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Resurrection Fest 2025 – Dia 3: “Un monstruo popular”

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Resurrection Fest 2025 – Dia 2: “Omg it’s Korn”

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Texto: Manel Medina La segunda jornada del Resurrection Fest daba comienzo con los españoles Killus y su Metal Industrial de altísimo voltaje. Pese a la hora y el calor que […]

Resurrection Fest 2025 – Dia 1: “Leyendas Eternas”

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Texto: Manel Medina El primer día del 20 aniversario del Resurrection Fest estuvo a la altura de las expectativas con algunos matices. La primera jornada arrancó con los alemanes From Fall […]

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Malevolent Creation y Massacre en Madrid: “Noche de Brutalidad”

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Resurrection Fest 2025 – Dia 3: “Un monstruo popular”
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Texto: Manel Medina

El tercer día del Resurrection Fest 2025 empezaba con el protagonismo de dos de las bandas nacionales en mejor estado de forma: Your Knife My Back y Against The Waves. Los barceloneses YKMB se proclamaron ganadores del band contest de este año y se encargaron de demostrar el porqué en un Desert Stage que presentaba una buena entrada teniendo en cuenta que eran las 15:05h. Simultáneamente, los madrileños Against The Waves ponían patas arriba el Ritual Stage con su Metalcore Moderno y su gran capacidad para conectar con el público. Por fin tuve la ocasión de escuchar el que es para mi el mejor single del metal moderno nacional de 2025 “Perfect Blue”. Seguidamente nos ibamos al Chaos Stage a ver a Prom Kinks, una banda de partycore de Madrid que poco a poco se van haciendo un hueco dentro de la escena. Pese a las tempranas horas y el sofocante calor del tercer día, las nutrias montaron una de las mejores fiestas que he tenido ocasión de ver en el Resu. Balones de futbol americano (hinchables), balones de playa, unicornios y un partycore de la mejor calidad hicieron de este concierto uno para recordar. A su vez en el main stage tocaron Broken By The Scream, lo cierto es que su actuación me dejó bastante frío. Lejos de ofrecer algo realmente innovador, lo que presencié fue una versión descafeinada y forzada del fenómeno Babymetal, sin la misma solidez ni carisma. El intento de mezclar voces agudas tipo idol con guturales extremos y bases metalcore resultó más caótico que efectivo, y la ejecución, aunque visualmente llamativa por sus coreografías bien ensayadas, no logró engancharme a nivel musical. La puesta en escena tenía energía, sí, pero detrás de todo ese movimiento no encontré una propuesta con identidad propia. Incluso los temas, cargados de referencias a la estética anime, se sintieron repetitivos y más preocupados por el envoltorio que por el contenido. Aunque parte del público lo pasó bien y hubo bastante interacción, para mí fue una de esas actuaciones que quedan más en lo anecdótico que en lo memorable.

Luego, sobre las 16hs, al mismo tiempo teníamos en el Ritual a Party Canon, quienes desataron su peculiar mezcla de slam y brutal death con mucho sentido del humor. Su show fue todo un despliegue de energía y diversión, con cartelitos y objetos hinchables por doquier, mientras el público, vestido con atuendos tan llamativos como el logo de la banda, se entregaba por completo. Moonshine Wagon en el Desert Stage, su concierto fue una explosión de “heavy bluegrass” que puso a saltar hasta al más escéptico. Violines y banjos a toda velocidad, pero con la potencia de una banda de metal. El público, inicialmente sorprendido, terminó bailando un pogo folclórico único, contagiado por su energía inconfundible y su actitud desafiante, un toque diferente que convenció.

Era el momento de acercarse al escenario principal para descubrir a Deviloof, una banda japonesa que resultó ser una grata sorpresa. Dentro del notable contingente nipón de este año, fueron sin duda los más brutales, con un deathcore cargado de breakdowns, guturales imposibles de descifrar y una puesta en escena impactante. Aunque incorporan ciertos matices más melódicos, su intensidad logró captar la atención de muchos asistentes. Ojalá regresen pronto al Resu.  Mientras que en el Chaos Stage estaban los Black Gold forjados en algún rincón de Brooklyn y enmascarados, ofreció una velada de indie rock envolvente. Las melodías de Eric Ronick se entrelazaban con la precisa percusión de Than Luu, creando una atmósfera íntima y a la vez expansiva. Temas como “Dance like taht” o “Insane in the brain” sonaron con una contundencia que desató la fiesta en el pit, dejando claro por qué su sonido resuena en la escena.

A continuación pudimos disfrutar de Manuel Gardner y su banda Unprocessed. Cabe destacar que hubo varios problemas con el sonido al inicio del concierto, pero los alemanes tuvieron tiempo de demostrar su virtuosismo con los instrumentos a todo aquel quien aguantó bajo el sol de Viveiro. Sin duda, uno de los mejores conciertos del festival. Por otro lado teniamos a los

Dätcha Mandala, encendió el Desert con su explosivo blues rock psicodélico, encanjando a la perfección con el alma del stage. El power trío francés demostró su dominio escénico, con riffs que viajaban directamente a los setenta y una energía contagiosa, patadas y saltos incluidos, todo con mucha actitud y contagiando a los presentes que sonreían y agitaban las melas con miradas de aprobación a cada tema. Jean-Baptiste, Jérémy y Nicolas conectaron con el público desde el primer acorde, llevando a todos en un viaje sonoro donde el hard rock y la improvisación se fundieron en una experiencia electrizante. El sol calentaba todavía y la dura luz aumentó la epicidad del bolo.

La pantalla del Main Stage se cubría con una bandera de Palestina, era momento de Apphonic, llevando consigo una buena dosis de energía local desde Galicia. Su propuesta, una mezcla poderosa de metal alternativo con tintes de nu metal y rock melódico, logró conectar con el público desde los primeros compases. Con un sonido pulido y letras cargadas de mensaje, ofrecieron un show sólido que supo moverse entre la contundencia y la emoción. Presentaron varios temas de su más reciente trabajo Crema (2024), como “Azúcar de Algodón”, “Melodía Antifascista” y “Cunfía”, junto a otros cortes ya clásicos como “Mi Capitán” o “En Globo”, dejando claro que dominan el equilibrio entre intensidad y melodía.

Sound Of Silence, fue la primera banda en actuar en el festi hace 20 años y llenó la carpa del Chaos Stage en este aniversario. Un hito increíble que desde el arranque se notó especial, tanto por la entrega de la banda como por la acogida del público. En el segundo tema el frotman de la banda ya estaba en volandas pasenado por el pit, después de arrasar con la primera canción a fuego, bajar y saltar sobre el respetable… Al terminar propuso dejar el concierto tal cuál y marcharse, así de bestia fue su inicio, tema tras tema terminaron por clavar un bolo para el recuerdo.

Slow crush, la bada belga se presentó en el Desert con parsimonia pero rompiedola, envolvió el Resu en una niebla sonora de belleza y cierta melancolía. Su “shoegaze” con toques de post-metal creó una atmósfera densa y envolvente. La voz etérea se fusionó con la abrasión de las guitarras, invitando a la introspección mientras el público se dejó llevar por la poderosa pero sutil intensidad de su propuesta.

Más tarde, el escenario Ritual se teñía de matices progresivos con la actuación de Soen, banda liderada por el ex-batería de Opeth, Martín López. Con una propuesta cuidada y emocionalmente densa, desplegaron un repertorio centrado en su etapa más reciente, incluyendo temas como “Antagonist”, “Unbreakable” y “Memorial”. Personalmente es una banda que escuche alguna vez en casa, pero siempre que los vi en vivo me terminaba aburriendo, sin embargo, esta vez la calidad indiscutible de su propuesta, terminó de atraparme del todo.

Anal Hard, fue un torbellino de punk-hardcore sin concesiones. Su sonido crudo, letras irreverentes y una energía desbordante provocaron un pogo caótico y liberador. La banda de El Masnou no se guardó nada, interactuando con el público de forma directa y provocadora. Fue un show visceral, sudoroso y lleno de catarsis, donde la irreverencia fue la bandera de un directo inolvidable y visceral.

Los titanes del Metal Progresivo (o Djent según a quien le preguntes) Tesseract inundaban el Main Stage con su excelente puesta en escena y un sonido al alcance de muy pocos. Siendo la segunda vez que tuve la suerte de verlos, considero que los disfruté más si cabe en esta ocasión. Un concierto que quizás pasaba un poco desapercibido por el grupo que les seguía en el main pero que sin duda hizo las delicias de los fans de la banda y seguro que abrió el mundo del djent a aquellos quienes no les conocían.

En el desert el duo francés de Tabernis demostró que en el Resu cabe todo si se consigue conectar con el público. La enigmática propuesta transportó al público a una dimensión medieval y etérea, como una fiesta de metal en cualquier taberna. Con sus instrumentos tradicionales, el dúo de “apicultores” tejió melodías oscuras y armonías que flotaban en el aire, creando una atmósfera de fiesta continua con bailes y momentos de risa total, siempre con respeto y mucha camadería. No fue un concierto de metal al uso, una experiencia realmente diferente que dejó huella en el festi.

Uno de los momentos más especiales de la jornada lo protagonizó el regreso de Crucified Barbara, despertando la nostalgia de varios que se acercaron al Ritual Stage. Con un horario generoso y tiempo suficiente para desplegar su repertorio, las suecas ofrecieron un set sólido que repasó lo mejor de sus cuatro discos. Arrancaron con «The Crucifier» y rápidamente encadenaron clásicos como «Play Me Hard», «Rock Me Like the Devil» o «Electric Sky». Mia Coldheart conserva su fuerza escénica y potencia vocal, aunque aún lucha un poco con los registros más altos. Lo que no ha cambiado es la actitud arrolladora de la banda ni su arsenal de riffs crudos y directos, con claras reminiscencias a Motörhead, especialmente cuando interpretaron su habitual versión de «Killed by Death». Cerraron con una encendida «In Distortion We Trust», dejando una muy buena impresión tanto entre los fans de toda la vida como entre quienes las descubrían por primera vez. Un retorno ilusionante que invita a pensar en una nueva etapa con más conciertos y, ojalá, nuevo material en el horizonte.

Con una energía diferente pero llena de actitud se presento Lake Malice en el Chaos Stage, el dúo británico, con su música contagiosa y su estética inspirada en el anime, transformó el escenario en una pista de baile metalera. Riffs potentes se mezclaron con melodías pegadizas y un carisma desbordante, invitando a la multitud a saltar y corear cada estribillo. Fue un show dinámico y visualmente impactante con su fortwoman sin parar y la trenza volando.

Derby Motoretas’s Burrito Kachimba salío al escenario del Desert entre la oscuridad, el sol había caido y bastante público se apretaba para poder ver la prouesta musical, y es que los sevillanos fusionan el rock andaluz, la psicodelia y el flamenco con una energía arrolladora. El escenario se llenó de improvisaciones y riffs hipnóticos, mientras el público se dejó llevar por la fusión de estilos cantando cada tema a pulmón y pidiendo canciones o lanzando consignas claramente habituales en los conciertos de la banda, mucha complicidad y una fiesta visual llena de gestos y actitud. La banda aprovecho su presencia en el Resu para dejar claro que encajan perfectamente, un viaje único, donde la tradición y la vanguardia se encontraron.

Y finalmente llegaba el momento. Ronnie Radke y su Falling in Reverse aterrizaban en Viveiro para demostrar de lo que son capaces. Si bien es cierto que a día de hoy mucha gente sigue sin entender el concepto que representa esta banda, a título personal quedé encantando pudiendo ver de nuevo al que considero uno de los mejores frontmans de la escena, uno de los mejores baterías con Luke Holland y un yo adolescente contento a más no poder (siendo fan de Escape The Fate desde hace más de 15 años. Pese a que al sonido le faltó un poco de volumen, los norteamericanos repitieron el concierto del pasado mes de Noviembre añadiendo el nuevo single “God is a Weapon” y nos deleitaron con su Metalcore “popular” y su altísimo nivel de producción.

Desolated pisó con energía el Chaos desde la primera canción, el Hardcore recorrío el escenario y revolucionó el pit, que pronto se convirtió en la habitual nube de polvo a base de bailes y circles. La banda ofreció un asalto sonoro implacable,  no dio tregua, riffs demoledores y una base rítmica contundente que hizo temblar las tablas. La voz de Tony Evans, cruda y llena de rabia, conectó directamente con la multitud, que respondió con pogos frenéticos. Un concierto brutal, demostrando la potencia y la honestidad de la banda en su máxima expresión.

Hablar de Harakiri For The Sky siempre resulta complicado, especialmente cuando has tenido la oportunidad de verlos en numerosas ocasiones y sabes de antemano que su show será impactante. Sin embargo, lo que sucedió en el Desert Stage superó todas las expectativas y se convirtió en una experiencia verdaderamente memorable. La atmósfera densa y oscura que crearon fue casi palpable, transportando a los asistentes a un universo paralelo donde cada nota y cada palabra cobraban un significado profundo. Hubo un silencio reverente entre el público, una pausa colectiva en la que nadie se atrevía a interrumpir, completamente entregados a la música y a la emotividad que emanaba del escenario. La banda austriaca demostró una vez más por qué es considerada referente en el post-black metal, combinando su intensidad sonora con una sensibilidad artística única que toca las fibras más íntimas. Fue un espectáculo que no solo se escuchó, sino que se sintió en cada rincón del Desert Stage, dejando una huella imborrable en todos los presentes.

En el Chaos llega el turno para Ignite que demostró por qué son leyendas del hardcore. La banda californiana desató una oleada de energía y conciencia social, con temas que combinaban melodía y agresividad a la perfección. La voz de Eli Santana sonó poderosa y emotiva, y el público coreó cada estribillo, saltando y bailando como locos, se notaron las ganas que se tenía a la banda. Un concierto intenso y auténtico, que sube en la lista top del día.

La vuelta de Angelus Apatrida al Resurrection Fest fue todo un éxito que dejó claro por qué son una de las referencias más sólidas del thrash metal español. Cerrando el tercer día en el escenario principal, tenían la difícil misión de seguir a una banda tan popular como Falling In Reverse, pero supieron aprovechar cada minuto para ganarse al público sin concesiones. Desde el primer riff, la energía fue imparable: los circle pits no cesaron en ningún momento, y la conexión entre la banda y los asistentes fue evidente en cada tema. Angelus Apatrida desplegó un set poderoso, cargado de clásicos y temas recientes que mantuvieron el pulso frenético y la intensidad durante toda la actuación. Además, entre canción y canción, aprovecharon para lanzar mensajes contundentes en contra de la guerra, recordándonos la fuerza que puede tener la música como herramienta de crítica social. Fue un cierre vibrante y lleno de fuerza para una jornada que quedará grabada en la memoria de todos los presentes. Sin duda, su regreso al festival reafirma su estatus y deja con ganas de verlos de nuevo en futuras ediciones.

Fotografías: Pablo Gándara y Miguel Capelli

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Resurrection Fest 2025 – Dia 3: “Un monstruo popular”
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Texto: Manel Medina

El tercer día del Resurrection Fest 2025 empezaba con el protagonismo de dos de las bandas nacionales en mejor estado de forma: Your Knife My Back y Against The Waves. Los barceloneses YKMB se proclamaron ganadores del band contest de este año y se encargaron de demostrar el porqué en un Desert Stage que presentaba una buena entrada teniendo en cuenta que eran las 15:05h. Simultáneamente, los madrileños Against The Waves ponían patas arriba el Ritual Stage con su Metalcore Moderno y su gran capacidad para conectar con el público. Por fin tuve la ocasión de escuchar el que es para mi el mejor single del metal moderno nacional de 2025 “Perfect Blue”. Seguidamente nos ibamos al Chaos Stage a ver a Prom Kinks, una banda de partycore de Madrid que poco a poco se van haciendo un hueco dentro de la escena. Pese a las tempranas horas y el sofocante calor del tercer día, las nutrias montaron una de las mejores fiestas que he tenido ocasión de ver en el Resu. Balones de futbol americano (hinchables), balones de playa, unicornios y un partycore de la mejor calidad hicieron de este concierto uno para recordar. A su vez en el main stage tocaron Broken By The Scream, lo cierto es que su actuación me dejó bastante frío. Lejos de ofrecer algo realmente innovador, lo que presencié fue una versión descafeinada y forzada del fenómeno Babymetal, sin la misma solidez ni carisma. El intento de mezclar voces agudas tipo idol con guturales extremos y bases metalcore resultó más caótico que efectivo, y la ejecución, aunque visualmente llamativa por sus coreografías bien ensayadas, no logró engancharme a nivel musical. La puesta en escena tenía energía, sí, pero detrás de todo ese movimiento no encontré una propuesta con identidad propia. Incluso los temas, cargados de referencias a la estética anime, se sintieron repetitivos y más preocupados por el envoltorio que por el contenido. Aunque parte del público lo pasó bien y hubo bastante interacción, para mí fue una de esas actuaciones que quedan más en lo anecdótico que en lo memorable.

Luego, sobre las 16hs, al mismo tiempo teníamos en el Ritual a Party Canon, quienes desataron su peculiar mezcla de slam y brutal death con mucho sentido del humor. Su show fue todo un despliegue de energía y diversión, con cartelitos y objetos hinchables por doquier, mientras el público, vestido con atuendos tan llamativos como el logo de la banda, se entregaba por completo. Moonshine Wagon en el Desert Stage, su concierto fue una explosión de “heavy bluegrass” que puso a saltar hasta al más escéptico. Violines y banjos a toda velocidad, pero con la potencia de una banda de metal. El público, inicialmente sorprendido, terminó bailando un pogo folclórico único, contagiado por su energía inconfundible y su actitud desafiante, un toque diferente que convenció.

Era el momento de acercarse al escenario principal para descubrir a Deviloof, una banda japonesa que resultó ser una grata sorpresa. Dentro del notable contingente nipón de este año, fueron sin duda los más brutales, con un deathcore cargado de breakdowns, guturales imposibles de descifrar y una puesta en escena impactante. Aunque incorporan ciertos matices más melódicos, su intensidad logró captar la atención de muchos asistentes. Ojalá regresen pronto al Resu.  Mientras que en el Chaos Stage estaban los Black Gold forjados en algún rincón de Brooklyn y enmascarados, ofreció una velada de indie rock envolvente. Las melodías de Eric Ronick se entrelazaban con la precisa percusión de Than Luu, creando una atmósfera íntima y a la vez expansiva. Temas como “Dance like taht” o “Insane in the brain” sonaron con una contundencia que desató la fiesta en el pit, dejando claro por qué su sonido resuena en la escena.

A continuación pudimos disfrutar de Manuel Gardner y su banda Unprocessed. Cabe destacar que hubo varios problemas con el sonido al inicio del concierto, pero los alemanes tuvieron tiempo de demostrar su virtuosismo con los instrumentos a todo aquel quien aguantó bajo el sol de Viveiro. Sin duda, uno de los mejores conciertos del festival. Por otro lado teniamos a los

Dätcha Mandala, encendió el Desert con su explosivo blues rock psicodélico, encanjando a la perfección con el alma del stage. El power trío francés demostró su dominio escénico, con riffs que viajaban directamente a los setenta y una energía contagiosa, patadas y saltos incluidos, todo con mucha actitud y contagiando a los presentes que sonreían y agitaban las melas con miradas de aprobación a cada tema. Jean-Baptiste, Jérémy y Nicolas conectaron con el público desde el primer acorde, llevando a todos en un viaje sonoro donde el hard rock y la improvisación se fundieron en una experiencia electrizante. El sol calentaba todavía y la dura luz aumentó la epicidad del bolo.

La pantalla del Main Stage se cubría con una bandera de Palestina, era momento de Apphonic, llevando consigo una buena dosis de energía local desde Galicia. Su propuesta, una mezcla poderosa de metal alternativo con tintes de nu metal y rock melódico, logró conectar con el público desde los primeros compases. Con un sonido pulido y letras cargadas de mensaje, ofrecieron un show sólido que supo moverse entre la contundencia y la emoción. Presentaron varios temas de su más reciente trabajo Crema (2024), como “Azúcar de Algodón”, “Melodía Antifascista” y “Cunfía”, junto a otros cortes ya clásicos como “Mi Capitán” o “En Globo”, dejando claro que dominan el equilibrio entre intensidad y melodía.

Sound Of Silence, fue la primera banda en actuar en el festi hace 20 años y llenó la carpa del Chaos Stage en este aniversario. Un hito increíble que desde el arranque se notó especial, tanto por la entrega de la banda como por la acogida del público. En el segundo tema el frotman de la banda ya estaba en volandas pasenado por el pit, después de arrasar con la primera canción a fuego, bajar y saltar sobre el respetable… Al terminar propuso dejar el concierto tal cuál y marcharse, así de bestia fue su inicio, tema tras tema terminaron por clavar un bolo para el recuerdo.

Slow crush, la bada belga se presentó en el Desert con parsimonia pero rompiedola, envolvió el Resu en una niebla sonora de belleza y cierta melancolía. Su “shoegaze” con toques de post-metal creó una atmósfera densa y envolvente. La voz etérea se fusionó con la abrasión de las guitarras, invitando a la introspección mientras el público se dejó llevar por la poderosa pero sutil intensidad de su propuesta.

Más tarde, el escenario Ritual se teñía de matices progresivos con la actuación de Soen, banda liderada por el ex-batería de Opeth, Martín López. Con una propuesta cuidada y emocionalmente densa, desplegaron un repertorio centrado en su etapa más reciente, incluyendo temas como “Antagonist”, “Unbreakable” y “Memorial”. Personalmente es una banda que escuche alguna vez en casa, pero siempre que los vi en vivo me terminaba aburriendo, sin embargo, esta vez la calidad indiscutible de su propuesta, terminó de atraparme del todo.

Anal Hard, fue un torbellino de punk-hardcore sin concesiones. Su sonido crudo, letras irreverentes y una energía desbordante provocaron un pogo caótico y liberador. La banda de El Masnou no se guardó nada, interactuando con el público de forma directa y provocadora. Fue un show visceral, sudoroso y lleno de catarsis, donde la irreverencia fue la bandera de un directo inolvidable y visceral.

Los titanes del Metal Progresivo (o Djent según a quien le preguntes) Tesseract inundaban el Main Stage con su excelente puesta en escena y un sonido al alcance de muy pocos. Siendo la segunda vez que tuve la suerte de verlos, considero que los disfruté más si cabe en esta ocasión. Un concierto que quizás pasaba un poco desapercibido por el grupo que les seguía en el main pero que sin duda hizo las delicias de los fans de la banda y seguro que abrió el mundo del djent a aquellos quienes no les conocían.

En el desert el duo francés de Tabernis demostró que en el Resu cabe todo si se consigue conectar con el público. La enigmática propuesta transportó al público a una dimensión medieval y etérea, como una fiesta de metal en cualquier taberna. Con sus instrumentos tradicionales, el dúo de “apicultores” tejió melodías oscuras y armonías que flotaban en el aire, creando una atmósfera de fiesta continua con bailes y momentos de risa total, siempre con respeto y mucha camadería. No fue un concierto de metal al uso, una experiencia realmente diferente que dejó huella en el festi.

Uno de los momentos más especiales de la jornada lo protagonizó el regreso de Crucified Barbara, despertando la nostalgia de varios que se acercaron al Ritual Stage. Con un horario generoso y tiempo suficiente para desplegar su repertorio, las suecas ofrecieron un set sólido que repasó lo mejor de sus cuatro discos. Arrancaron con «The Crucifier» y rápidamente encadenaron clásicos como «Play Me Hard», «Rock Me Like the Devil» o «Electric Sky». Mia Coldheart conserva su fuerza escénica y potencia vocal, aunque aún lucha un poco con los registros más altos. Lo que no ha cambiado es la actitud arrolladora de la banda ni su arsenal de riffs crudos y directos, con claras reminiscencias a Motörhead, especialmente cuando interpretaron su habitual versión de «Killed by Death». Cerraron con una encendida «In Distortion We Trust», dejando una muy buena impresión tanto entre los fans de toda la vida como entre quienes las descubrían por primera vez. Un retorno ilusionante que invita a pensar en una nueva etapa con más conciertos y, ojalá, nuevo material en el horizonte.

Con una energía diferente pero llena de actitud se presento Lake Malice en el Chaos Stage, el dúo británico, con su música contagiosa y su estética inspirada en el anime, transformó el escenario en una pista de baile metalera. Riffs potentes se mezclaron con melodías pegadizas y un carisma desbordante, invitando a la multitud a saltar y corear cada estribillo. Fue un show dinámico y visualmente impactante con su fortwoman sin parar y la trenza volando.

Derby Motoretas’s Burrito Kachimba salío al escenario del Desert entre la oscuridad, el sol había caido y bastante público se apretaba para poder ver la prouesta musical, y es que los sevillanos fusionan el rock andaluz, la psicodelia y el flamenco con una energía arrolladora. El escenario se llenó de improvisaciones y riffs hipnóticos, mientras el público se dejó llevar por la fusión de estilos cantando cada tema a pulmón y pidiendo canciones o lanzando consignas claramente habituales en los conciertos de la banda, mucha complicidad y una fiesta visual llena de gestos y actitud. La banda aprovecho su presencia en el Resu para dejar claro que encajan perfectamente, un viaje único, donde la tradición y la vanguardia se encontraron.

Y finalmente llegaba el momento. Ronnie Radke y su Falling in Reverse aterrizaban en Viveiro para demostrar de lo que son capaces. Si bien es cierto que a día de hoy mucha gente sigue sin entender el concepto que representa esta banda, a título personal quedé encantando pudiendo ver de nuevo al que considero uno de los mejores frontmans de la escena, uno de los mejores baterías con Luke Holland y un yo adolescente contento a más no poder (siendo fan de Escape The Fate desde hace más de 15 años. Pese a que al sonido le faltó un poco de volumen, los norteamericanos repitieron el concierto del pasado mes de Noviembre añadiendo el nuevo single “God is a Weapon” y nos deleitaron con su Metalcore “popular” y su altísimo nivel de producción.

Desolated pisó con energía el Chaos desde la primera canción, el Hardcore recorrío el escenario y revolucionó el pit, que pronto se convirtió en la habitual nube de polvo a base de bailes y circles. La banda ofreció un asalto sonoro implacable,  no dio tregua, riffs demoledores y una base rítmica contundente que hizo temblar las tablas. La voz de Tony Evans, cruda y llena de rabia, conectó directamente con la multitud, que respondió con pogos frenéticos. Un concierto brutal, demostrando la potencia y la honestidad de la banda en su máxima expresión.

Hablar de Harakiri For The Sky siempre resulta complicado, especialmente cuando has tenido la oportunidad de verlos en numerosas ocasiones y sabes de antemano que su show será impactante. Sin embargo, lo que sucedió en el Desert Stage superó todas las expectativas y se convirtió en una experiencia verdaderamente memorable. La atmósfera densa y oscura que crearon fue casi palpable, transportando a los asistentes a un universo paralelo donde cada nota y cada palabra cobraban un significado profundo. Hubo un silencio reverente entre el público, una pausa colectiva en la que nadie se atrevía a interrumpir, completamente entregados a la música y a la emotividad que emanaba del escenario. La banda austriaca demostró una vez más por qué es considerada referente en el post-black metal, combinando su intensidad sonora con una sensibilidad artística única que toca las fibras más íntimas. Fue un espectáculo que no solo se escuchó, sino que se sintió en cada rincón del Desert Stage, dejando una huella imborrable en todos los presentes.

En el Chaos llega el turno para Ignite que demostró por qué son leyendas del hardcore. La banda californiana desató una oleada de energía y conciencia social, con temas que combinaban melodía y agresividad a la perfección. La voz de Eli Santana sonó poderosa y emotiva, y el público coreó cada estribillo, saltando y bailando como locos, se notaron las ganas que se tenía a la banda. Un concierto intenso y auténtico, que sube en la lista top del día.

La vuelta de Angelus Apatrida al Resurrection Fest fue todo un éxito que dejó claro por qué son una de las referencias más sólidas del thrash metal español. Cerrando el tercer día en el escenario principal, tenían la difícil misión de seguir a una banda tan popular como Falling In Reverse, pero supieron aprovechar cada minuto para ganarse al público sin concesiones. Desde el primer riff, la energía fue imparable: los circle pits no cesaron en ningún momento, y la conexión entre la banda y los asistentes fue evidente en cada tema. Angelus Apatrida desplegó un set poderoso, cargado de clásicos y temas recientes que mantuvieron el pulso frenético y la intensidad durante toda la actuación. Además, entre canción y canción, aprovecharon para lanzar mensajes contundentes en contra de la guerra, recordándonos la fuerza que puede tener la música como herramienta de crítica social. Fue un cierre vibrante y lleno de fuerza para una jornada que quedará grabada en la memoria de todos los presentes. Sin duda, su regreso al festival reafirma su estatus y deja con ganas de verlos de nuevo en futuras ediciones.

Fotografías: Pablo Gándara y Miguel Capelli

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