Modern Rites es un proyecto conformado por el vocalista, multi-instrumentista y artista visual (de hecho, realizó la portada) Jonny Warren, de Estados Unidos, y el guitarrista suizo Berg, quienes unieron fuerzas para proponer un black Metal melódico progresivo con tintes industriales. Este primer disco titulado Monuments es editado por el sello Debemur Morti Productions en formato vinilo y CD.

Si hubiera que buscar algunas referencias preexistentes como para brindar coordenadas que permitan a la audiencia hacerse una vaga idea de qué esperar, podríamos asociar lo realizado por Modern Rites, con otros grupos como Culted o Blut Aus Nord, solo por nombrar algunos. Los pilares fundamentales de la música que hacen son tres: el bajo distorsionado que ejecuta Warren (con raíces en la música industrial de los 90), las atmósferas creadas por el tremolo riffing de Berg y el concepto de ser una banda que, desde el black metal, se posiciona abordando cuestiones propias de los conflictos de la humanidad, pero no solamente en términos de los clásicos tópicos como la “angustia existencial”, los manifiestos “nihilistas” o el culto a la “misantropía”, sino incluyendo el asunto racial y sexogenérico dentro del espectro.

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Luego de una breve introducción, irrumpen los riffs de “Vigilance Eternal”, que más allá de tremolos, abundan en machaques que se destacan sobre ritmos vertiginosos. Aparecen melodías de guitarra que brillan con claridad y el canto gutural es corrosivo. Cabe destacar que, ya desde esta primera canción, se hace evidente el rasgo progresivo de Modern Rites y su capacidad de lograr que los pasajes sonoros permanezcan en la memoria, haciendo que escuchar un disco de black metal no sea una experiencia de alrededor de una hora, que puede disfrutarse, pero sin dejar rastros concretos evocables luego de un primer acercamiento.

Sigue “Black Wolf”, que comienza con un ritmo y riffs más trabados, de enfoque más industrial, y fue uno de los cortes de difusión, seleccionado por abordar temas como la opresión y la discriminación en los Estados Unidos, fenómenos que se vinculan a experiencias personales de Warren. “Unburdened” da paso a otro despliegue de la batería y la elaboración y pregnancia de los riffs no deja de sobresalir. Cada track exhibe un gran trabajo de composición: estamos ante una música pensada, reflexionada, mucho más que una mera expresión de bronca o angustia a pura crudeza que, a esta altura, carece completamente de cualquier posible atisbo de creatividad.

“Self Synthesis” (primer corte del disco) confirma todas las virtudes que se venían demostrando, acentúa la compulsión a sacudir la cabeza, y hace que la voz alcance mayores profundidades. El inicio mismo de “Nothing Left To Give” anuncia que no habrá descanso en la sucesión de riffs diversos y de excelente construcción. El álbum termina con “Machine Paradox”, que avanza con el impulso que originó el desarrollo de todo el disco, sin dejar nunca de erigir todos los logros estéticos que hacen de la escucha completa algo absolutamente recomendable. Estamos, sin dudas, ante uno de los grandes lanzamientos en materia de black metal de este año todavía en curso.

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