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Jethro Tull
The Zealot Gene (2022)
InsideOut

TRACKLIST

1. Mrs. Tibbets (5:54)
2. Jacob’s Tales (2:13)
3. Mine Is The Mountain (5:40)
4. The Zealot Gene (3:54)
5. Shoshana Sleeping (3:41)
6. Sad City Sisters (3:40)
7. Barren Beth, Wild Desert John (3:37)
8. The Betrayal Of Joshua Kynde (4:06)
9. Where Did Saturday Go? (3:53)
10. Three Loves, Three (3:30)
11. In Brief Visitation (3:00)
12. The Fisherman Of Ephesus (3:41)

Antes de hablar de The Zealot Gene, creo que no viene mal ponernos en contexto para poder entender lo que significa este álbum dentro de la discografía e historia reciente de Jethro Tull.

Es un tanto obvio decir que los británicos son una de las más grandes leyendas del rock progresivo, más allá de que su propia opinión de si eran parte o no de esa movida sea algo ambivalente. Stand Up, Aqualung, Songs from the Wood y, sobre todo, Thick as a Brick, todos estos álbumes son clásicos del estilo, donde Jethro Tull demostraron una habilidad enorme para combinar la pomposidad progresiva, la garra rockera y los sonidos de la música folclórica británica, sobre todo en las melodías del cantante, flautista y líder Ian Anderson. Y como casi toda leyenda progresiva, el paso a los ochentas no fue para nada fácil para estos oriundos de Luton.

Sí, es un tanto difícil decir que los últimos cuarenta y tantos años de la carrera de Jethro Tull no han tenido mucho para destacar, más allá de un par de crisis de identidad. Diría que eso podría haber comenzado con A (1980), pero como era un disco solista de Anderson que la discográfica decidió editar como un álbum de la JT, entonces podemos decir que se dio primero con The Broadsword and the Beast (1982), que buscó incorporar algo de ese sonido de sintetizadores AOR que le había funcionado a Kansas para mantenerse a flote, y que se intensificó con Under Wraps (1984), que fue un derrape de sonidos electrónicos y baterías programadas que no podría haber combinado peor con el legado del grupo.

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Así que con excepción de, tal vez, Crest on a Knave (1987), que parece ser más recordado por haberle ganado el premio Grammy a Mejor Interpretación de Metal o Hard Rock a nada menos que …And Justice For All de Metallica y Nothing’s Shocking de Jane’s Addiction que por su música, es muy difícil encontrar instancias de verdad relevantes en toda esta etapa posterior de Jethro Tull. Que la banda se enfocara cada vez más en los recitales y menos en el trabajo de estudio seguramente ayudó a eso, con el último disco de material completamente nuevo siendo J-Tull Dot Com, el álbum con el título más 1999 que un grupo podría haber editado en 1999.

Más allá del navideño The Jethro Tull Christmas Album de 2003, que combinó algo de material nuevo con reversiones festivas de clásicos, la banda de Ian Anderson no saldría del estudio con un disco de canciones nuevas hasta este viernes 28 de enero de 2022, con el sello alemán InsideOut editando el antes mencionado The Zealot Gene.

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En el medio se dio la separación de Jethro Tull en 2012, con Ian Anderson poniendo el foco en su carrera solista. Sin embargo, la línea que divide la carrera de la banda y la de su líder es muy fina y difusa, sobre todo considerando que el álbum Thick As A Brick 2 de 2012 es considerado un disco solista de Anderson editado como Ian Anderson’s Jethro Tull. Considerando que Anderson es el cantante, compositor principal y único miembro constante de Jethro Tull desde que se formaran en 1967, tiene sentido que su carrera solista se sintiera como una extensión de lo hecho con su banda madre. Pero cuando el músico anunció la vuelta de Jethro Tull en 2017 con casi todos los músicos de su banda solista, era bastante justo pensar que ahora era JT el grupo que se sentiría como una extensión de otra carrera.

Más allá de que ver por primera vez la horrible portada con la que se despacharon para este álbum no me dio la más mínima esperanza desde el apartado gráfico, ya estaba preparado a que el material entregado en The Zealot Gene fuera indistinguible de un trabajo solista de Anderson. Y escuchando las doce canciones y los casi 47 minutos de este álbum número 22 de este Jethro Tull renovado, esa sospecha se confirma sin ninguna duda.

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Como dije antes, era bastante obvio cómo iba a sonar la música de The Zealot Gene, y esto se confirma con las primeras notas de “Mrs. Tibbets”: los rasgueos de guitarra, los ritmos simples de batería, los teclados ocasionales y el sonido icónico de la flauta traversa de Ian Anderson, de gran presencia en este track. Lo que más me llama la atención es el apartado vocal: Anderson nunca tuvo un rango muy amplio en su voz, aunque nunca creí que ese fuera un problema porque siempre lo compensó con una gran expresividad en su canto, algo que también iba de la mano con sus letras de tintes literarios. Esta combinación le daba un aire de bardo medieval a su tarea frente al micrófono.

Sin embargo, The Zealot Gene vuelve a confirmar algo que es bastante obvio si uno escuchó cualquier trabajo de los últimos años de Ian Anderson: el tiempo y los problemas de salud hicieron mella en el cantante. Entre la laringitis que lo afectó durante los ochentas y la lucha contra el EPOC que viene llevando, Anderson debió adoptar un estilo vocal extremadamente suave que en este disco cruza la línea y se vuelve muy monótono: aunque trate de taparlo un poco con un par de coros de fondo, es imposible pasar por alto que la voz de Anderson es la peor parte del álbum. Y el hecho de que sea el único cantante sólo hace que las cosas se vuelvan peores: este es un trabajo que se hubiera beneficiado mucho con algún cantante de apoyo, aunque sea en coros.

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Claro que esto es lo que suele ocurrir cuando el cantante es el líder y tener a cualquier otra persona en esa posición carecería de sentido. Pero las canciones de Jethro Tull no son sólo la voz de Ian Anderson, y se podría esperar que la base instrumental compense ese aspecto, algo que se logra… de vez en cuando.

Como se evidenció primero con The Quest de Yes, es de esperar que estos viejos dinosaurios del rock progresivo lleguen a la década del 2020 con un estilo mucho más relajado comparado con la locura técnica de cincuenta años atrás. Y ese es el caso de Jethro Tull, aunque ni de cerca llegue al nivel de lo hecho por el quinteto de Davison, Howe, Downes, Sherwood y White en uno de los peores discos del 2021: tracks como la antes mencionada “Mrs Tibbets”, el tema título “The Zealot Gene”, “Shoshana Sleeping” y “The Fisherman of Ephesus” tienen gran presencia de la guitarra eléctrica y ritmos medianamente pesados, que ayudan un poco a paliar el apartado vocal, a lo que le sumaría como nota especial al solo de “The Betrayal of Joshua Kynde”.

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El resto de las canciones se dividen entre tracks de rock más suave y otros donde Anderson se saca de la manga su costado más folclórico. Y creo que estos últimos son de los que mejor funcionan, como se puede escuchar en la seguidilla “Where Did Saturday Go?”, “Three Loves, Three” e “In Brief Visitation”, que es mi parte favorita del álbum: el ambiente más íntimo de estas canciones, con sus guitarras acústicas e incursiones del acordeón, son de las que mejor combinan con este estilo actual de Anderson. Escuchando estas canciones, es imposible no pensar que todo The Zealot Gene funcionaría mejor si fuera un trabajo más a la manera de Songs from the Wood (1977), más acústico y minimalista.

La verdad es que comencé a tomar notas y escribir esta reseña con una opinión mucho más negativa de este disco, y fue a través de escuchas sucesivas que las virtudes empezaron a relucir. Sin embargo, me quedo pensando en que es muy probable que The Zealot Gene sea el último álbum de Jethro Tull, y lo será siendo un disco de mitad de tabla que no ofende pero tampoco destaca por ningún lado, que no causa vergüenza ajena pero que ya de por sí tampoco genera muchas emociones. Sería como una saga de películas donde la última tiene momentos entretenidos, pero no se resuelve nada de la historia antes de que decidan no hacer más. Sería un final anticlimático, en especial para la carrera de una de las bandas más importantes del rock de los setentas.

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The Zealot Gene (2022)
InsideOut

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1. Mrs. Tibbets (5:54)
2. Jacob’s Tales (2:13)
3. Mine Is The Mountain (5:40)
4. The Zealot Gene (3:54)
5. Shoshana Sleeping (3:41)
6. Sad City Sisters (3:40)
7. Barren Beth, Wild Desert John (3:37)
8. The Betrayal Of Joshua Kynde (4:06)
9. Where Did Saturday Go? (3:53)
10. Three Loves, Three (3:30)
11. In Brief Visitation (3:00)
12. The Fisherman Of Ephesus (3:41)




Antes de hablar de The Zealot Gene, creo que no viene mal ponernos en contexto para poder entender lo que significa este álbum dentro de la discografía e historia reciente de Jethro Tull.

Es un tanto obvio decir que los británicos son una de las más grandes leyendas del rock progresivo, más allá de que su propia opinión de si eran parte o no de esa movida sea algo ambivalente. Stand Up, Aqualung, Songs from the Wood y, sobre todo, Thick as a Brick, todos estos álbumes son clásicos del estilo, donde Jethro Tull demostraron una habilidad enorme para combinar la pomposidad progresiva, la garra rockera y los sonidos de la música folclórica británica, sobre todo en las melodías del cantante, flautista y líder Ian Anderson. Y como casi toda leyenda progresiva, el paso a los ochentas no fue para nada fácil para estos oriundos de Luton.

Sí, es un tanto difícil decir que los últimos cuarenta y tantos años de la carrera de Jethro Tull no han tenido mucho para destacar, más allá de un par de crisis de identidad. Diría que eso podría haber comenzado con A (1980), pero como era un disco solista de Anderson que la discográfica decidió editar como un álbum de la JT, entonces podemos decir que se dio primero con The Broadsword and the Beast (1982), que buscó incorporar algo de ese sonido de sintetizadores AOR que le había funcionado a Kansas para mantenerse a flote, y que se intensificó con Under Wraps (1984), que fue un derrape de sonidos electrónicos y baterías programadas que no podría haber combinado peor con el legado del grupo.

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Más allá del navideño The Jethro Tull Christmas Album de 2003, que combinó algo de material nuevo con reversiones festivas de clásicos, la banda de Ian Anderson no saldría del estudio con un disco de canciones nuevas hasta este viernes 28 de enero de 2022, con el sello alemán InsideOut editando el antes mencionado The Zealot Gene.

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Más allá de que ver por primera vez la horrible portada con la que se despacharon para este álbum no me dio la más mínima esperanza desde el apartado gráfico, ya estaba preparado a que el material entregado en The Zealot Gene fuera indistinguible de un trabajo solista de Anderson. Y escuchando las doce canciones y los casi 47 minutos de este álbum número 22 de este Jethro Tull renovado, esa sospecha se confirma sin ninguna duda.

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Como dije antes, era bastante obvio cómo iba a sonar la música de The Zealot Gene, y esto se confirma con las primeras notas de “Mrs. Tibbets”: los rasgueos de guitarra, los ritmos simples de batería, los teclados ocasionales y el sonido icónico de la flauta traversa de Ian Anderson, de gran presencia en este track. Lo que más me llama la atención es el apartado vocal: Anderson nunca tuvo un rango muy amplio en su voz, aunque nunca creí que ese fuera un problema porque siempre lo compensó con una gran expresividad en su canto, algo que también iba de la mano con sus letras de tintes literarios. Esta combinación le daba un aire de bardo medieval a su tarea frente al micrófono.

Sin embargo, The Zealot Gene vuelve a confirmar algo que es bastante obvio si uno escuchó cualquier trabajo de los últimos años de Ian Anderson: el tiempo y los problemas de salud hicieron mella en el cantante. Entre la laringitis que lo afectó durante los ochentas y la lucha contra el EPOC que viene llevando, Anderson debió adoptar un estilo vocal extremadamente suave que en este disco cruza la línea y se vuelve muy monótono: aunque trate de taparlo un poco con un par de coros de fondo, es imposible pasar por alto que la voz de Anderson es la peor parte del álbum. Y el hecho de que sea el único cantante sólo hace que las cosas se vuelvan peores: este es un trabajo que se hubiera beneficiado mucho con algún cantante de apoyo, aunque sea en coros.

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Como se evidenció primero con The Quest de Yes, es de esperar que estos viejos dinosaurios del rock progresivo lleguen a la década del 2020 con un estilo mucho más relajado comparado con la locura técnica de cincuenta años atrás. Y ese es el caso de Jethro Tull, aunque ni de cerca llegue al nivel de lo hecho por el quinteto de Davison, Howe, Downes, Sherwood y White en uno de los peores discos del 2021: tracks como la antes mencionada “Mrs Tibbets”, el tema título “The Zealot Gene”, “Shoshana Sleeping” y “The Fisherman of Ephesus” tienen gran presencia de la guitarra eléctrica y ritmos medianamente pesados, que ayudan un poco a paliar el apartado vocal, a lo que le sumaría como nota especial al solo de “The Betrayal of Joshua Kynde”.

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La verdad es que comencé a tomar notas y escribir esta reseña con una opinión mucho más negativa de este disco, y fue a través de escuchas sucesivas que las virtudes empezaron a relucir. Sin embargo, me quedo pensando en que es muy probable que The Zealot Gene sea el último álbum de Jethro Tull, y lo será siendo un disco de mitad de tabla que no ofende pero tampoco destaca por ningún lado, que no causa vergüenza ajena pero que ya de por sí tampoco genera muchas emociones. Sería como una saga de películas donde la última tiene momentos entretenidos, pero no se resuelve nada de la historia antes de que decidan no hacer más. Sería un final anticlimático, en especial para la carrera de una de las bandas más importantes del rock de los setentas.

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