo que pasó, precisamente, por el desagrado que Necrobutcher sintió por el exabrupto fotográfico de su compañero. Eso es un clavo igual que su colaboración también con Darkthrone en el disco “Transilvanian Hunger” (1994) donde los noruegos generaron controversia con la frase “Norsk Arisk Black Metal” en la contratapa, y que puede prestarse a varias interpretaciones. Si seguimos nombrando “clavos”, otro es el nefasto Faust, ex baterista de Emperor, que cometió un crimen de odio contra un hombre gay en 1992 y fue condenado por ello. Sí, el músico era joven y estúpido como lo era todo el “Inner Circle”… Jóvenes, sin dudas. ¿Estúpidos? Hoy se puede ver a Ihsahn posando feliz en fotos con Rob Halford. Habrán madurado… En fin.

Es un mundo muy extraño. No hay protestas “antifascistas” cuando se tocan obras de Wagner en el Teatro Colón. No se acusa a nadie que escuche la música de Wagner de ser “nazi”. Tampoco al público lector de Nietzsche o Heidegger, filósofos que sí son tildados de “nazis”, con mayor o menor coherencia, según el caso. Es cierto: Hellhammer hizo declaraciones bastante favorables al asesinato perpetrado por su colega Faust; Necrobutcher alguna vez usó remeras con simbología criticable; Attila una vez parodió a Hitler vistiendo como Chaplin en “El Gran Dictador” -famosa película de 1940- jugando torpemente con un par de globos terráqueos e incendiando hojas de papel con los símbolos que representan al judaísmo, cristianismo, taoísmo e hinduismo… ¿Fue parodia? Todo eso es tan cierto como que esta fue la cuarta vez que Mayhem vino a Sudamérica, que Euronymous siempre tuvo contacto con artistas de este continente y en una época exhibió una clara simpatía por el comunismo. Es tan real como los conciertos en Israel, o los covers de Dead Kennedys, Discharge y Ramones en su reciente EP “Atavistic Black Disorder/Kommando” (2021), acciones que no parecerían ser muy “nazis”. Seguir destacando contradicciones sería interminable. Quien haya escrito “Mayhen” seguro no sabe nada de toda esta seguidilla de eventos, es más: no debe conocer a la banda, ni saber inglés. Y cuidado: no hay que caer en asustarse del “fantasma Antifa”, que es como el fantasma rojo en tiempos de la Guerra Fría. Que quede claro: yo soy antifascista, pero me veo en la obligación de explicar que “Antifa” no es una organización, y por ende ser “antifa” no implica ser integrante de nada. Ese grafiti en la entrada de El Teatrito no lo hizo una célula activada para una operación, la hizo alguien con las más ingenuas ínfulas heroicas y demasiada ignorancia.

Dudo que hubiera “nazis” entre la gente que fue al concierto de Mayhem y dudo que los músicos adhieran a esa ideología. Ni siquiera quienes vestían remeras de Burzum eran nazis. En lo personal opino que Kristian es un imbécil, pero siempre compuso excelentes riffs. Hubiera hecho bien en terminar la Escuela Secundaria antes de querer interpretar temáticas que sería mejor dejarle a especialistas en biología, antropología, arqueología e historia. Pero no… como buen bruto se dedicó a escribir toneladas de basura. No hace falta aclarar que es un homicida de mentalidad retrógrada.

Volvamos al recital. Había personas luciendo corpse paint. Es un toque divertido: a esta altura tiene tanto sentido como maquillarse para el Lollapalooza. Las bandas soporte fueron Culto, Nuclear Sathan y Matan S.A.: las mismas que tocan en casi todas las fechas. La gente se cansa, se aburre y esto no tiene nada que ver con la calidad de las propuestas, es por mera habituación. El espacio para tocar antes que grupos consagrados debería servir como vidriera para proyectos nuevos, no ser un lujo para los mismos de siempre, y lo digo con todo respeto y las mejores intenciones.

El Teatrito estaba lleno y hacía demasiado calor. Reinó la paz en todo momento. No hubo absolutamente ningún episodio de violencia ni nada semejante. De hecho ni siquiera el pogo fue muy intenso. El “¡olé, olé, olé, Mayhem, Mayhem!” pudo escucharse repetidamente. Los miembros del grupo suelen ser parcos, pero en esta oportunidad su frontman interactuó bastante con el público: es un monje poseído por mil demonios. Él por sí solo representa la mayor parte de la apuesta visual. En cuanto al sonido, los pioneros del black metal no fallan: el lugar es lo que no ayudó. No me parece un espacio ideal para el metal extremo, quizás funcione mejor con otros estilos más melódicos.

La última vez que vinieron a Argentina fue para tocar “De Mysteriis…” y “Deathcrush” completos. En esta ocasión, además de los clásicos infaltables de esos dos trabajos, tocaron tracks de “Wolf’s Lair Abyss”, el excelente EP de 1997 que anticipó (y a mí gusto superó) lo que luego sería “Grand Declaration of War” (2000), obra que también se hizo presente, al igual que “Chimera” (2004) y “Daemon” (2020), para completar una lista de 15 canciones que me sorprendió gratamente (no todas las personas quedaron satisfechas con la selección ejecutada). A los costados del escenario había dos grandes banners con dos calaveras que fueron cambiados cuando todo se acercaba hacia el final. Entonces uno pasó a tener la cara de Dead y el otro la de Euronymous, en una suerte de tributo muy comprensible. Así el “Trve Norwegian Black Metal” brilló una vez más gracias a esta banda que tuvo como primer cantante a un sueco, y hoy tiene a un húngaro, además de un guitarrista inglés.

Fotografías: Fernando Serani, cortesía MetalEyeWitness.com

 

 

 

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Mayhem en Buenos Aires: “Todo, en todas partes, al mismo tiempo”
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Los ánimos ya venían caldeados desde México y Brasil. En el país limítrofe, hace varios días se había instalado la polémica sobre esta “banda nazi”, unos tales Mayhem, que iban a tocar en esas tierras como parte de su gira sudamericana, titulada “Southern Ritual Tour MMXXIII”. Hubo cancelaciones. Ese tipo de acusaciones ya son un déjà vu cuando se trata de grupos de black metal. Acá en Argentina, usualmente no son un gran problema y por eso los shows no se suspenden. Durante los últimos años, esos viciosos rumores también se oyeron cuando tocaron Marduk, Mgła y Horna, entre otros. Hablando de Marduk, esa es una banda que junto con Watain, siempre tiene complicaciones cuando intentan tocar en los Estados Unidos, donde sí suelen verse impedidas de hacerlo. La ironía es que allí existe el Partido Nazi Estadounidense y es legal, cosa que no sucede en ninguna nación sudamericana. La controversia y los intentos de censura a este género no son algo “sudaca”, si se presta atención, el asunto es mucho peor en Norteamérica. Además, si lo pensamos, la vez anterior que vino Mayhem no hubo ninguna de estas expresiones… ¿revolucionariamente reaccionarias?

Al llegar a El Teatrito, en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires, sitio donde se llevaría a cabo el concierto, podían verse dos cosas muy significativas: los ya históricos vendedores de merchandising no oficial (a mitad de precio) en la vereda,  y un enorme grafiti con aerosol negro en el portón de entrada que rezaba: “Fuera nazis. Fuera Mayhen”. Así es: “Mayhen”.

Vamos a analizar el primer fenómeno. A priori no tendría nada interesante porque no se trata de ninguna novedad. Sin embargo, en los últimos tiempos estamos presenciando una revuelta de muchas bandas internacionales contra la costumbre instalada en los locales donde tocan (venues), que solicitan un porcentaje importante de lo recaudado con la venta de merchandising. Ya sabemos que en tiempos de plataformas digitales, el principal ingreso de quienes deciden dedicarse a la música está dado por la venta de tickets y de merchandising en las giras. Ante esta realidad que se acentuó con la pandemia, hay artistas que empezaron a alzar su voz. Hace poco Igorrr se negó a vender sus productos dentro de uno de los sitios donde se pedía una proporción exagerada del dinero obtenido con la venta de merch. A la protesta se sumaron Cult of Luna y otros grupos. Pues, en Argentina, hace rato que sucede algo que no sé si es una particularidad o es algo común en otras regiones. Muchas bandas no traen sus remeras del tour, por dar un ejemplo, sino que las mismas se fabrican acá, de manera que el merchandising oficial, en verdad, es de industria nacional. Surge la pregunta, entonces, acerca de cómo se maneja el asunto de los ingresos y las ganancias entre artistas, lugares donde tocan y fabricantes locales. Por otro lado, los precios son cada vez más altos: hay que decirlo.

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Pasemos a la cuestión de “Mayhen”. Seamos honestos: hay tensiones que siempre estuvieron ahí y van a seguir estando. Las remeras de Burzum abundaban y nadie piensa que sea una locura asociar a Vikernes con muchos aspectos de la ideología nazi. En ese mismo hecho manifiesto en la vestimenta del público ya hay varios conflictos inherentes. La historia de cómo Kristian asesinó a Euronymous ya llegó a Hollywood. El asesinado tampoco era un santo, y ahí entra la leyenda de la foto de Dead suicidado, y el recuerdo de cuando Necrobutcher, desde el escenario, pateó a un seguidor la última que vinieron a Buenos Aires en 2018, justamente porque el desubicado estaba usando una remera con la morbosa foto que el propio Øystein Aarseth tomó de la escena y que luego fue utilizada como portada del bootleg en vivo “Dawn of the Black Hearts” (1995). Cabe señalar también que Kristian es quien toca el bajo en la obra maestra de Mayhem, el álbum “De Mysteriis Dom Sathanas” (1994), algo que pasó, precisamente, por el desagrado que Necrobutcher sintió por el exabrupto fotográfico de su compañero. Eso es un clavo igual que su colaboración también con Darkthrone en el disco “Transilvanian Hunger” (1994) donde los noruegos generaron controversia con la frase “Norsk Arisk Black Metal” en la contratapa, y que puede prestarse a varias interpretaciones. Si seguimos nombrando “clavos”, otro es el nefasto Faust, ex baterista de Emperor, que cometió un crimen de odio contra un hombre gay en 1992 y fue condenado por ello. Sí, el músico era joven y estúpido como lo era todo el “Inner Circle”… Jóvenes, sin dudas. ¿Estúpidos? Hoy se puede ver a Ihsahn posando feliz en fotos con Rob Halford. Habrán madurado… En fin.

Es un mundo muy extraño. No hay protestas “antifascistas” cuando se tocan obras de Wagner en el Teatro Colón. No se acusa a nadie que escuche la música de Wagner de ser “nazi”. Tampoco al público lector de Nietzsche o Heidegger, filósofos que sí son tildados de “nazis”, con mayor o menor coherencia, según el caso. Es cierto: Hellhammer hizo declaraciones bastante favorables al asesinato perpetrado por su colega Faust; Necrobutcher alguna vez usó remeras con simbología criticable; Attila una vez parodió a Hitler vistiendo como Chaplin en “El Gran Dictador” -famosa película de 1940- jugando torpemente con un par de globos terráqueos e incendiando hojas de papel con los símbolos que representan al judaísmo, cristianismo, taoísmo e hinduismo… ¿Fue parodia? Todo eso es tan cierto como que esta fue la cuarta vez que Mayhem vino a Sudamérica, que Euronymous siempre tuvo contacto con artistas de este continente y en una época exhibió una clara simpatía por el comunismo. Es tan real como los conciertos en Israel, o los covers de Dead Kennedys, Discharge y Ramones en su reciente EP “Atavistic Black Disorder/Kommando” (2021), acciones que no parecerían ser muy “nazis”. Seguir destacando contradicciones sería interminable. Quien haya escrito “Mayhen” seguro no sabe nada de toda esta seguidilla de eventos, es más: no debe conocer a la banda, ni saber inglés. Y cuidado: no hay que caer en asustarse del “fantasma Antifa”, que es como el fantasma rojo en tiempos de la Guerra Fría. Que quede claro: yo soy antifascista, pero me veo en la obligación de explicar que “Antifa” no es una organización, y por ende ser “antifa” no implica ser integrante de nada. Ese grafiti en la entrada de El Teatrito no lo hizo una célula activada para una operación, la hizo alguien con las más ingenuas ínfulas heroicas y demasiada ignorancia.

Dudo que hubiera “nazis” entre la gente que fue al concierto de Mayhem y dudo que los músicos adhieran a esa ideología. Ni siquiera quienes vestían remeras de Burzum eran nazis. En lo personal opino que Kristian es un imbécil, pero siempre compuso excelentes riffs. Hubiera hecho bien en terminar la Escuela Secundaria antes de querer interpretar temáticas que sería mejor dejarle a especialistas en biología, antropología, arqueología e historia. Pero no… como buen bruto se dedicó a escribir toneladas de basura. No hace falta aclarar que es un homicida de mentalidad retrógrada.

Volvamos al recital. Había personas luciendo corpse paint. Es un toque divertido: a esta altura tiene tanto sentido como maquillarse para el Lollapalooza. Las bandas soporte fueron Culto, Nuclear Sathan y Matan S.A.: las mismas que tocan en casi todas las fechas. La gente se cansa, se aburre y esto no tiene nada que ver con la calidad de las propuestas, es por mera habituación. El espacio para tocar antes que grupos consagrados debería servir como vidriera para proyectos nuevos, no ser un lujo para los mismos de siempre, y lo digo con todo respeto y las mejores intenciones.

El Teatrito estaba lleno y hacía demasiado calor. Reinó la paz en todo momento. No hubo absolutamente ningún episodio de violencia ni nada semejante. De hecho ni siquiera el pogo fue muy intenso. El “¡olé, olé, olé, Mayhem, Mayhem!” pudo escucharse repetidamente. Los miembros del grupo suelen ser parcos, pero en esta oportunidad su frontman interactuó bastante con el público: es un monje poseído por mil demonios. Él por sí solo representa la mayor parte de la apuesta visual. En cuanto al sonido, los pioneros del black metal no fallan: el lugar es lo que no ayudó. No me parece un espacio ideal para el metal extremo, quizás funcione mejor con otros estilos más melódicos.

La última vez que vinieron a Argentina fue para tocar “De Mysteriis…” y “Deathcrush” completos. En esta ocasión, además de los clásicos infaltables de esos dos trabajos, tocaron tracks de “Wolf’s Lair Abyss”, el excelente EP de 1997 que anticipó (y a mí gusto superó) lo que luego sería “Grand Declaration of War” (2000), obra que también se hizo presente, al igual que “Chimera” (2004) y “Daemon” (2020), para completar una lista de 15 canciones que me sorprendió gratamente (no todas las personas quedaron satisfechas con la selección ejecutada). A los costados del escenario había dos grandes banners con dos calaveras que fueron cambiados cuando todo se acercaba hacia el final. Entonces uno pasó a tener la cara de Dead y el otro la de Euronymous, en una suerte de tributo muy comprensible. Así el “Trve Norwegian Black Metal” brilló una vez más gracias a esta banda que tuvo como primer cantante a un sueco, y hoy tiene a un húngaro, además de un guitarrista inglés.

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