Sobre esta misma contradicción se construye el tercer álbum de Polaris, “Fatalism”; un disco ideado desde la desesperación y distopía que envolvió al mundo en los últimos años, la abrumadora sensación del miedo que nos acompañó… Nos juntamos en la sala Mon para recibir a los Australianos que junto a Paledusk, Thornhill y Silent Planet prometían una tarde potente de metal, el miedo quedó atrás.
Los japoneses Paledusk saltaron puntuales según horario de la organización para comenzar calentado la sala. Fueron recibidos con mucho cariño, gritos en su idioma y algún que otro gutural, los primeros pogos anticipaban lo que sería un desgaste de patadas, saltos y choques.
Procedentes de Fukuoka en la isla japonesa de Kyushu, Paledusk llamó la atención de todos a principios de 2020 con el EP de cuatro pistas Happy Talk, que combinaba elementos de metalcore, industrial, nu-metal y EDM de una manera que no se había visto en mucho tiempo.
En los últimos años, Paledusk ha establecido fuertes lazos con la escena musical pesada australiana, habiendo apoyado a compañeros de sello como Alpha Wolf, así como a Polaris y The Amity Affliction en múltiples giras japonesas, recibiendo elogios y reseñas muy positivas de cada actuación, considerándolos como el próximo gran fenómeno en la escena heavy japonesa.
La banda ha logrado un sonido y estilo verdaderamente únicos, y aunque Happy Talk todavía está fresco en el corazón de sus fans, la banda dice que nueva música está llegando más pronto de lo que piensas, deseando que así sea quedamos pendientes de seguir sus noticias.
Tocaron sus temas más conocidos como “Palehell” o “Slay”, una actuación breve pero con buen sonido y un grupo que sacó mucha energía sin parar de moverse, lanzar patadas o reglarnos saltos. Muy buen arranque que dejaba preparado el ambiente para el primer grupo australiano de la noche.
También puntuales en el horario marcado y en un escenario con un fondo con el logo de la banda imitando neon saltaron con un arranque de batería característico así como la carga de guitarra que les diferencia en su estilo. Y es que Thornhill redefine lo que significa ser una banda de metal de manera contundente y muy personal, no es un sonido habitual ni convencional, tiene rasgos que les hace muy reconocibles y que para mi recuerda a lo psicodélico o progresivo.
Su aclamado álbum debut de 2019 era mucho menos profundo, se siente una evolución en la visión e intención en el segundo álbum. Mientras que “The Dark Pool” emocionó a los fans con su combinación de riff aplastante y metalcore atmosférico, “Heroine” muestra características alternativas y del rock, haciendo referencia a una diversidad de sonidos más personales y originales sin perder su base de metalcore moderno.
Thornhill sonó bien, pero la voz quedó muy baja, especialmente en las primeras filas, se escucharon quejas al respecto entre el público y por desgracia no se arregló durante el bolo.
Fueron muy aplaudidos “Obsession” y “Viper Room”, Jacob Charlton (voz) no paró de conectar con la audiencia, jugar con su micro, regalar posturas y gestos con cada tema, se nota que siente lo que hace y junto a el resto de la banda dejaron muy buen sabor de boca y no fueron pocos los comentarios entre el público prometiendo escucharlos más.
Los americanos entraron con ganas de demostrar la enrome potencia de su directo, desde el primer tema se sintió su profesionalidad, un espectáculo a la altura de la noche.
Silent Planet ha lanzado una serie de álbumes muy bien acogidos, incluyendo “The Night God Slept” [2014], “Everything Was Sound” [2016], “When The End Began” [2018], e “Iridescent” [2021]. Ya destacaron al llevarse el premio “Mejor Banda Underground” en los APMAs de 2017 y han realizado giras con bandas como Motionless In White, August Burns Red, Beartooth y The Contortionist. Hoy teloneaban a Polaris y por la reacción del público muchos venían también a dejarse el cuello con ellos.
La banda ha destacado en el ámbito de la música metalcore, amplificando los ritmos y cambios del génreo para darles una atmósfera hipnótica que acompañan con los videos proyectados en el fondo. A lo largo de paisajes sonoros y video creaciones de formas y colores van, alternativamente, pasando de sonidos crudos y ricos, impregnados de hardcore, post-rock, metal a texturas ambientales, todo con un carisma y espectacularidad que llenaban con destreza la Mon.
Russell (voz) es absolutamente cautivador en la emoción que muestra al actuar, con sus gruñidos, guturales y cambios de tono. Toda la banda junta es simplemente un placer de ver en directo, lo disfrutamos mucho y se pasó fugaz, como el salto de Russell al centro de la sala que un poco menos y se puede considerar un salto, su conexión con la audiencia es total, con gestos y posturas que invitaban a sentir la música en su piel, voces limpias que fueron espectaculares durante todo el set y especialmente disfrutables en “Second Sun”, hermosas, impresionantes.
Tocaron una gran mezcla de su discografía, incluyendo por supuesto varios de su último álbum “Superbloom”. Se recibió con ganas “Orphan”, una de mis canciones favoritas y varias canciones de “The Night God Slept”.
Un bolo con mucha energía, se podían ver sonrisas y abrazos entre extraños en el mosh pit que no paró desde el arranque, me flipa la camadadería que se generó y aún quedaba por disfrutar del grupo principal del cartel.
Por último,
Polaris sube al escenario y el grito atrona en la sala, no pierde ni un segundo y la combinación explosiva de “Harbinger” y “Nightmare” llega como un ciclón sobre el público que se agolpa contra el escenario. Empiezan los primeros vuelos de crowdsurfing y con “Hypermania” se llega al techo de energía, con la banda y el público dándolo todo. Verlo en vivo y a escasos metros fue verdaderamente un momento brutal. Pero un fallo cortó el ritmo, se paró bastante tiempo para arreglar la batería.
Polaris venía a presentar el nuevo disco, así lo hicieron con 7 de las 15 canciones que tocaron pertenecientes a su último álbum que está empapado en angustia, desde las letras a la mirada temática ampliada y un terreno sonoro más pesado, denso, con gritos y giros constantes, “Fatalism” revitaliza la mezcla característica de metalcore melódico, post rock y toques electrónicos. A lo largo de 11 pistas, exhibe un desarrollo y arreglos explosivos, desde su atmosférico y sombrío comienzo con “Harbinger” que no para de crecer hasta el himno premonitorio “Nightmare” de pegadizo y evocador estribillo, “Is there no one who can save us, If we refuse to save ourselves” y los deleites contundentes de “The Crossfire”, ambos con acordes elásticos y la vocalización sublime de Jamie Hails. En su conjunto dirige su mirada más hacia afuera que su predecesor de 2020, “The Death Of Me”, un álbum en gran parte introspectivo, afectado e influenciado por los eventos que rodearon su creación cerca de la pandemia mundial.
Polaris completó una actuación muy completa, creo que todos coincidiremos en que fue un bolazo, con una energía contagiosa y una destreza técnica profesional, contundente, llena de sentimiento y autenticidad. Todo ello unido a una interacción genuina y entrañable con el público, así como un emotivo homenaje a su difunto guitarrista Ryan Siew, salto final de Daniel Furnari (Bateria) para darse el merecido baño de masas.
Nadie se acuerda ya del miedo, el Metal que todo lo sana…