

Siendo el festival de metal más importante de Polonia, a la vez que uno de los más destacados en Europa, el Mystic Festival volverá este próximo junio. Del 4 al 7. En su edición número trece, contaremos con una de las alineaciones más impresionantes en los últimos años; repleta de variedad entre grandes nombres.
Este se sitúa en los viejos astilleros de Gdánsk, la capital de la región de Pomerania, un lugar que no solo respira historia obrera, sino también resistencia ante un importante desarrollo de la ciudad en los últimos años. No es menor el hecho de que estas instalaciones, testigo de los albores del movimiento Solidarność, se transformen por unos días en templo sonoro para devotos del metal. Allí, entre grúas oxidadas y estructuras que evocan otra era, se alzarán los escenarios que canalizarán una energía muy distinta: la de los decibelios, los guturales y los mosh salvajes.
La jornada inaugural, el miércoles 4, funcionará rito de entrada. Aunque concebida como un warm-up, lejos de ser menor, sentará las bases del caos venidero. Servirá para que Exodus, Jerry Cantrell, Whitechapel o Alcest, asenten las primeras hordas se aclimaten al terreno, descubran rincones del recinto y, sobre todo, comiencen a percibir ese zumbido de tensión colectiva que solo puede presagiar una cosa: que lo realmente serio está a punto de comenzar.
El jueves 5 será el primer golpe directo al rostro. Una jornada donde convivirán nombres tan asentados como In Flames, que traerán consigo su particular evolución del death melódico, con esa carga emocional que tantos años lleva mutando pero que aún conserva filo. El mismo día, Bullet For My Valentine volverán a ser protagonistas de un revival emocional —el tipo de actuación que hará cantar a pulmón a quienes hace dos décadas los descubrieron en plena adolescencia. Será también el momento para el caos desenfrenado de Municipal Waste, quienes se encargarán de que el círculo de mosh nunca pierda velocidad. Entre tanto, Exodus, como parte de la vieja guardia del thrash, llegan para recordarnos que la violencia no tiene fecha de caducidad.
El viernes 6 promete un cambio de temperatura emocional y sonora. Opeth, con su particular manera de mezclar delicadeza progresiva con estallidos de oscuridad, invitarán a un viaje introspectivo dentro del festival. Será el tipo de actuación que exige más que energía: requiere atención y entrega. En contraste, Jinjer inyectará una dosis de intensidad moderna que, con la brutalidad quirúrgica de Tatiana al frente, hará vibrar hasta los adoquines del recinto.
Será también una jornada marcada por el extremismo: Cattle Deacapitation o Signs of the Swarm traerán ese extremo demoledor, con breakdowns que desgarran y voces que parecen provenir del subsuelo. También pondremos un ojo en Hideous Divinity, desde Italia, que aportarán una técnica asfixiante, perfecta para los que buscan una estructura compleja en lugar de caos gratuito.
Y entonces llegará el sábado, la culminación. Si el Mystic Festival se construye como un crescendo, ese día será su punto álgido. Sepultura, en una de sus últimas giras, dejará una impronta casi litúrgica; habrá algo de despedida en el aire, algo de ritual. Por otro lado, los pasajes más extremos del black y el death serán invocados por Beherit y Absu, nombres que no pisan cualquier escenario y que transformarán el espacio en una experiencia sensorial cargada de mística y agresión primitiva. Nile se sumará a esta ceremonia con su habitual despliegue técnico y temático, transportándonos al Egipto antiguo a base de blast beats milimétricos. Mientras tanto, Cattle Decapitation servirá una última ración de violencia ambiental y denuncia existencial, fieles a su mensaje apocalíptico.
Pero no todo será oscuridad y colapso. Landmvrks, Paleface Swiss o Polaris traerán el fuego joven, ese metalcore que mezcla emoción, breakdowns y un espíritu más melódico sin perder dureza. Entre ellos se vislumbra el futuro del género, o al menos, su siguiente mutación. Un cierre con Municipal Waste de nuevo entre los nombres indica que la fiesta no se apagará en tono melancólico, sino celebratorio, a ritmo de riffs veloces y cerveza lanzada al aire.
Así deberá ser el Mystic Festival 2025: una colisión de generaciones, géneros y emoción. Cuatro días donde Gdánsk no solo hablará en polaco, sino en deathcore, en thrash, en progresivo, en black metal ritual y en hardcore neoyorquino. Donde los viejos astilleros volverán a crujir, esta vez, no por la presión del acero, sino por el retumbar de miles de almas entregadas al culto del volumen.
A continuación, os dejamos el maravilloso Aftermovie del pasado 2024.


Siendo el festival de metal más importante de Polonia, a la vez que uno de los más destacados en Europa, el Mystic Festival volverá este próximo junio. Del 4 al 7. En su edición número trece, contaremos con una de las alineaciones más impresionantes en los últimos años; repleta de variedad entre grandes nombres.
Este se sitúa en los viejos astilleros de Gdánsk, la capital de la región de Pomerania, un lugar que no solo respira historia obrera, sino también resistencia ante un importante desarrollo de la ciudad en los últimos años. No es menor el hecho de que estas instalaciones, testigo de los albores del movimiento Solidarność, se transformen por unos días en templo sonoro para devotos del metal. Allí, entre grúas oxidadas y estructuras que evocan otra era, se alzarán los escenarios que canalizarán una energía muy distinta: la de los decibelios, los guturales y los mosh salvajes.
La jornada inaugural, el miércoles 4, funcionará rito de entrada. Aunque concebida como un warm-up, lejos de ser menor, sentará las bases del caos venidero. Servirá para que Exodus, Jerry Cantrell, Whitechapel o Alcest, asenten las primeras hordas se aclimaten al terreno, descubran rincones del recinto y, sobre todo, comiencen a percibir ese zumbido de tensión colectiva que solo puede presagiar una cosa: que lo realmente serio está a punto de comenzar.
El jueves 5 será el primer golpe directo al rostro. Una jornada donde convivirán nombres tan asentados como In Flames, que traerán consigo su particular evolución del death melódico, con esa carga emocional que tantos años lleva mutando pero que aún conserva filo. El mismo día, Bullet For My Valentine volverán a ser protagonistas de un revival emocional —el tipo de actuación que hará cantar a pulmón a quienes hace dos décadas los descubrieron en plena adolescencia. Será también el momento para el caos desenfrenado de Municipal Waste, quienes se encargarán de que el círculo de mosh nunca pierda velocidad. Entre tanto, Exodus, como parte de la vieja guardia del thrash, llegan para recordarnos que la violencia no tiene fecha de caducidad.
El viernes 6 promete un cambio de temperatura emocional y sonora. Opeth, con su particular manera de mezclar delicadeza progresiva con estallidos de oscuridad, invitarán a un viaje introspectivo dentro del festival. Será el tipo de actuación que exige más que energía: requiere atención y entrega. En contraste, Jinjer inyectará una dosis de intensidad moderna que, con la brutalidad quirúrgica de Tatiana al frente, hará vibrar hasta los adoquines del recinto.
Será también una jornada marcada por el extremismo: Cattle Deacapitation o Signs of the Swarm traerán ese extremo demoledor, con breakdowns que desgarran y voces que parecen provenir del subsuelo. También pondremos un ojo en Hideous Divinity, desde Italia, que aportarán una técnica asfixiante, perfecta para los que buscan una estructura compleja en lugar de caos gratuito.
Y entonces llegará el sábado, la culminación. Si el Mystic Festival se construye como un crescendo, ese día será su punto álgido. Sepultura, en una de sus últimas giras, dejará una impronta casi litúrgica; habrá algo de despedida en el aire, algo de ritual. Por otro lado, los pasajes más extremos del black y el death serán invocados por Beherit y Absu, nombres que no pisan cualquier escenario y que transformarán el espacio en una experiencia sensorial cargada de mística y agresión primitiva. Nile se sumará a esta ceremonia con su habitual despliegue técnico y temático, transportándonos al Egipto antiguo a base de blast beats milimétricos. Mientras tanto, Cattle Decapitation servirá una última ración de violencia ambiental y denuncia existencial, fieles a su mensaje apocalíptico.
Pero no todo será oscuridad y colapso. Landmvrks, Paleface Swiss o Polaris traerán el fuego joven, ese metalcore que mezcla emoción, breakdowns y un espíritu más melódico sin perder dureza. Entre ellos se vislumbra el futuro del género, o al menos, su siguiente mutación. Un cierre con Municipal Waste de nuevo entre los nombres indica que la fiesta no se apagará en tono melancólico, sino celebratorio, a ritmo de riffs veloces y cerveza lanzada al aire.
Así deberá ser el Mystic Festival 2025: una colisión de generaciones, géneros y emoción. Cuatro días donde Gdánsk no solo hablará en polaco, sino en deathcore, en thrash, en progresivo, en black metal ritual y en hardcore neoyorquino. Donde los viejos astilleros volverán a crujir, esta vez, no por la presión del acero, sino por el retumbar de miles de almas entregadas al culto del volumen.
A continuación, os dejamos el maravilloso Aftermovie del pasado 2024.