El viernes no parecía que fuese a darnos tregua y llegamos para volver a ver por tercera o cuarta vez a Deathchant, una banda que se ha instalado en el festival y en el meme. Deberían de poner el típico contador en la entrada del recinto o cederles una parcela del pueblo. Bromas aparte, banda muy divertida que cada vez huele más a gasolina y whiskey. Riffs afilados a lo Valient Thorr o The Sword con una característica voz ensoñada detrás de kilos de reverb. Si nunca los has visto te diría que fueses el año que viene porque seguro que van a estar.
Tras nuestra segunda banda favorita, llegó el turno de Sacri Monti. Veníamos con aviso después de su paso por Madrid y no podíamos perdérnoslos. Bajo, batería, dos guitarras y un teclista con mucha sed. Me sorprendieron especialmente porque las canciones eran catálogos de riffs sin descanso. No se repetían partes y todo era derroche de composición. Puede ser que me recordasen un poco a Corrosion of Conformity en algún pasaje. Los californianos dieron un concierto muy correcto y capaz de atraer a bastante gente para ser las seis y media de la tarde. Una tarde que empezaba a pedir a gritos que anocheciera, y qué mejor manera que a lomos de una banda de stoner instrumental… Causa Sui, desde Dinamarca, serían los encargados de bajar el telón y apagar el sol poco a poco. Estuvieron bien pero se me hicieron algo largos, un sonido cuidado pero a veces repetitivo, y ojo, que no critico la fórmula, igual no estaba yo muy para esto ni para lo que venía más tarde.
Con una puntualidad clavada como un clavo a un ataúd, C.O.F.F.I.N salieron a reventar el escenario con una sola mano, pues en la otra no soltaron la pandereta. Música de road trip entre Zeke y Hellacopters que dio de sobra para echarse unos bailes y calmar la sed. Se abrió la veda del crowdsurfing y las pulsaciones subieron lo justo para pedir un poco de calma, aunque no sé si tanta como la que vino. Seguramente se me tire medio festival encima, pero no soporté a Colour Haze. Se me hicieron tediosos al nivel de pensar que repitieron canciones. Totalmente descoloridos. Iba con ganas de verlos y solo tenía ganas de que terminasen. Es innegable su técnica, su calidad, su discografía… pero no supe disfrutarlos en directo. Los noté monótonos, sin aristas y sin muchas ganas. Todo lo contrario a lo que me pasó con Truckfighters, creo que merecedores de llevarse la medalla del viernes, aunque solo sea por vaciar el tanque sobre el escenario. Tras pasarse probando casi todo el concierto de Colour Haze, subieron con un impulso desorbitado y empezaron con “Mind Control” desatando la locura hasta que Dango pronunció las palabras “Do you like long songs?” Y supimos que se venía “Mastodont”. Casi trece minutos de hit que pensé que nunca escucharía en directo. El público más entregado del viernes se amontonó para el final que venían cocinando desde que sonó el riff de “Desert Cruiser” en la prueba de sonido. Terminaron con su canción estrella, empapados, sonrientes, y como acostumbran, agradecidos.
El slot que venía no era fácil. Gente agotada por la hora y por el show de los suecos, pero desde Grecia, volvían 1000Mods dos años después para hacer las cosas como se debe. Nunca les pongo ni un punto ni una coma. Es la típica banda que siempre cumple pase lo que pase y su sonido es estable. A su favor, de hecho, he de decir que demostraron muchas más ganas y energía que en el Hellfest, donde les vi un poco más apagados. Aquí se les vio totalmente entregados, ruidosos y con un toque de rabia que me gustó especialmente. Quizás, como a quienes ya rozamos edades complicadas, les gustan más los festivales pequeños.
Cerramos la noche con las dos últimas bandas del día y con más cansancio del que me gustaría, pues no pude disfrutar como se merecía a Skemer. Una banda que llevaba meses quemando en disco, concretamente su último “Toasts & Sentiments” de 2023, con una propuesta que no me puede gustar más. Dark synth post punk para cerrar los ojos y sujetar la copa con fuerza. Kim Peers y Mathieu Vandekerckhove, guitarrista de Amenra, conforman este dúo entre humo, cuero y smokey eyes. Toques de Molchat Doma y Boy Harsher con una pátina más discotequera y urbana. No tuvo pinta de que gustase mucho la propuesta entre fieles y devotos, pero creo que este tipo de estilos le dan un ingrediente más al cartel para no ser continuista ni repetitivo.
Por último, Idle Hand fue la banda local elegida para cerrar el penúltimo día de festival en el Stage 3. La banda de doom/sludge supo hacerse fuerte a pesar de ser casi las tres de la mañana. Un sonido muy rocoso y con una voz capaz de tapar a los instrumentos casi en su totalidad. A estas alturas no sabíamos si las piernas y los oídos iban a aguantar mucho más.
El viernes no parecía que fuese a darnos tregua y llegamos para volver a ver por tercera o cuarta vez a Deathchant, una banda que se ha instalado en el festival y en el meme. Deberían de poner el típico contador en la entrada del recinto o cederles una parcela del pueblo. Bromas aparte, banda muy divertida que cada vez huele más a gasolina y whiskey. Riffs afilados a lo Valient Thorr o The Sword con una característica voz ensoñada detrás de kilos de reverb. Si nunca los has visto te diría que fueses el año que viene porque seguro que van a estar.
Tras nuestra segunda banda favorita, llegó el turno de Sacri Monti. Veníamos con aviso después de su paso por Madrid y no podíamos perdérnoslos. Bajo, batería, dos guitarras y un teclista con mucha sed. Me sorprendieron especialmente porque las canciones eran catálogos de riffs sin descanso. No se repetían partes y todo era derroche de composición. Puede ser que me recordasen un poco a Corrosion of Conformity en algún pasaje. Los californianos dieron un concierto muy correcto y capaz de atraer a bastante gente para ser las seis y media de la tarde. Una tarde que empezaba a pedir a gritos que anocheciera, y qué mejor manera que a lomos de una banda de stoner instrumental… Causa Sui, desde Dinamarca, serían los encargados de bajar el telón y apagar el sol poco a poco. Estuvieron bien pero se me hicieron algo largos, un sonido cuidado pero a veces repetitivo, y ojo, que no critico la fórmula, igual no estaba yo muy para esto ni para lo que venía más tarde.
Con una puntualidad clavada como un clavo a un ataúd, C.O.F.F.I.N salieron a reventar el escenario con una sola mano, pues en la otra no soltaron la pandereta. Música de road trip entre Zeke y Hellacopters que dio de sobra para echarse unos bailes y calmar la sed. Se abrió la veda del crowdsurfing y las pulsaciones subieron lo justo para pedir un poco de calma, aunque no sé si tanta como la que vino. Seguramente se me tire medio festival encima, pero no soporté a Colour Haze. Se me hicieron tediosos al nivel de pensar que repitieron canciones. Totalmente descoloridos. Iba con ganas de verlos y solo tenía ganas de que terminasen. Es innegable su técnica, su calidad, su discografía… pero no supe disfrutarlos en directo. Los noté monótonos, sin aristas y sin muchas ganas. Todo lo contrario a lo que me pasó con Truckfighters, creo que merecedores de llevarse la medalla del viernes, aunque solo sea por vaciar el tanque sobre el escenario. Tras pasarse probando casi todo el concierto de Colour Haze, subieron con un impulso desorbitado y empezaron con “Mind Control” desatando la locura hasta que Dango pronunció las palabras “Do you like long songs?” Y supimos que se venía “Mastodont”. Casi trece minutos de hit que pensé que nunca escucharía en directo. El público más entregado del viernes se amontonó para el final que venían cocinando desde que sonó el riff de “Desert Cruiser” en la prueba de sonido. Terminaron con su canción estrella, empapados, sonrientes, y como acostumbran, agradecidos.
El slot que venía no era fácil. Gente agotada por la hora y por el show de los suecos, pero desde Grecia, volvían 1000Mods dos años después para hacer las cosas como se debe. Nunca les pongo ni un punto ni una coma. Es la típica banda que siempre cumple pase lo que pase y su sonido es estable. A su favor, de hecho, he de decir que demostraron muchas más ganas y energía que en el Hellfest, donde les vi un poco más apagados. Aquí se les vio totalmente entregados, ruidosos y con un toque de rabia que me gustó especialmente. Quizás, como a quienes ya rozamos edades complicadas, les gustan más los festivales pequeños.
Cerramos la noche con las dos últimas bandas del día y con más cansancio del que me gustaría, pues no pude disfrutar como se merecía a Skemer. Una banda que llevaba meses quemando en disco, concretamente su último “Toasts & Sentiments” de 2023, con una propuesta que no me puede gustar más. Dark synth post punk para cerrar los ojos y sujetar la copa con fuerza. Kim Peers y Mathieu Vandekerckhove, guitarrista de Amenra, conforman este dúo entre humo, cuero y smokey eyes. Toques de Molchat Doma y Boy Harsher con una pátina más discotequera y urbana. No tuvo pinta de que gustase mucho la propuesta entre fieles y devotos, pero creo que este tipo de estilos le dan un ingrediente más al cartel para no ser continuista ni repetitivo.
Por último, Idle Hand fue la banda local elegida para cerrar el penúltimo día de festival en el Stage 3. La banda de doom/sludge supo hacerse fuerte a pesar de ser casi las tres de la mañana. Un sonido muy rocoso y con una voz capaz de tapar a los instrumentos casi en su totalidad. A estas alturas no sabíamos si las piernas y los oídos iban a aguantar mucho más.