Luego de sus dos discos anteriores, “Scorn” (2013) y “Caustic” (2018), así como de lo mostrado en sus videoclips, todos esperábamos brutalidad en lo nuevo de Primitive Man, la gran banda estadounidense de Doom/Sludge Metal. Pues bien, los oriundos de Denver, decidieron hacernos entrar a una oscura casa en ruinas y derrumbarla justo cuando estábamos adentro. Y no para matarnos, sino para ver cómo salimos.

El trío conformado por Ethan Lee McCarthy en voz y guitarra (ahora sin dreadlocks), Jonathan Campos en bajo y Joe Linden en batería, decidió profundizar aún más en la sonoridad espesa y corrosiva que los caracteriza desde el comienzo.

Ya de entrada, acoples de guitarra anuncian la avalancha que nos va a hundir en la negrura. “The Lifer”, fue el primer corte de difusión. Todo es lento, pesado, denso. La voz gutural es terriblemente cavernosa. Distorsión alevosamente grave en las cuerdas y una batería que desafía la noción de ritmo.

“Entity” fue el tercer corte de difusión, con un videoclip que sigue la línea narrativa de “Menacing”, el corte anterior. Los videos, en blanco y negro, son siniestros y con un componente de denuncia social explícito. Musicalmente, seguimos el mismo trayecto descendente, como si nos quedásemos con menos aire. La sensación es cada vez más abrasiva.

El video de “Menacing” muestra a un empleado de tienda usando “barbijo”, de modo que ya capta algo del “zeitgeist 2020”. Lo que hace el hombre es asesinar a su jefe, luego de transformarse en un ser con un tercer ojo abierto. Es el primer tema donde el ritmo se acelera un poco y da la oportunidad de mover la cabeza, como asintiendo con el estallido de ira del hombre explotado por el sistema capitalista. Todas las letras de Primitive Man ofrecen una mirada despiadadamente crítica de la vida contemporánea.

Lo que sigue, “∞”, es una suerte de interludio “noise”, realmente asfixiante, irritante, que nos recuerda que estamos respirando el polvo desprendido por el derrumbe del que fuimos víctimas voluntarias. Llega “Foul” y si pensaban que ya estábamos por salir de entre los escombros, se darán cuenta de que no es así. La desesperación se agrava.

En verdad, todo se agrava, hasta que comienza “Consumption”, el cuarto y último corte antes de que el disco fuera editado en su totalidad. Es el track que cierra el álbum. Salió con un videoclip animado, que retoma el hilo del video de “The Lifer”. Es el tema más dinámico y que alcanza los ritmos más rápidos, tanto como puede serlo Primitive Man. Esto hace que haya un despliegue mayor de los recursos de la batería. La labor de la guitarra y el bajo es pareja a lo largo de toda la obra, lo mismo que la furia vocal. “Consumption” parece ser nuestra salida, tanto en términos musicales – por sonar algo más “liviana”- como de la letra, que expresa que estamos viviendo las consecuencias de nuestros propios errores, convirtiendo al mundo en un basural y dejándonos dominar por cerdos.

Mención aparte merecen los videos en su conjunto, dado que ilustran la temática de las letras. En la imaginería se repiten los ojos abiertos, como de ganado asustado, como de idiota entretenido, como de persona iluminada; las expresiones que oscilan entre muecas cómicas y gritos agónicos; los espejos en los baños; los insectos (cucarachas y gusanos); guadañas y el Capitolio; cabezas rotas y transformaciones bestiales. La estética de Primitive Man tiene su ética.

Es muy fácil caer en la alternativa fácil de decir que es una banda que habla sobre misantropía, cuando en verdad expresa un mensaje antifascista y anticapitalista, así como en contra de la mediocridad y perversión en muchos vínculos; en fin, una denuncia de la degeneración humana causada por la ambición y los abusos de quienes detentan el poder económico, que se derrama desde las cúpulas e intoxica hasta lo que sucede en las camas.

Poco más de media hora de “inmersión” (excelente elección de título del disco) en una música no apta para cualquiera, pero que es sublime para quienes aman el Doom/Sludge Metal. Para ellos y ellas, este disco será impresionante.