

Crónica y fotografías: Unai Endemaño
El viernes comenzaríamos suavemente, mecidos por la delicadeza absoluta de Midwife y Vyva Melinkolya interpretando su Orbeawing. Fue una magnífica forma de ponerse a andar y la que nos conduciría hasta el siguiente plato fuerte del festival entero.
Los italianos Messa, hoy ya consagrados como una de las bandas de referencia dentro del planeta Roadburn, interpretarían en exclusiva y por primera vez, su último y flamante Spin. Un redondo que continuando con la senda que marcaron con sus dos anteriores esfuerzos, aporta algunos cortes que pueden llegar a calificarse como auténticos singles. Sobra decir que su actuación acabaría siendo una de las más celebradas del viernes y les agranda un poco más, en la ventajosa posición que hoy en día atesoran.
Pasaríamos de puntillas por el escenario Paradox, para ver como Patrick Walker, el alma de 40 Watt Sun obsequiaba a su parroquia con un delicado catálogo de ambrosía acústica. Sería este un parón necesario, justo antes de sumergirnos en la brutalidad sin fin de los chalados The Body. Entre humo y acoples volverían a dejarnos sordos una vez más, volviendo a llevar un poco más lejos, lo que cualquier humano con tímpanos podría considerar un recital.
Volviendo nuevamente a la tranquilidad que desplegaba Steve Von Till al frente de su proyecto Harvestman, cogeríamos aire de nuevo para otro de los momentos cumbre del Roadburn. Cave In interpretando su legendario Jupiter y demostrando el por qué son una de las bandas más queridas del festival. Con un Stephen Brodsky estelar y el clásico sonido de la 013 dejándonos apreciar cada mínimo detalle, su comparecencia estaba claro que acabaría celebrándose como un gol en el descuento.
Nos quedaría una última bala con la que rematar el viernes y no sería otra que la que nos iban a lanzar Thou presentando su último Umbilical, un artefacto aplastante que sirvió de medio para que los de Baton Rouge volviesen a salir por la puerta grande. Cada uno de sus conciertos es una lección capital de sludge malsano y en esta ocasión, en el mejor horario del escenario grande, no iba a ser diferente.


Crónica y fotografías: Unai Endemaño
El viernes comenzaríamos suavemente, mecidos por la delicadeza absoluta de Midwife y Vyva Melinkolya interpretando su Orbeawing. Fue una magnífica forma de ponerse a andar y la que nos conduciría hasta el siguiente plato fuerte del festival entero.
Los italianos Messa, hoy ya consagrados como una de las bandas de referencia dentro del planeta Roadburn, interpretarían en exclusiva y por primera vez, su último y flamante Spin. Un redondo que continuando con la senda que marcaron con sus dos anteriores esfuerzos, aporta algunos cortes que pueden llegar a calificarse como auténticos singles. Sobra decir que su actuación acabaría siendo una de las más celebradas del viernes y les agranda un poco más, en la ventajosa posición que hoy en día atesoran.
Pasaríamos de puntillas por el escenario Paradox, para ver como Patrick Walker, el alma de 40 Watt Sun obsequiaba a su parroquia con un delicado catálogo de ambrosía acústica. Sería este un parón necesario, justo antes de sumergirnos en la brutalidad sin fin de los chalados The Body. Entre humo y acoples volverían a dejarnos sordos una vez más, volviendo a llevar un poco más lejos, lo que cualquier humano con tímpanos podría considerar un recital.
Volviendo nuevamente a la tranquilidad que desplegaba Steve Von Till al frente de su proyecto Harvestman, cogeríamos aire de nuevo para otro de los momentos cumbre del Roadburn. Cave In interpretando su legendario Jupiter y demostrando el por qué son una de las bandas más queridas del festival. Con un Stephen Brodsky estelar y el clásico sonido de la 013 dejándonos apreciar cada mínimo detalle, su comparecencia estaba claro que acabaría celebrándose como un gol en el descuento.
Nos quedaría una última bala con la que rematar el viernes y no sería otra que la que nos iban a lanzar Thou presentando su último Umbilical, un artefacto aplastante que sirvió de medio para que los de Baton Rouge volviesen a salir por la puerta grande. Cada uno de sus conciertos es una lección capital de sludge malsano y en esta ocasión, en el mejor horario del escenario grande, no iba a ser diferente.