

Crónica y fotos: Sofía Monzón
Los domingos suelen traer ese no-sé-qué melancólico, un gris que se pega a la piel y anuncia el fin del fin de semana. Pero este no fue uno de esos. NVLO decidió abrirnos otra puerta: una salida del letargo, un cierre distinto. “Noxa“, su nuevo EP lanzado el 22 de octubre, encontró en Teatro Flores el fuego necesario para hacerse ritual.
A eso de las 19, cuando las puertas empezaron a respirar, ya se asomaban las primeras remeras del “Club Atlético NVLO”, mechadas entre cabelleras largas, botas gastadas y grupos que parecían llegar predispuestos a entregarse sin condiciones. Un domingo atípico, casi como si la semana todavía no se hubiese animado a morir.
La primera chispa vino de la mano de Disomnia, encargados de calentar cuerpos y orejas. Algunos tomando un fernet tranquilos, otros escuchando con la mirada fija en el escenario, absorbiendo cada golpe de batería. El clima estaba listo: expectante, cargado, manija.
Luego fue el turno de Pork, una banda que dejó a muchos con la ceja levantada y la boca entreabierta. Su mezcla de thrash y tintes nu metaleros no pasó desapercibida. Aunque el ambiente pedía otro tempo, la recepción fue respetuosa y hasta curiosa. La gente —esa que suele ser exigente y difícil de impresionar— se dejó llevar por un sonido distinto, lo cual dice mucho del tipo de comunidad que NVLO convoca.
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A las 21:34, sin ceremonias innecesarias, el escenario explotó con “Ambición”, la primera pieza de “Noxa”. La ovación fue inmediata, casi animal. Desde la primera nota, el público cantó, gritó y se lanzó al pogo como si esa canción les hubiese estado quemando adentro desde antes de existir.
Uno de los aspectos más hermosos de la noche —y cada vez más extraño en estos tiempos— fue la ausencia de celulares apuntando al escenario. Lo que dominaba era la atención, la entrega, la mirada directa. Para quienes frecuentamos recitales, sabemos que esto es un lujo: estar sin filtros, sin distracciones. Los comandados por León tienen ese poder de traer la presencia al centro, de recordarnos que la música es un lugar donde se vive, no donde se registra.
El público fue un mundo variado: desde pibes muy chicos hasta adultos mayores con años de recitales encima. Un microcosmos unido por una misma intensidad. Esa energía explotó aún más cuando León pidió que se abriera la ronda para “El Ritual”: patadas, corridas, botellas volando, abrazos entre desconocidos, remeras agitadas como banderas de guerra. Todo se volvió una especie de catarsis colectiva donde cada canción ampliaba la temperatura emocional.
Entre los invitados hubo momentos memorables: Rodrigo Plasencia de Bolo sumándose a “Sofocado”, el dúo Iván y Brian de Descarnado llevándose la noche con su participación en “Carente” y el gran Cristian Rodríguez de Avernal dándole potencia visceral a “Ignición”.
La velada fluyó con una solidez admirable. La banda no dejó huecos, no aflojó ni un solo minuto. Sonaron seguros, violentos, alineados, como una máquina aceitada con rabia y oficio. Y cuando parecía que el domingo finalmente estaba listo para morir, soltaron la última noticia: el 21 de diciembre cierran el año en el FESTIVAL HEAVY NOISE.
Una noche redonda, intensa, sudada y necesaria. NVLO no solo presentó “Noxa”; lo convirtió en un portal. ¿Te vemos en Groove el 21/12?


Crónica y fotos: Sofía Monzón
Los domingos suelen traer ese no-sé-qué melancólico, un gris que se pega a la piel y anuncia el fin del fin de semana. Pero este no fue uno de esos. NVLO decidió abrirnos otra puerta: una salida del letargo, un cierre distinto. “Noxa“, su nuevo EP lanzado el 22 de octubre, encontró en Teatro Flores el fuego necesario para hacerse ritual.
A eso de las 19, cuando las puertas empezaron a respirar, ya se asomaban las primeras remeras del “Club Atlético NVLO”, mechadas entre cabelleras largas, botas gastadas y grupos que parecían llegar predispuestos a entregarse sin condiciones. Un domingo atípico, casi como si la semana todavía no se hubiese animado a morir.
La primera chispa vino de la mano de Disomnia, encargados de calentar cuerpos y orejas. Algunos tomando un fernet tranquilos, otros escuchando con la mirada fija en el escenario, absorbiendo cada golpe de batería. El clima estaba listo: expectante, cargado, manija.
Luego fue el turno de Pork, una banda que dejó a muchos con la ceja levantada y la boca entreabierta. Su mezcla de thrash y tintes nu metaleros no pasó desapercibida. Aunque el ambiente pedía otro tempo, la recepción fue respetuosa y hasta curiosa. La gente —esa que suele ser exigente y difícil de impresionar— se dejó llevar por un sonido distinto, lo cual dice mucho del tipo de comunidad que NVLO convoca.
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A las 21:34, sin ceremonias innecesarias, el escenario explotó con “Ambición”, la primera pieza de “Noxa”. La ovación fue inmediata, casi animal. Desde la primera nota, el público cantó, gritó y se lanzó al pogo como si esa canción les hubiese estado quemando adentro desde antes de existir.
Uno de los aspectos más hermosos de la noche —y cada vez más extraño en estos tiempos— fue la ausencia de celulares apuntando al escenario. Lo que dominaba era la atención, la entrega, la mirada directa. Para quienes frecuentamos recitales, sabemos que esto es un lujo: estar sin filtros, sin distracciones. Los comandados por León tienen ese poder de traer la presencia al centro, de recordarnos que la música es un lugar donde se vive, no donde se registra.
El público fue un mundo variado: desde pibes muy chicos hasta adultos mayores con años de recitales encima. Un microcosmos unido por una misma intensidad. Esa energía explotó aún más cuando León pidió que se abriera la ronda para “El Ritual”: patadas, corridas, botellas volando, abrazos entre desconocidos, remeras agitadas como banderas de guerra. Todo se volvió una especie de catarsis colectiva donde cada canción ampliaba la temperatura emocional.
Entre los invitados hubo momentos memorables: Rodrigo Plasencia de Bolo sumándose a “Sofocado”, el dúo Iván y Brian de Descarnado llevándose la noche con su participación en “Carente” y el gran Cristian Rodríguez de Avernal dándole potencia visceral a “Ignición”.
La velada fluyó con una solidez admirable. La banda no dejó huecos, no aflojó ni un solo minuto. Sonaron seguros, violentos, alineados, como una máquina aceitada con rabia y oficio. Y cuando parecía que el domingo finalmente estaba listo para morir, soltaron la última noticia: el 21 de diciembre cierran el año en el FESTIVAL HEAVY NOISE.
Una noche redonda, intensa, sudada y necesaria. NVLO no solo presentó “Noxa”; lo convirtió en un portal. ¿Te vemos en Groove el 21/12?













