El pasado viernes 19 de abril, me preparé para asistir al concierto de Romeo y La Revolución del Mono en El Perro. Esta emblemática sala en el barrio de Malasaña, conocida por su excelente ambiente, se está abriendo camino en el circuito del metal en Madrid gracias a la programación de grandes conciertos. No solo tiene un sonido impresionante y un técnico de sonido de primera, sino que el ambiente creado y la comodidad de los promotores y bandas hacen que cada vez más personas se animen a visitar El Perro.
ROMEO:
La banda de Madrid se presentó con una nueva formación, con dos recientes incorporaciones en la sección rítmica: batería y bajo. Se notó que aún les falta pulir algunos aspectos o transiciones, pero en general sonaron espectaculares. Su energía en el escenario me pareció auténtica, el público conocía las canciones y todo se combinó para que el concierto fuera una experiencia total, se me pasó volando.
Pasé casi todo el tiempo con el objetivo de 18mm, tratando de acercarme sin causar molestias, buscando las mejores reacciones, encuadres, evitando instrumentos y extremidades y tratando de mantener los micrófonos fuera del encuadre, capturando lo esencial o intentandolo.
Me encanta fotografiar en la cueva de El Perro. Tener la oportunidad de recorrer el espacio frontal como un foso y llegar hasta el fondo para capturar al baterista es un lujo y un privilegio, especialmente cuando se está gestando un concierto de rock espectacular.
Hubo dos momentos que me parecieron muy especiales y conmovedores: la dedicatoria de la banda a aquellos que ya no están, durante la canción más íntima del set, y la impresionante versión de Heroes del silencio, les quedó muy bien. Ojalá podamos repetir pronto y que Romeo continúe ofreciendo su talento en los escenarios de la capital.
LA REVOLUCION DEL MONO:
La banda montó sus instrumentos en un abrir y cerrar de ojos y en menos de 20 minutos ya estaban listos para empezar su concierto. Creo que no exagero si digo que nos encantó a todos, desde el principio hasta el final. El repertorio estuvo muy bien organizado, combinando canciones potentes con otras más alternativas, llevando al público de la mano. Los asistentes no dejaron de cantar a pleno pulmón, de lanzar palabras de ánimo y piropos, de bailar y de montar una auténtica fiesta. La conexión especial que hubo se debe en gran medida a Daniel (voz), qué buena vibra, qué sonrisa permanente, saltando, haciendo gestos…, todo ello sin perder la voz y mostrando un carisma total sobre el escenario, contagioso.
La banda sonó espectacular en todos los temas, con un gran trabajo del técnico y una ejecución perfecta de los músicos. Destaco dos momentos: primero, el agradecimiento de la banda a los padres del colegio por asistir al concierto. Al principio me sorprendió lo entregado que estaba un grupo en el centro del público, estaban eufóricos desde el principio y pensé que eran fanáticos… resulta que eran los padres del colegio. Sí, estaban fuera de su ambiente, pero sí, ellos crearon el ambiente.
También fue genial el momento de hermandad durante el despliegue de gestos simiescos, a modo de jaca pero más rockero. Fue un momento de energía y ritual en el que valió la pena involucrarse.
Seguí fotografiando con el objetivo de 18mm y también utilicé el de 50mm para capturar los detalles más cercanos y tratar de transmitir la fuerza y contundencia de la banda. Espero al menos haber dejado un buen recuerdo.
Desde la música, con melodías y construcciones impresionantes, hasta las letras, con temas profundos y reivindicativos sobre la naturaleza o la política y otros que son comunes a todos, en temas como “Palabras”, “Abril”, “Errores” o mi preferida: “Señor ministro” (¡disfruta de lo que tienes ladrón…!), todas estas canciones ya forman parte de mi lista de reproducción y os recomiendo que las escuchéis, porque valen la pena.
Fue una noche de rock inolvidable en El Perro, donde dos bandas elevaron muy alto el estándar del rock local. ¡Una noche redonda de Rock!
El pasado viernes 19 de abril, me preparé para asistir al concierto de Romeo y La Revolución del Mono en El Perro. Esta emblemática sala en el barrio de Malasaña, conocida por su excelente ambiente, se está abriendo camino en el circuito del metal en Madrid gracias a la programación de grandes conciertos. No solo tiene un sonido impresionante y un técnico de sonido de primera, sino que el ambiente creado y la comodidad de los promotores y bandas hacen que cada vez más personas se animen a visitar El Perro.
ROMEO:
La banda de Madrid se presentó con una nueva formación, con dos recientes incorporaciones en la sección rítmica: batería y bajo. Se notó que aún les falta pulir algunos aspectos o transiciones, pero en general sonaron espectaculares. Su energía en el escenario me pareció auténtica, el público conocía las canciones y todo se combinó para que el concierto fuera una experiencia total, se me pasó volando.
Pasé casi todo el tiempo con el objetivo de 18mm, tratando de acercarme sin causar molestias, buscando las mejores reacciones, encuadres, evitando instrumentos y extremidades y tratando de mantener los micrófonos fuera del encuadre, capturando lo esencial o intentandolo.
Me encanta fotografiar en la cueva de El Perro. Tener la oportunidad de recorrer el espacio frontal como un foso y llegar hasta el fondo para capturar al baterista es un lujo y un privilegio, especialmente cuando se está gestando un concierto de rock espectacular.
Hubo dos momentos que me parecieron muy especiales y conmovedores: la dedicatoria de la banda a aquellos que ya no están, durante la canción más íntima del set, y la impresionante versión de Heroes del silencio, les quedó muy bien. Ojalá podamos repetir pronto y que Romeo continúe ofreciendo su talento en los escenarios de la capital.
LA REVOLUCION DEL MONO:
La banda montó sus instrumentos en un abrir y cerrar de ojos y en menos de 20 minutos ya estaban listos para empezar su concierto. Creo que no exagero si digo que nos encantó a todos, desde el principio hasta el final. El repertorio estuvo muy bien organizado, combinando canciones potentes con otras más alternativas, llevando al público de la mano. Los asistentes no dejaron de cantar a pleno pulmón, de lanzar palabras de ánimo y piropos, de bailar y de montar una auténtica fiesta. La conexión especial que hubo se debe en gran medida a Daniel (voz), qué buena vibra, qué sonrisa permanente, saltando, haciendo gestos…, todo ello sin perder la voz y mostrando un carisma total sobre el escenario, contagioso.
La banda sonó espectacular en todos los temas, con un gran trabajo del técnico y una ejecución perfecta de los músicos. Destaco dos momentos: primero, el agradecimiento de la banda a los padres del colegio por asistir al concierto. Al principio me sorprendió lo entregado que estaba un grupo en el centro del público, estaban eufóricos desde el principio y pensé que eran fanáticos… resulta que eran los padres del colegio. Sí, estaban fuera de su ambiente, pero sí, ellos crearon el ambiente.
También fue genial el momento de hermandad durante el despliegue de gestos simiescos, a modo de jaca pero más rockero. Fue un momento de energía y ritual en el que valió la pena involucrarse.
Seguí fotografiando con el objetivo de 18mm y también utilicé el de 50mm para capturar los detalles más cercanos y tratar de transmitir la fuerza y contundencia de la banda. Espero al menos haber dejado un buen recuerdo.
Desde la música, con melodías y construcciones impresionantes, hasta las letras, con temas profundos y reivindicativos sobre la naturaleza o la política y otros que son comunes a todos, en temas como “Palabras”, “Abril”, “Errores” o mi preferida: “Señor ministro” (¡disfruta de lo que tienes ladrón…!), todas estas canciones ya forman parte de mi lista de reproducción y os recomiendo que las escuchéis, porque valen la pena.
Fue una noche de rock inolvidable en El Perro, donde dos bandas elevaron muy alto el estándar del rock local. ¡Una noche redonda de Rock!