By Royal Decree (2022)
InsideOut Music
TRACKLIST:
01. The Great Pretender
02. World Gone Crazy
03. Blinded
04. A Million Stars
05. The Soldier
06. The Darkness In You
07. We Can Make It Work
08. Peacock On Parade
09. Revolution
10. Time The Great Healer
11. Letter
12. Evolution
13. Silent Ways
14. Moth
15. The Big Funk
16. Open Your Heart
17. Shrine
18. Funeral Pyres
Si uno es fan del rock progresivo más clásico, seguramente tenga el nombre de The Flower Kings bien presente. El grupo sueco, liderado por el cantante y guitarrista Roine Stolt, es una de las luminarias del estilo, con una carrera de treinta años y una discografía muy extensa que se hace todavía más si tenemos en cuenta la cantidad de esos álbumes que son dobles. Y continuando con su acostumbrada prolificidad, estos oriundos de la ciudad de Uppsala nos traen By Royal Decree, su decimoquinto álbum y tercer lanzamiento de estudio en cuatro años, y editado por InsideOut, el sello predilecto del rock progresivo.
Quien esté familiarizado con la obra anterior del quinteto no se va a encontrar ninguna sorpresa al darle play a este nuevo disco. Ya con “The Great Pretender” los Reyes de las Flores marcan la pauta de su obra: música complicada, técnica, llena de teclados, riffs cambiantes y líneas de bajo prominentes. Tracks como “Blinded”, “The Soldier” y “Time The Great Healer” son prueba suficiente de que estos suecos dejan su tributo en el altar de Yes y Genesis en cada canción y en cada nota, y que su propuesta está dirigida hacia los oyentes más puristas del estilo sinfónico, sobre todo en sus atmósferas teatrales. No es todo adrenalina en la propuesta de Stolt y compañía, porque “Moth” y “Open Your Heart” apelan al costado más suave del grupo, pero todavía usando esas armonías y teclados que son su marca registrada.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Yes – The Quest (2021)
Ya hace rato que TFK demostraron que tienen la suficiente espalda como para explotar este estilo por el tiempo que sea: otro día se puede discutir si “quedarse clavado” en recrear este sonido de la primera mitad de los setentas es una traición a la idea “progresiva” o no, pero hay algo en esa estética que permite un revival eterno, como si 1974 nunca se hubiera terminado. Dicho eso, no hay mucho para decir acerca de este nuevo álbum más allá de esas pocas características: es técnico, cambiante, los riffs están en las antípodas de ser una simple serie de power chords y los ritmos son como un reloj suizo en su precisión, algo que se puede decir de todos los músicos con sus respectivos instrumentos. Exactamente lo que uno buscaría en un disco que hace tributo a esas glorias de cinco décadas atrás.
Por otro lado, BRD continúa con ciertos pecados de muchos de los trabajos anteriores de TFK. El más claro está en la longitud de este lanzamiento: el rock progresivo es conocido por tener canciones mucho más largas de lo normal, pero un álbum doble de 94 minutos es un test a la paciencia de los oyentes que no son tan fanáticos de este estilo.
Aunque la falta de una canción extra larga en el tracklist, como lo fueran los 25 minutos de “Numbers” en Banks of Eden o los 24 minutos de “Love is the Only Answer” en The Sum of No Evil, enfocándose en canciones que nunca llegan a los 8 minutos, creo que eso es algo que hubiera beneficiado a este disco, dándole un punto de clímax a la escucha. Sin esa canción extra larga, el álbum se siente como una sucesión de 18 tracks que eventualmente se empiezan a confundir entre sí, donde no ayuda que el grupo no haga tantas variantes en su fórmula.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Jethro Tull – The Zealot Gene (2022)
Obviamente hay canciones para destacar, como bien las mencioné anteriormente, y la mayor parte del álbum se maneja de manera mucho más que correcta, con sus colchones de teclados y solos de guitarra de melodías placenteras. E incluso si la voz de Stolt se siente un tanto ajada por el tiempo, cosa de esperarse después de tantas décadas en la música, tanto el guitarrista como su compañero Hasse Fröberg logran crear buenas melodías vocales. Al menos no hay que esperarse una situación como la de Ian Anderson en el último disco de Jethro Tull.
Estos son más como detalles en la que es una obra descomunal (¿Qué disco de TFK no podría describirse de esa manera?), pero que terminan por ensuciar un poco una obra con todas las características como para ganar sin problemas. Porque créanme que el álbum está lleno de grandes momentos: la marcha triunfal de “Revolution”, los coros femeninos en “The Big Funk”, y los teclados en “A Million Stars”, por sólo mencionar otro puñado. Y todo está acompañado por un sonido claro como el cristal que permite apreciar cada uno de esos aspectos. Pero metidos todos dentro de un álbum largo como una película normal es más difícil apreciarlos.
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A fin de cuentas, By Royal Decree es un disco para fans. Y no hablo sólo de fanáticos de los Flower Kings, sino también fans del rock progresivo: es un trabajo que lleva la exageración y pomposidad típica del género como una marca de orgullo, representando todo lo bueno y todo lo malo que suele tener la versión más clásica del estilo. Si usted, señor lector, considera que Genesis no volvió a sacar nada más después de la salida de Peter Gabriel y escucha Close To The Edge todos los días sin falta, entonces este disco está hecho para usted.
By Royal Decree (2022)
InsideOut Music
TRACKLIST:
01. The Great Pretender
02. World Gone Crazy
03. Blinded
04. A Million Stars
05. The Soldier
06. The Darkness In You
07. We Can Make It Work
08. Peacock On Parade
09. Revolution
10. Time The Great Healer
11. Letter
12. Evolution
13. Silent Ways
14. Moth
15. The Big Funk
16. Open Your Heart
17. Shrine
18. Funeral Pyres
Si uno es fan del rock progresivo más clásico, seguramente tenga el nombre de The Flower Kings bien presente. El grupo sueco, liderado por el cantante y guitarrista Roine Stolt, es una de las luminarias del estilo, con una carrera de treinta años y una discografía muy extensa que se hace todavía más si tenemos en cuenta la cantidad de esos álbumes que son dobles. Y continuando con su acostumbrada prolificidad, estos oriundos de la ciudad de Uppsala nos traen By Royal Decree, su decimoquinto álbum y tercer lanzamiento de estudio en cuatro años, y editado por InsideOut, el sello predilecto del rock progresivo.
Quien esté familiarizado con la obra anterior del quinteto no se va a encontrar ninguna sorpresa al darle play a este nuevo disco. Ya con “The Great Pretender” los Reyes de las Flores marcan la pauta de su obra: música complicada, técnica, llena de teclados, riffs cambiantes y líneas de bajo prominentes. Tracks como “Blinded”, “The Soldier” y “Time The Great Healer” son prueba suficiente de que estos suecos dejan su tributo en el altar de Yes y Genesis en cada canción y en cada nota, y que su propuesta está dirigida hacia los oyentes más puristas del estilo sinfónico, sobre todo en sus atmósferas teatrales. No es todo adrenalina en la propuesta de Stolt y compañía, porque “Moth” y “Open Your Heart” apelan al costado más suave del grupo, pero todavía usando esas armonías y teclados que son su marca registrada.
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Ya hace rato que TFK demostraron que tienen la suficiente espalda como para explotar este estilo por el tiempo que sea: otro día se puede discutir si “quedarse clavado” en recrear este sonido de la primera mitad de los setentas es una traición a la idea “progresiva” o no, pero hay algo en esa estética que permite un revival eterno, como si 1974 nunca se hubiera terminado. Dicho eso, no hay mucho para decir acerca de este nuevo álbum más allá de esas pocas características: es técnico, cambiante, los riffs están en las antípodas de ser una simple serie de power chords y los ritmos son como un reloj suizo en su precisión, algo que se puede decir de todos los músicos con sus respectivos instrumentos. Exactamente lo que uno buscaría en un disco que hace tributo a esas glorias de cinco décadas atrás.
Por otro lado, BRD continúa con ciertos pecados de muchos de los trabajos anteriores de TFK. El más claro está en la longitud de este lanzamiento: el rock progresivo es conocido por tener canciones mucho más largas de lo normal, pero un álbum doble de 94 minutos es un test a la paciencia de los oyentes que no son tan fanáticos de este estilo.
Aunque la falta de una canción extra larga en el tracklist, como lo fueran los 25 minutos de “Numbers” en Banks of Eden o los 24 minutos de “Love is the Only Answer” en The Sum of No Evil, enfocándose en canciones que nunca llegan a los 8 minutos, creo que eso es algo que hubiera beneficiado a este disco, dándole un punto de clímax a la escucha. Sin esa canción extra larga, el álbum se siente como una sucesión de 18 tracks que eventualmente se empiezan a confundir entre sí, donde no ayuda que el grupo no haga tantas variantes en su fórmula.
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Estos son más como detalles en la que es una obra descomunal (¿Qué disco de TFK no podría describirse de esa manera?), pero que terminan por ensuciar un poco una obra con todas las características como para ganar sin problemas. Porque créanme que el álbum está lleno de grandes momentos: la marcha triunfal de “Revolution”, los coros femeninos en “The Big Funk”, y los teclados en “A Million Stars”, por sólo mencionar otro puñado. Y todo está acompañado por un sonido claro como el cristal que permite apreciar cada uno de esos aspectos. Pero metidos todos dentro de un álbum largo como una película normal es más difícil apreciarlos.
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